Octavio Pazos Montiel
Temas hispanoamericanos
El vicecónsul en Madrid de la República de Nicaragua nos envía las siguientes cuartillas, que publicamos con el mayor gusto:
El artículo del Sr. Lugones publicado en las columnas de El Sol, ha causado una sorpresa inesperada. Es que el asunto lo merece. Su trascendencia no le viene de lo que dice, sino de lo que simboliza. Revela un síntoma alarmante que lo fuera más si los sentidos no estuvieran tan anestesiados. ¡España pierde terreno en América! ¡Es preciso tener el valor de reconocerlo, y deber de todo amante de la causa hispanoamericana, ponerlo de relieve! Las cobardías y las lisonjas a nada conducen como no sea a la ceguedad.
Con harta frecuencia, tanta que a fuerza de repetirlo se ha convertido en incoloro, se ha dicho y redicho que toda la acción de acercamiento hispanoamericano se ha reducido, como la del personaje de Shakespeare, a “¡Palabras! ¡Palabras! ¡Palabras!”, y esta vez, como otras, la repetición ha creado la sugestión de la apariencia. Mas es preciso negar y destruir este engaño. Si la propaganda española hubiera exaltado en América los sentimientos de raza, religión, lengua, literatura, arte..., todo el lirismo de que se habla tan despectivamente, ya hubiera hecho bastante. Pero no ha sido así, y hoy día todos esos vínculos, tan indispensables para una verdadera inteligencia, se relajan y debilitan, y lo peor, que terminarán por morir, sin que quepa clamar a infidelidad. ¿Quién se atreverá a culpar a la novia cuyo amante ausente, después de esperar mucho tiempo, abandonada y sin ilusiones, se ve forzada a vivir su vida?
Si el Sr. Lugones se atrevió a decir lo que dijo, menospreciando los vínculos sentimentales, prueba es más que suficiente que en él ya no tienen virtuosidad. Afortunadamente, es una opinión particular la del Sr. Lugones; pero adviértase que, de generalizarse, la causa hispanoamericana estaría perdida para siempre.
Sin amor, sin raza, sin tradición, ¿qué derechos de preferencia se invocaría para España? Echaránse los pueblos hispanoamericanos en brazos del utilitarismo y recogerán el grano donde lo encuentren sin mirar quién lo da.
Por eso creemos que mientras España no pueda realizar una acción positiva en América, debe afianzar y reafianzar los motivos sentimentales, los “líricos”, como quieren ridiculizarlos ciertos seudointelectuales que, diciéndose positivistas, olvidan que todo lo que sea desconocer la realidad es soñar, y soñar es dejar de ver la efectividad de los sentimientos. Fingen desconocerlos solamente aquellos que, teniendo interés en su desaparición, conocen su dinamismo y les es notorio su eficacia.
¿Qué le falta a los Estados Unidos para que su acción sea completa y avasalladora en la América española? Le falta lo que a España le queda, y es de tal calidad esta parte, que ella por sí es suficiente a contrarrestar todas las otras ventajas. Francia se desvive por propagar su influencia intelectual; Italia envía hasta una exposición flotante y coadyuva a vulgarizar el vocablo “latinoamericano”; en los Estados Unidos se generaliza la lengua española. ¿Qué hace España entre tanto? Nada o casi nada.
Ojalá sea el síntoma que revela la carta del Sr. Lugones suficiente a despertar la apatía al cirujano negligente, advirtiéndole la ocasión del peligro y sirviéndole de advertencia, cuando menos para limpiar y preparar sus instrumentos, al objeto de aprestarse a la lucha.
Octavio Pazos Montiel
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→ Un Congreso libre de trabajadores intelectuales · Leopoldo Lugones