Filosofía en español 
Filosofía en español

Pedro Fedoséiev · Dialéctica de la época contemporánea · traducción de Augusto Vidal Roget

Parte tercera. Problemas filosóficos del conocimiento científico

Ciencia y concepción del mundo


El conocimiento científico de la sociedad

Al examinar las tendencias fundamentales del conocimiento moderno, es necesario tener en cuenta cierta particularidad que presenta el desarrollo de las ciencias naturales y de las disciplinas sociales en función de la estructura social del mundo moderno.

El avance de las ciencias naturales y de la técnica se halla ligado a la interacción y a la confrontación de los resultados que alcanza la ciencia en los países socialistas y en los países capitalistas. Existe una competición en el aspecto científico, lo cual no excluye que se utilicen, recíprocamente, los resultados de las investigaciones científicas.

Ahora bien, en lo tocante a las ciencias sociales, la situación es distinta ya desde un punto de vista de principio. En el análisis de los procesos del desarrollo social, los marxistas avanzan por sendas propias. En la sociología burguesa se van reuniendo, por supuesto, datos reales, aparecen nuevas esferas de investigación, pero no se dan frutos teóricos que nosotros podamos utilizar. El bagaje "ideológico" fundamental de los pensadores burgueses es el anticomunismo. Ya el punto de partida anticomunista impide a los sociólogos burgueses en principio, situarse en el terreno científico para resolver los problemas capitales de la marcha de la sociedad en nuestro tiempo.

Las novísimas teorías sociales de los ideólogos de la burguesía, como por ejemplo la "teoría de los estadios", de W. Rostow, o la teoría de la "sociedad-híbrida" de P. Sorokin, se reducen a la interpretación anticientífica de los fundamentos del progreso social, intentan encontrar rasgos comunes al socialismo y al capitalismo vistos como dos formas de cierta "sociedad industrial" con el fin de justificar al segundo, cerrando los ojos al hecho indiscutible de que el capitalismo es un estadio social históricamente superado.

Mantenerse en las posiciones del anticomunismo en el campo de la sociología significa negar o alterar conscientemente los procesos históricos reales.

En el ámbito de las investigaciones sociales, aparte la teoría general, existen diversos aspectos aplicados de la sociología que, si bien están relacionados con los principios teóricos generales de partida, tienen cierta independencia relativa en lo tocante a la utilización de los recursos y métodos técnicos específicos para llevar a cabo investigaciones concretas. Ello concierne a la gran [368] esfera de la aplicación de la matemática en las ciencias sociales, ante todo al empleo de los métodos matemáticos en las investigaciones económicas y en la lingüística, así como también a su aplicación en disciplinas como la "engineering psychology" y la estética técnica.

Últimamente, la atención por tales aspectos aplicados se ha incrementado, tanto en nuestro país como en el extranjero. Así lo dictan la práctica y sus necesidades. Es indispensable utilizar todo lo que pueda aplicarse en la gestión económica, en la mecanización del trabajo mental, pero hay que cortar enérgicamente toda posibilidad de que penetre la resaca ideológica junto con los recursos técnicos de las investigaciones. Rechazando de plano la lesiva idea de la coexistencia pacífica de las ideologías, tenemos que dirigir un incesante fuego contra los principios fundamentales de la sociología burguesa.

Los científicos soviéticos, mano a mano con los marxistas de otros países, han realizado una gran aportación a la elucidación materialista de los procesos que se dan en la marcha de la sociedad.

Los progresos de las ciencias sociales constituyen una de las poderosas fuentes de desarrollo de la moderna concepción científica del mundo. Lo mismo que el avance de las ciencias naturales, el descubrimiento de leyes en todas las esferas de la vida social, en todas las fases de la historia de la humanidad, enriquece la dialéctica materialista, contribuye a que se desarrolle el método científico del conocimiento.

La aplicación consecuente de los principios del materialismo dialéctico a toda la historia, expulsa el idealismo y la religión de las esferas de la vida social en que éste se ha mantenido, parasitariamente, durante largos siglos. Todas las esferas en que se predicaban las denominadas verdades divinas, normas sociales extra-temporales y dogmas morales de origen sobrenatural se ven hoy penetradas por la luz del saber científico, que tiene por base los principios del materialismo dialéctico.

Indicaba Engels, en su tiempo, que era necesario estudiar de' nuevo toda la historia para dar una interpretación materialista al devenir histórico de la vida política, económica y espiritual de la sociedad. Ahora. están investigadas las etapas fundamentales y los acontecimientos más importantes de la historia universal a la luz del marxismo-leninismo; se ha dado un análisis científico de las leyes y fuerzas motrices del progreso social, de la lucha liberadora de los trabajadores contra el yugo de clase, colonial y nacional.

Con la experiencia de la edificación socialista, se ha elaborado una nueva e importante rama de la economía política: la economía-política del socialismo. Es de sumo valor el análisis de la nueva etapa de la crisis general del capitalismo, de la ulterior agudización de sus contradicciones económicas y políticas también la superación de antiguas contradicciones no sólo se realice mediante la lucha y la destrucción de una de las partes, sino, además, mediante la eliminación gradual de sus diferencias esenciales, [369] Haría falta crear la ciencia del derecho socialista, elaborar la teoría del Estado socialista como forma completamente nueva de la organización política de la sociedad.

Disponemos de trabajos útiles en lingüística. e investigación literaria, así como en el campo del ateísmo científico, de la estética y de la ética. También en estos aspectos de las ciencias humanistas los principios del materialismo encuentran una plasmación cada vez más concreta y profunda.

Se ha de consignar que hasta hace poco tiempo nuestros filósofos, sociólogos, juristas y otros representantes de las ciencias sociales se ocupaban poco de las cuestiones relativas a la vida espiritual de la sociedad. En cierto sentido se debía ello a que las leyes a que obedece el desarrollo de la vida espiritual son, tal vez, más complejas que las de la producción material, Dijo Marx en cierta ocasión que es más fácil reducir los fenómenos espirituales a su base terrena que inferir de esta base la complicada red de relaciones espirituales, con su múltiple panorámica, a veces rara y hasta fantástica.

En este terreno, el problema más importante es el de las relaciones mutuas entre el ser social y la conciencia social o, dicho con otras palabras, entre la vida material de la sociedad y su ideología. Este es el punto de partida para el análisis de las leyes a que obedece el desarrollo de la vida espiritual de la sociedad.

Decimos a menudo que la conciencia va a la zaga del ser. Y no siempre tenemos en cuenta que esta fórmula se refiere sólo al planteamiento filosófico inicial del problema relativo al carácter primario del ser y al carácter secundario de la conciencia. Mas, en determinado sentido, la conciencia no sólo no queda retrasada del ser, sino que, por el contrario, se le adelanta. De otro modo seria inconcebible la teoría avanzada, la conciencia comunista de vanguardia. ¿Acaso puede decirse en serio que la conciencia de millones de personas, que dominan las ideas del comunismo científico y las llevan a la vida real, va a la zaga del ser?

Por supuesto, el ser social siempre ha determinado, y determinará, la conciencia social. Porque la vida espiritual no puede desarrollarse independientemente de los procesos que se dan en la esfera de la producción y en todo el conjunto de las relaciones sociales. Sin cambios muy profundos de la base material y técnica de la sociedad, sin la subsiguiente transformación de las relaciones sociales, en primer lugar económicas, sería impasible que se formara una nueva conciencia social. Por este motivo, a la vez que dedica una atención permanente a los problemas de la educación comunista, nuestro Partido ha considerado, y sigue considerando, como principal tarea suya la de crear las condiciones materiales que aseguren el progreso de la sociedad, incluido el desenvolvimiento integral de las aptitudes del individuo.

Por otra parte, no es posible olvidar la extrema complejidad del desarrollo de la conciencia. La ideología burguesa ha sufrido [370] una derrota tremenda. Mas resultaría peligroso subestimar su influjo. En el plano internacional se está desarrollando una dura lucha de clases. La deletérea niebla de la ideología burguesa aún emponzoña la conciencia de millones de personas en los países capitalistas y, en algunos lugares, se abre paso en la atmósfera de la sociedad socialista. Para ello, la ideología burguesa se apoya en la fuerza conservadora de las supervivencias del pasado.

Con clara visión de la fuerza de las tradiciones seculares de la propiedad privada y de las concepciones, usos y costumbres que ésta ha engendrado, hay que mantener con ellos una lucha porfiada para extirparlos, teniendo en cuenta que la debilitación de esa lucha no sólo ayuda a conservar las supervivencias, sino, incluso, a reavivarlas. Las malas hierbas pueden crecer incluso en campo limpio, si no se cultiva.

En nuestro país se ha alcanzado la unidad político-social e ideológica de la sociedad. Mas la unidad no excluye que luchen entre sí las ideas y concepciones avanzadas por una parte y las convicciones y mentalidad atrasadas por otra.

Hace cierto tiempo, los ideólogos burgueses compusieron la fábula de que en la U.R.S.S. nacía una nueva clase dominante y la lucha entre clases se agudizaba. Esta fábula encontró escaso eco y, al parecer, ha pasado de moda, aunque los aficionados a denigrar la sociedad soviética siguen difundiéndola todavía hoy, con no poco empeño. Pero los apologistas de la burguesía han puesto en circulación otro infundio, esta vez hablando de antagonismo de generaciones en la sociedad soviética, y se consuelan ideando fantasías sobre una presunta lucha entre nuestras generaciones.

En realidad, la lucha no se halla entablada entre generaciones, sino entre la sociedad de trabajadores y los parásitos y vagos, entre las personas de convicciones comunistas y los individualistas sin ideología –los espíritus políticamente mezquinos–, entre los que forjan las relaciones sociales comunistas y los que infringen las normas de la convivencia socialista, o sea los elementos antisociales.

Desenmascarar la ideología burguesa no es misión exclusiva de un determinado grupo de especialistas, sino de cuantos se ocupen de las cuestiones ideológicas. Nuestros libros –sean científicos o de arte–, nuestros periódicos y revistas, nuestras películas cinematográficas y nuestras emisiones de radio llegan al mundo capitalista. Por consiguiente, el científico, el escritor y el director de cine han de pensar también en el impacto que su obra puede causar en el extranjero, entre las personas del mundo capitalista.

A los filósofos se nos reprocha que dedicamos poca atención a desenmascarar el existencialismo. Aceptamos el reproche. Hay que decir más: es insuficiente la energía con que se pone en evidencia a muchas corrientes, sumamente difundidas, de la ideología burguesa. Es intolerablemente poco lo que entre nosotros se hace [371] para quitar la careta a las modernas teorías económicas burguesas, se combaten mal y con poco tesón las teorías psicológicas burguesas de toda laya, y esas tareas no son exclusivas de los filósofos.

Tomemos la citada cuestión de desenmascarar el existencialismo. ¿Han hecho gran cosa, en este sentido, los escritores? Y lo cierto es que el existencialismo se halla estrechamente vinculado a la literatura. En Francia, por ejemplo, se trata no sólo de un fenómeno filosófico, sino, además, literario. La filosofía existencialista se exalta ampliamente en novelas y obras de teatro. ¿Existen, entre nosotros, obras literarias en que se pongan al desnudo y se denuncien las corrientes filosóficas de moda en Occidente?

O veamos lo que sucede con el freudismo. Éste empapa todas las publicaciones sadistas, pornográficas y detectivescas de los Estados Unidos de América. A la lucha contra tanto oscurantismo han de incorporarse, pues, no sólo nuestros filósofos, psicólogos y fisiólogos, sino, además, los escritores.

En la obra de educar ideológicamente al hombre soviético, están llamadas a desempeñar un gran papel las ciencias, tanto sociales como naturales. Ello concierne, ante todo, a la formación de una idea científica del mundo, común a todos los individuos soviéticos, idea basada en el conjunta de datos de todas las ciencias, en el conocimiento de las leyes tanto de la naturaleza como de la sociedad y de la vida propiamente espiritual del hombre. La concepción científica del mundo está intrínsecamente orientada contra las ideas reaccionarias de toda género, que tergiversan la realidad y suplantan las causas y las conexiones reales por otras inventadas y fantásticas.

Por otra parte, la ciencia habitúa a todo aquel que se familiariza auténticamente con ella, a mantener una actitud consecuente, desde el punto de vista de los principios, en todas las cuestiones de la teoría y de la práctica, a luchar con decisión contra el estancamiento y la rutina, a ser tenaz en el trabajo. "No hay anchos caminos reales en la ciencia, y sólo puede alcanzar sus rutilantes cimas quien, sin miedo a la fatiga, trepa par sus senderos pedregosos"{4}. Así gustaba de hablar Marx refiriéndose a los hombres de ciencia.

En la educación ideológica del hombre soviético, sobre todo de la juventud, se concede mucha importancia a la presentación veraz del pasado de la ciencia, a la explicación de cómo nuestros antecesores lucharon por la verdad, quisieron conocerla, llegaron a conocerla y la pusieron al servicio de la humanidad.

Precisamente es en el ámbito de la ciencia progresiva, de vanguardia, donde aparecen con singular relieve rasgos tan nobles como el internacionalismo consecuente –respeto a los representantes [372] de todas las razas y naciones, pueblos y países– y, al mismo tiempo, el acendrado patriotismo, el reconocimiento y la defensa de lo que ha hecho el pueblo al que pertenece el científico dado, la clara comprensión del papel que el pueblo ha desempeñado en la historia de la civilización universal.

La ciencia está llamada a prestar un concurso muy eficaz –y lo está prestando ya– en la lucha contra la ideología brutal e inhumana que pretende justificar el empleo de los frutos más brillantes de la razón contra los propios hombres, para diezmarlos y destruir las obras salidas de sus manos. Por su esencia intrínseca, la ciencia es profundamente humanista. La ciencia y la guerra son antípodas, como lo son la vida y la muerte. Ello explica que los verdaderos científicos figuren entre los primeros destacamentos de luchadores por la paz y por la amistad de los pueblos, contra el peligro de las nuevas guerras que traman los imperialistas.

En la lucha por la victoria de la concepción comunista del mundo, en la formación del nuevo hombre, pesan cada vez más la literatura y el arte.

En el plano de la labor ideológica, adquieren especial actualidad las cuestiones metodológicas ligadas a las relaciones entre la ciencia y el arte.

Bajo el socialismo, una y otro, ramas específicas de la vida espiritual de la sociedad, se hallan íntimamente vinculados entre sí; los une la comunidad de fines –conocimiento y transformación de la realidad en interés del pueblo– y la común visión del mundo. La idea de contraposición entre arte y ciencia, las lucubraciones en torno a la hostilidad de la ciencia moderna respecto al arte –muy difundidas en Occidente– son tan infundadas como los razonamientos sobre el carácter místico del arte y sobre su naturaleza entendida como inaccesible a la razón.

Ya en el siglo pasado, el gran científico ruso Iván Mijáilovich Séchenov hablaba del profundo conocimiento que poseían del corazón humano quienes creaban notables obras de arte y de literatura. En este sentido cabe afirmar que el arte y la literatura constituyen una ciencia sui géneris de las leyes relativas al origen y a la manifestación de los caracteres humanos o, para decirlo con palabras de Chernishevski, la ciencia de la dialéctica del alma humana.

Mas al hablar de la unidad de arte y ciencia, en todo momento hemos de hacer hincapié en que no se trata de una identidad, y en que el arte y la ciencia no se sustituyen entre sí. El contenido principal de todas las clases de arte y de. literatura siempre ha sido, y seguirá siendo, la representación estética del mundo interior, espiritual, del hombre v de sus condiciones de vida con el fin de influir activamente sobre él.

Suponer que el arte y la literatura están llamados a doblar los descubrimientos de la ciencia y el papel cognoscitivo de la [373] misma, dar una interpretación peculiar de los principios en que se basa la teoría de la relatividad y de las leyes de la física atómica o de la anatomía humana significa ignorar la misión específica de la obra de arte. Y es así, precisamente, como actúan los defensores de las diversas corrientes artísticas formalistas.

Los que exaltan el formalismo se han puesto a descubrir, en los amontonamientos sin sentido y en los caprichos de futuristas, cubistas y todos los demás abstractistas, las ideas y los términos de la teoría de la relatividad: continuo espacio-temporal, curvatura del espacio, &c., y los principios de la mecánica cuántica. Esos ideólogos, en su empeño. por liquidar el arte realista, la base de sus representaciones, dicen que se apoyan en los descubrimientos de la ciencia moderna y falsifican groseramente los datos científicos más recientes. Lo justo no es hablar del lazo que une el formalismo, el abstractismo, con los últimos descubrimientos de la física, sino de su nexo con la interpretación, idealísticamente mística, de tales resultados, con las conclusiones idealistas sobre la desaparición de la materia, sobre la desmaterialización del mundo, sobre la ausencia de toda estabilidad y determinación en el mundo, &c.

Actualmente, la teoría del arte y de la estética tiene como uno de sus importantes objetivos el de investigar las raíces gnoseológicas –junto a las sociales– del formalismo y del abstractismo. Es necesario poner al descubierto las tentativas que realizan los ideólogos del formalismo para ligar el antirrealismo en arte con las tendencias a formalizar los conocimientos en la ciencia. Hay que tener en cuenta, además, que el formalismo procura utilizar algunas particularidades de la propia creación artística.

Toda corriente formalista –en arte– empieza confiriendo carácter absoluto a determinados procedimientos técnicos, formales, que se utilizan para crear la imagen artística. Se considera que estos procedimientos o medios de reproducción artística son los únicos que se pueden emplear, se presenta un esquema dogmático, que sirve para tergiversar y falsificar la vida real, y se impone belicosamente a todo el arte.

Desde luego, el arte realista no puede existir sin convencionalismos, símbolos, laconismo, fuerza expresiva y otros recursos análogos para reflejar la realidad. Mas la cuestión estriba, precisamente, en que todos esos recursos únicamente adquieren sentido artístico a condición de que sirvan para llegar a un conocimiento más profundo de la verdad de la vida.

Hemos de reconocer que no puede satisfacernos el estado actual de las investigaciones científicas sobre la estética y la teoría del arte, lo mismo que sobre otros aspectos de las ciencias humanistas.

Nuestra literatura es la de mayor contenido. ideológico. Pero no son pocas las obras en que el circulo de intereses y reflexiones [374] de los personajes se encierra en su ciudad, en su aldea, mientras que toda familia vive ahora con el espíritu abierto a intereses más amplios, que abarcan las cuestiones de la gran política, tanto interior como exterior, así como las ideológicas y culturales. Sería de desear, por tanto, que en las obras literarias y artísticas se reflejaran con mayor plenitud y profundidad la vida del hombre soviético, el crecimiento espiritual de la gente, la comprensión, con creador impulso, de los grandes cambios que se producen en el mundo.

En las ciencias sociales, se observa un defecto importante y general: la falta de claridad de objetivos y la escasa efectividad de las investigaciones para resolver las cuestiones prácticas de la edificación comunista.

En las revistas científicas y en un gran número de los libros que se publican aún repercute intensamente la preocupación por temas de poco alcance, y no pocas veces predomina la exposición de problemas casuales, carentes de significación científica. Aún aparecen en demasía trabajos descriptivos, sobre todo en historia, investigación literaria, lingüística y ciencias pedagógicas. En su mayor parte, esos trabajos dan muy poco para el progreso de la ciencia y de la labor ideológica. Eluden las cuestiones metodológicas, o sea las cuestiones relativas a la visión del mundo, pues la lucha ideológica se da siempre en torno a la interpretación teórica de los datos reales.

Últimamente se ha producido un viraje hacia temas más actuales, mas por ahora la elaboración de muchos problemas importantes es aún poco profunda y concreta. Así, por ejemplo, se han escrito no pocos artículos y libros sobre la formación de la base material y técnica del comunismo, sobre el Estado y el derecho socialistas, sobre las perspectivas de desarrollo y fusión de las naciones, y sobre otras cuestiones vitales. Mas esas investigaciones, por regla general, no se prosiguen hasta llegar a conclusiones y proposiciones concretas, de modo que no van seguidas de una aplicación práctica.

¿Cómo elevar el valor científico y práctico de las investigaciones teóricas?

Ante todo es necesario ampliar las investigaciones sociales concretas sobre las relaciones económicas y políticas, así como sobre las cuestiones concernientes al desarrollo de la vida espiritual de la sociedad. Por supuesto, no se ha de permitir que renazca, en esta senda, la mezquindad temática, a la manera de la microsociología occidental. Las investigaciones sociales concretas han de abarcar grandes problemas, de importancia vital, sobre el desarrollo de la sociedad socialista, han de poner de relieve las leyes profundas de ese desarrollo, han de generalizar la experiencia viva de la edificación comunista y han de proporcionar conclusiones y recomendaciones esenciales de aplicación práctica. Hay que apoyar por todos los medios las investigaciones de ese [375] tipo, iniciadas en Leningrado y en Moscú, en Sverdlovsk y en Gorki.

Algunos científicos han dedicado mucho tiempo y esfuerzo a pensar si las investigaciones sociales concretas no conducirían al empirismo y si no obedece, esa tendencia, a un influjo de la sociología burguesa. Como si no se supiera que el análisis concreto de una circunstancia dada constituye la exigencia fundamental del marxismo-leninismo, la condición básica del nexo entre la teoría y la práctica.

Sabido es que Lenin, al fundarse la Academia Socialista de Ciencias Sociales, pidió que se considerase como "una de las tareas inaplazables, la de llevar a cabo una serie de investigaciones sociales"{5}. Ese tipo de investigaciones alcanzaron entonces grandes vuelos, mas, posteriormente, el dogmatismo las desplazó. Ahora hay que recuperar con toda energía el tiempo perdido.

Sin investigaciones sociales concretas es imposible llevar a cabo profundos trabajos científicos sobre las leyes del desarrollo del socialismo y del tránsito al comunismo, generalizar la gigantesca experiencia de la edificación socialista, elaborar recomendaciones eficaces para el mejoramiento de los servicios públicos y culturales, para la utilización racional del tiempo de trabajo y del ocio, para superar las supervivencias del pasado en la vida cotidiana, en la conducta y en la conciencia de las personas.

Al realizar investigaciones concretas, no hay que consentir un gasto inútil de fuerzas, como sucede cuando las investigaciones se convierten en una simple reunión de nuevos datos que ilustran principios teóricos extraídos, simplemente, de manuales de carácter teórico. Así, por ejemplo, si se proyecta y se efectúa el estudio de LODO familias en tal o cual distrito y se concreta su crecimiento cultural en el régimen socialista, poco será lo que semejante investigación pueda proporcionar a la práctica, aunque sus resultados se expresen mediante cifras, tantos por cientos y diagramas. Porque ya conocemos las cifras generales relativas a toda la Unión Soviética, conocemos las leyes fundamentales del avance cultural. En ese campo, puede proporcionar valiosos datos el estudio comparativo en varias regiones, el poner de manifiesto los éxitos de la labor educativa en unas colectividades y las causas del retraso en otras, el generalizar la experiencia mejor y el elaborar recomendaciones que permitan organizar de manera más eficiente la labor cultural y acelerar el progreso de la cultura comunista.

En la sociedad socialista se incrementan inconmensurablemente las posibilidades del conocimiento científico. "Hemos obtenido ahora –dijo Lenin– la posibilidad, bastante rara en la historia, de fijar los plazos indispensables para producir transformaciones [376] sociales radicales..."{6}. Ahora, el análisis científico no sólo permite anticipar las tendencias generales del desarrollo de la sociedad, sino, además, determinar los caminos concretos, las formas y los plazos en que pueden resolverse los principales problemas económicos, en que pueden perfeccionarse las relaciones sociales, en que pueden elevarse el bienestar y la cultura de la población. Ello está condicionada por el hecho de que, al avanzar hacia el comunismo, se incrementa el carácter planificado de los fenómenos de la vida social, disminuye el peso específico de lo casual, de lo espontáneo y de lo imprevisto. Esto no significa que las tareas de las investigaciones sociales se simplifiquen. Al contrario, cada día es mayor el significado de las investigaciones concretas aplicadas a los fenómenos sociales.

Ahora más que nunca se hace intolerable el dogmatismo en la interpretación de dichos fenómenos.

Uno de los aspectos más importantes del perfeccionamiento de la gestión económica estriba en el correspondiente desarrollo de las ciencias sociales, incluidas las ciencias económicas y jurídicas, así como también las investigaciones sociológicas. En este plano, la principal tarea consiste en superar hasta el fin la nociva desconexión entre la actividad de quienes se dedican al cultivo de dichas ciencias y la gestión económica práctica.

Ahora lo principal consiste en elevar la responsabilidad de los científicos tanto por la elaboración teórica como por la solución práctica de los, problemas candentes de nuestra vida. Hemos de reconocer que en nuestras instituciones científicas humanistas se sostienen aún muchas disputas sobre palabras, muchas discusiones vacías, muchos debates abstractos. Economistas y juristas, filósofos y sociólogos, historiadores y críticos literarios, aún se preocupan poco de que los resultados de sus investigaciones tengan valor práctico.

Las ciencias sociales, humanistas, son ciencias que tratan de la sociedad, del hombre. Por su esencia, han de estar al servicio de una y otro. Mas con mucha frecuencia los científicos escriben libros tan sólo para un reducido círculo de colegas suyos. También suele ocurrir que una tesis académica o un libro no sirva para nadie, si no es para su autor. Entre nosotros no se ha convertido aún en norma el juzgar de una institución científica o de sus colaboradores no sólo y no tanto por la cantidad y volumen de libros y manuscritos cuanto –y ante todo– por la participación real en la investigación teórica y en la resolución práctica de los problemas que surgen en la vida. Y éste es el principal criterio para la estimación de la labor científica.

Recordemos cómo instaba Lenin a los científicos a luchar para ofrecer al país proposiciones económicamente importantes. En 1921, en carta al célebre geólogo Iván Mijáilovich Gubkin, empleado [377] entonces en la Dirección General del Petróleo, Lenin le reconvino muy en serio por haber publicado en una revista estrictamente especializada una importante proposición sobre las posibilidades de sustituir parcialmente los tubos metálicos por cemento en las perforaciones petrolíferas, y haberse limitado a ello. La carta termina así: "¿Por qué no ha lanzado las campanas al vuelo? ¿Por qué no lo ha expuesto en la gran prensa? ¿Por qué no ha designado una comisión de prácticos? ¿Por qué no ha tomado medidas estimuladoras en el Consejo de Trabajo y de Defensa?"{7}.

Si en la producción hay que vencer no pocas dificultades para introducir nuevas máquinas y nuevos métodos, tampoco puede resultar fácil ni puede hacerse por si mismo el aplicar los resultados de las ciencias sociales a la práctica de la edificación económica y cultural. Y en este terreno la colaboración experta entre científicos y prácticos es de gran importancia. Por desgracias, en las ciencias sociales un trabajo científico suele considerarse terminado cuando ha llegado a la imprenta, aunque no obtenga aplicación práctica en la vida pública.

Hemos de reconocer que economistas, filósofos, sociólogos, juristas y etnógrafos se preocupan poco por la aplicación de sus recomendaciones, aunque éstas se den. Muy raras veces recurren al experimento, los ensayos prácticos de las nuevas proposiciones no se efectúan a gran escala. Todavía hay casos en que incluso las investigaciones en economía carecen de proposiciones concretas, científicamente fundamentadas. Para que una nueva iniciativa alcance amplia difusión ha de someterse a prueba en la práctica, ha de modificarse reiteradamente y ha de perfeccionarse en el curso de la comprobación. Y esto es, precisamente, lo que a menudo dejan de hacer quienes cultivan las ciencias sociales.

De las cuestiones de la teoría económica no sólo han de ocuparse los economistas de las instituciones científicas y docentes, sino, además, los dirigentes de las correspondientes empresas, y unos y otros han de hallar las vías y procedimientos para aplicar prácticamente los resultados de la investigación teórica.

Es necesario coordinar más estrechamente la actividad de las instituciones científicas con el trabajo de las organizaciones de Partido y con los órganos de la administración estatal, con los de gestión económica y los culturales. El problema relativo a la unidad de la teoría y de la práctica se plantea en nuestro tiempo como problema de enfoque científico con vistas a la solución de las tareas prácticas de la edificación comunista.

En el último tiempo se ha producido cierto viraje en el estudio de las cuestiones concretas de la edificación económica y en la introducción de las recomendaciones científicas. Cada vez es mayor el número de trabajos que realizan conjuntamente los economistas científicos, los organismos de planificación económica [378] y las empresas. Para concentrar su labor se han fundado consejos científicos que entienden en cuestiones económicas de tanta actualidad como son: los fundamentos científicos de la organización del trabajo y de la planificación; la distribución racional de las fuerzas productivas; el mejoramiento del cálculo económico y de los estímulos materiales en la producción; el perfeccionamiento de la formación de los precios; la aplicación de la matemática y de la técnica de cálculo en la economía, y otras. Basta lo indicado para darse cuenta del cambio esencial que se ha producido en la manera de concebir los objetivos de la ciencia económica.

La aproximación y la creciente fusión de la ciencia y de la práctica en el ámbito económico es un proceso bilateral. No sólo se concentra la acción de las instituciones científicas para el estudio de las cuestiones prácticas, sino que, además, se ha elevado el significado del análisis económico, de los cálculos económicos en toda la actividad de los órganos de planificación y de economía, cuya atención dedicada al avance de la ciencia económica se ha incrementado. Elaborar recomendaciones científicas y aplicarlas en la práctica es empresa que han de realizar en común los científicos y los trabajadores de las empresas.

Por lo que respecta a las investigaciones económicas, aquello en que más se insiste actualmente es en elevar la eficiencia de la producción socialista. La solución de este problema central permitirá acelerar los ritmos de desarrollo de la economía del país, aumentar incesantemente los ingresos de la población y elevar el nivel de vida de la misma.

Ahora los economistas se ocupan, en primer término, de los problemas actuales de la planificación nacional, de perfeccionar las formas y los métodos con que se organiza la producción, de intensificar el papel que desempeñan las palancas económicas en la vida de las empresas. A este respecto lo más importante es asegurar que éstas y los trabajadores todos se sientan interesados por los resultados de su labor, combinando los estímulos económicos y morales para elevar el rendimiento del trabajo.

Los problemas teóricos relativos al perfeccionamiento de la planificación y al aumento de la eficiencia del trabajo se hallan ahora en primer plano, lo que ha dado un gran impulso a los estudios que se realizan para aplicar los métodos matemáticos en la planificación y en las investigaciones económicas. La Academia de Ciencias ha organizado un importante centro de investigación: el Instituto Central de Economía Matemática. Economistas y matemáticos, especialistas en técnicas de cálculo, resuelven, en estrecha colaboración, el problema de crear un conjunto de modelos económico-matemáticos y elaborar, con la ayuda de computadores electrónicos, todas las secciones del plan de economía nacional en su conexión recíproca.

El perfeccionar la planificación y la gestión de la economía presenta nuevas y más elevadas exigencias a la ciencia jurídica. [379]

Hasta hace poco, los juristas no prestaban la atención debida a las cuestiones de la legislación económica. Aún hoy, pese a ciertos progresos, las investigaciones jurídico-económicas siguen muy a la zaga de las exigencias de la vida. Así, por ejemplo, el orden de la planificación está regulado por una gran cantidad de disposiciones, que se cuentan ya por centenares y millares, difíciles de tener presente en todo momento, y en ciertos casos incluso contradictorias entre sí.

Habría que sistematizar las normas fundamentales de la planificación, el orden que se ha de observar en ésta y la responsabilidad que presupone la disciplina en la obra planificadora. Ello facilitaría el trabajo práctico, pues en lugar de un gran número de disposiciones, el personal administrativo dispondría de un documento legislativo único, regulador de las cuestiones fundamentales que se han de tener en cuenta al organizar la planificación.

En los últimos años, entre los juristas se ha manifestado una fuerte propensión al estudio de las cuestiones jurídicas de tipo práctico; sin embargo, aún es poco lo que ayudan, los hombres de leyes, a dirigir los negocios estatales y públicos, a consolidar la legalidad, a garantizar los derechos de los ciudadanos. Nuestros juristas no nos han proporcionado todavía manuales, científicamente fundamentados, sobre la gestión de los asuntos del Estado. Las investigaciones jurídicas tienen un importantísimo campo de acción en el análisis de los problemas teóricos relacionados con la gestión estatal y social, con el aumento de la eficiencia administrativa y el perfeccionamiento de su técnica.

Hace falta escribir obras que respondan a las necesidades perentorias de los Soviets de diputados de trabajadores y que contribuyan a mejorar la labor de gestión. Para escribir tales obras, los juristas científicos, profundizando en sus investigaciones, han de generalizar la práctica de la edificación comunista. La ciencia del derecho ha de proporcionar a centenares de miles de jurados de los tribunales populares, a la curia y a la autoridad fiscal, a los funcionarios de nuestro Estado y de nuestro Partido, manuales prácticos, compuestos con el máximo rigor científico, que traten del fortalecimiento de la legalidad socialista.

Es de singular trascendencia elaborar de manera científica cuestiones concretas relativas al desarrollo de los principios del centralismo democrático en la gestión económica, a la elevación de la iniciativa local y a la actividad creadora de las masas, a la incorporación de estas últimas medidas al sistema del control popular, a la dirección de las empresas, &c.

El perfeccionamiento de la dirección de la vida económica no puede separarse de la preocupación por mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los individuos, por elevar su bienestar material, por aumentar su nivel de cultura y su mentalidad comunista. [380]

Nuestros filósofos y economistas, en colaboración con funcionarios del Partido, de los sindicatos y del Estado, llevan a cabo investigaciones científicas sobre las cuestiones indicadas en varios distritos y regiones.

Para organizar mejor la investigación científica, es indispensable concentrar los esfuerzos de quienes cultivan las ciencias sociales, resolver teóricamente los problemas cardinales de la edificación del comunismo y de la actual marcha del mundo, elevar el valor científico y práctica de las investigaciones sociales. Ello exige una ligazón cada vez más estrecha entre las ciencias sociales, las ciencias naturales y las técnicas, así como el uso, en gran escala de métodos matemáticos y máquinas cibernéticas en las investigaciones sociales.

El nexo entre la ciencia y la práctica no está en la descripción empírica ni en la anotación de los hechos, sino en la elaboración científica de los grandes problemas actuales tomados en su complejidad, problemas que abren perspectivas de desarrollo y elevan el hacer práctico a un nivel superior.

Todavía se habla y se discute acerca de si son o no convenientes los trabajos en equipo en ciencias sociales. Se halla ampliamente difundida la idea de que en la ciencia el único trabajo creador fructífero es el que se realiza individualmente. Significaría caer en el escolasticismo contraponer las formas de trabajo colectivo a la creación individual. Mas hay que subrayar con toda energía que el progreso de las ciencias sociales, como el de cualquier rama de las ciencias naturales, no puede ser obra de solitarios ni puede llevarse a cabo mediante procedimientos rudimentarios. Los trabajos más importantes efectuados durante las últimos arios son resultado de los esfuerzos de grandes equipos de científicos. Obras de tanta magnitud como la Historia Universal, la Historia de la Guerra Civil, la Historia de la Gran Guerra Patria, la Historia de la Filosofía. así como los manuales y otro material didáctico sobre los fundamentos del marxismo-leninismo, sobre la historia del P.C.U.S., sobre filosofía y economía política son fruta de una labor de equipo.

¡Diríase que ya es hora de no subestimar las formas colectivas de investigación! La historia de las ciencias naturales de los últimos decenios demuestra que el concentrar los esfuerzos de grandes equipos de científicos para resolver importantes problemas ha sido lo que ha dado resultados más fructíferos. La historia de las ciencias naturales también ofrece una prueba de la gran eficiencia de la comunicación y de la colaboración científicas. En cambio, la actividad aislada de los científicos, el trabajar en solitario, ha conducido siempre a resultados negativos. Cuando un pensador tan conspicuo como Feuerbach se quedó aislado y empezó a trabajar solo, fue perdiendo cada vez más su significación y su influencia. Su aislamiento, como indicaron Marx y Engels, le resultó trágico. Ejemplos como éste no son excepciones en la historia del [381] pensamiento y de la acción político-sociales. Como es notorio, Rosa Luxemburgo era una economista y socióloga de talento. Pero cuando, durante la primera guerra mundial, se manifestó separadamente acerca de las cuestiones políticas del momento, sus opiniones resultaron inconsistentes. Lenin, refiriéndose a uno de los folletos de Rosa Luxemburgo, decía que en aquel trabajo se notaba la voz de la persona solitaria, desligada de la organización y, por consiguiente, incapaz de llegar a conclusiones y a tesis meditadas hasta el fin.

Si la labor aislada de personalidades tan insignes resultó poco eficaz, ¿qué cabe decir de la labor rudimentaria de quienes ocupan un puesto de filas en la ciencia? Es evidente que no puede proporcionar más que complicaciones.

Esto no significa que deba desestimarse la educación de la individualidad creadora del científico. Está fuera de toda duda que la obra de los esclarecidos especialistas que dirigen el trabajo de equipos de sabios, en sectores y en grupos de problemas es de extraordinario valor. La función orientadora de semejantes personalidades es importante, necesaria y fructífera. También conservan todo su significado las investigaciones individuales, las monografías que resuelven tales o cuales aspectos de un problema general partiendo de una razonable división del trabajo. Pero ha de haber una concentración de esfuerzos de equipos importantes en las direcciones fundamentales, se han de superar las formas primitivas de trabajo y la dispersión de energías. Esta es condición sine qua non para elevar la eficiencia de las investigaciones sociales en nuestro tiempo.

Cuando se habla del desarrollo de las ciencias naturales, suele hacerse referencia a las escuelas científicas. Por lo que respecta a las ciencias sociales, no hablamos de escuelas científicas diversas; nosotros tenemos una sola escuela : el marxismo-leninismo. Mas, aplicada a las ciencias sociales, la cuestión de las escuelas científicas es la del carácter colectivo del traba,jo, de la concentración de esfuerzos de grandes equipos en las direcciones fundamentales.

La segunda condición, y no menos importante, de una eficaz labor investigadora estriba -y así se ha de considerar forzosamente- en la interconexión de las ciencias sociales, así como en el recíproco influjo de todas ellas con las ciencias naturales. Lo que da carácter complejo a las investigaciones es la naturaleza misma de los problemas económicos, políticos y culturales que ha de resolver la sociedad socialista.

La tarea más general de la investigación compleja es, desde luego, la que concierne a las cuestiones de la metodología de las ciencias, a las cuestiones filosóficas, e ideológicas del conocimiento científico. Cada ciencia posee procedimientos y métodos propios de investigación. Pero cuando hablamos de la síntesis del saber de nuestra época, nos referimos a la elaboración de un método [382] lógico-científico general. Y la única metodología científica de ese tipo es el materialismo dialéctico.

Cada vez adquiere más importancia el elaborar, en su complejidad, los problemas técnico-económicos de la economía nacional, los relativos a planificar y organizar la producción, la vida cultural, la instrucción pública y la sanidad. La experiencia nos demuestra que muchas iniciativas importantes de economistas y sociólogos no proporcionan, durante mucho tiempo, el efecto necesario debido a que se aplican sin contar con los tecnólogos, matemáticos, físicos, químicos, geólogos y geógrafos. Este defecto ha persistido durante mucho tiempo en el estudio de problemas como el de la distribución de las fuerzas productivas, el de elevar el rendimiento del trabajo, el de aumentar la eficiencia de las inversiones de capital, &c. Por otra parte, muchos descubrimientos científicos e inventos técnicos no se aplican durante largo tiempo por no recibir oportunamente la debida estimación económica. Es evidente que sin analizar con todo rigor su eficiencia económica, ningún descubrimiento ni ningún invento encontrarán amplia aplicación en la economía del país.

El problema de la interacción de las ciencias es, asimismo, un problema de educación. Se trata de que en los centros de enseñanza superior y en los estudios de postgraduados, los especialistas se preparen pensando en dicha interacción. Ahora todos nos damos cuenta de que los tecnólogos y los científicos carecen de conocimientos suficientes en economía, así como los filósofos, economistas, &c., poseen un insuficiente bagaje de conocimientos sobre ciencias naturales y tecnología. Ahora bien, esto es resultado de la preparación que reciben los especialistas. Por consiguiente, es necesario organizar los planes de enseñanza de tal suerte que los estudiantes, al cursar ciencias que no figuran en las asignaturas de su especialidad, sientan la necesidad y la utilidad real de conocerlas, de suerte que el físico y el químico comprendan cuán valiosa es, para su actividad futura, la formación económica y filosófica, del mismo modo que el filósofo y el economista deben apreciar y adquirir los conocimientos importantes en ciencias naturales.

Han de convertirse en un importante medio para el progreso de las ciencias sociales las discusiones sobre los principales problemas filosóficos, económicos, históricos, jurídicos y otros de la. ciencia. No nos referimos a las habituales conferencias para examinar los resultados de una labor. Las discusiones han de tener como objetivo plantear y resolver los problemas acuciantes de la ciencia, descubrir nuevas direcciones y nuevos métodos de investigación, así como nuevas fuerzas creadoras. El quid está en que las discusiones se organicen bien, atraigan a amplios círculos de científicos y transcurran a un elevado nivel científico.

Pueden contribuir en gran medida al progreso de las ciencias sociales –lo mismo que de todas las demás ramas del saber– las [383] instituciones de enseñanza superior. Actualmente el trabajo de los centros de investigación y la labor científico-docente de las escuelas superiores están muy poco coordinados entre sí, cosa que repercute tanto en detrimento de la preparación de los nuevos especialistas como de la propia ciencia. Merecen todo el apoyo posible las proposiciones encaminadas a unir las investigaciones científicas con la labor docente, a concatenar más estrechamente el trabajo de los centros de investigación científica y el de los centros de enseñanza.

Los nuevos problemas que han surgido en el ámbito de las ciencias naturales y sociales plantean asimismo nuevas exigencias respecto a la preparación de especialistas. Formar a la joven generación de científicos significa educar a los jóvenes de modo que no sólo conozcan muy bien su especialidad, sino que sean, además, firmes y entusiastas luchadores por los ideales comunistas. Es imposible organizar la enseñanza tomando como base los datos más recientes de la ciencia sin que los científicos más insignes participen en la educación de los estudiantes y sin coordinar el trabajo de investigación de las instituciones científicas de la Academia y el de las escuelas superiores. No podemos ver con indiferencia que en algunos manuales destinados a las escuelas superiores se pasen por alto las cuestiones que atañen a la concepción del mundo.

Ha alcanzado resultados muy interesantes la Sección Siberiana de la Academia de Ciencias de la U.R.S.S., cuya actividad se halla estrechamente vinculada a la de los centros de enseñanza superior de Siberia, en primer lugar a la Universidad de Novosibirsk. Allí encontramos una. experiencia útil sobre la educación ideológica de los jóvenes científicos. Los colaboradores adjuntos y los postgraduados preparan ponencias sobre las cuestiones filosóficas actuales de las ciencias de su dedicación.

En nuestra patria existe una magnífica tradición: las personalidades relevantes, que han estado al frente de las grandes escuelas científicas, no sólo han estimulado las búsquedas científicas de sus alumnos, sino que los han educado –y los educan– inspirándose en. las ideas progresivas. Hoy los hombres de ciencia eminentes pueden influir más que nunca sobre los jóvenes científicos en el sentido de lograr que éstos adquieran una visión consecuentemente materialista y dialéctica del mundo. Las grandes escuelas científicas constituyen importantes agrupaciones de hombres de ciencia; sus búsquedas creadoras en el trabajo de investigación se funden orgánicamente con el proceso educativo.

Existe todavía otra cuestión importante relacionada con la formación de la ideología materialista científica. Nos referimos a la responsabilidad que corresponde a los científicos por el contenido y la calidad de la enseñanza en la escuela media.

Es de suma trascendencia y responsabilidad el papel de los científicos en lo que concierne a la amplia propaganda de las [384] conquistas de la ciencia entre la población. Tal propaganda es esencialísima para afirmar las bases de la visión científica del mundo entre las capas más vastas de trabajadores, para educar al pueblo entero en los ideales del comunismo.

Los sabios más eminentes del país están al frente de universidades populares para el fomento de la ciencia y de la cultura, participan activamente en los trabajos de la asociación “Znanie" ("Saber"), que se extiende por toda la Unión Soviética. Esta noble actividad es digna del mayor encomio, y ha de ampliarse sin cesar.

Contribuyen en gran manera a difundir la ideología materialista entre las masas, las publicaciones de divulgación. Es necesario proseguir y fomentar las tradiciones creadas en este aspecto por científicos como Serguéi lvánovich Vavilov (VII), Alexandr Ievguénievich Fersman (VIII) y muchos otros, cuyos libros conoce la gran masa de lectores soviéticos. Actualmente, nuestros sabios más ilustres participan en la preparación de obras de ese tipo, que constituyen un medio poderoso para afirmar la visión materialista científica del mundo entre las más vastas masas del pueblo, para formar sus concepciones científicas.

Mas la edición de ese tipo de libros todavía requiere mayores desvelos. Por desgracia ocurre a veces que en tales publicaciones o en el cine penetran tesis científicamente dudosas, cuya falta de base impide que se inserten en obras de ciencia. No puede menos que sorprendernos, por ejemplo, las tentativas de identificar al hombre con una máquina cibernética, de refutar las leyes de la conservación de la substancia y de la energía, de querer presentar a toda costa el meteorito Tungusski (IX) como una nave cósmica atómica.

A veces, consideraciones estrictamente problemáticas se llevan en seguida a las publicaciones de masas en lugar de someterlas previamente a discusión entre los especialistas. En las instituciones científicas puede examinarse el problema de los fenómenos denominados de telepatía, pero no había ninguna necesidad de dedicarle un folleto de divulgación, con una tirada de 200 mil ejemplares. La propaganda de la ideología materialista ha de apoyarse en las conquistas auténticas de la ciencia.

En el Programa y en las resoluciones del Partido se determina cuáles son las tareas esenciales de la ciencia soviética. Ante todo se ha de adoptar ante ella una actitud creadora, se ha de impulsar y enriquecer incesantemente, se ha de elevar su eficiencia. Hay que ocupar una situación rectora en todas las ramas principales de la ciencia mundial: tal es la patriótica divisa de los científicos.

En nuestra época, la ciencia se relaciona cada día más estrechamente con la vida social. Las conquistas –sin excepción– de la ciencia soviética se ponen al servicio de la edificación comunista, de todos los trabajadores. En la lucha por la victoria del comunismo ven los sabios soviéticos su deber supremo.

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{4} C. Marx y F. Engels, “Obras”, t. XXIII, p. 25.

{5} V. I. Lenin, “Obras”, t. XXXVI, p. 372.

{6} V. I. Lenin, “Obras”, t. XLV, p. 385.

{7} V. I. Lenin, “Obras”, t. LII, p. 246.