Filosofía en español 
Filosofía en español

Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza

La Escuela Soviética

Conferencia pronunciada en Besanzón el 8 de agosto de 1929 por el camarada Cogniot, con motivo del Congreso de la Federación de la Enseñanza unitaria de Francia


Hacia la U.R.S.S.

Muchos trabajadores han descrito ya el entusiasmo experimentado por ellos al ponerse en contacto con la revolución social que se realizó y se mantiene en una sexta parte del globo.

Este entusiasmo se confirma en la práctica de la vida diaria por las visitas y por el estudio --a veces investigación directa-- de las informaciones aritméticas, de los gráficos y de las estadísticas de que están llenos en Rusia tanto los armarios y carteras, como los muros de las fábricas, las oficinas y las escuelas. Sé muy bien que en ciertos medios está de moda burlarse o poner en duda las estadísticas de los Soviets. Pero tened en cuenta que el miedo a las estadísticas no es más que el principio de la condescendencia hacia los opresores y los explotadores. Y buena prueba de ello es que la Cámara Fascista de Hungría se ha agitado violentamente por haberse publicado una estadística agrícola de la cual se desprende que sólo el 12 por 100 de las tierras pertenecen a los campesinos y que los dos tercios de la población rural no disponen de la más mínima parte del suelo. Y el Secretario de Estado, Schaudl, que denunciaba el peligro de semejante estadística, ha sido apoyado por el Parlamento que ha votado la prohibición de que se realicen estadísticas de ninguna clase, a excepción de las que se verifican bajo el control directo del Presidente del Consejo.

Y si la Hungría de Bethlem pone la estadística fuera de la ley, no podemos quejamos de que la Unión Soviética la coloque en el puesto de honor. Hagámonos cargo de que todos los trabajadores y todos los espíritus rectos que no quieran oír las dudas de los escépticos, sabrán apreciar las ventajas positivas de las estadísticas rusas; y no pongamos mala cara a los viajeros que nos exponen sus impresiones por medio de cifras.

Al llegar a Rusia, los trabajadores de la enseñanza tienen, por lo menos, tantas razones como los otros para sentirse embargados por la emoción y la simpatía.

Supongo que estos pedagogos franceses, en su viaje, no han atravesado Bélgica, Alemania y Polonia, simplemente con la curiosidad de turistas, sino con la atención del educador y del maestro; y que han leído los presupuestos, visitado las escuelas e interrogado a sus colegas de los tres países.

Han encontrado a Bélgica terminando el ciclo del décimo año de la llamada paz escolar desde 1919, en efecto, el partido socialista, rompiendo su vieja tradición que databa del Congreso de Quaregnon, en 1894, consintió las subvenciones del Estado a las escuelas libres católicas; bajo pretexto de tolerancia y de respeto al principio constitucional y a la libertad de enseñanza --y por no comprometer la reconstrucción nacional al día siguiente del armisticio, como lo declaró textualmente en su Congreso de 1922. Como consecuencia de esto, en 1926, 135 millones pasaban de las cajas del Estado a las del partido católico belga.

Dos notas importantes aún sobre Bélgica: en este país de tan gran desenvolvimiento industrial, en esta nación “culta” de la Europa Occidental, la instrucción no se ha declarado obligatoria hasta 1914, y aun esta ley no ha empezado a aplicarse hasta 1919. En cuanto a la situación de los maestros, está caracterizada por un paro forzoso de tal naturaleza como indican los siguientes números: de cien maestros salidos de una normal del Estado en 1926, setenta no estaban colocados aún en 1927, y de los colocados un 6,5% eran interinos. Por otra parte, la desvalorización de los salarios es tan grande, que el maestro casado que comienza a ejercer la profesión ha sufrido, según la equiparación votada en 1928, una pérdida de 3.602 francos de los 16.800 francos belgas estabilizados, cantidad que corresponde al sueldo de 1914.

En Alemania la influencia de las Iglesias sobre la escuela aumenta. La Prusia socialista acaba de concluir con el papado un concordato extremadamente desfavorable; Baviera ha seguido el mismo camino. El Ministro de Prusia, Becker, el mismo que ha impuesto a la escuela llamada neutra la enseñanza política de la Sociedad de Naciones, ha lanzado, el 29 de marzo de 1928, una circular que regularizaba (lejos de desterrarlos) la aplicación de los castigos corporales. La situación del profesorado joven es muy penosa: en Prusia existían, el 15 de mayo de 1928, 17.000 maestros jóvenes sin trabajo, algunos desde 1920. La duración de este paro, lejos de ser circunstancial está prevista por diez años; existiendo al presente en Prusia más de 11.000 clases con un mínimum de 50 alumnos. Antes de nombrar a estos maestros para desempeñar cargos, según decreto del 27 de abril de 1928, las autoridades, por miedo a que se hayan proletarizado, tienen derecho a pedir informes a la policía. Un nuevo decreto permite igualmente rechazar el nombramiento de los maestros sin trabajo que durante el paro forzoso hayan contraído deudas. En cuanto a la escuela única, continúa, como en Francia, siendo un puro “bluff” electoral; el número de hijos de obreros admitidos en la enseñanza superior no ha aumentado ni en 1 por 100 desde 1914.

¿Y qué decir de la enseñanza en Polonia?

Ante todo tenemos que saludar aquí a las víctimas del fascismo polaco: el doctor Jasjunski, auxiliar de filología de la Universidad de Cracovia, condenado el 4 de septiembre a cuatro años de reclusión, sin otro motivo que la declaración de pertenecer al partido comunista; el profesor Petruszwicz, de la Universidad de Vilna, separado de su cargo por haber osado defender a los acusados del proceso de la Hromada de los Rusos Blancos; los maestros primarios destituidos cada día sin procedimiento alguno en virtud de la ordenanza presidencial de 19 de enero de 1928. El fascismo llena de policías los trenes y las estaciones; y siembra el país de oficiales insolentes y grotescos; el año pasado, 3.400 muchachos pertenecientes a las escuelas profesionales y de segunda enseñanza, han pasado sus vacaciones uniformadas en campos militares. La escuela única no existe; con el fin de obstaculizar el acceso al gimnasio (instituto) a los hijos del proletariado, se han dado programas diferentes a las clases terminales de la enseñanza primaria y a las iniciales de la enseñanza secundaria.

A pesar de la obligatoriedad teórica de la enseñanza primaria, 670.000 hijos del pueblo quedaban en el curso de 1928-29 fuera de la enseñanza, faltos de escuelas y de maestros, y para estos 670.000 niños la Dieta ha creado, el 7 de mayo de 1928, 73 plazas de maestros, o sea un maestro por cada 9.108 niños. En cuanto a las minorías nacionales, el tiempo nos impide exponer con detalles el abandono sistemático de sus escuelas y la opresión de su cultura.

Este es el estado de la enseñanza en el país que, según Paul Boncour, es la salvaguardia de la civilización.

Es la salvaguardia de la civilización con el mayor porcentaje de prostitutas del mundo, con un porcentaje record de oficiales y de eclesiásticos, con una horripilante miseria en el mundo obrero, con el sistema de enseñanza que ya he expuesto.

Los principios

A estas normas pedagógicas opondré el artículo más importante en esta materia de la Constitución de la Rusia Soviética, esta terrible enemiga de la civilización:

Para asegurar de una numera efectiva el acceso de los trabajadores al saber, la R.S.F.S.R. se impone como propia obligación garantirles una formación completa, general y gratuita.

Muy numerosos serán los sorprendidos con esta definición, por no tratarse en ella más que de la educación de los trabajadores, y no como, entre nosotros, de la enseñanza de todos los niños, como suele decirse, sin distinción de clases. Numerosos serán los sorprendidos, sobre todo entre los trabajadores de la inteligencia, donde hay muchos que creen que la sociedad es una y que la “élite” intelectual tiene como misión expresar la “voluntad popular”.

Sin embargo, Engels decía, muy justamente, hace más de 80 años: “Los burgueses de los diferentes países tienen muchos más puntos de contacto entre sí que con los obreros, que son sus vecinos inmediatos. Los obreros hablan una lengua diferente que la burguesía; tienen otra mentalidad, una moral, una religión y una política completamente diferentes. Son dos pueblos distintos; la diferencia es tan grande entre la burguesía y el proletariado como entre dos razas.” (Engels, Situación de la clase obrera en Inglaterra.)

Hoy este estado de cosas se ha agravado aún, en lo que respecta a la lucha de clases. Es, pues, imposible hablar de la sociedad sin examinar los intereses irreconciliables de las clases sociales.

El que hable de la sociedad “sintética”, sin precisar de qué clase social se trata, no tiene ante su vista, quizá sin quererlo, más que la minoría: los intereses de la clase burguesa. El que hable en nombre de la gran mayoría no podrá nunca velar la realidad, negar la existencia de las clases sociales.

Por esta razón, la escuela soviética se define francamente como una escuela de clase. Pero esta enseñanza de clase abarca el grado de universalidad humana más grande posible en el actual periodo de transición. Funciona esta escuela en interés de un 95 por ciento de la población.

De la definición de principios de la escuela soviética se desprenden tres fines oficialmente proclamados por el Comisariado de Instrucción Pública:

1.º) Contribución al desenvolvimiento económico sobre la base de construcción socialista; es decir, especialmente al aumento de productividad de trabajo.

2.º) Asegurar la educación social y política de las masas dentro del espíritu comunista.

3.º) Desenvolver la cultura de cada nacionalidad como base de una cultura de la generalidad humana.

He aquí los fines; vamos a ver ahora qué métodos generales de organización corresponden a ellos.

En primer lugar, la unión de la formación general con el trabajo productivo y con la participación activa en la vida social. Inmediatamente la adaptación a las necesidades de la economía en lo que respecta a la profesión y a la calidad de los trabajadores; y la adaptación también a las necesidades de la circunscripción o de la provincia. En tercer lugar, queriendo asegurar seriamente una organización de la enseñanza, se esfuerzan en interesar y hacer participar directamente en ella a las masas de trabajadores y de alumnos. En cuarto lugar, la enseñanza de la religión, este consuelo ilusorio de los oprimidos, este pararrayos de la lucha de clases, está absolutamente prohibida en todos los establecimientos de enseñanza; la religión no puede ser estudiada ni enseñada más que privadamente. En cuanto a los establecimientos religiosos especiales, no se puede entrar en ellos antes de los diez y ocho años.

Del tercer fin general de la enseñanza, citado anteriormente, resulta no sólo el respeto a la lengua materna y a la cultura nacional de la minorías, sino también la aceleración del ritmo de desenvolvimiento intelectual de los pueblos entregados antes al zarismo, en relación con el ritmo general de desenvolvimiento de la Unión Soviética.

En fin, la coeducación se practica en todas partes, excepto en las escuelas de anormales. Y los castigos corporales están rigurosamente prohibidos a título de instrumentos de humillación y de preparación a la obediencia pasiva, principalmente empleados en los países capitalistas, en las escuelas primarias; es decir, en las escuelas para el proletariado.

Educación social

Vamos a estudiar primeramente la aplicación de estos principios de instrucción general. El término instrucción general está, a decir verdad, tachado del vocabulario técnico y reemplazado por el término significativo: “educación social”.

La educación social se da a los niños desde los tres a los diez y siete años; su tipo inferior es la educación preescolar que se realiza en cuatro clases de establecimientos:

El jardín de los niños, abierto durante seis horas diarias;

El asilo, que funciona de ocho a diez horas cada día;

El hogar de los niños, donde habitan los niños permanentemente;

Y el terreno de juegos de verano.

En el verano de 1927 fueron abiertos 4.000 terrenos de juegos por donde pasaron 260.000 niños.

El desenvolvimiento de las costumbres colectivas, la excitación de la actividad personal, la formación elemental del pensamiento materialista constituyen los primeros fines de la educación preescolar. Pero ésta tiende también a desembarazar a la madre del peso de los deberes domésticos para que pueda participar en la actividad social.

A los ocho años el niño entra en la Escuela Única del Trabajo, donde puede estudiar nueve cursos de un año, divididos en dos grados:

El primero abarca cuatro años.

Y el segundo abarca cinco, agrupados a su vez en dos divisiones: la primera de tres años, y la segunda de dos.

Prácticamente, todas las escuelas no tienen esta enseñanza completa; unas no tienen más que el primer grado, otras que el segundo; y una tercera categoría está formada por las llamadas escuelas de siete años, que superponen al primer grado, el primer ciclo del segundo.

La norma actual son estas escuelas de siete años (escuelas septenales).

En cuanto a la realización de la instrucción obligatoria del primer grado, la República Rusa la ha fijado para el curso de 1933-34.

La instrucción es gratuita en todos los establecimientos preescolares del campo, en todas las escuelas del primer grado, en todas las escuelas profesionales elementales, en todas las escuelas contra el analfabetismo y para la educación política, en los Technicums de pedagogía y en las Facultades Obreras; en los demás establecimientos de enseñanza, al menos el 50 por 100 de las plazas son gratuitas a beneficio de determinadas categorías sociales. Y por último, hay que hacer notar que el Estado sostiene y educa en los establecimientos de Protección a la Infancia a más de 200.000 niños.

Las escuelas de primer grado tienen anualmente unos 200 días de clase. En los cursos inferiores las clases no pueden pasar de cuatro horas diarias, y en los siguientes, de seis horas.

Las escuelas siguen los programas del Consejo Científico de Estado, adoptados al campo o la ciudad y modificados por las características regionales. Estos programas, de los cuales nuestra Internacional ha publicado una traducción en francés, ponen como centro de toda enseñanza el trabajo del hombre en el presente y en el pasado. Toda la enseñanza está encaminada a estudiar cómo el trabajo del hombre sobre las materias y los fenómenos naturales produce la vida social.

De aquí se desprende la construcción de estos programas. sobre una triple base: 1.º) los fenómenos naturales del medio; 2.º) el trabajo del hombre con y contra la naturaleza para tomar posesión de ella y explotarla; 3.º) la vida social tal y como resulta de esta acción.

De aquí se desprenden también los trabajos de la escuela en los cuatro años del primer grado: en el primer año se estudia la escuela y la familia del niño; el segundo se consagra al conjunto de la aldea o a un barrio de la ciudad; el tercero, a toda la región rural o al conjunto de la ciudad; el cuarto año, a la Unión Soviética y al mundo.

De aquí se desprende, por último, el cambio de disciplinas, el lugar considerable concedido a las ciencias sociales, la supresión del estudio de las lenguas muertas, &c., &c.

Es evidente que con tal programa los métodos de exposición y de adquisición del saber han sido completamente transformados; y que la enseñanza de materias por disciplinas aisladas se ha hecho imposible.

Y en efecto, la Unión Soviética la ha reemplazado por el sistema llamado de enseñanza por complejos. Para daros una idea de este método, os citaré la serie de nueve complejos, recomendados a título de indicación para la primer clase a la que asisten alumnos de ocho a nueve años:

1.º) Los primeros pasos en la escuela;

2.º) Los trabajos de otoño en el hogar de los padres;

3.º) La protección de la salud y la participación en la fiesta de la Revolución de Octubre (la unión íntima de estas dos ideas es la del hombre como ser biológico y como ser social);

4.º) Los preparativos para el invierno y los trabajos de invierno;

5.º) La vida y el trabajo en invierno;

6.º) La víspera de la primavera;

7.º) Los trabajos de primavera y la parte que toman en ellos los niños;

8.º) El primero de mayo;

9.º) La preparación de la exposición escolar de fin de curso.

Al tratar de cada uno de estos temas, el maestro tiene el deber de conciliar y de realizar los seis trabajos siguientes que se enumeran igualmente:

a) El estudio por los niños de la vida que les rodea, haciéndoles participar en ella sistemáticamente;

b) La adquisición de técnicas tales como la lectura, la escritura, el cálculo, &c., &c.;

c) El trabajo manual;

d) La higiene y la cultura física;

e) La formación de la sensibilidad y del sentido estético;

f) El entrenamiento en la organización.

El estudio del medio y la preparación activa para la vida son el alfa y la omega del trabajo escolar. El trabajo, entendiendo corno tal el trabajo útil a la sociedad, trabajo socialmente útil, sirve, sin duda, a la formación de la actividad manual, al manejo de los útiles y de los materiales y, además, de ilustración a los cursos teóricos; pero esta concepción de trabajo, en tanto que formación de la habilidad manual o procedimiento metodológico, no desempeña más que un papel accesorio en la enseñanza; el trabajo tiene, sobre todo, como fin el realizar la participación inmediata del niño en la vida que le rodea.

Las obligaciones que hemos enumerado tienen, evidentemente, una gran importancia, puesto que se encaminan a formar hombres sanos, deseosos de actuar y dotados de costumbres sociales inmejorables; pero el factor principal, según la pedagogía soviética, es siempre la unión del trabajo intelectual con el trabajo manual y la unión del trabajo de la escuela con la vida. Esta unión está definida por el pedagogo Pistrak como: “estudio de la actualidad”.

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Es muy claro que, asignándose semejantes fines y tales métodos, la escuela pueda vencer las dificultades técnicas, por grandes y numerosas que éstas sean. Lo que se la pide es que establezca la relación real y natural entre los conocimientos adquiridos por los niños, el trabajo socialmente útil de que estos puedan encargarse en la medida de sus actitudes y de su comprensión. El maestro no tiene como misión el hacer estudiar simplemente la vida de la familia, de la fábrica, del campo o de la ciudad; sino hacer participar al niño en esta vida a medida que avanza la enseñanza, tejiendo un número considerable de hilos entre el mundo y la escuela.

Este trabajo hace adquirir a los niños intereses y costumbres sociales; hace que lleguen a actuar poniendo el alma en la acción, unas veces con alegría, otras con indignación, en todo acontecimiento social; y no pasar nunca con indiferencia al lado de un fenómeno cualquiera ni dejar nunca de trabajar para mejorar la vida colectiva.

He aquí cómo la escuela forma la civilización colectivista y combate toda psicología individualista.

Pero destruyendo la psicología individualista, lleva al máximum la actividad personal; la unión práctica con el medio, que es la base de la escuela colectivista, exige al mismo tiempo el desenvolvimiento de la actividad de los niños; estimulando el sentido de la responsabilidad destierra radicalmente el adiestramiento de la escuela; en la escuela se intensifican: la observación independiente de los niños, la realización de ensayos y experiencias, la familiarización con una serie de fenómenos por la participación directa en la vida, el profundizar en los conocimientos por su aplicación práctica.

Así explica la tendencia a suprimir los deberes individuales, a adoptar un plan Dalton “sovietizado”. Al mismo tiempo funciona una autoorganización verdadera de alumnos, como preparación al trabajo colectivo: la asamblea general de alumnos elige sus representantes por tres meses, los representantes de los alumnos toman parte en las reuniones del claustro escolar, excepto en aquellas en que se tratan cuestiones como las referentes a la moralidad de los maestros, &c., &c. Muchos de los niños de las escuelas son “pionniers”, y éstos son los que se ponen a la cabeza del trabajo de autoorganización.

Tal es la escuela de masa del sovietismo, que se define a sí mismo como un régimen de participación directa y personal de las masas en la edificación socialista; y que, por tanto, tenía necesidad de la enseñanza, tal y como es, para formar constructores y campeones del socialismo, prontos a la iniciativa y conscientes de su responsabilidad

Formación profesional

Tomando como base esta educación social, verdaderamente politécnica, se realiza la formación profesional. El Comisariado de Instrucción Pública ha reclamado el principio de que la elección de profesión debe realizarse hasta los diez y siete años; la separación de la teoría y de la práctica debe imputarse siempre al atraso de la economía y de la civilización de un país.

La enseñanza profesional abarca actualmente tres grados: elemental, medio y superior.

La instrucción profesional elemental, destinada a formar obreros capacitados, se da en las escuelas de empresa, que preparan para la grande y la mediana industria, y en las escuelas de oficio y en los cursos de aprendizaje que preparan para la pequeña industria y el trabajo a domicilio.

A las escuelas de empresa tienen acceso los niños de los catorce a diez y seis años que han terminado sus estudios de primer grado en la escuela general; el primero y el segundo año los alumnos trabajan en la empresa durante cuatro horas como máximo; el tercer año, seis. En el curso de 1926-27, existían 779 escuelas de empresa que recibía a 770.000 alumnos.

En el mismo curso existían 595 escuelas de oficio con 57.000 alumnos, y 200 cursos de aprendizaje, con 10.000.

Por otra parte, para aumentar la capacidad de los obreros que trabajan al presente, existen 7.156 cursos industriales con 125.000 alumnos.

* * *

La enseñanza profesional media se da en los “Technicums” donde se forman los técnicos --ingenieros subalternos--. Admiten los alumnos que salen del primer ciclo del segundo grado y, por consecuencia, de edad de quince años.

Esta enseñanza dura de dos años y medio a cuatro años.

En el curso de 1926-27 había 707 “Technicums”, con un total de 127.000 alumnos.

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El grado más alto de la instrucción profesional es la enseñanza superior.

Todos los establecimientos de enseñanza superior están dirigidos por una junta llamada Consejo-Universidad, que se reúne, por lo menos, todos los trimestres y que se compone:

1.º Por tres o cinco directores nombrados por el Comisariado de una terna de candidatos.

2.º De los decanos de las facultades.

3.º De representantes de los sindicatos obreros.

4.º De un representante de un soviet local.

5.º De representantes de los comisariados interesados en aquella Universidad.

6.º De cinco representantes de los profesores.

7.º De cinco representantes de los ayudantes auxiliares.

8.º De cinco representantes de los estudiantes.

En cuanto a la enseñanza de cada disciplina en particular, está dirigida por una comisión compuesta del conjunto de profesores y colaboradores en la enseñanza y un número igual de representantes de los estudiantes.

Los métodos de enseñanza han sido completamente transformados por la Revolución. La exposición didáctica no consume más que una mitad del trabajo y está proyectado reducirla a una tercera parte. Lo que predomina es el trabajo de laboratorio y la discusión por grupos.

Como todas las escuelas, las Universidades toman parte en la vida social muy intensamente; se coordina su programa con las empresas interesadas, se pone en armonía el trabajo de los estudiantes para el título con las necesidades de los órganos administrativos y económicos; se hace tomar parte a los representantes de estos órganos en el establecimiento de los planes de estudio y trabajo de la Universidad; el personal de enseñanza es empleado en investigaciones y visitas de interés social y económico; trabaja también en aumentar la calidad del personal técnico de los establecimientos y de las empresas, &c., &c.

Los estudiantes realizan todos un trabajo práctico. El fin de este trabajo es dar a los estudiantes conocimientos prácticos sobre la marcha de una empresa desde el punto de vista técnico, tanto de organización como de economía. En las empresas, un uno o un dos por ciento de las plazas están reservadas a los estudiantes que son retribuidos durante su trabajo. De esta manera se familiarizan con los problemas actuales: racionalización del trabajo, tarifas de salarios, protección del trabajo, el trabajo cultural, el alza de nivel de la vida, el trabajo de los consejos de empresa y de las comisiones, &c. &c.

A primeros de junio de 1927 existían en las Universidades rusas 2.691 profesores, 7.882 auxiliares, 1.944 colaboradores científicos. Los profesores son nombrados teniendo en cuenta únicamente sus trabajos personales por el Consejo Científico del Estado y reclutados por medio de concurso.

La enseñanza universitaria es pública. Pero, para matricularse como estudiante regular, hace falta tener, por lo menos, diez y siete años y realizar un examen de ingreso.

En el curso de 1926-27, existían en números redondos 118.000 estudiantes, los cuales estaban agrupados de la siguiente forma:

18.000, de enseñanza;
21.000, de agricultura;
42.000, de técnica industrial;
20.000, de medicina;
13.000, de ciencias económicas;
4.000, de bellas artes.

Las muchachas suman una tercera parte y son especialmente numerosas en enseñanza y medicina. Un 25 por ciento, obreras; un 25 por ciento, campesinas, un 36 por ciento, empleadas.

Existen 71 centros de enseñanza superior en lugar de los 47 que existían en 1914, y 118.000 estudiantes en vez de 110.000; pero a esto hay que añadir las Facultades Obreras para campesinos y obreros adultos, que son una creación de la Revolución. Se distingue entre facultades obreras de noche, cuyos cursos duran cuatro años y a las que asisten obreros que continúan trabajando, y facultades obreras de día, cuyos cursos duran tres años y en los cuales todos los alumnos son becarios del Estado. Para ser admitido en una facultad obrera hace falta tener diez y ocho años, como mínimo, justificar una participación personal y física en la producción durante tres años y tener conocimientos elementales de lengua rusa, de aritmética y de ciencias sociales.

El alumno diplomado de las facultades obreras pasa a la enseñanza superior regular sin otro examen y por derecho de preferencia.

En 1 de septiembre de 1926 las Facultades Obreras tenían 36.000 alumnos, de los cuales el 58 por 100 eran obreros, el 38 por 100, campesinos.

De 1920 a 1926 han salido 37.000 diplomados. Estos trabajadores manuales que salen de las Universidades obreras suman el 15 por ciento del total de los estudiantes de Universidad. Han realizado ya estudios superiores y han demostrado que, si son inferiores a otros estudiantes para los conocimientos abstractos, les superan en todo lo que se refiere a ciencias naturales y sociales.

Los estudiantes tienen una doble organización; forman parte para todo lo que se refiera a la vida universitaria de las “secciones académicas”, y, además, los hijos de los sindicados o aquéllos que provienen de la producción, se organizan en seccionases sindicales que absorben el 31 por ciento de ]os estudiantes. La oficina central de estudiantes proletarios, organismo directivo de esta organización, está representada en el consejo central de sindicatos.

Cultura política

La base de toda cultura política es, naturalmente, la desaparición del analfabetismo.

Esta obra se realiza, de una parte, en los llamados “establecimientos de liquidación del analfabetismo”, y de otra, en las escuelas para semianalfabetos.

De 1921 a 1927 se ha realizado la instrucción de cinco millones y medio de adultos.

Siguen las escuelas de adultos de segundo grado y los cursos de noche.

El edificio está coronado por las Universidades Obreras de noche, en las que los cursos duran de dos a tres años; en ellas se enseñan materias voluntarias, pero también disciplinas obligatorias como las ciencias naturales, económicas y sociales. En el curso de 1926-27 existían 27 Universidades obreras de noche que contenían 7.000 estudiantes.

Si nos queremos fijar de pasada en las escuelas propiamente administrativas y políticas, nos encontraremos, en el mismo año:

7.700 escuelas políticas con 192.000 alumnos.

213.000 escuelas de los soviets y del partido, con 20.000 alumnos.

13 Universidades comunistas con 6.000 alumnos.

Y en el mismo capítulo tendremos que agrupar 4.000 clubs en las ciudades.

Y, en las aldeas, 14.000 salas de lectura, 13.000 clubs y 20.000 rincones rojos.

Por otra parte, la estadística no señala la existencia de 13.000 bibliotecas fijas y 26.000 rurales móviles. Existiendo en cada una, por término medio, 3.000 libros y unos 200 lectores. Por último, vienen los cursos por correspondencia, que tenían, en febrero de 1928, 57.000 suscriptores, y los círculos de autodidaxia, cuyo número era de 7.250 y engloban a más de 120.000 miembros.

A primeros de enero de 1927 existían 1.079 casas de ediciones: 462 pertenecientes al Estado; 339, al Partido; 76, a los sindicatos; 152, a las cooperativas de edición.

Solamente 79 eran debidas a la iniciativa privada.

La empresa principal de ediciones es la titulada “Ediciones del Estado”, establecida y dirigida por el Comisariado de Instrucción Pública, que ha publicado, en 1926, 53 millones de ejemplares de librería sobre un total de 180 millones. Esta cifras, en su desnudez, son el mejor argumento para replicar a las acusaciones de orientación “thermidorienne”.

* * *

Este sería el lugar indicado para tratar del teatro y el cine soviéticos; pero no podría decir más que dice el Padre Doucoeur en la revista católica Etudes, del 20 de noviembre de 1928, página 416, donde se declara obligado a rendir homenaje, a propósito de las películas Potemhin y Madre, a una ciencia que sobrepasa en mucho a lo que ha visto de más emocionante en nuestros cinematógrafos. En el mismo artículo escribe, a propósito de los “stands” francés y soviético de la Exposición de la prensa de Colonia, lo que sigue:

“Confieso el dolor con que, por la noche, paseándome por las terrazas del Rin, unía aquellas dos imágenes... Allí la elegancia perfecta y muda; aquí el estremecimiento de un mundo levantado por una fe, o, al menos, por una doctrina única. Allí la contemplación tranquila del pasado; aquí el estremecimiento fogoso hacia el porvenir.”

La Ciencia

A la opinión del agitador católico sobre la prensa soviética, se puede agregar la del presidente de la delegación alemana a la semana técnica de Moscú, sobre la ciencia soviética.

El profesor Matschess escribe: “Dirigidos por representantes eminentes de la ciencia, los maestros disponen de un numeroso estado mayor de colaboradores y de recursos que han producido no solamente la admiración, sino también la envidia de los sabios alemanes. Sabemos ahora que no es necesario mirar hacia América cuando se quiere hacer comprender claramente a las autoridades competentes de Alemania, que otros Estados consagran mucho más dinero a investigaciones científicas y técnicas que nosotros podemos realizar actualmente.”

Este desenvolvimiento de la ciencia soviética está ligado estrechamente a la Revolución. Y es porque la Revolución ha dado el poder a otra clase, a una clase que tiene necesidad de reconstituir toda la economía en un plan determinado; y es porque los trabajadores dirigen en la U.R.S.S. las fuerzas económicas, mientras que están supeditados a ellas en el resto del mundo; y es porque la Revolución significa, según la bella expresión de Engels, “un salto del reino de la necesidad al reino de la libertad, de la organización consciente, cuya base reside en la actividad científica.”

Del régimen zarista, los Soviets no heredaron más que los institutos científicos; y aquellos institutos eran, más que nada, cuna de pedantería y centros de estudios abstractos.

En los cinco primeros años de dictadura elevó el Consejo el número a 57, de los cuales, 23 son anexos de las Universidades.

Las investigaciones de pedagogía y ciencias anejas se realizan, en cuanto a la práctica, por los institutos del Método de Educación Extraescolar y por el Método de Educación Escolar, ambos en Moscú, y en cuanto a teoría, por los institutos de Moscú y de Leningrado.

La misión principal de estos institutos es la investigación científica; pero consagran también una atención principal a la metodología de la ciencia, es decir, a la lucha contra las deformaciones de carácter burgués de la ciencia como, por ejemplo, el espiritualismo. Al lado de este espíritu científico militante, que, según la fórmula de Lunatcharsky, la ciencia sin el marxismo no es para él más que una semiciencia, el carácter principal de los institutos soviéticos es el trabajo colectivo, realizado con gran provecho por la nueva generación de investigadores científicos.

La tercera misión de los institutos consiste en ayudar sistemáticamente a la organización socialista, a la industria, a la agricultura, a los servicios del plan del Estado, a los transportes, a la higiene pública, a la organización científica del trabajo, al desenvolvimiento de las minorías nacionales.

Por último, los institutos tiene que realizar la propaganda directa de las conquistas científicas.

A los institutos están unidos los 366 museos y las grandes academias.

Uno de los establecimientos más interesantes es el Instituto de Aspirantes, donde se forman los futuros investigadores y profesores, reclutados preferentemente entre la juventud obrera y campesina.

Este instituto cuenta actualmente con 1.450 alumnos, que disfrutan becas del Estado. En cuanto al número total de trabajadores de la ciencia, llega hasta 13.000.

La Federación de Trabajadores de la Enseñanza

Estos trabajadores de la ciencia están sindicados. Están sindicados con los maestros y los profesores, con los conserjes, con los enfermeros y jardineros de las escuelas y con los empleados del Comisariado de Instrucción Pública en una Federación a la cual yo quisiera dedicar el final de mi conferencia.

La adhesión al sindicato no es obligatoria; éste agrupa a las nueve décimas partes del personal docente. Para ser inscrito, hay que pagar, como derecho de entrada, media jornada de trabajo, y la cotización es de un 2% del sueldo.

La misión del Sindicato es la defensa de los intereses económicos y jurídicos de sus miembros. El Sindicato discute y estudia con los órganos del gobierno las tarifas mínimas. Estos contratos colectivos engloban el 92% del personal. El país está dividido en un determinado número de zonas donde se atiende a la carestía de la vida. Por tanto, estos contratos no pueden satisfacernos completamente; pero el aumento del presupuesto de enseñanza garantiza aumentos ulteriores. El presupuesto de instrucción pública era de 211 millones de rublos en 1913; de 340, en 1925-26; de 433, en 1926-27. Por habitante y en rublos, se gastaba en 1913: 2,93; en 1925-26, 3,50; en 1927, 4,55.

A este presupuesto hay que agregar recursos anejos tales como la contribución de la industria de Estado (alrededor de 10 millones de rublos); las tasas para las escuelas de transporte (40 millones); los gastos de los sindicatos de las sociedades privadas; los recursos particulares de muchos establecimientos...

El trabajo semanal de los educadores es de 24 horas en el primer grado; 18 horas, en el segundo; 12 horas, en los Technicums, y 6 horas, en las Universidades.

El retiro puede realizarse después de los 25 años de servicio.

La protección de la salud está completamente asegurada: los sanatorios y las casas de reposo de la Federación han albergado, en 1928 al 7,2% los afiliados, y de éstos, solamente un 8% por cuenta propia; los demás, por cuenta de los seguros sociales de la misma Federación.

La Federación dispone de 256 clubs. El de Leningrado está instalado en el Palacio del Príncipe Yusupof, donde fue asesinado Rasputín. La Casa de los Sabios de Leningrado está instalada en un palacio vecino al Palacio de Invierno.

La Federación tiene una docena de grandes periódicos. Su casa editorial “El Trabajador de la Enseñanza” tiene un movimiento anual de fondos de 4 millones y medio de rublos.

No toquéis a la U.R.S.S.

Tal es la obra de la Revolución rusa en el dominio de la Enseñanza.

Esta obra no puede ser superada hoy, en lo que concierne a la enseñanza superior y a la ciencia. Los sabios del mundo entero que toman parte en los congresos internacionales que se celebran en la U.R.S.S.; el público mismo que ha seguido con admiración la epopeya científica del Krassin, todos saben que la ciencia y la cultura rusas viven y progresan. El 99 por ciento de los sabios de la antigua Rusia trabajan en los laboratorios y en las escuelas de la República.

Pero lo que no se sabe todavía bastante, es el heroísmo de la lucha contra el analfabetismo, la lucha por la escuela primaria, la lucha por llevar la alta cultura a las masas obreras, y contra lo que Carlos Marx llamaba el idiotismo de la vida del campo; éste es el valor enorme de la Pedagogía de la Escuela Única del Trabajo; ésta es la obra que hace algunos meses incitaba a decir al pedagogo americano Dewey, a su salida de Rusia: “Estamos asombrados de la labor de vuestros maestros.”

Y, sin embargo, lo que se ha realizado es poca cosa al lado de lo que queda por realizar. El plan quinquenal de 1928-1933 hará aumentar la población de las escuelas primarias de 10 millones de alumnos a 17 millones en números redondos; aumentará los créditos para la instrucción pública de 1.000 millones de rublos a 2.800. Los gastos por habitante, de 5,71 rublos a 13 rublos. La Revue des Vivants tiene razón al tocar alarma prediciendo la catástrofe del capitalismo, si el plan quinquenal se realiza.

Muy grandes son las ambiciones de la clase a la cual Lenin dijo que era necesario elevar al maestro y la escuela a un nivel altísimo.

Pero la extrañeza y la admiración deben ceder ante la actuación en defensa de la U.R.S.S.

Precisamente en estos días en que nuestro Congreso de la enseñanza termina, los cañones del imperialismo comienzan en el Extremo Oriente a hacer fuego contra las tierras soviéticas. La burguesía se apresta a colocar a los trabajadores intelectuales al servicio de su guerra de rapiña, con ayuda de calumnias impúdicas sobre la barbarie soviética; pero nosotros sabemos muy bien que la U.R.S.S. es, por el contrario, el mundo nuevo, el país que está construyendo el socialismo. Nosotros gritaremos a todos los imperialistas: “No toquéis a la Unión Soviética”. Y nos prepararemos, por nuestra parte, a instaurar otras relaciones sociales a fin de poder renovar la escuela; y no olvidaremos nunca que el poder del Estado es el solo instrumento eficaz, y que el poder político es el que tenemos que conquistar.

[Pedagogía Proletaria, París 1930, páginas 203-217.]