Filosofía en español 
Filosofía en español

Pedro Fedoséiev · Dialéctica de la época contemporánea · traducción de Augusto Vidal Roget

Parte segunda. El progreso de la sociedad y del individuo

El humanismo y el mundo contemporáneo


El humanismo y el mundo contemporáneo

En nuestra época, la lucha entre la ideología comunista y la burguesa constituye un aspecto importantísimo de la lucha de clases. En esa lucha se refleja la que. sostienen los dos sistemas sociales en la arena mundial, y en el curso de la pugna ideológica, va adquiriendo un significado de creciente actualidad el choque de las concepciones filosóficas, de los correspondientes principios e ideas.

Ni los enemigos del socialismo creen ya en las fantasías de que el sistema socialista falla económica o políticamente; los hechos que refutan tales infundios son demasiado evidentes. Ahora los adversarios del socialismo intentan demostrar que ninguna transformación social (ni, por consiguiente, la socialista) puede cambiar la naturaleza humana, cuya base está compuesta –afirman– por la esencia puramente antropológica e invariable del hombre.

Actualmente, la filosofía burguesa presenta a bombo y platillo el problema del hombre y de los valores humanos, confiando en tomar la iniciativa en tales cuestiones y anotar el hecho en el activo del "mundo libre". La lucha ideológica sostenida en torno a esos temas en el XIII Congreso Internacional de Filosofía{1} puso de relieve cuán endebles son los argumentos de los filósofos burgueses, y cuán farisaicos sus razonamientos acerca de la dignidad del ser humano en la sociedad burguesa. Estos filósofas temen que el problema del hombre se plantee en un plano históricamente concreto, y echan mano de todos los subterfugios para evitarlo. Pera es evidente, asimismo, que los marxistas necesitan explicar y elucidar más activamente los problemas de la personalidad humana y de su desarrollo integral, han de rebatir las especulaciones abstractas de la filosofía burguesa acerca de la libertad y de los derechos del hombre.

Los filósofos y sociólogos burgueses están acostumbrados a hablar mucho de la libertad individual, a afirmar que tal libertad existe en los países burgueses y no bajo el socialismo, que el marxismo es incapaz de resolver el problema del hombre. Pero fue precisamente el marxismo el que vio la diferencia esencial entre libertad ilusoria y libertad efectiva del individuo, y el socialismo [278] ha demostrado cómo en verdad pueden resolverse los problemas del individuo y de la humanidad.

Al hombre como tal lo crea la sociedad, y él, a su vez, con su actividad, crea a la sociedad y la transforma.

Por su contenido, el concepto de "hombre" ha sufrido históricamente, y sigue sufriendo, cambios desde un punto de vista de principio. Si nos acercamos a la historia de la sociedad can las representaciones que tenemos ahora del hombre, observaremos fácilmente que en todas las épocas pasadas, el concepto de hombre era limitado; a grandes grupos de población se les negaba pertenencia en la categoría de hombre. Hubo tiempos en que a los esclavos o a las castas inferiores se los excluía del concepto de "género humano". El grado de humanidad se determinaba en dependencia del sexo, cosa que llevaba a la discriminación de la mujer, cuyo papel en la vida social se rebajaba. En algunas ocasiones, el concepto de ser humano se definía en función de las creencias religiosas, y al individuo de otra fe se le negaba, o poco menos, el derecho inalienable de llamarse hombre.

Se estimaba como uno de esas criterios de humanidad, la pertenencia a una raza determinada. A los de una raza se les imbuía la idea de que eran superiores a otras razas. Y partiendo de semejante fundamento "teórico", se justificaba –y se justifica– el exterminio en masa de seres humanos. Incluso en nuestros días, en países como los Estados Unidos, la República Sudafricana o Rhodesia del Sur, causa estragos la discriminación racial, se tolera que se haga monstruosa befa del hombre por tener la piel o el cabello de otro color. Todavía hoy se publican obras "científicas" en las cuales, con aires de seriedad, se intenta demostrar que existen ciertas premisas raciales, eternas e insuperables, de la desigualdad social de los hombres.

La aparición de semejantes teorías no se explica simplemente por las inclinaciones de quienes las formulan, sino por determinadas condiciones sociales, que las originan y sirven de calda de cultivo. El fundamento social medular de la limitación real del hombre, el mal social más grave, es la explotación del hombre por el hombre, explotación que existe aún en muchos países; es la vida holgada de una minoría –las clases privilegiadas– que se apropia gratuitamente de la parte del león de los resultados del trabajo de millones de sencillas trabajadores, y que saquean a países y pueblos coloniales o semicoloniales.

El concepto de "hombre" constituye un producto de la teoría social. Ahora bien, la esfera de lo social y su reflejo, la teoría social, siempre ha sido terreno de una encarnizada lucha de intereses. Quizás por este motivo la historia es un testimonio de las tergiversaciones y deformaciones teóricas más absurdas del concepto de esencia humana, de naturaleza humana, de los derechos y obligaciones del hombre.

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{1} El XIII Congreso Internacional de Filosofía se celebró en México (capital), en septiembre de 1963. Las sesiones plenarias se consagraron al “Problema del hombre” y a la “Crítica de nuestra época”. Una delegación de filósofos soviéticos tomó activa parte en los trabajos del Congreso.