Zeferino González (1831-1894)
Obras del Cardenal González

Historia de la Filosofía
Segundo periodo de la filosofía griega

§ 60

Discípulos de Antístenes

a) El inmediato sucesor de Antístenes fue Diógenes, más celebrado por sus extravagancias y modo de vivir que por su doctrina. En realidad, no consta que haya escrito libro alguno, ni que profesara ninguna teoría filosófica que mereciera este nombre. Se le atribuyen, no obstante, algunas máximas o sentencias familiares, muy en armonía con la mordacidad verdaderamente cínica de su carácter: «Los oradores, decía, ponen grande estudio en hablar bien, pero no en obrar bien.» «Se pone cuidado en robustecer el cuerpo por medio de ejercicios corporales, pero nadie se cuida de robustecer el alma por medio de la virtud.» «Rico ignorante, carnero con vellón de oro.» Es de suponer, sin embargo, que este cínico no carecía de talento y de instrucción, puesto que Xeniades, noble y rico ciudadano de Corinto, le confió la educación de sus hijos, cuya adhesión supo ganarse, así como la admiración de los corintios, que honraron su memoria con estatuas después de su muerte.

Este filósofo nació en Sínope, ciudad del Ponto, año 414 antes de Jesucristo. Su padre, Inicio, fue condenado y murió en la cárcel por monedero falso; y [218] como Diógenes hubiese sido cómplice de su padre en la fabricación de la moneda, se dirigió a Atenas huyendo de la justicia. Antístenes, que al principio no quiso recibirle en su escuela, y hasta empleó la violencia y los golpes para apartarle de su lado, le admitió por fin, en vista de su insistencia. Después de llamar la atención de los atenienses con su vida y costumbres verdaderamente cínicas, y después de entretener los ocios y la hilaridad de aquéllos con sus extravagancias {66} por espacio de bastantes años, hallóse reducido a la condición de esclavo, no se sabe cómo ni por qué. Vendido a Xeniades de Corinto, permaneció en su casa hasta que murió en edad avanzada. Según algunos, su muerte fue voluntaria, a consecuencia de haber retenido violentamente la respiración; según otros, tuvo lugar a consecuencia de haber comido un pie crudo de buey {67}.

b) Crates, natural de Tebas, fue el discípulo principal de Diógenes, a la vez que el continuador de la [219] doctrina y vida de los cínicos, si bien su carácter y sus acciones no presentan la exageración cínica de Diógenes. A pesar de su deformidad y pobreza {68}, la ateniense Hiparchia, notable por su belleza, concibió una violenta pasión por Crates, con el cual se casó y vivió vida perfectamente cínica, y hasta enseñando también de palabra y por escrito la Filosofía de su marido {69}. El mérito principal del filósofo de Tebas es haber sido maestro de Zenón, con el cual y por el cual el cinismo se transforma en estoicismo.

Entre los partidarios de la escuela cínica aparecen también los nombres de Metroclés, hermano de Hiparchia, de Onesícrito, de Mónimo de Siracusa, de Menipo y de algunos otros menos importantes.


{66} Las muchas anécdotas y tradiciones que corren por cuenta de Diógenes, son demasiado conocidas para que sea necesario referirlas. Por lo demás, este filósofo, que no tenía casa ni morada; que no poseía más bienes que su tonel y su zurrón; que arrojó como superflua la escudilla que le servía para beber, cuando vio a un joven que lo hacía con la mano; que despedazaba con sus uñas la carne que comía cruda, hacía alarde de la falta de todo pudor, y ejecutaba públicamente torpezas abominables, que hacían de su vida una vida verdaderamente cínica, como decimos en el texto.

{67} Antes de morir encargó que no cubrieran su cuerpo con tierra; y objetándole que los perros le comerían, dijo que le pusieran un bastón en la mano para ahuyentarlos cuando se acercaran. «¿Cómo podréis conocer cuándo se acercan, respondieron sus interlocutores, si entonces no sentiréis nada?» –«Pues si entonces, replicó él, no he de sentir nada, ¿qué me importa que los perros me despedacen?» En vida y muerte, este filósofo quiso siempre ser Diógenes el cínico.

{68} La pobreza de Crates fue una pobreza voluntaria, si se ha de dar crédito a San Jerónimo y a otros varios escritores, que afirman que antes de partir de Tebas para Atenas, Crates vendió todos sus bienes, distribuyéndolos entre sus parientes y amigos. Tal vez este rasgo extraordinario de desprendimiento fue el origen de la violenta pasión que Hiparchia concibió por Crates.

{69} Dícese que Alejandro visitó también a Crates, como había hecho con Diógenes, y que habiéndole preguntado si quería que reedificara Tebas, su patria: «¿Para qué?, contestó el cínico; después vendría otro Alejandro que la destruiría otra vez.»

<<<

>>>

filosofia.org

Proyecto Filosofía en español
© 2002 filosofia.org

Zeferino González
historias de la filosofía

Historia de la Filosofía (2ª ed.)
1886, tomo 1, páginas 217-219