Revista Europea | Madrid 1874-1880 |
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Revista Europea, Madrid, 26 de septiembre de 1875, año II, tomo V, nº 83, páginas 501-503.
La bebida que tomamos con el nombre de café es la infusión de las semillas tostadas de una planta que crece expontáneamente en las comarcas pedregosas del Sur de Abisinia, y que se conoce en botánica con el nombre de Coffea Arabica.
El uso del café es inmemorial en su país originario; hacia el año 875 se introdujo en Persia, y en Arabia á mediados del siglo XV; en 1680, Soliman Agá, embajador de la Sublime Puerta cerca de Luis XIV, lo llevó á París y puso en moda en la corte de Francia.
Un tal Procope tuvo uno de los primeros cafés de París, habiendo más de 600 á fines del reinado del gran rey. Hoy es tan general el uso del café, que ha quedado completamente desmentida la frase de madama de Sevigné: “Racine pasará como el café.” El árbol que produce el café, cuando se desarrolla en condiciones favorables, puede llegar, en ciertos países, á tener dos ó tres metros de altura, y en algunas comarcas hasta seis ó siete metros. La hoja es negra y brillante, las flores pálidas, y se marchitan rápidamente; los frutos, análogos á los del cerezo, se desarrollan en racimos y maduran produciendo granos convexos por un lado, planos y surcados por una hendidura en el otro: estos granos son los que se entregan después al comercio con el nombre de café.
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