Revista Europea | Madrid 1874-1880 |
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Apuntes filosófico-médicos
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Revista Europea, Madrid, 9 de mayo de 1875, año II, tomo IV, nº 63, páginas 365-369.
Caracteres físico-anatómicos que distinguen a la mujer del hombre.
Á primera vista no se nota diferencia entre los dos sexos; la mujer, como el hombre, tiene una organización aparentemente igual, las mismas facultades afectivas, intelectuales y morales; y sin embargo, existe la diferencia. ¿Dónde está ó en qué consiste ésta? ¿Será acaso que la mujer, teniendo las mismas facultades, son éstas en ella más débiles é imperfectas? ó más bien, que en unas de ellas el hombre es superior y la mujer lo es en otras? En la primera suposición, va incluida la inferioridad de la mujer; pero si la verdad se halla en la segunda hipótesis, resultará que la mujer es igual ó quizá superior al hombre, y que ha sido tratada hasta ahora con notoria injusticia.
De la larga esclavitud de la mujer, sólo puede deducirse que el mundo, en su continuo desenvolvimiento, ha tenido más necesidad y sacado más provecho de las cualidades dominantes del hombre, y que la hora de la mujer aún no ha llegado. Hay un hecho de analogía muy importante, que me parece oportuno consignar en estos momentos: En los animales, la superioridad de fuerza, de belleza y de salud, se halla unas veces en el macho y otras en la hembra. Si la leona puede ser envidiosa de la formidable cola y arrogante melena de su compañero; si el caballo entero sobrepuja en fuerza y vigor á la hembra, y si el toro lleva sobre su frente atrevido y alto cuello los títulos de su soberanía; la familia casi entera de las aves de rapiña, se nos presenta con las hembras superiores á los machos, tanto en energía y fuerza muscular, como en talla y desenvolvimiento. Entre los insectos, también las hormigas y las arañas son prueba de superioridad femenina; y en aquellas mismas especies en que el macho es superior en fuerza, ésta no se sobrepone jamás hasta la dominación. No hay, al menos que se sepa, entre los animales señor y esclavo; y si esto puede decirse que sucede en alguna familia, el señor es la hembra, como son ejemplo las abejas, que nos ofrecen el curioso espectáculo de padres alimentados, dominados, encerrados y muertos por las madres.
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