XIX Congreso Mundial de Pax Romana España 1946

 
Conclusiones
Ponencia Primera

«El universitario católico
ante los problemas de la Persona humana»

I

1. La persona humana es una sustancia singular, no comunicable, de naturaleza racional y constituye una unidad sustancial compuesta de cuerpo y alma.

2. Son atributos esenciales de la persona humana la sustancialidad, la racionalidad, la libertad y la perfectibilidad.

3. La persona humana «in statu viae» está sujeta al tiempo y al espacio y tiene como atributo propio la historicidad.

4. La persona humana no es una parte, sino un todo; no un medio, sino un fin, y se ordena a Dios como a su fin natural, y a la comunidad en cuanto ésta le sirve para alcanzar su perfección.

5. La persona humana es imagen de Dios y a ella se ordena toda la naturaleza irracional. Es principio responsable de acción y está destinada a perfeccionarse en sociedad.

6. La persona humana ha sido elevada al orden de la gracia y está destinada a la posesión sobrenatural de Dios por el conocimiento y el amor.

7. En consecuencia: La persona humana es sujeto de derechos inalienables con los deberes correlativos, que deben ser reconocidos y garantizados en todo ordenamiento jurídico, de entre los cuales importa hoy destacar, según los Mensajes Pontificios, los siguientes:

a) El mantenimiento y desarrollo de su vida corporal, intelectual y moral.

b) La formación y educación religiosa y el culto a Dios, privado y público, incluida la acción caritativa y religiosa.

c) La libre elección de estado, incluido el sacerdotal y religioso.

d) La constitución e integridad de la sociedad conyugal y doméstica.

e) El trabajo y el uso de los bienes con las necesarias limitaciones sociales.

f) La seguridad jurídica y, por tanto, una esfera concreta de derechos protegida contra todo ataque arbitrario, mediante una legislación clara e intergiversable, garantizada por recursos ante jueces independientes. (Mensaje de Navidad, 1942.) [18]

g) La participación en la vida política de la comunidad a través de un ordenamiento de los verdaderos y naturales organismos sociales.

II

8. PAX ROMANA proclama la unidad del género humano dentro de la variedad de razas, reconociendo en cada hombre un hermano, por ser todos hijos de Dios y según la doctrina de la Iglesia Católica. Por consiguiente, condena toda separación en la vida social y toda negación de derechos públicos o privados fundadas en la diversidad de razas, y luchará por que todos los hombres lleguen al conocimiento y práctica de este concepto, así en la Universidad como en la Sociedad y en las tierras de misión.

9. El Congreso reconoce como graves peligros que hay que evitar y que acechan a esta concepción de persona humana, por un lado, la despersonalización del hombre por su absorción por el capital inhumano, por la masa colectivizada o por el Estado, y, por otra parte, en el extremo opuesto, la exaltación egocéntrica del individuo con preterición de la subordinación de su actividad al bien común. Por tanto, PAX ROMANA considera indispensable luchar por que la persona humana sea respetada por las leyes de cada nación y por los individuos y sociedades e instituciones de las mismas, y estima necesario, en defensa de la misma persona humana, el establecimiento de sanciones y prevenciones eficaces para quienes puedan lesionarla.

10. Considerando que la persona humana tiene derecho a una paz social que sea garantía de la paz del espíritu, que hay que llevar a cada individuo la convicción de que su paz interior –que no es otra cosa que la concordia entre el cuerpo y el alma– es base imprescindible de la paz de la familia, de la de las clases sociales y de la paz internacional, y que la persona humana tiene derecho a disponer de tiempo e independencia para la intimidad de la vida familiar y religiosa, PAX ROMANA proclama la necesidad de que la sociedad esté organizada en forma tal que permita a la persona humana desarrollarse integralmente, realizar su perfección y afirmar su personalidad, sin perjuicio del bien común y cooperando en él.

11. Ante el actual derrumbamiento de los ideales y consiguiente escepticismo, que sitúa en el mismo plano a la verdad y al error, proclamamos: Es preciso tener caridad con los equivocados, pero no transigencia con sus ideas; el derecho natural a la verdad impide que se ponga a ésta en el mismo plano que al error.

12. Considerando que la guerra ha destruido la paz interior y la intimidad de la persona, es preciso que dichos bienes sean recuperados mediante el fomento del espíritu religioso, del espíritu del trabajo y del espíritu familiar. Ante la preocupación de la guerra y el consiguiente peligro y sensación de inseguridad, y, por otra parte, el afán de seguridad por encima de las exigencias de la caridad y de la justicia, PAX ROMANA trabajará por llevar a las naciones a la convicción de que las guerras y revoluciones son extremos a los que sólo se ha de llegar cuando por otros medios no sea posible lograr las exigencias de la justicia y de la caridad, que están por encima de todo bienestar individual.

13. Partiendo de la doctrina pontificia («Syllabus propus», 77-60; «Libertas», 28-30; «Mirari Vos», 11 y 12; «Inmortale Dei», 41; «Divini Illius Magistri», 28; &c.), que establece que la persona humana no ha de hacer de su libertad un fin en sí mismo, en vez de un medio para la consecución de su supremo destino, y que manda que el uso de la libertad ha de estar sujeto a la Ley Divina y a las leyes humanas justas, para no caer en un liberalismo práctico, mantenemos que: El ejercicio de la libertad, y especialmente de la libertad de expresión, no puede atentar a la dignidad de la persona humana, por lo cual PAX ROMANA procurará influir en el sentido de que las leyes sancionen jurídicamente la publicación de doctrinas anticoncepcionistas, la difamación de las personas y todo otro atentado directo o indirecto a la persona humana.

14. Considerando que los universitarios católicos debemos vivir la tesis católica sobre el género humano y sobre la universalidad de la Religión, frente a los dos polos opuestos en los que la persona humana se desnaturaliza por exceso o por defecto; considerando que a todo fiel se le exige la superación del individualismo, proyectándole hacia todo el género humano, y que la acción misionera de la Iglesia ofrece al mundo el espectáculo vivo de una exaltación justa de la persona, el trabajar infatigablemente, a fin de hacer a todos los hombres participantes de una misma fe y procurando la hermandad, no sólo natural, sino sobrenatural, de todos ellos; considerando que las misiones –que son la catolicidad en ejercicio–, además de demostrar prácticamente la exaltación de la persona humana, ofrecen como una especie de complemento de ella al mostrar y realizar una exaltación de las personas colectivas, concluimos: La extensión del concepto cristiano de persona ha de promoverse en primer lugar para cumplir el mandato evangélico de la [19] universidad de la doctrina cristiana, y en segundo término, para que la difusión de un concepto católico de la vida siente las bases de una verdadera paz internacional.

15. PAX ROMANA, teniendo en cuenta las estrechas relaciones que hay entre el concepto de persona y el de libertad, invita a las asociaciones adheridas a defender con empeño, en el espíritu de la Iglesia y según la enseñanza pontificia, como esencial al desarrollo pleno de la personalidad, el principio de libertad, y a afirmarlo contra cualquier violación en el campo político y económico.

III

16. Para la implantación de un concepto cristiano de persona en la Universidad y en la Sociedad, los miembros de las Federaciones afiliadas a PAX ROMANA deberán, ante todo, vivir una vida íntegramente cristiana, que es la base de todo apostolado.

17. Mas, en particular, para dar a los universitarios una educación de la personalidad, según el concepto cristiano, es preciso:

a) Educarlos por la meditación personal y por la participación íntima de la vida litúrgica.

b) Prepararlos para reaccionar contra las corrientes de masa, haciendo de su propia mentalidad y de su propia conducta una conquista personal, tanto en lo relativo al estudio como a la vida moral.

c) Formarlos en un espíritu de investigación y de crítica, sobre la base de un conocimiento profundo de la doctrina cristiana, para que no exista una falta de proporción entre la cultura profana y la religiosa; y

d) Habituarlos a la colaboración entre estudiantes y profesores para la fecundidad del estudio y para el mejoramiento de la vida organizada.

18. Por lo que a la palabra toca, todo lo anteriormente expuesto será realizado mediante conferencias, charlas, emisiones de radio, publicaciones, contactos personales, teniendo siempre en cuenta las condiciones adversas en que se encuentran actualmente los universitarios, sobre todo en las naciones damnificadas por la guerra. En estas actividades se deberá propugnar el derecho de la persona humana a la libertad y defender todos sus intereses, según las afirmaciones de los apartados anteriores y de los restantes temas del Congreso.

19. Y en cuanto al ejemplo, el que el universitario católico ha de dar consistirá principalmente:

a) En lograr una competencia intelectual digna de su conciencia de cristiano.

b) En exigir de los profesores una razonable dignidad en la enseñanza universitaria.

e) En ajustar perfectamente la vida práctica con la fe y fundamentos doctrinales que profesa.

d) En desarrollar una generosa caridad que vaya desde la tolerancia con los equivocados, sin mengua de la defensa de los principios objetivos, hasta la práctica de las actividades benéficas.

e) En defender franca y valientemente la fe católica, la Iglesia y el Papa contra todo error, comprendido el laicismo de los bautizados.

f) En ejercer una presencia activa en el campo del pensamiento y de la acción, para que se sienta la fuerza y la actualidad del cristianismo vívido.

20. Se trabajará para realizar una verdadera hermandad entre las razas y nacionalidades, superando las diferencias que la Creación y la Providencia han establecido, no para la división de los pueblos, sino para la armónica coordinación y cooperación de sus diferentes energías. A este objeto se propugna el establecimiento de contactos recíprocos entre las personas, el intercambio de publicaciones y el fomento de toda suerte de relaciones amistosas con los universitarios y sus organizaciones en los diversos países.

21. En cada nación se creará un organismo que, de acuerdo con el Subsecretariado de Misiones de PAX ROMANA, deberá estudiar y desenvolver el problema de las misiones y provocar una contribución efectiva, desde el punto de vista apostólico y económico, de los universitarios a las mismas:

a) Fomentando los estudios sobre temas misionales.

b) Realizando contactos, tanto entre las Universidades eclesiásticas y laicas, como con las Universidades de tierras de misión por medio de organizaciones católicas universitarias.

c) Activando la propaganda en torno de las misiones y llevando al conocimiento de los universitarios la naturaleza y posibilidades de las mismas.

d) Uniendo, en fin, las oraciones de todas las organizaciones por las intenciones misionales del Sumo Pontífice, y, sobre todo, por los universitarios de tierras de misión.

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Pax Romana
XIX Congreso
XIX Congreso Mundial de Pax Romana
Madrid 1946, páginas 17-19