François George
Leer a Althusser
Pensamiento Crítico, La Habana, noviembre-diciembre de 1969, número 34-35, páginas 155-190.
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La dialéctica materialista ejerce el poder. Hegel trabaja sobre el pasado, recapitula en el saber absoluto las etapas de una historia no empírica: todo lo que se le puede reprochar es la ratificación de lo existente; la dialéctica materialista, por el contrario, conoce el futuro, lo ve inscrito ya en lo objetivo y, por consiguiente, se permite usar la violencia para realizarlo. Todo lo que no está conforme con ella, objetivamente, debe descartarse. La ciencia del objeto se niega a su experiencia.
Por supuesto, en nuestros días el poder es impopular, y el monopolio del conocimiento, de la «ideología», de los «conceptos necesarios» no lo respetan ya más que los estudiantes de filosofía de la UEC. Pero el pensamiento teórico siempre lleva un retardo con respecto a ese pensamiento práctico. Y, aunque no esté ya al servicio de una fuerza política, el «materialismo dialéctico», en una forma renovada, puede gozar todavía de un cierto prestigio intelectual, puede ejercer un poder, puramente ideológico esta vez. El poder de Althusser posee precisamente esta naturaleza, y debe abolirse, al igual que cualquier otro. Puesto que el argumento fundamental de ese pensamiento es el «rigor», vamos a demostrar que es lo menos riguroso que haya, tomando como muestra principal un texto reciente, Lenin y la filosofía.