Musa redimida
Poesías de los presos en la nueva España
Editorial Redención, Madrid 1940
Los españoles de la primera mitad del siglo XX mantuvieron una cruenta Guerra Civil entre 1936 y 1939, que se resolvió con el régimen de derecha socialista que sostuvo al general Francisco Franco en la Jefatura del Estado hasta su fallecimiento en 1975, en que fue sustituido por un rey de la familia Borbón (que había sido expulsada de España en 1931, al proclamarse la república burguesa). Tras la guerra, en la que murieron cientos de miles de españoles (y varios miles de extranjeros: unos combatiendo el comunismo, otros combatiendo el fascismo), vino la consiguiente tarea de reconstrucción material y moral de España. Gracias al sistema de Redención de Penas por el Trabajo, que buscaba facilitar la reinserción social de los presos políticos, muy numerosos como corresponde a toda guerra civil (la gane quien la gane, la pierda quien la pierda), y de acuerdo al principio: «es muy justo que los presos contribuyan con su trabajo a la reparación de los daños a los que contribuyeron con su cooperación a la rebelión marxista», los presos españoles de la postguerra colaboraron eficazmente a la reconstrucción de España tras los estragos producidos por la guerra: renacieron pueblos destruidos y se crearon otros nuevos, se restauraron viviendas asoladas, templos profanados, edificios públicos, se crearon nuevas zonas de regadío, obras hidraúlicas, canales, ferrocarriles, carreteras, barrios para mineros y pescadores, edificios docentes (como la Universidad Laboral de Gijón)... incluso el gran monumento conmemorativo «a la gloria de los mártires de la Cruzada», el Valle de los Caídos. De hecho el mismo día que terminó la guerra, el primero de abril de 1939, aparecía el primer número del periódico Redención, escrito por presos y para presos, desde el que lanzaba el general Franco su famosa consigna: «Yo quiero ser el Caudillo de todos los españoles.»
Un famoso ingeniero especialista en electrodinámica, presbítero católico soldado de la Compañía de Jesús, José Agustín Pérez del Pulgar S.I. (Madrid 1875-Madrid 28 de noviembre de 1939), que había organizado durante la guerra en Valladolid distintos cursillos de capacitación laboral y un laboratorio de recuperación de material electrotécnico, fue el primer encargado de la organización y apostolado del Patronato de Redención de Penas por el Trabajo. Poco antes de su fallecimiento publicó este jesuita el opúsculo: La solución que España dá al problema de sus presos políticos (Librería Santarén, Valladolid 1939, 52 páginas), primer número de la colección Publicaciones Redención. Al año siguiente, en 1940, la Prisión de Alcalá de Henares contaba ya con unos talleres penitenciarios especializados en las artes gráficas (allí habían de imprimirse, por ejemplo, miles y miles de volúmenes de la Biblioteca de Autores Cristianos, publicada por la Editorial Católica bajo la supervisión de la Universidad Pontificia de Salamanca).
Fue el propagandista católico (y desde 1945 catedrático de Estética) José María Sánchez de Muniain quien introdujo incluso la poesía en el sistema de Redención de Penas, promoviendo y poniendo prólogo al libro: Musa redimida. Poesías de los presos en la nueva España. Prólogo de José María Sánchez de Muniain, vocal de propaganda del Patronato Central de Redención de Penas, Editorial Redención, Talleres Penitenciarios Alcalá, Madrid 1940, 190 páginas. En el colofón puede leerse: «Este libro se acabó de imprimir el día 31 de julio de 1940, fiesta de San Ignacio de Loyola, en los Talleres Penitenciarios de Alcalá de Henares, bajo los auspicios del Patronato Central de Redención de Penas. Laus Deo Virginique Matri.» En la contraportada figura el precio, una peseta, y la tirada del libro, nada menos que 30.000 ejemplares.
Musa redimida contiene 86 poesías de 41 autores, clasificadas en tres grupos: Religiosas, La Patria (ideas, tierra, hombres) y Varias. Las 28 poesías religiosas ocupan las páginas 13 a 62, las 23 poesías dedicadas a la patria las páginas 63 a 109, y las 35 poesías variadas las páginas 111 a 185. Ofrecemos la relación de presos españoles cuyas composiciones figuran en este libro, haciendo constar la prisión en la que estaban internos, los títulos de sus composiciones y la paginación [entre corchetes su cronología, cuando hemos podido averiguarla]:
Redención de los presos en la nueva España
«Y he aquí que la España de Franco les ofrece a estos hombres la revalidación, la dignidad que tenían perdida. Si volaron un puente, ahora lo reconstruyen; si derribaron una casa, la levantan ahora. Sus días de prisioneros están consagrados al aprendizaje de unas labores que les convierten en seres útiles redimiéndoles de su existencia de parias, y los despojos humanos deberán a España su regeneración. De las masas proletarias hicimos orden y concierto, desvanecemos el rencor y como un tullido que desentumece su mano cerrada, estos hombres abrieron el puño y la hermandad de la mano abierta y el brazo extendido los recibió con la generosidad que el imperio español de otro tiempo tuvo siempre con el vencido. Esta es nuestra justicia.»
Pieza utilizada en el NODO procedente del documental Prisioneros de Guerra (1938), producido por el Departamento Nacional de Cinematografía. Guión y dirección de Manuel Augusto García Viñolas (1911-2010), director general de Cinematografía y Propaganda; locución y montaje por Joaquín Reig Rodríguez (1896-1989); fotografía de Enrique Guerner (1895-1962) y sonido de Fernando Bernáldez Eder.
Relación de autores y versos de Musa redimida
- José Benito Alvarez-Buylla [1916-1981] (Prisión de Celanova)
- La torre, 154
- José Ballester Andreu (Prisión Central de Burgos)
- Una, Grande, Libre, 71
- José Benito Polo [-1982] (Prisión Central del Puerto de Santa María)
- Hojas secas, 152-153
- Germán Bleiberg [1915-1990] (Prisión de Torrijos, Madrid)
- Dos sonetos, 69-70
- Eusterio Buey Alario [1889-1965] (Prisión Provincial de Santander)
- La Virgen de las Prisiones, 32
El toque de oración, 61-62
La paloma que se posó en la cárcel, 84-85
Las nuevas carabelas, 100
¡Voy!..., 101-103
Conmigo, 168-170 - Luis Canalejas
- José Antonio en andas va, 73-74
- Juan Canales
- La oración de la tarde, 52-53
- Jesús Cancio Corona [1885-1961] (Prisión número 2, Torrelavega)
- Viernes Santo en la Prisión, 28-29
Tríptico marinero, 115-117
Maretazos (Romance de la luna y de la nave), 149-151
Maretazos (El entierro de Chumacera), 162-164 - Alberto A. Cienfuegos (hijo) [1885-1957] (Prisión Central de San Miguel de los Reyes)
- Palomas, 81-83
Amanecer, 91-92
Ocaso, 144-145
Romance de la novia muerta, 146-148
Melodía en negro (Nana), 174-175 - Juan Corrales (Prisión Central de Cuéllar)
- Romance de los dos hermanitos (a mis hijos), 129-131
Armonía, 165-166 - Emilio Díaz Sánchez [1894-1970] (Prisión Provincial de Oviedo)
- Canciones, 106-108
Mañanita de San Juan (remembranzas populares de Asturias), 109
La gaita de Juan Pirulero, 157
Luna lunera, 167
Canción del niño que duerme, 171-173
La Xana y las trenzas del Sol, 180 - Luis Díaz Serrano (Prisión Porlier, Madrid)
- La carta de la madre, 136-137
- Fernando Dicenta (Prisión de Palma de Mallorca)
- Romance de la Virgen de la Victoria, 26-27
- Rafael González Castell [1885-1965] (Prisión Provincial de Badajoz)
- Ofrenda mística, 41-42
Corpus, 59-60
Romancillo de las cuatro palomas, 118-119
Los restos de un naufragio, 160-161 - Luis Hernández Alfonso [Buñol 1901-Madrid 1979] (Prisión de Partido de Baza)
- El viejo romance, 122-123
Voz, 178-179 - Angel Hernández Felices (Prisión Central de Astorga)
- A Nuestra Señora de la Merced, 25
¡Miserere, Señor!, 47-48 - M. Iglesias Ramírez (Prisión de Partido de Ubeda)
- El Caudillo, 97
- Donato Jiménez Vesperinas (Prisión Provincial de Zaragoza)
- Ilusión de una rosa, 142-143
- J. Jordán y Jover (Prisión Central de San Miguel de los Reyes)
- ¡No me dejes, Madre mía!, 54-56
- Juan Bautista Llorca (Prisión de Soria)
- España. Rememorando la «Marcha triunfal», 93-94
- Ignacio Martín Alvarez (Prisión de Santa Clara, Alcázar de San Juan)
- Tipos de mi Romancero, 88-90
- Miguel Martínez (Prisión de Partido de Andújar)
- La gesta del Santuario, 95-96
- Rafael F. Martínez (Prisión El Coto, Gijón)
- A María, 49
- Fernando Martínez Segura (Prisión Central de San Miguel)
- Cristo del Humilladero, 46
- M. Martorell Gazquez (Prisión Habilitada de Barco, Madrid)
- Romance nocturno, 124-125
Las bodas de Juan Manuel, 126-128 - Antonio Muelas Orejón (Prisión Provincial de Cáceres)
- Vuela... Vuela... Golondrina, 181-183
- Bernardo Obrador (Prisión de Santa Engracia, Madrid)
- Luz de inmortalidad, 23
- Antonio Palomares Muñoz (Prisión Central de Orduña)
- En honor del casto y glorioso San José, 57-58
- Félix Paredes (Prisión Central de San Miguel de los Reyes)
- Gratitud al Caudillo, 98-99
Marcha de «Tanhauser», 138-141 - Valentín de Pedro (Prisión Porlier, Madrid)
- Yo elegí mi dolor, 15
Si no fuera por Ti..., 16
Invocación, 43-44
Los Conquistadores, 68
España, faro de almas, 104-105
La estrella en la ventana, 113
A mi hermana (en la Argentina), 114
Nave de viento, 156 - Enrique Pérez Martínez (Prisión Provincial de La Coruña)
- Cantares de la rueda, 176-177
- Antonio Pérez Sánchez (Prisión Central de Cuéllar)
- San Antonio, 50-51
Fantasía de los cisnes, 184-185 - Carlos Querol (Prisión de Partido de Benicarló)
- A Cristo crucificado, 24
- Salvador Rapallo (Prisión Provincial 'El Ingenio', Almería)
- A Nuestra Señora de la Merced, 45
- Fernando Riber González (Prisión del Remedio, Liria)
- Numancia, 72
- Antonio Romero Muñoz (Reformatorio de A. de Ocaña)
- Retablo bíblico, 34
- Gregorio Sánchez y Díaz (Prisión Provincial de Ciudad Real nº 2)
- Canto a «La Mancha», 86-87
- José María Tavera (Prisión Porlier, Madrid)
- Yo te pido, Señor..., 17-19
La escondida senda, 20
¿Tiene alguna importancia mi dolor?, 21
El primer milagro, 22
La Madre decía cantares, 30-31
Castilla, 65-67 - El nuevo mar. Rumbos de José Antonio, 75
- Romance en Zocodover, 78-80
- J. José Torre Chaca (Prisión H. de Santa Rita)
- El milagro del Niño, 38-40
- José Mª del Valle y Boixader (Prisión del Manicomio, Alcalá de Henares)
- Romance de la ilusión imposible, 132-133
Ofrenda (a mi hermana Paquita), 134-135 - Juan Manuel Vega (Prisión Porlier, Madrid)
- Romance a la Virgen de la Merced, 36-37
No se murió, 76-77
Romancillo de la niña que quería una isla, 120-121
Panorama, 155
Canción, 158-159
Prólogo
[de José María Sánchez de Muniain al libro Musa redimida, Madrid 1940, págs. 7-11]
Si la personal e íntima experiencia de todos nos enseña que la escuela del dolor es partera de las resoluciones más nobles y de las ideas más levantadas, ¿ha de extrañarnos que la incomodidad y estrechez de la cárcel alumbre pensamientos generosos? Tres nombres de nuestras Letras –Cervantes, Fray Luis de León, Quevedo– bastarían para recordarnos cuánta gratitud debe el espíritu a la transitoria sujeción del cuerpo, y cómo el alma se enciende, purifica y robustece en la fragua del sufrimiento.
El día primero de Abril de 1939, el rumor poderoso de unas máquinas se unía al clarín de la Radio Nacional, que anunciaba el verdadero amanecer de España. De aquellas máquinas salía el primer número de «Redención», con la magnánima consigna de Franco: «Yo quiero ser el Caudillo de todos los españoles.» «Redención», primer gran periódico del mundo escrito por presos y para presos, fué, en orden al tiempo, el primogénito de la victoria merced a una singular providencia llena de hondísima significación.
Mezcladas con las noticias de un año bien cumplido, con estos latidos firmes y rítmicos de una España que en el puerperio de tan alta y generosa maternidad mantiene fuerte y alegre el ánimo, han aparecido en nuestro periódico, un buen puñado de poesías. Unas, excelentes, otras buenas y todas interesantes.
Esto nos movió a recoger las mejores y a convocar un Concurso entre todos los presos de España para formar un florilegio, que ofrecemos al lector en este segundo volumen de nuestras tareas editoriales.
Una doble explicación merece la indudable calidad literaria de varias de estas composiciones poéticas, para salir al paso de quienes, ingenua o malévolamente, podrían creer que la poesía y los poetas de España estaban encadenados.
¿Encadenada la poesía en el nuevo amanecer de España?
El Arte nace en las grandes coyunturas de los pueblos. Así, con Perícles, con Augusto y en el Imperio Español. Cuando un pueblo, o la Cristiandad entera, se han encontrado a sí mismos en un glorioso destino universal, único vértice de todos los intereses particulares, surgen los poetas. Los cuales, por lo común, vienen sólo a alumbrar y enaltecer el agua pura y riquísima que bulle en las entrañas maternas; pero no a crearla. La poesía estaba allí dentro, aunque sin forma.
Nuestros poetas presos han obrado, pues, en buena parte al escribir como simples españoles de esta gran hora, y esto es una legítima satisfacción para el Patronato de Redención de Penas, que por su misma misión redentora y cristiana no quiere el mal de ellos, sino que se salven. Le ha cabido la bella tarea de acercar las brasas del amor patrio a tantos pechos ateridos. Y no es mucho suponer que será bastante mayor el número de los que gustan esa altísima poesía, sin acertar a medirla o rimarla.
Porque la sabiduría es un don, una gracia que llueve sobre todos, listos o tontos, si son humildes; viene de saborear, de gustar. Es cosa purísima y sin forma. El añadirle esto último, la corporeidad, es atributo del Arte. Y en el reino de los cielos y en las bien ordenadas ciudades de la tierra, como esta comunidad de España que deseamos, caben los ignorantes, si tienen intención recta y corazón limpio.
Otro segundo estímulo ha obrado en la inspiración de los poetas presos: la soledad. La soledad sonora del maravilloso mundo interior, tan lleno de espaciosas y profundas resonancias cuando, hecha la paz en la imaginación y los apetitos, puede hablar la voz de la conciencia y orar en nosotros la gracia «con gemidos inenarrables». «estando ya la casa sosegada.»
Este recogimiento, tan provechoso a toda alma no demasiado encallecida, y la tensión del espíritu, excitan de tal manera las facultades intelectuales del preso y su sensibilidad estética, que los poetas medianos hacen cosas buenas y los simples artesanos labran imágenes de arte. Este fenómeno ha sido observado universalmente.
El Arte en las prisiones es el cauce por donde deriva la amargura acumulada en cada individuo, pues todo preso lleva consigo un drama. Es misión del Patronato, en este orden, conducir ese caudal riquísimo de sensibilidad estética y moral, superando la fría fórmula del Arte por el Arte, que si es muy discutible en el Arte mismo, estudiado sin Dios y sin Patria, es totalmente falsa aplicada a la economía de los pueblos.
* * *
Las palabras anteriores han sido dirigidas a los lectores de dentro y a los de fuera. Reservemos estas últimas a los españoles reclusos.
Piensen ellos al entrar en sí mismos en la solemnidad y grandeza de esta hora. Es el verano de 1940. La fecha puede resonar con majestad en los años venideros. España está en ocasión propincua de volver a ser instrumento de la Providencia: evangelizadora, redentora de pueblos, pimpollo de la cristiandad. Somos envidia de las gentes, y nos guía la espada más limpia de los siglos modernos. Esto no es fanfarronada, sino verdad certísima.
¿No oís la voz de Roma, el lenguaje de los embajadores, la ufanía de los amigos y la diligente solicitud de los que eran adversarios? Sólo países remotos y con risa fingida podrían propalar chistes de España. Se nos acercan los pueblos hermanos y vuelven su vista muchísimos hombres extranjeros de buena voluntad. Ellos no escuchan chismes ruines de nosotros, de la misma manera que cuando Don Quijote alzaba la espada contra los malandrines, no hacían éstos bromas a la exigua flacidez de las alforjas de Sancho.
No. En España no ha habido un cambio de Gobierno, sino un cambio de ruta, con aparejos distintos y vientos de otro cuadrante; con los mismos que hincharon nuestras lonas en empresas misioneras inmortales. Aparejémonos también cada uno y entremos en la nave con alegría y buen ánimo.
Y vosotros, los presos, sentíos españoles y conquistad la libertad física mediante la del espíritu, pensando que la libertad del alma está en el ejercicio del bien. Lograda ésta, aquélla vendrá por añadidura. Entonces serán las bodas de España, celebrando su unidad, libertad y grandeza.
José María Sánchez de Muniain
Vocal de Propaganda del Patronato Central
de Redención de Penas