Zeferino González (1831-1894)
Obras del Cardenal González

Historia de la Filosofía
Segundo periodo de la filosofía griega

§ 64

Desarrollo y complemento de la Filosofía socrática

Lo que hemos llamado restauración socrática no tuvo cumplido efecto hasta el advenimiento de Platón y de Aristóteles. Sócrates había iniciado, es cierto, esa restauración, pero la había iniciado nada más. La había iniciado, desautorizando los sofismas de los sofistas, [224] reconciliando la Filosofía con el sentido común, creando y practicando el método inductivo-deductivo, señalando a la ciencia su verdadero camino, el camino de la observación psicológica y de la razón refleja, y purgándola de los elementos poéticos, alegóricos y mitológicos que hasta entonces la habían desfigurado; pues, como hizo notar oportunamente Hegel, los dioses abdicaron en cierto modo su dominación en el terreno filosófico cuando la pitonisa de Delfos declaró que Sócrates era el más sabio de los hombres.

Pero Sócrates no hizo más que iniciar la restauración filosófica; porque Sócrates ni poseía el genio sublime y atrevido de la metafísica, ni conocía a fondo las escuelas antiguas, ni supo descubrir y depurar el pensamiento que palpitaba en los sistemas y pensadores anteriores. Y, sin embargo, todo esto se necesitaba, además de las iniciaciones socráticas, para llevar a cabo la verdadera restauración, la verdadera reconstrucción y creación a la vez de la Filosofía; y todo esto se encuentra en Platón y Aristóteles. La Filosofía de Sócrates fue, como hemos dicho, una Filosofía esencialmente incompleta; fue un ensayo moral, acompañado de escasas y ligeras nociones psicológicas, teológicas y político-sociales. Las diferentes escuelas fundadas por sus discípulos después de su muerte son más incompletas e imperfectas todavía, y hasta puede decirse que si la doctrina socrática no hubiera tenido más representantes que aquellas escuelas, es posible que Sócrates hubiera aparecido en la historia de la Filosofía como uno de tantos sofistas, siquiera superior en vida y doctrina a los que fueron sus contemporáneos. [225]

Estas reflexiones nos revelan el mérito, la importancia y la misión verdadera de Platón y de Aristóteles, genuinos representantes de la restauración socrática, si por esta se entiende la reconstrucción perfecta, y, por decirlo así, creadora de la Filosofía.

Con Platón y Aristóteles, la doctrina del impugnador de los sofistas, que hasta entonces había permanecido relativamente estéril; la idea socrática, que sólo había encontrado intérpretes parciales e incompletos en las escuelas de Aristipo, Antístenes, Euclides y otros, adquirió un gran movimiento de expansión, y la especulación griega llega a su apogeo, y ofrece los caracteres de una virilidad nunca sobrepujada, de una fecundidad verdaderamente asombrosa. Según dejamos indicado más arriba, en los sistemas y con los sistemas de estos dos sucesores de Sócrates, la Filosofía adquiere todo su organismo interior y exterior. Al lado de la metafísica, que viene a completar y servir de coronamiento a la antigua física, toman asiento la moral, la política, la teodicea, la psicología, la lógica, las matemáticas y las ciencias naturales. Y aparecen también la afirmación del teísmo trascendente en contraposición al hylozoísmo monista de la antigua escuela jónica, y la afirmación del principio espiritualista, y la concepción de la ciencia y de las ideas, y la distinción precisa entre el elemento inteligible y el sensible, con otras grandes y fecundas teorías, o ignoradas, o presentidas solamente por la Filosofía del periodo precedente.

De aquí la importancia excepcional de estos dos nombres en la historia de la Filosofía pagana, y de aquí la consiguiente necesidad de exponer con mayor [226] detenimiento y alguna extensión, su vida, sus escritos y sus ideas.

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Zeferino González
historias de la filosofía

Historia de la Filosofía (2ª ed.)
1886, tomo 1, páginas 223-226