Filosofía en español 
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María Josefa Cordero

Tenerife: No a los jóvenes filósofos

El XI Congreso de Filósofos Jóvenes debía haber llegado el día 6 de abril a la Universidad de La Laguna y permanecido en la isla hasta el 12. Pero no ha sido así. Los miembros del Congreso empezaron a aparecer en Madrid para marchar a Tenerife, procedentes incluso de puntos distantes, como París y Londres. Equipos como el de Filosofía de la Universidad de Oviedo, presidido por el prestigioso profesor Gustavo Bueno, o personalidades como las de Carlos París, Víctor Sánchez Zavala, el padre Caffarena, etcétera, por no citar más que nombres españoles, se aprestaban a reunirse en la Universidad lagunera para leer sus comunicaciones, participar en coloquios o discutir ponencias. Muy pocos días antes del 6, la agencia encargada de remitir billetes recibió orden de suprimir los envíos.

¿Quién y cómo ha hecho a Tenerife decir que no al Congreso de Filósofos Jóvenes? Ese pueblo, ese “buen pueblo” tinerfeño de María Rosa Alfonso, dice “no” a una cita cultural de primer orden y para sus aulas universitarias.

El proyecto de convocatoria del Congreso ofrecía total garantía de éxito. Una Sección nueva, la de Filosofía; un Departamento con cantidad de profesores pletóricos de vocación y entusiasmo, un jefe de Sección y Departamento, el doctor Javier Muguerza, de gran capacidad docente, primera figura profesional. Se habían solicitado las subvenciones para tan costosa empresa y se habían prometido. ¿Qué ha pasado?

Todo indica que los jóvenes filósofos, como los jóvenes artistas o los jóvenes abogados, no tienen suerte.

Puede ser Tenerife un lugar de privilegio donde se esté iniciando este segundo renacimiento. De alguna manera necesito salvar a Tenerife. La abajo firmante –como en las instancias– ha servido en la Universidad lagunera de puente a ras de tierra, de puente de tablas perentorias sobre incómodos socavones oficiales, esas tablas destinadas a ser eliminadas –por más que a veces duren muchos años– y sustituidas por el verdadero puente, por el sólido ensamblaje que hace pasar al alumnado al otro lado de las inculturas, hacia los bienes supremos de la superestructura.

Estoy hablando del “penenismo”. Perdón por tan espantoso neologismo y permítanme recordar que P. N. N. es profesor no numerario. El “penenismo” sólo se puede soportar mediante un cariño obcecado, incurable, hacia la docencia, en este caso hacia la Universidad. Nuestra falta de “status” profesional, nuestra orfandad económica, nuestro característico acefalismo, hacen enormemente difícil encargarse de una cátedra vacante por mucho entusiasmo y filosofía que se eche en ello. Pues bien, desde lejos y desde la cuneta universitaria donde me arrojaron silencios ministeriales que no hacen al caso, estaba ahora precisamente esta interina a punto de dar por bien gastadas unas energías que habían colaborado a consolidar en Tenerife la Filosofía. Por fin, una cabeza brillante y escalafonada –coincidencia feliz, pero no tan frecuente como cabría esperar– estaba llevando a efecto lo que ningún profesor “de recambio” se hubiera atrevido a soñar. Los universitarios de La Laguna iban a participar en un Congreso de nivel internacional que les abriría horizontes, que les compensaría su inevitable geográfico aislamiento.

¿Qué puede aportar un Congreso de Filosofía en el incremento de lo viejo? Evidentemente nada, y sobre todo si, para colmo, el tal Congreso se intitula “Convivencias de filósofos jóvenes”. Verdaderamente, hasta se ha rechazado el susto de algún intempestivo “streaking”, cuando, por desgracia, en eso justamente están empeñadas desde antiguo las turistas mal educadas, las  extranjeras, esas contestatarias de lo español. Bueno, a ver si todo sigue como es debido en Tenerife.

María Josefa Cordero