Zeferino González (1831-1894)
Obras del Cardenal González

Historia de la Filosofía
Primer periodo de la filosofía griega

§ 28

La escuela jónica

Sin contar la escuela o secta de los sofistas, la cual puede considerarse como la transición al segundo periodo helénico iniciado por Sócrates, el primer periodo de la Filosofía griega abraza cuatro escuelas principales, que son la jónica, la itálica o pitagórica, la eleática y la atomística, si bien esta última es considerada por algunos, no sin fundamento, como una prolongación y variante de la escuela jónica.

Pero sea de esto lo que quiera, conviene no perder de vista que durante este periodo primero de la Filosofía helénica, aparecieron algunos filósofos que, sin pertenecer de una manera exclusiva y sistemática a ninguna de las escuelas mencionadas, contribuyeron al movimiento general de la Filosofía durante este periodo, ora iniciando una nueva evolución en alguna de las escuelas dichas (Heráclito, Anaxágoras), ora inspirándose en varias de las mismas (Empedocles), y formulando una especie de concepción sincrética y conciliadora.

Ya dejamos indicado arriba que el carácter general y común a todas estas escuelas y a sus derivaciones [101] parciales, es el predominio del pensamiento cosmológico, o, si se quiere, del problema físico. Los jónicos y atomistas, lo mismo que los eleáticos y pitagóricos, no menos que Heráclito y Anaxágoras y Empedocles, tratan ante todo y sobre todo de conocer y determinar la materia, la esencia, la realidad que constituye el ser o substancia de las cosas particulares, y, por consiguiente, del Universo-mundo. Porque es de notar que, para todas estas escuelas y filósofos del primer periodo, excepción hecha a lo más de Anaxágoras, las substancias materiales y sensibles entrañan la universalidad del ser, la realidad se identifica en el fondo con la naturaleza o mundo visible. Ni el número de los pitagóricos, ni el ser abstracto de los eleáticos, ni el fuego de Heráclito, representan y significan una realidad o substancia espiritual distinta de la realidad material. Y esta negación, o, mejor dicho, esta ausencia de la concepción de un ser espíritu, constituye otro de los caracteres generales de la especulación helénica en su primer periodo.

Concretándonos ahora a la escuela jónica, distínguese ésta por el modo esencialmente materialista con que plantea y resuelve el problema cosmológico. El ser substancial, la esencia de todas las cosas, consiste en una materia primera, agua, aire, fuego, tierra, ora solos o unidos. Pero como la materia es de suyo inerte e inmóvil, y las cosas varían, se transforman y se distinguen unas de otras, es preciso que esa materia entrañe, o un principio interno de vida (hylozoísmo), o al menos de movimientos (mecanismo) varios, y de aquí los matices y variantes que aparecen en los partidarios y representantes de esta escuela. [102]

Pero aparte de estos caracteres y de estas diferencias, la escuela jónica, aun prescindiendo de la atomística, como rama o prolongación de la misma, puede y debe dividirse en dos secciones, la primera de las cuales se halla representada por los tres primeros filósofos jónicos, Tales, Anaximandro, Anaximenes, y la segunda por Heráclito, Anaxágoras y sus sucesores. Porque si es cierto, a la verdad, que uno y otro pertenecen en el fondo a la escuela jónica a causa de la materia que reconocen como principio esencial y substancia real del mundo, no es menos cierto que colocaron el problema cosmológico en un terreno relativamente nuevo y especial. Hasta entonces sólo se había tratado de saber en qué consiste la esencia y substancia de las cosas, dando por supuesto que es una cosa permanente y fija. Heráclito pone en cuestión esta segunda hipótesis, y esfuérzase en probar que la esencia, el ser y la substancia de las cosas, lejos de ser una cosa permanente, consiste precisamente en la mutación, en el fieri; que la variación es la única ley invariable, el movimiento continuo e incesante, la esencia real de las cosas.

Por su parte, Anaxágoras inicia y resuelve, aunque de una manera vaga y confusa, el problema espiritualista. Con el filósofo de Clazomene, el mundo deja de ser una combinación fatal de fuerza y materia, para convertirse en producto de la inteligencia, en resultado y representante de la idea, en efecto y demostración, a la vez, de un ser no material, extracósmico y trascendente.

Al hylozoísmo primitivo de la escuela jónica en sus primeros pasos, Heráclito sustituye el principio [103] dinámico y la ley universal del fieri; los atomistas y Empedocles sustituyen el principio mecánico; Anaxágoras tiende a desenvolver y coronar los principios anteriores y la concepción general de la escuela jónica por medio de un principio espiritualista.

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Zeferino González
historias de la filosofía

Historia de la Filosofía (2ª ed.)
1886, tomo 1, páginas 100-103