Revista Europea | Madrid 1874-1880 |
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Revista Europea, Madrid, 6 de junio de 1875, año II, tomo IV, nº 67, páginas 552-554.
Pocos dias hace aún que se cometía una inexactitud al designar a Viena con el nombre de Ciudad imperial del Danubio; pues no era este caudaloso rio, sino uno de sus menguados brazos el que atravesaba la capital austríaca, cuyo caserío se extendía lejos de las orillas de aquél, a distancia de más de siete kilómetros. Realmente en lo antiguo pudo ser exacta aquella denominación, a juzgar por la posición de la primitiva iglesia de Santa María am Geslade, Santa María de la Ribera, en cuyos muros aún se ostentan fuertes anillos de amarre, y por otros indicios que en ciertos cuadros antiguos se advierten y hacen suponer que algunas callejuelas del interior de la ciudad eran habitaciones y barrios de pescadores. Pero en el curso de los siglos la corriente del rio, desviándose en las crecidas, hubo de dirigirse hacia el valle actual, partiéndose en ramas diversas, formando bancos de arena, abriendo cauces en pintoresco desorden y encerrando en un vasto arco de círculo la ciudad, cuyos pies antes lamían las aguas. No siempre tampoco éstas se mostraban pacíficas amigas, sino que a veces como enemigas y empujadas por las avenidas de la montaña, y acarreando las nieves y los hielos, produjeron desgracias sin cuento en formidables inundaciones. Por su parte, Viena, creciendo notablemente, pero temiendo la proximidad del peligroso vecino, en vez de acercarse a él para merecer su nombre, ensanchó sus límites más y más, vertientes arriba de la montaña, en contraposición con las indicaciones de su natural posición topográfica y también con sus más vitales intereses.
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