Filosofía en español 
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Monumento a Miguel Servet en Annemasse

Annemasse

— A Miguel Servet, apóstol de la libre creencia y mártir del libre pensamiento, nacido el 29 de septiembre de 1511 en Villanueva de Aragón, quemado en efigie por la Inquisición católica el 17 de junio de 1551, y quemado vivo en Ginebra por instigación de Calvino el 27 de octubre de 1553.
 
— Miguel Servet, helenista, geógrafo, médico y filósofo, debe recibir el aprecio de la humanidad por sus descubrimientos científicos, su abnegación en favor de los enfermos y pobres, y la indomable independencia de su inteligencia y su conciencia.
 
— “La detención de Miguel Servet en Ginebra, donde no había publicado, ni dogmatizado, y donde, en consecuencia, no podía ser entregado a la justicia, debe considerarse como una barbaridad y un insulto al derecho de las naciones”, Voltaire.
 
— Miguel Servet escribía a sus jueces: “Os suplico que os plazca abreviar estas grandes dilaciones... veis que Calvino... quiere hacerme pudrir en prisión. Los piojos me comen vivo, mis calzones están desgarrados, y no tengo muda ni jubón, ni más camisas que una en jirones...”

«El monumento a Servet, obra de la distinguida escultora Srta. Clotilde Roch, elevado en Annemasse (Alta Saboya) por no haber permitido el Ayuntamiento calvinista de Ginebra que se erigiera en Champel.» (Pompeyo Gener, Servet..., Barcelona 1911, lámina entre las páginas 16 y 17.)

 

En 1902, a propuesta del español Pompeyo Gener (1848-1919), el Congreso internacional de librepensadores, reunido en Ginebra del 14 al 18 de septiembre, aprueba por unanimidad, entre ruidosos aplausos, “que en reparación del martirio de la hoguera hecho sufrir al inmortal Miguel Servet por el fanático Calvino, se erija un monumento con la estatua del ilustre mártir, en Champel, en el propio sitio en que fue quemado vivo”. Y del congreso de librepensadores salió una Comisión internacional encargada de cumplir la decisión adoptada.

Pero el ayuntamiento calvinista de Ginebra se negó a secundar tal iniciativa y, para procurar neutralizarla, erigió en la colina de Champel, pero no en el lugar donde precisamente sufrió Servet la vivicremación, víctima de Juan Calvino y sus secuaces, un contra monumento, en el que recordando de forma vergonzante al médico y teólogo español, se exculpaba a Calvino como víctima de los errores propios de su siglo.

El monumento propuesto por los librepensadores nunca llegó a levantarse, ni en Suiza ni fuera de ella. Pero los ginebrinos cristianos calvinistas ortodoxos no pudieron impedir que, en 1908, otros ginebrinos cristianos menos calvinistas erigiesen una estatua reivindicadora de Miguel Servet, como mártir del fanático Juan Calvino, en territorio de Francia, en Annemasse, alta Saboya, junto a la frontera franco suiza, a sólo ocho kilómetros del centro de Ginebra y sólo a seis de la colina de Champel, en la que fue quemado vivo el ilustre filósofo español.

Este segundo monumento –secuela también por tanto de la iniciativa de los librepensadores de 1902– fue promovido por cristianos liberales y unitarios suizos y franceses, abochornados ante el integrismo calvinista, protestantes que incluso tuvieron la habilidad de lograr incorporar a su causa a la Comisión internacional surgida del Congreso de 1902, neutralizando así de manera definitiva la propuesta conmemorativa inicial de Pompeyo Gener, que era, como su autor, racionalista, materialista, positivista, atea y alejada de cualquier resabio clerical, católico o reformado, en cualquiera de sus muchas irisaciones.

(A principios del siglo XXI una pintoresca variedad de las muchas que florecen entre los cristianos, autodenominada de los unitarios universalistas, considera a Miguel Servet como su mentor y su primer mártir, pionero del libre examen; incorporan en su particular reconstrucción histórica al confundido postkrausista Gumersindo de Azcárate, hacen suyos a los redactores del Manifiesto Humanista, y se funden con los armonistas ideólogos de la unidad en la diversidad, ecologistos, feministos, neopaganos y otros divagantes, abiertos, pluralistas, liberales y posmodernos.)

La estatua de bronce erigida en Annemasse en 1908 fue esculpida por una señorita protestante, Clotilde Roch, y fundida por M. Pastori, ambos ginebrinos. La escultora Clotilde Roch (1861-1923), aunque nacida en el seno de una influyente familia protestante ginebrina, fue sometida a la ley del silencio impuesta por el calvinismo en su ciudad natal por haber esculpido el monumento a Servet, y su figura permanece hoy semiolvidada entre los suizos (en el Palacio Federal de Berna se conserva, al parecer, otra obra importante suya, La Dernière Bouchée de pain, realizada en 1915).

«P. S. Ultimamente, estando corrigiendo las pruebas de nuestro libro {(1) A punto ya de entrar en prensa esta obra, por iniciativa nuestra, se ha presentado una proposición al Ayuntamiento de Barcelona que ha sido tomada en consideración para levantar un monumento con la estatua a Miguel Servet, digno de tan ilustre sabio. La proposición va firmada por los señores don Emiliano Iglesias, D. Ignacio Iglesias, D. Luis Callén y D. Pedro Corominas.}, hemos tenido noticia de que, habiéndose negado el Ayuntamiento calvinista de Ginebra, por mayoría de votos, a autorizar la elevación de un verdadero monumento a Miguel Servet en aquella ciudad en la cual fue condenado y quemado vivo, el Comité Servetista ha tenido que erigirlo en terreno de Francia, en la alta Saboya, en Annemasse. Allí, gracias a los ginebrinos liberales y a los franceses librepensadores, se le ha levantado una estatua sobre un pedestal con una gradería. La estatua es obra de la señorita Roch, la cual lo ha presentado estando en la cárcel, pensativo y triste, revelando de una manera admirable el estado de alma del ilustre mártir español. Creemos aquí un deber nuestro el dar, en nombre de España, un testimonio de alta gratitud a la ilustre escultora que, generosamente y sin retribución alguna, ha contribuido tanto a que se elevara el primer monumento a nuestro gran compatricio, esculpiendo su estatua. Barcelona, 1º Julio 1911.» (Pompeyo Gener, Servet: reforma contra renacimiento, calvinismo contra humanismo, Casa editorial Maucci, Barcelona 1911, páginas 16-17.)

Servet

No cabe duda de que Pompeyo Gener, el lejano promotor del monumento dedicado a Servet en Annemasse, asegura que tal estatua fue la primera que se erigió en honor de Miguel Servet. Orgulloso por la paternidad de la idea parece que don Pompeyo permitió que se le nublase la memoria, pues se hace poco creíble que el erudito Gener ignorase la existencia de otra estatua anterior dedicada a Servet, levantada en Madrid en 1875, cuando el doctor Velasco dispuso colocar, a la entrada de su sorprendente Museo Antropológico, sendas estatuas sedentes de los médicos españoles Miguel Servet, esculpida por Elías Martín, y Francisco Vallés, esculpida por Ramón Subirat, ambas realizadas en piedra de Novelda. Además, la estatua levantada sobre un pedestal en 1908, en Annemasse, representa a un Servet también sentado, aunque desesperado en la celda, mientras que en la estatua dedicada a Servet en Madrid, treinta y tres años antes, el Servet médico parece reflexionar desde su sillón.

Y además en 1893, diez años antes del ginebrino congreso de librepensadores, ya había quedado inaugurado el edificio de la Facultad de Medicina de Zaragoza, con la efigie de Servet en su escalinata exterior, obra del escultor Lasuen.

De manera que el monumento levantado a Servet en Annemasse, aunque inspirado en su origen por los librepensadores del Congreso de 1902, fue de hecho impulsado por protestantes liberales con el beneplácito de sus pastores. Si con el contra monumento de Champel de 1903 buscaron los calvinistas ginebrinos neutralizar el monumento deseado por los librepensadores, los protestantes un poco menos fanáticos que levantaron el monumento de Annemasse de 1908, lograron sumar a los librepensadores a su proyecto, tras reconocer como crimen atribuible a Calvino la incineración de Servet, disolviendo así de forma definitiva los planes del congreso de 1902, y colando en el texto una sibilino recordatorio, como fórmula relativista e igualadora, a la que sin duda no se opusieron los positivistas ateos: “...quemado en efigie por la Inquisición católica el 17 de junio de 1551, y quemado vivo en Ginebra por instigación de Calvino el 27 de octubre de 1553.”

Pueden seguirse los debates habidos en Annemasse durante 1907 y 1908 sobre este asunto a través del periódico radical El progreso de Alta Saboya, propiedad entonces del librepensador Pedro Grandchamp, adalid de los librepensadores de Annemasse, secundado por Otto Karmin (1882-1912), profesor de filosofía de la Universidad de Ginebra, de la Oficina Internacional de Libre Pensamiento, ambos defensores de que el pensamiento verdaderamente libre sólo puede encontrarse en las verdades que nos ofrecen las ciencias, rechazando toda intervención de divinidad alguna; con el pastor Georges Fulliquet (1863-1940), profesor de teología sistemática (liberal protestante) en la Facultad de Teología de Ginebra, secundado por Andrés Boegner, el pastor de los “protestantes liberales” de Annemasse, para quienes la libertad de pensar significaba primero el derecho a la libre creencia y al libre examen de los textos. A pesar de los enfrentamientos y debates públicos que mantuvieron, el ateo Otto Karmin, en nombre del Comité internacional para el monumento a Miguel Servet, accedió al deseo del pastor Andrés Boegner, y el Comité surgido del Congreso de Ginebra de 1902 intervino en la ceremonia de inauguración de la estatua a Servet (una vez que los protestantes de Annemasse aceptaron calificar como crimen atribuible a la intolerancia de Calvino el homicidio de Servet). Así, el presidente del Comité internacional para el monumento a Miguel Servet, el senador francés Augusto Dide, en el discurso inaugural que pronunció en Annemasse en 1908, dijo: “El día en el que Servet, torturado, cautivo, enfrentado a la muerte, se opuso al arrogante y orgulloso absolutismo de sus perseguidores y verdugos, con la doctrina del progreso indefinido, Servet se colocó en línea con los emancipadores que crearían una nueva Europa secular y con quienes prepararon la Revolución francesa”, no teniendo inconveniente en reconocer Otto Karmin en la misma ceremonia que: “Entre los sufrimientos más inhumanos, Servet afirmó los principios del libre pensamiento que desde entonces han triunfado y el principio de la libertad de creencia que se convirtió en la Carta Magna de los protestantes unitarios y de las iglesias liberales. Estas iglesias se fundan en las doctrinas por las que Servet sacrificó su vida.”

El monumento levantado en 1908 en la localidad francesa de Annemasse, que provocó entonces no pocos enfados y tensiones con la vecina Ginebra, siempre fiel al desgraciado Calvino, fue destruido el 13 de septiembre de 1941, siguiendo órdenes del gobierno francés entregista y sumiso a Germania. “Servet en prisión; estatua de bronce de Clotilde Roch erigida en 1908 (...) destruida el 13 de septiembre de 1941 por órdenes del gobierno de Vichy...” (escribe Angel Alcalá al pie de la lámina 49 de su magnífica edición de la primera traducción española de la Restitución del cristianismo, de Miguel Servet, Fundación Universitaria Española, Madrid 1980.)

Servet

Algunos dicen que la estatua de Servet fue destruida para reciclar el bronce en la fundición de más cañones al servicio de los nacional socialistas, lo que suena más a deseo de explicar, o incluso justificar tal acción por una urgencia militar, que a reconocer una voluntad expresa, ideológico religiosa, de eliminar tal monumento. Como se explica más abajo, en 1960 se reconstruye este monumento, pero en la nueva lápida –¿explicativa?–, aunque no se menciona la destrucción de 1941, se precisa que la estatua fue “entregada a los alemanes en 1942”, al año siguiente de su destrucción. Pero, ¿quién entregó y qué se entregó a los alemanes? ¿Una estatua de Servet, como objeto valioso digno de ser instalado en el Deutsches Museum, o unos kilos de basura de bronce reaprovechable? ¡Qué laconismo lapidario tan interesante e interesado!

Se dice también que la resistencia francesa colocó una cinta en el monumento con la siguiente dedicatoria: “A Miguel Servet, primera víctima del fascismo.” De ser cierta esta historia, habría que saber, si la cinta fue colocada por la resistencia como protesta, ante el hueco dejado por la estatua ya retirada por quienes tenían por adalid al enfervorecido católico mariscal Petain, o si una identificación previa de la resistencia con el símbolo representado por Servet, pudo acelerar la propia eliminación del monumento por aquellos franceses católicos, socios de Adolfo Hitler en la construcción de la nueva Europa, añorada por millones de germanos y europeos que confiaban en su Führer victorioso.

En 1956 se constituye un comité para la reinvención de la estatua, que fue erigida de nuevo en 1960, en el parque Claudius Montessuit de Annemasse. Algunos aseguran que la nueva estatua pudo ser fundida de nuevo a partir de los moldes originales, que conservarían aún los talleres que fundieron el original en 1908. Pero otros aseguran que se trata de una réplica, de un tamaño un poco más pequeño que el original, por lo que habría sido, no sólo fundida, sino también esculpida de nuevo. Por lo que se dirá más abajo, más fácil es suponer que la estatua colocada en 1960 no es un vaciado de los moldes originales, sino una réplica, más o menos fiel, aunque algo más canija. En el basamento de esta réplica puede leerse en su cara posterior:

“Erigida por vez primera en 1908, entregada a los alemanes en 1942, esta estatua ha sido reestablecida por suscripción popular e inaugurada de nuevo el 4 de septiembre de 1960.”

y en su frente sólo el texto principal, ligeramente modificado, del primero de los cuatro textos que, uno en cada lado, figuraban en el basamento de la estatua primera de 1908:

“A Miguel Servet, apóstol del libre pensamiento, nacido en Villanueva de Aragón, el 29 de septiembre de 1511 quemado en efigie en Vienne por la Inquisición Católica el 17.VI.1553 y quemado vivo en Ginebra el 27.X.1553 por la Inquisición de Calvino.”

Un epílogo bien curioso relacionado con esta estatua tuvo lugar en Zaragoza en 2004. Al poco de recibir la comunidad autónoma de Aragón las transferencias en materia de salud, en 2002, decidieron colocar una estatua de Miguel Servet en el Hospital de Zaragoza, que se había inaugurado en 1955 como Residencia Sanitaria José Antonio, dicha desde 1971 Ciudad Sanitaria José Antonio, desde 1984 Hospital Miguel Servet, y desde 1999 Hospital Universitario Miguel Servet.

Servet

Encargaron a Manuel García Guatas que buscara un modelo sobre el que realizar tal monumento, y este historiador del arte siguió la pista de la estatua de Annemasse, de la que una vez conocida su historia y la no persistencia de molde alguno, decidieron realizar un vaciado para reproducirla en Zaragoza. Pero por esos días se fijó casualmente en una fotografía publicada en la Guía oficial de Zaragoza de 1922, donde en una vista interior del Museo de Zaragoza aparecía el molde en escayola de la estatua esculpida por Clotilde Roch.

Siguiendo la pista de tal obra se documentó que el molde original de la escultura ya estaba en Zaragoza en 1915, que pasó en 1916 al Museo, en 1974 a la Escuela de Artes y Oficios y más tarde a un almacén municipal, donde se encontró, olvidada pero en perfecto estado de conservación, habiéndose planeado que para septiembre de 2004 estuviese ya realizada tal fundición en bronce, colocada en el Hospital. A la vista de la fotografía del original de la estatua realizada por Clotilde Roch que publica Pompeyo Gener en 1911, y de la fotografía del molde que aparece en la Guía de Zaragoza de 1922, el molde de Zaragoza es el verdadero original o copia directa de la obra de Clotilde Roch, mientras que la estatua que desde 1960 adorna Annemasse es una mera réplica.

Ginebra: contra monumento a Miguel Servet (1903)

gbs