Filosofía en español 
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Punto tercero · De la blasfemia

P. ¿Qué es blasfemia? R. Que es: falsa locutio in Deum per modum convitii. Divídese lo primero en blasfemia cordis, et oris. La primera es cuando se concibe de Dios en la mente lo que no tiene, o que le falta lo que tiene. La segunda se da, cuando esto mismo se manifiesta con las palabras. Divídese lo segundo la blasfemia en heretical, y simple. La heretical es la que se opone a la fe; como decir: Dios no es sabio: reniego de Dios; lo que si se dice con error interno es herejía; y siendo sin éste, será blasfemia heretical. La blasfemia simple es la que no se opone a verdad alguna de la fe, pero desea o impreca a Dios algún mal; como decir, maldito sea Dios: pese a Dios, o cosa semejante. A esta blasfemia simple se reducen las que se hacen por acciones o gestos; como escupir a un Crucifijo; y también las maldiciones que se echan a las criaturas en cuanto son hechuras de Dios. Además de esto, se divide la blasfemia en blasfemia contra Cristo, y contra el Espíritu Santo. La primera cometieron los Judíos, cuando decían que Cristo era pecador, y voraz; y la segunda, cuando se burlaban de sus milagros. Véase S. Tom. 2. 2. q. 14. a. 1. Ultimamente hay blasfemia contra Dios y contra los Santos. Aquélla va directamente contra Dios, y ésta va directamente contra los Santos, e indirectamente contra la bondad divina, en cuanto resplandece en ellos; pues a la manera que las alabanzas de éstos redundan en alabanza de Dios, así también las blasfemias dichas contra ellos derogan la divina bondad.

P. ¿Por qué palabras se comete la blasfemia? R. Que se dan varias fórmulas de blasfemar, según la diversidad de las regiones; a lo que es preciso atender, para conocer si las palabras que se profieren [298] son o no blasfemas. Regularmente es blasfemia jurar por Júpiter, Mercurio, u otros Dioses falsos, porque el que así jura, da a entender los tiene por sumamente veraces; a no ser que jure por irrisión. Lo mismo si jura por las criaturas, parando en ellas: porque es tributarles un honor divino. El que jura por la vida de Dios, también comete blasfemia; porque la expresión: por vida de Dios; hace este sentido: pierda Dios la vida si no es así; que es un juramento execratorio. El decir: vive Dios, no es blasfemia, sino un juramento usado en la Escritura. La siguiente fórmula: Esto es tan cierto como el Evangelio, y otras semejantes son de sí blasfema, aunque algunas veces se excusan de culpa grave por la ignorancia. El jurar falso no es blasfemia, sino perjurio, que es menor pecado, como dice S. Tom. 2. 2. q. 13. a. 3. ad. 2.

P. ¿Qué gravedad contiene el pecado de blasfemia? R. Que es pecado mortal ex genere; por oponerse a la caridad para con Dios; y así no admite parvidad de materia; y sólo puede ser venial por defecto de perfecta deliberación. Y aun se puede decir, que es pecado máximo; pues dentro de su género puede crecer hasta lo sumo su malicia; como si se profiriese la blasfemia por el odio que se tenía a Dios; aunque la simple, que sólo se opone a la virtud de la Religión no es tan grave como lo sería en el caso dicho, y también si incluyese herejía, infidelidad, o desesperación.

P. ¿Son de una misma especie todas las blasfemias? R. Que las blasfemias hereticales, y las que proceden de odio de Dios, se distinguen en especie de las que solamente son simples; porque las hereticales, o incluyen herejía, o a lo menos se oponen a la confesión de la fe, y las que proceden de odio para con Dios se oponen a la caridad para con Dios, y así se oponen a diversas virtudes, que las que sólo son contra la religión. Por este motivo deben declararse con distinción en la confesión; así como también las que se dicen contra María Santísima y los Santos; porque además de la malicia común de blasfemia, incluyen otra particular contra la [299] hiperdulía, y dulía. El que con un mismo ímpetu de ira profiere muchas blasfemias, es más probable, no comete sino un pecado. Por lo que mira a la práctica deberá el penitente explicar el tiempo que perseveró blasfemando, para que el prudente Confesor pueda formar juicio a lo menos en confuso de su ánimo, y estado.

P. ¿Qué penas hay impuestas contra los blasfemos? R. Que en la ley antigua había impuesta pena capital contra los blasfemos. La misma pena tiene impuesta el derecho común civil. En el Canónico también se ordena sean gravísimamente castigados los blasfemos, como consta del cap. Statuimus de maledictis. El Concilio Lateranense establece otras muy severas, así contra los Clérigos, como contra los Legos que blasfeman. De todo se colige la gravedad de este pecado, la que el Confesor deberá con toda energía proponer a los penitentes, para que conocida su malicia se abstengan de cometerlo.

P. ¿De qué manera ha de portarse el Confesor con los blasfemos? R. Que si las blasfemias son simples, y no están reservadas por el Obispo, o en el Sínodo, podrá el Confesor absolver de ellas, estando el penitente bien dispuesto. Si proceden de error o herejía se reservan al Sumo Pontífice, y en España a la Inquisición. Si las blasfemias son hereticales, sin error interno o herejía, pueden absolver de ellas los regulares, así como del sacrilegio, magia y maleficio, si no proceden de error. Debe el Confesor imponer gravísima penitencia al blasfemo, para que con ella quede más enfrenado y confundido. En manera alguna ha de absolver al blasfemo consuetudinario, a no ver en él un cuidadoso estudio de enmendarse; y esto aun en el caso que ya por su antigua costumbre de blasfemar, profiera sin consideración las blasfemias; porque siempre comete en ellas grave culpa, si no hace las debidas diligencias por desarraigar el perverso hábito; pues sin este cuidado le son indirectamente voluntarias cuantas blasfemias profiere, por haberlo adquirido y no hacer las diligencias debidas para prevalecer contra él. Con todo se debe notar, que las blasfemias proferidas por cierto mal hábito [300] no son tan graves, como las que se profieren ex certa malitia, y abandonando los remedios contra el pecado. Estas propiamente se dicen pecados contra el Espíritu Santo, como advierte S. Tomás 2. 2. q. 14. art. 1.

[ Compendio moral salmaticense · Pamplona 1805, tomo 1, páginas 297-300 ]