Filosofía en español 
Filosofía en español

Pedro Fedoséiev · Dialéctica de la época contemporánea · traducción de Augusto Vidal Roget

Parte segunda. El progreso de la sociedad y del individuo

La conciencia y la vida


La conciencia de vanguardia y las supervivencias de lo viejo

Para comprender la dialéctica del ser y de la conciencia, no sólo hace falta ver de qué modo ésta, en cierta medida, puede anticiparse a aquél, sino que es necesario, asimismo, comprender cómo la conciencia queda rezagada respecto al sera En nuestra sociedad, semejante retraso se expresa en el hecho de que en parte de los ciudadanos soviéticas se conservan todavía supervivencias capitalistas, y a veces supervivencias y errores de origen más antiguo, como, por ejemplo, creencias religiosas.

Ya los fundadores del socialismo científico, observando la vida de su época y generalizando los hechos históricos decían que la fuerza de la tradición en la esfera ideológica es terrible. Y si queremos comprender por qué resultan tan vivaces las supervivencias del pasado y por qué a veces incluso se fortalecen, no podemos desdeñar la presión de las tradiciones históricas. Esas supervivencias, nacidas en el clima de la propiedad privada, cuentan milenios, han echado raíces durante largos siglos. En cambio, la historia de la sociedad basada en la propiedad socialista no cuenta más que unos decenios, y en algunos países, tres, cuatro o cinco años. Si representáramos gráficamente esta correlación sobre una línea de un metro, la historia de la nueva sociedad ocuparía menos de un centímetro. La sociedad comunista, que está dando aún los primeros pasos, tiene toda su historia por delante,

Cuando se habla de las supervivencias del egoísmo, del individualismo o del parasitismo, es necesario tener en cuenta. que milenios de propiedad privada –medio propicio para el cultivo de la ideología y de la psicología antisociales– han creado tradiciones con las que, desde luego, no es posible acabar en 5-10 años, tanto menos cuanto que aún se nutren con las influencias ideológicas del mundo. burgués. Para extirparlas, se ha de sostener una lucha tenaz y prolongada.

La educación comunista se basa en la amplia incorporación de los trabajadores a la vigorosa actividad productiva y social. [336]

"La formación del nuevo hombre –se dice en el Programa del P.C.U.S.– se lleva a cabo a través de la participación activa en la edificación del comunismo, desarrollando los principios comunistas en la vida económica y social, bajo el influjo de todo el sistema de labor educativa del Partido, del Estado y de las organizaciones sociales..."

¿Qué es lo que determina la conciencia social hoy, en la etapa actual de nuestra sociedad? En primer término, el que, liquidadas las clases explotadoras, ésta se hace socialmente homogénea. Ha desaparecido asimismo el terreno abonado para los antagonismos ideológicos. La conciencia socialista de la clase obrera,, extendiéndose por toda la sociedad, se ha convertido en ideología dominante, y, de este modo, se va afirmando, gradualmente, una conciencia comunista única, de todo el pueblo.

Con ello, la vida espiritual de la sociedad que construye el comunismo va adquiriendo cada vez más un carácter íntegro, cuya manifestación se encuentra en la unidad ideológica de todas sus partes y de todos sus elementos. La causa está en que la conciencia social tiene por base, en nuestra sociedad, el supremo logro de la cultura mundial, la ideología marxista-leninista, y el hecho de que el nivel cultural de las amplias masas de trabajadores crece sin cesar.

Ahora bien, sería un error creer que el desarrollo de la vida espiritual de la sociedad transcurre sin lucha y sin tener que superar contradicciones, cosa imposible en la vida, especialmente en un ámbito tan complejo como el de la conciencia. Desde el punto de vista del materialismo dialéctico, es evidente que tampoco el desarrollo en la esfera espiritual es suave. Se realiza a través de contradicciones, superándolas. Las diversas facetas de la conciencia no evolucionan uniformemente, unas avanzan más aprisa, otras más despacio. En nuestra sociedad, la concepción del mundo dominante es la materialista –la más adelantada y la única científica– pero, al mismo tiempo, una parte de la población conserva prejuicios religiosos heredados de viejos tiempos. ¿No conocemos casos en que la conciencia política de un individuo "está a la altura", como suele decirse –tal sujeto es un firme defensor de los principios del socialismo y un buen trabajador–, y en la vida corriente, en el aspecto moral, comete deslices? Ésta es una contradicción en la conciencia individual.

En este aspecto, lo más importante es superar la falta de conexión entre la conciencia social avanzada y la conciencia individual, todavía atrasada, de algunas personas contaminadas por las supervivencias del capitalismo, por los restos de la moral individualista, propia de un régimen de propiedad privada. Para ello es indispensable renovar la psicología de todos los miembros de la sociedad en consonancia con la ideología y la moral comunistas, hacer de cada uno de esos individuos una persona íntegramente [337] desarrollada, con una moral y unos rasgos de carácter comunistas.

En la actualidad, tiene singular importancia la dirección del Partido en la vida. espiritual. No se trata sólo de que renovar la psicología de millones de personas exige enormes esfuerzos. Es necesario tener en cuenta, además, que la reacción imperialista, a medida que se agrava la crisis general del capitalismo, pone en juego todas sus fuerzas para impedir el progreso del sistema mundial del socialismo. Y para el éxito de esta empresa, confía ante todo en la influencia ideológica, en la correspondiente obra de diversionismo.

De ahí que la lucha ideológica en el plano internacional se agudice, y se agudizará aún más. Y esa lucha ha de reflejarse, forzosamente, en la sociedad socialista. Por este motivo la labor ideológica ha de tener un carácter combativo, ha de mantenerse a la ofensiva. En toda la obra educativa de masas, y especialmente la realizada entre la juventud, ha de observarse con todo rigor y de manera muy consecuente, el principio de fidelidad a la ideología comunista y al espíritu de Partido, lo cual exige que sea el Partido el que ejerza el influjo rector en todas las esferas de la vida espiritual del país.

En consecuencia, el Partido Comunista concede enorme importancia a la activa labor ideológica, a la utilización de todos los recursos para elevar la conciencia comunista de las masas. Está demostrado teóricamente, y lo confirma en la práctica la edificación de la nueva sociedad, que cuanto más elevada es la conciencia del individuo, tanto más descubre éste sus aptitudes, tanto más valiosa es su aportación a la gran empresa de crear la base material y técnica del comunismo y resolver todos los problemas que la edificación comunista plantea.

El análisis de la vida espiritual de la sociedad socialista muestra la dialéctica de la relación entre la conciencia y el ser. En efecto, si la conciencia va a la zaga del ser, no refleja todavía por completo la situación real y lleva el sello de las impresiones pasadas. Si, al contrario, prevé el futuro, se orienta hacia lo nuevo, hacia lo que crece y se desarrolla.

Y en este hecho, nada hay de místico ni de ilusorio. El materialismo estima que el fruto de la imaginación rechazado por la práctica es un reflejo fantástico. En cambio, las representaciones que la imaginación crea y que luego se plasman en la realidad, son un reflejo científico.

Hablar de que la conciencia, en ciertos sentidos, se adelanta al ser no significa, por supuesto, reconocer la existencia de algo más allá del ser, "fuera del mundo sensible". Tal reconocimiento equivaldría a aceptar el misticismo, a afirmar una concepción religiosa. La conciencia, aunque en cierto sentido se anticipe al ser, sigue anclada en éste; prevé el futuro apoyándose en el presente, [338] como presente que cambia según sus propias leyes. En cambio, el conocimiento de dichas leyes –conocimiento que se encuentra, en la base de la "anticipación"– presupone reconocer el carácter objetivo de las mismas, su carácter primario respecto a la conciencia. Resulta, pues, que la conciencia puede "adelantarse" al ser únicamente reflejándolo de manera justa y científica.

Con el paso al comunismo, la vida espiritual de la sociedad se enriquece extraordinariamente. Los nuevos rasgos del perfil espiritual de la gente reflejan los brotes de la realidad comunista, las nuevas formas de trabajo y de existencia. Y lo que constituye la particularidad característica de la formación y del desarrollo de la conciencia comunista es la lucha de lo nuevo, de lo que se desarrolla, contra lo viejo, contra lo que se vuelve caduco en la conciencia.

La entrada de nuestro país en el período de la amplia edificación del comunismo significa que también en la vida ideológica de la sociedad ha comenzado una nueva etapa vinculada al cumplimiento de tareas históricas sin precedentes por su envergadura y por su complejidad. Cumplir esas tareas –crear la base material y técnica del comunismo, impulsar las relaciones sociales comunistas y la formación del nuevo hombre– constituye un proceso único, cuyas partes se encuentran en conexión orgánica. Y si, por una parte, el desarrollo de los principios comunistas en la economía y en las relaciones sociales es condición necesaria para la formación del nuevo hombre, por otra parte el crecimiento espiritual de los miembros de nuestra sociedad, la educación comunista de los trabajadores, ejerce, a su vez, una poderosa influencia sobre el progreso económico y social. "Cuanto más elevada sea la conciencia de los miembros de la sociedad –indica el Programa del P.C.U.S– tanto más plena y ampliamente se desenvuelve su espíritu de iniciativa en la creación de la base material y técnica del comunismo, en el desarrollo de las formas comunistas del trabajo y de las nuevas relaciones entre las personas, y, por ende, tanto más rápidamente y con mayor éxito se resuelven los problemas de la edificación del comunismo"{10}.

Donde se manifiesta con más vigor la nueva conciencia comunista es en la emulación socialista, en el movimiento por fomentar la actitud comunista ante el trabajo. Existe un rasgo característico en quienes participan en este movimiento, a saber: su lucha por elevar la productividad del trabajo –base de todo el progreso comunista– se halla íntimamente vinculada a la elevación de la conciencia comunista y al deseo de afirmar los nuevos principios en la vida cotidiana, en todas las esferas de la existencia humana. En el número, cada vez mayor, de los constructores [339] del comunismo, la conciencia y los estímulos morales en el trabajo, junto con el interés material, empiezan a desempeñar el papel rector de su vida.

En una de las cartas se observa acertadamente ese rasgo de nuestra vida: "Es evidente –dice la carta– que ni el individuo más consciente y avanzado renunciará al salario ni a una recompensa en calidad de premio, ya que el dinero ganado con honradez constituye el medio de su subsistencia y le es indispensable. Pero entre nosotros existen ya personas con una auténtica conciencia comunista: Valentina Gagánova y otros, dispuestos a aceptar que se les reduzca el salario en bien de la causa común". Cierto, la conciencia comunista, proyectada hacia el futuro, no sólo, se manifiesta como ideal, sino, además, en acciones prácticas, cada vez que un trabajador procura utilizar hasta el máximo las reservas de que dispone, sus conocimientos personales, su experiencia para elevar el rendimiento del trabajo, cuando aboga por la revisión de las normas de producción, ya envejecidas, &c. La edificación del comunismo se apoya en el principio del interés material. Ésta es una exigencia insoslayable del materialismo aplicada en la etapa actual de la sociedad soviética. Es profundamente errónea la opinión de que, bajo el socialismo, desaparece el valor de los estímulos materiales en el trabajo, como si todo dependiera tan sólo de la conciencia. Esto no es marxismo, sino subjetivismo, nutrido por los prejuicios de la filosofía idealista. No se debe contraponer la conciencia a los intereses materiales. La justa combinación de los estímulos materiales al trabajo y de los morales, constituye una magna fuerza creadora en el progreso de la sociedad socialista, en la lucha por el comunismo. Al hablar de las supervivencias del pasado y de actos amorales en la producción y en la vida corriente, hemos de puntualizar qué incluimos en este género de fenómenos. En una de las cartas, se expone el siguiente razonamiento: "En ciertas personas, las supervivencias capitalistas no sólo se han conservado, sino que incluso a veces se han incrementado, como ocurre, por ejemplo, con el afán de poseer como propiedad privada cosas que no hacen ninguna falta". Entre las cosas de ese tipo incluye el autor de la carta, sin distinción alguna, el automóvil, el piano, la biblioteca personal, la vivienda, la casa de campo, el huerto o jardín, y lo hace diciendo que, en el régimen comunista, todos los individuos podrán satisfacer gratuitamente, mediante los fondos públicos, cuantas necesidades materiales y espirituales tenga. Semejante consideración global de las supervivencias del capitalismo encierra elementos de espíritu anarquista, de la concepción primitivamente ascética del socialismo. No es posible declarar sin más ni más como supervivencias del capitalismo, el deseo de adquirir, con ahorros del trabajo, en calidad de propiedad personal una vivienda construida en régimen de cooperativa, un piano, un automóvil o una biblioteca. Enfocado así el problema, [340] resultaría que quien trabaja negligentemente, quien se gasta todo su salario y lo despilfarra esperando la abundancia del comunismo, sería más consciente que quien trabaja con abnegación, obtiene buenos resultados, recibe un buen salario y va reuniendo una biblioteca personal, o aprovecha sus horas de ocio para cultivar unos árboles frutales o unas flores, o tiene un piano en su vivienda, &c. Semejantes razonamientos carecen de toda lógica, nada hay de revolucionario en ellos.

El caso es distinto cuando el hombre se convierte en un esclavo del automóvil, de la casa de campo o de cosas análogas, cuando éstas se convierten en un fin en sí. Entonces, el hombre queda prendido en la red de los ideales pequeñoburgueses, de la psicología que engendra la propiedad privada.

El aumento del bienestar material no siempre facilita el crecimiento de la conciencia del individuo. De ahí que no puedan admitirse las representaciones simplistamente rectilíneas acerca del reflejo de las condiciones de vida en la conciencia. En varias cartas se encuentra también la siguiente aseveración: "El desarrollo espiritual del hombre es directamente proporcional al de su vida material". En la realidad, esta dependencia aparece mucho más compleja. No es posible subestimar en lo más mínimo la importancia del crecimiento del bienestar material en la lucha por superar definitivamente las supervivencias del pasado en la conciencia de las personas, en la formación de la ideología comunista. Hacer que mejore sin cesar el bienestar material del pueblo entra, como uno de sus elementos, en la realización del programa trazado para edificar el comunismo en nuestro país.

Es necesario subrayar, sin embargo, la importante circunstancia de que el aumento del bienestar material no eleva por sí mismo, automáticamente, la conciencia comunista del hombre, como algunos suponen. Pero tampoco conduce automáticamente a su degeneración burguesa, como estiman ciertos teóricos de criterio subjetivista. En realidad, el incremento del bienestar material de los trabajadores, la aproximación de los niveles de vida de la gente, es una condición objetiva necesaria para formar la conciencia comunista, para superar definitivamente las supervivencias de las pasadas épocas en la conciencia y en la psicología de las personas. Mas en el proceso que convierte estas posibilidades en hechos tangibles, corresponde una función principalísima a la educación ideológica, a los estímulos morales, a la voluntad del hombre para afirmar los nobles ideales del comunismo.

A medida que avancemos hacia el comunismo, irán aumentando progresivamente el peso de los estímulos morales en el trabajo, el significado del reconocimiento colectivo de los resultados obtenidos, el sentido de responsabilidad de cada uno por las cuestiones de interés público. Y esta manera de entender la función de la conciencia no se deriva de representaciones subjetivas, sino de la esencia del materialismo marxista.

La elevada conciencia de los pioneros del comunismo, está determinada por el hecho de que nuestro Partido, habiendo descubierto las perspectivas de desarrollo de la sociedad, arma a la te con el marxismo-leninismo, con el conocimiento de los rasgos fundamentales del mañana comunista.

En el período de la amplia edificación del comunismo, adquiere singular importancia la previsión científica. Ésta. no sólo descubre en tales condiciones, las perspectivas de la marcha de la sociedad hacia el comunismo, sino que fija, además, cuáles son los caminos concretos que se han de seguir para alcanzar los objetivos señalados partiendo de las leyes económicas ya conocidas, de la experiencia acumulada en la edificación socialista. Se produce como una "materialización" de la conciencia de vanguardia, de las ideas sociales avanzadas. Tenemos una magnífica prueba de ello, en la realización práctica de los dos primeros programas del Partido, así como en su nuevo programa. Aunque la teoría relativa a la base material y técnica del comunismo sigue siendo aún para nosotros una suma, de determinadas ideas, éstas va se materializan en los novísimos medíos de producción, en la lucha para lograr que la productividad del trabajo sea la más elevada del mundo.

Para que la conciencia influya activamente sobre el ser, es de absoluta necesidad que las masas dominen las ideas avanzadas. El Programa del P.C.U.S. subraya que el comunismo, a diferencia de todas las otras formaciones económico-sociales que le han precedido, triunfa gracias a la acción consciente –y orientada hacia claros objetivos– de las masas dirigidas por el Partido Comunista. Bato el socialismo y el comunismo, como indicó Engels en el "Anti-Dühring", el hombre se convierte por primera vez en señor consciente y efectivo de la naturaleza, en dueño y señor de sus propias relaciones sociales, lo que definió Engels como "salto de la humanidad del reino de la necesidad al reino de la libertad"{11}.

Esto no significa, por supuesto, que en nuestro tiempo no sea el ser el que determine la conciencia, sino ésta al primero. El Partido estima que las condiciones materiales forman la basé de la que surge la nueva vida espiritual. La participación activa en la creación de esas condiciones es la, escuela que forja al nuevo hombre.

En nuestra época han aumentado en extraordinaria medida las posibilidades de que la conciencia no quede a la zaga del ser y avance como él –simultáneamente– desempeñando un papel activo e incluso, en determinados sentidos, se adelante al nivel de desarrollo alcanzado por la sociedad, iluminando los caminos del ulterior progreso. Obsérvese que no se trata tan sólo, en este caso, [342] de la conciencia de individuos notables, como los que, en otros tiempos, vaticinaron el camino por el que iba a avanzar la sociedad. Ahora se trata de millones de personas, de las masas, de que las ideas avanzadas sean una guía para la acción y contribuyan a que progresen a pasos de gigante la economía y la cultura, las relaciones sociales y los principios democráticos del socialismo, a. la vez que alumbran el camino que lleva a la sociedad más justa y perfecta de la Tierra: al comunismo.

Para dirigir los negocios públicos partiendo de una base científica, es necesario conocer la ciencia de la sociedad, estudiar a fondo y desarrollar el marxismo-leninismo, aplicarlo con conocimiento de causa en la práctica. En estas condiciones, adquiere cada. vez mayor importancia la formación marxista-leninista de los comunistas y de todos cuantos participan activamente en la edificación del comunismo. Las ideas no aparecen por sí mismas, sino que nacen gracias a la experiencia de la vida y al profundo estudio de la teoría, brotan de los frutos obtenidos por el pensamiento social y por la lucha precedentes. Por esto, precisamente, el Partido Comunista dedica especial atención al desenvolvimiento de su labor educativa y ayuda a las amplias masas de trabajadores a asimilar la gran doctrina –victoriosa– del marxismoleninismo.

La labor ideológica del Partido hace que cada día sean más amplias las masas que hacen suyo el pensamiento comunista.

Como es notorio, Lenin distinguía tres aspectos en el trabajo político-ideológico del partido revolucionario: 1) actividad teórica, 2) propaganda y 3) agitación.

La actividad teórica debía investigar el curso del desarrollo de la sociedad y de la lucha que sostienen entre sí las diversas fuerzas sociales, las motivaciones internas de la conducta de las masas, de las clases, de los partidos, &c. Los clásicos del marxismo-leninismo nos han legado luminosos ejemplos de investigaciones teóricas con las que descubrieron las leyes fundamentales y las fuerzas motrices del desarrollo de la sociedad y nos mostraron un cuadra íntegro del proceso histórico y de las perspectivas de la vida social.

El fin de la labor teórica consiste en desentrañar, en cada momento dado de la historia, el desarrollo y la correlación de las fuerzas en pugna, la dirección del proceso histórico, y hacer patente no sólo cómo se han producido los acontecimientos en el momento presente, sino, además, cómo se van a producir en un futuro inmediato. Elucidar teóricamente y a su debido tiempo la solución práctica de los nuevos problemas que la vida plantea es condición necesaria para que la sociedad avance con éxito hacia el comunismo. La teoría siempre ha de alumbrar el camino de la práctica, ha de ayudar a sacar a la luz y superar los obstáculos y dificultades con que choque la edificación del comunismo. El Partido entiende que es importantísima obligación suya desarrollar [343] continuamente la teoría marxista-leninista estudiando y generalizando los nuevos fenómenos de la vida en la sociedad soviética v la experiencia del movimiento obrero revolucionario y de liberación en el mundo, combinando con espíritu creador la teoría y la práctica de la edificación comunista.

En cuanto a la propaganda, su tarea consiste en llevar hasta la conciencia de las amplias masas la suma de ideas que proporciona el marxismo-leninismo. La misión fundamental de la propaganda consiste en difundir esta teoría, aclarar, desde su punto de vista, la política y las consignas del Partido.

Finalmente el objetivo de la agitación estriba en convertir en patrimonio de todo el pueblo la política y las consignas del Partido.

La propaganda tiene una peculiaridad característica: ha de dar muchas ideas. Mientras Que el agitador ha de tomar una consigna, un llamamiento y ha de hacerlos claros y accesibles a las masas para inducirlas a realizar una determinada acción, el propagandista resuelve el problema explicando muchas ideas en torno a la misma cuestión. Esto significa que de la propaganda se exige un contenido ideológico más rico.

Lenin, a la vez que distinguía tres aspectos en el trabajo político-ideológico del Partido, subrayaba su unidad en el sentido de que los tres llevan a un mismo fin. Tanto la labor teórica como la propaganda y la agitación han de constituir instrumentos para la acción, han de hacer que las masas se muevan en la dirección necesaria. Lenin desechó el prejuicio de que el teórico no ha de exhortar a la acción práctica y ha de circunscribirse a investigar los fenómenos. En la lucha por la reestructuración comunista de la sociedad, no sólo los propagandistas y los agitadores, han de establecer objetivos prácticos y han de instar a que se actúe prácticamente; han de hacerlo, asimismo, los teóricos.

Si tomamos en consideración esos tres aspectos de la labor político-ideológica del Partido, veremos claramente que lo que se ha de hacer, en ese campo, es, ante todo, seguir desarrollando, difundiendo y explicando profundamente la teoría marxista-leninista, poner de manifiesto, en cada momento dado, desde el punto de vista de dicha teoría, el sentido de los acontecimientos que se produzcan, y en elucidar con el mayor detalle, a la luz de la teoría, la esencia de la política y de las consignas del Partido de tal manera que resulten accesibles y comprensibles al pueblo.

En la aurora del movimiento obrero, la tarea fundamental del Partido consistía en propagar el socialismo científico entre la clase obrera, fuerza básica para transformar la sociedad en un sentido comunista. A medida que los miembros responsables del Partido ganaban en formación, fue adquiriendo más vastas dimensiones la labor política e ideológica entre todas las capas del pueblo. Al mismo tiempo, el marxismo-leninismo, ideología de la [344] clase obrera, extendía su influencia sobre masas cada vez más amplias de trabajadores.

Cuando se edifica ya la sociedad comunista, la clase obrera conserva su función dirigente, y ello tanto en lo que respecta a la organización política de la sociedad, a la formación de la base material y técnica del comunismo y al desarrollo de las relaciones sociales comunistas, como en lo que concierne al progreso de la conciencia comunista de las masas.

En la sociedad socialista y en el período de la edificación del comunismo, adquiere una significación de primordial trascendencia formar a todos los trabajadores de la sociedad soviética de modo que posean una concepción científica del mundo basada en el marxismo-leninismo como sistema íntegro y coherente de concepciones filosóficas, económicas y político-sociales. La labor organizadora y el trabajo político-ideológico del Partido están orientados hacia un objetivo claro: lograr que en la conducta de cada individuo, en la actividad de cada grupo y de cada organización, las ideas y las obras comunistas se den armónicamente combinadas entre sí.

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{10} “Materiales del XXII Congreso del P.C.U.S.”, Moscú, 1961, p. 408.

{11} C. Marx y F. Engels, "Obras", t. XX, p. 295. ("Anti-Dühring", Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1961, p. 345).