
Miles Wolpin
Izquierda chilena: factores estructurales que impiden su victoria en 1970
Pensamiento Crítico, La Habana, mayo de 1969, número 28, páginas 25-58.
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Chile es una de las pocas naciones latinoamericanas que se ha caracterizado por partidos marxistas que cuentan con un apoyo de masas. Ambos partidos, el socialista y el comunista, son dirigidos por personas que se han adaptado a papeles legislativos dentro de las «reglas del juego constitucionales». Unidos desde 1956 en la coalición electoral del Frente de Acción Popular (FRAP), el partido socialista y el partido comunista han podido forjar a través de los años, un electorado estable y creciente entre los votantes de la clase humilde. Beneficiados por el descontento popular con el fracaso del gobierno (demócrata-cristiano) de Frei en llevar a cabo una rápida transformación «antioligárquica» de las estructuras socio-económicas (la llamada «Revolución en Libertad»), estos dos partidos han visto aumentar su respaldo popular desde un 22% en 1965 hasta casi el 30% en las elecciones municipales de 1967.
Como en los inicios de la década del 60, es probable que en los meses que precedan a la elección presidencial de 1970 habrá un exceso de informes haciendo hincapié en el inminente «peligro» para la democracia parlamentaria en Chile. Aún cuando no se puede negar que la dedicación marxista y el fracaso de la Democracia Cristiana en llevar a cabo reformas «rápidas» o «radicales» contra la pobreza que va en aumento en Chile, han realzado la atracción y la fuerza izquierdista, hay aspectos importantes del sistema político que operan en dirección contraria. En los párrafos subsiguientes se examinarán los factores estructurales que «crean la predisposición» contra los grupos políticos que pretenden una transformación revolucionaria de ese sistema a través del proceso electoral.