Revista Europea
 
Madrid 1874-1880

‹‹   autores   1874   1875   1876   1877   1878   1879   1880Imprima esta página Avise a un amigo de esta página  ››

 
Gastón Tissandier, La catástrofe del «Cénit», 1875

Gastón Tissandier

La catástrofe del «Cénit»

Muerte de los aeronautas Sivel y Crocé-Spinelli

[ver 61:304]

Revista Europea, Madrid, 9 de mayo de 1875, año II, tomo IV, nº 63, páginas 386-391.

El jueves 15 de Abril de 1875, á las 11 y 35 de la mañana se elevaba el globo Cénit desde la fábrica de gas de la Villette. Íbamos en la barquilla Crocé-Spinelli, Sivel y yo. Atados á ella llevábamos tres glóbulos llenos de una mezcla de aire á 70 por 100 de oxígeno. En la parte inferior de cada uno de ellos, un tubo de cauchú atravesaba un frasco labador lleno de una sustancia aromática. Este aparato debía proporcionar á los viajeros, en las altas regiones de la atmósfera, el gas comburente necesario para mantener la vida. Suspendido por fuera de la barquilla había un aspirador de vuelta, lleno de esencia de petróleo, que la baja temperatura no puedo solidificar; iba á ser estivado verticalmente á 3.000 metros de altura, para hacer pasar el aire en los tubos de potasa destinados á las mediciones del ácido carbónico. Sivel había atado al alcance de su mano algunos sacos de lastre, que se vaciaban por sí mismos al cortar un cordelillo que les sujetaba, y había colocado debajo de la barquilla un grueso colchón de paja para amortiguar el choque de la caída. Crocé-Spinelli llevaba consigo su bello espectróscopo, que con tanta frecuencia empleamos en el precedente viaje del globo Cénit. Se habían suspendido á las cuerdas de la barquilla dos barómetros aneroides, comprobados aquella mañana en la máquina neumática, y dando el primero presiones correspondientes á las alturas de 0 á 4.000 metros, y el segundo las de 4.000 á 9.000 metros. Al lado de estos instrumentos pendían: un termómetro de alcohol enrojecido, dando la medida de las bajas temperaturas hasta —30°; un termómetro á mínima y á máxima, que un cordolillo sin fin, fijado á la válvula en el eje vertical del globo, podía hacer subir y bajar en medio de la masa del gas. Por encima, y en una caja sellada, estaban encerrados ocho tubos barométricos testigos, bien embalados en serrín de madera, y destinados á presentar, cuando bajásemos, indicaciones exactas sobre el máximun de altura á que llegasen los viajeros.

Facsímil del original impreso de esta parte en formato pdf
 


www.filosofia.org
Proyecto Filosofía en español
© 2008 www.filosofia.org
 
Revista Europea