Manuel Martínez Casanova
Númenes animales en el Caribe
(Consideraciones acerca de un proyecto de ensayo sobre el valor de la teoría de Gustavo Bueno para orientar los estudios de la religiosidad en el Caribe)
Santa Clara, 18 de octubre de 1995
C02-RELIG.06
El estudio de las expresiones concretas que asumen las religiones, especialmente en una zona socio-cultural tan fértil como lo es el Caribe, se convierte en objeto de atención de innumerables investigadores que desde el campo de las ciencias positivas de la Religión aportan luz para moverse en esa intrincada jungla de ritos y ceremonias, dioses y demonios, atributos sagrados y profanos, plegarias e imposiciones mágicas que caracterizan la manera religiosa de ser en esa zona del planeta, frontera de culturas, heredera de todos e hija de nadie.
En el Caribe la religiosidad es fundamentalmente sincrética, consecuencia directa del mestizaje de pueblos y culturas diferentes que en los últimos 600 años, por cuanto el proceso a que hacemos referencia comenzó ya antes de la llegada del Almirante Perpetuo de la Mar Océana, se fue configurando en ese barroquismo de nuestra historia.
Ya un gran estudioso cubano de estos temas, Don Fernando Ortíz, nos descubría la característica esencial de todo el devenir caribeño con el uso del término transculturación para expresar la riqueza de matices que van marcando el proceso en el que muchos pueblos entran en contacto intenso, a veces terrible, entre sí y como consecuencia de lo cual se producen deculturaciones parciales aunque considerables y neoculturaciones que traen como consecuencia la formación de realidades socio-culturales diferentes a las que le sirvieron de origen y raíz.
Resultado de estos procesos son los sistemas religiosos afrocaribeños tales como el Vodú de Haití; el Candomblé, la Macumba, los Terreiros y el Umbanda del Brasil; la Santería, la Regla Palo o Brujería y el Abakuá de Cuba; los Shangós de Trinidad-Tobago, &c., los cuales muchas veces le dan al Caribe ese exótico colorido con que muchos suelen identificar a la región. Con ellos interactúan prácticas religiosas y creencias aborígenes y no pocos elementos procedentes del cristianismo, especialmente del ritualismo católico-romano.
En estos sistemas de carácter fundamentalmente shamánico, en los que términos tales como religión y superstición, iglesia y secta pierden su sentido tradicional, se integran en amalgama a veces tan abigarrada que aturde al estudioso, especialmente si este se mueve exclusivamente en el plano fenomenológico con que las ciencias específicas de la religión resuelven el tratamiento de estas expresiones culturales de nuestros pueblos, susceptibles de ser analizadas en términos funcionalistas.
Es entonces que el etnólogo, el psicólogo, el sociólogo o el historiador está obligado a armarse de medios de análisis que le permitan orientarse en la densidad de la bruma fenomenológica y por ello se ve compulsado a recurrir al plano ontológico que es abordado por la Filosofía de la Religión.
En nuestros estudios sobre la religiosidad caribeña y especialmente afrocubana, y en los intentos por lograr la adecuada fundamentación filosófica de los resultados obtenidos en los mismos, hicimos contacto con El Animal Divino, del profesor Gustavo Bueno Martínez, y a través de ello con todo el sistema filosófico que, específicamente en la esfera del análisis ontológico de la religión, nos conduce a las ideas básicas de que el númen es el núcleo de toda religión y que los númenes originales no podrían ser otra cosa que animales. Es a partir de estas ideas básicas, que sólo pretendo esquematizar y no desarrollar, por cuanto no puede ser el objeto de nuestra atención en el presente trabajo, que pueden explicarse el curso y el cuerpo de la religión, del proceso de religación del hombre con los númenes, sometidos estos últimos a la modelación mitológica, mística, que partiendo de los animales originales los va convirtiendo en deidades, primero zoomórficas y luego, en la medida que el hombre se impone al mundo animal y lo somete, antropomórficas, en expresiones que esquemáticamente pasan primero por las religiones politeístas propias de los pueblos antiguos hasta las religiones monoteístas que tienden a ser menos ritualistas, más filosóficas y que, como bien apunta el profesor Bueno, son la antesala del fin de la Religión misma, cosa que no deja de estar sometida a serias complejidades, entre ellas las tendencias a la revitalización de ciertos vínculos religiosos, la continua religación del hombre con los númenes, aunque estos hoy no sean los reales originales, o incluso creando nuevas religaciones y entes numinosos, como los ET, por solo apuntar la complejidad del problema que tan seriamente ha sido trabajado por la Escuela de Oviedo, haciendo referencia ya no solo a la voluminosa obra de Bueno Martínez, sino a la de un número creciente de colegas y discípulos suyos que han resuelto esta problemática filosófica magistralmente.
Como consecuencia de este contacto con la solución ontológica antes referida nos dimos a la tarea no solo de profundizar en la misma sino de utilizarla para la organización y comprensión de todo el material fáctico acumulado por nosotros en el trabajo etnológico así como de la información existente como consecuencia del quehacer científico de otros estudiosos de la problemática religiosa caribeña.
Tras los primeros intentos los resultados fueron sorprendentes. No solo era posible descubrir una racionalidad sobre la cual organizar el voluminoso material fáctico existente, sino incluso -y he ahí lo más importante- comprender expresiones y aspectos que anteriormente resultaban inexplicables por sí mismos.
Con estos primeros resultados positivos nos sentimos estimulados en la continuación de esta tarea que implica no solo reorganizar el considerable material fenomenológico acumulado sino continuar profundizando en una concepción hasta hace poco totalmente desconocida para nosotros y que no puede limitarse solo a la llamada Filosofía de la Religión.
Nuestra actividad apenas la hemos comenzado y por ello no podemos pretender exponer los resultados en toda su dimensión. Pero consideramos valioso presentar las primeras ideas que, aunque no pueden considerarse aún como definitivas ni agotan todas los posibilidades de sistematización y revaloración que ofrece a la etnología la teoría filosófica de Bueno, sí nos permiten considerar que los estudios fácticos sobre religión, una vez orientados adecuadamente, constituyen un respaldo fenomenológico contundente, y hasta donde hemos llegado, irrefutable, no solo a la concepción de la numinosidad animal sino a la concepción buenista sobre la religión.
En nuestro ensayo pretendemos presentar argumentos que avalan nuestra conclusión usando como referencia los sistemas religiosos afrocaribeños y especialmente los afrocubanos en su interacción con supervivencias de los cultos mágico-religiosos de procedencia aborigen en el territorio.
En el análisis a realizar se pretende facilitar la comprensión de los lectores presentando los argumentos fenomenológicos siguiendo el siguiente esquema:
1. Presencia del animal en las religiones afrocaribeñas.
1.1. El animal y su participación principal en el rito.
–la adivinación.
–objetos rituales.
–danzas.
–mitología.
1.2. El animal como ofrenda o sacrificio.
1.3. El animal como atributo de las deidades.
1.4. El animal como deidad.
2. El animal y el proceso de «numinización» en los sistemas religiosos afrocaribeños.
2.1. La «animalización» como medio de numinización de acciones, lugares y objetos en la religiosidad afrocaribeña.
2.2. La presencia animal directa e indirecta en el curso de las religiones afrocaribeñas.
Santa Clara, 18 de octubre de 1995