Paulo R. Schilling
Brasil: ¿una nueva política exterior?
Pensamiento Crítico, La Habana, julio de 1970, nº 42, páginas 221-231.
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La estrategia norteamericana para América del Sur se diferencia radicalmente de la política que aplicó Inglaterra en el pasado. La línea maestra de la estrategia inglesa fue «dividir para explotar mejor». Actualmente, en la época de los grandes monopolios globales, la estrategia del imperio de turno se basa en un concepto diametralmente opuesto: integrar para explotar mejor. Sin embargo, las dos estrategias coinciden en un aspecto: Brasil es la clave del continente meridional. Un Brasil estable representa un «seguro» de estabilidad para América del Sur. La revolución en Brasil significaría la revolución en toda la parte sur del continente americano.
Los ingleses consiguieron, en lo fundamental, asegurar la estabilidad en Brasil durante más de un siglo. La monarquía (1822-1889) –con sólo dos emperadores y un corto período de regencia intermedio– representó una estabilidad política casi ideal. Ella permitió que Brasil ejerciera el papwl de «gendarme», de guardián de la estabilidad sudamericana al servicio de Londres. Casi siempre la acción conjugada de su diplomacia y de la brasileña fue suficiente para asegurar los intereses ingleses y la «paz» en América del Sur. Cuando la misma se volvió impotente, los diplomáticos cedían su lugar a los militares brasileños. Las guerras contra Rosas y Solano López son ejemplos de la eficacia de la acción de los militares brasileños al servicio del imperio de la época.