Filosofía en español 
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Pensamiento Crítico

 
Carlos Marighella

Por la revolución brasileña

Pensamiento Crítico, La Habana, febrero de 1970, número 37, páginas 3-106.

[ Carlos Marighella había sido asesinado en San Pablo el 4 de noviembre de 1969 ]

Una vida de lucha mantuvo siempre joven a este hombre de 57 años. Revolucionario comunista desde los 18, pronto fue dirigente y preso y torturado. Hizo la vida ilegal y aprendió la verdad de la legalidad política como desmovilización; decidido a no pasar al cargo de revolucionario retirado, comprendió la etapa abierta con el triunfo de la revolución cubana y el camino de la revolución brasileña: la lucha armada, «...mi disposición es luchar revolucionariamente junto a las masas», anunció al renunciar a la Comisión Ejecutiva del PCB.

La dictadura y el imperialismo lo mataron, pero demasiado tarde. Acertaron otra vez, pero ya él había abierto el camino: «nuestro único objetivo era reunir bajo la bandera de la lucha armada y de la lucha de guerrillas a los revolucionarios brasileños de todos los grupos y matices...» Queremos recordarlo en una selección de sus escritos, trabajos para el combate o reflexiones sobre él mismo, en los que se adelanta esa discusión (la Revolución, sí, pero ¿cómo?), en que se debate la América Latina, no solamente con ideas, sino con su presente y su futuro, que ha exigido y practicado Regis Debray.

En Marighella hay una constante interacción entre pensamiento y acción. Leninista verdadero, recuerda en uno de sus textos que «la revolución... aglutina las fuerzas con rapidez, y las instruye con la misma velocidad». La fuerza sencilla de sus análisis está en su objeto y su motor: la revolución brasileña; y en ellos examina el carácter de la revolución, los problemas de organización, de movilización de las masas, de estrategia y táctica de la guerra revolucionaria, la inserción en una lucha continental. Surgido del combate del pueblo, no se convierte en vocero de la Historia, y su marxismo se despliega en un trabajo ideológico que convoca a la revolución socialista incitando a cada sector o región del país a partir del reconocimiento de sus tareas mus inmediatas: ni esconde el objetivo ni predica abstracciones.

Marighella mostró el valor de las combinaciones más audaces de acciones y propaganda revolucionaria. Comprendió la necesidad de calar en el pueblo para que la lucha se extienda y no pueda ser cercada en su primera etapa por el silencio y la tergiversación; elemento importante y a veces no recordado de la insurrección cubana. Hablaba en brasileño, con el colorido, la pasión, la originalidad imprescindibles al que quiera guiar a las masas explotadas y dominadas a una guerra por la liberación verdadera. Marxismo, fe, creencias populares, valor desafiante, todo debe ser arma apuntada contra el enemigo: «ahora es ojo por ojo y diente por diente», y todo el mundo entiende que se trata de un momento culminante de la lucha de clases.

–¡La acción! En nuestro país todo nace de la acción: la vanguardia, los dirigentes...–, responde a fines de septiembre a una pregunta sobre el aporte de su organización al movimiento revolucionario brasileño. Hoy que su brazo ya no puede pelear, Marighella pelea en sus escritos y en sus acciones y en su muerte, pelea en la sangre recién caída de Raymundo Lucena, peleará en la sangre ciudadana, caatingera, sertanera, gaucha, que amasará la guerra revolucionaria para hacer un Brasil libre y uno, de los barranqueros del San Francisco y de los trabajadores de la ciudad.

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