Zeferino González (1831-1894)
Obras del Cardenal González

Historia de la Filosofía
Segundo periodo de la filosofía griega

§ 65

Platón: vida y escritos

De familia ilustre y emparentado con la de Codro y Solón, nació Platón en Atenas, año 427 poco más o menos, coincidiendo su nacimiento con la época de la muerte de Pericles. Algunos dicen que nació en Egina, y son muchos los que afirman que su nombre verdadero, o el que le dieron sus padres, fue el de Agatocles, sin que se sepa de cierto cuándo y por qué recibió el nombre de Platón, que conservó toda su vida. También se dice que en sus primeros años se dedicó a la poesía y que escribió varios poemas épicos y ditirámbicos. Si esto es exacto, es preciso admitir en todo caso que las aficiones poéticas de Platón no fueron duraderas, toda vez que a los veinte años se hizo discípulo de Sócrates, sin ocuparse más de poesía, entregándose por completo al estudio de la Filosofía. Platón siguió la escuela de Sócrates por espacio de ocho años, o sea hasta la muerte de su maestro, después de la cual se retiró a Megara.

Pasado algún tiempo al lado de Euclides para perfeccionarse en la dialéctica, Platón emprendió desde Megara, según tradiciones más o menos autorizadas, diferentes viajes y peregrinaciones. Clemente Alejandrino y Lactancio suponen que permaneció en Egipto por espacio de trece años, instruyéndose en sus ciencias y hasta en sus misterios hieráticos, atribuyéndole [227] también viajes por la Fenicia, Babilonia, la Persia y la Judea. Sin embargo, si se exceptúa el viaje a Egipto, y esto sin determinar el tiempo de su permanencia, es preciso confesar que todas estas tradiciones carecen de fundamentos históricos.

Sus viajes a Italia y Sicilia, su comercio con los discípulos de Pitágoras y con los eleáticos, sus visitas a Dionisio el Tirano y a Dion, merecen mayor y casi completa confianza {72}, dados los fundamentos en que se apoyan. Rico, y cargado, por decirlo así, con los despojos científicos del Oriente y del Occidente, Platón abrió escuela pública en sitio ameno y frondoso, perteneciente a su amigo Academo, de donde se derivó a su escuela el nombre de Academia. El estudio y la enseñanza de la Filosofía ocuparon constantemente su espíritu, hasta que falleció en Atenas, a los ochenta y un años de edad.

Platón es tal vez el único filósofo notable de la antigüedad cuyos escritos han llegado íntegros hasta nosotros {73}, lo cual ha contribuido a su celebridad y [228] a que su doctrina sea mejor conocida. Esto no obstante, el pensamiento de Platón es obscuro y dudoso con frecuencia, contribuyendo a ello en parte la forma de diálogo, que no permite reconocer siempre con seguridad cuál sea la opinión del autor, y, por otro lado, la forma mitológica y alegórica que usa con frecuencia en sus escritos. De aquí es que no han faltado autores que atribuyeron a Platón una doctrina esotérica o secreta; por nuestra parte, creemos que el esoterismo platónico puede reducirse a las precauciones que era preciso tomar, si se quería no chocar o ponerse en abierta contradicción con el politeísmo oficial. Ello es cierto, sin embargo, que en sus escritos se tropieza frecuentemente con pasajes cuyo sentido es obscuro y ambiguo, con ideas y teorías que parecen contradictorias, según se echa de ver, entre otros, en los diálogos y textos que se refieren al origen, naturaleza y destino o existencia del alma después de la muerte, y, sobre todo, en los que se refieren a la teoría del conocimiento. Preséntanos unas veces al alma como [229] substancia puramente espiritual, que vuela al seno de Dios después de la muerte, o es castigada en relación con sus obras; al paso que en otros pasajes hasta parece negarle espiritualidad verdadera y como que se acerca al materialismo, hablándonos del cuerpo etéreo y sutil que lleva consigo al separarse del cuerpo, y hasta de transmigración en cuerpos de animales. Por lo que hace a la teoría del conocimiento, la obscuridad es todavía mayor, siendo difícil por extremo fijar de una manera precisa el sentido y significación que da a las palabras sentido, imaginación, pensamiento o cogitatio, opinión, ciencia, razón, &c.

Es esto tanta verdad y preséntase tan ambiguo y vacilante el pensamiento filosófico de Platón, que ya en tiempos antiguos hubo críticos e historiadores, si hemos de dar crédito a Sexto Empírico {74}, que le colocaron entre los representantes del escepticismo.

La crítica ha disputado mucho, y sigue disputando todavía, acerca de la autenticidad {75} de las obras de Platón. Las que pueden considerarse como de [230] autenticidad incontestable, a la vez que como suficientes para formar idea del pensamiento filosófico de Platón, son las siguientes: el Fedro (de pulcro), el Fedón (de immortalitate), el Convite (de amore), el Gorgias (de Rhetorica), el Timeo (de generatione mundi), el Theaetetes (de scientia), los diez libros de Republica y el tratado de las Leyes. El Critón (de eo quod est agendum), y la Apología de Sócrates poseen autenticidad respetable, ya que no sea del todo inconcusa.

Sin perjuicio del sello de profunda originalidad que resplandece en los escritos y doctrina de Platón, no es difícil, ni raro, reconocer que sobre su genio y sus teorías ejercieron influencia más o menos decisiva, ciertas teorías, tradiciones e ideas de otras escuelas y otros filósofos. Al lado de las tradiciones egipcias y orientales; al lado de reminiscencias mitológicas, la doctrina de Platón presenta huellas más o menos sensibles y numerosas del paso por su espíritu de ideas procedentes de la escuela eleática, de la pitagórica y de la de Heráclito. Aristóteles, testigo de excepción en la materia, confirma lo que acabamos de indicar, y concluye dando a entender, que una de las cosas que más contribuyeron a que Platón excogitara su famosa teoría de las Ideas, fue la doctrina de Heráclito acerca del fieri o flujo perpetuo del mundo sensible {76}, o sea de las substancias singulares. La contingencia y [231] mutabilidad inherentes a éstas, exigen, según Platón, la existencia de realidades distintas, separadas e independientes de las naturalezas singulares y sensibles, realidades o esencias (ideas) inmutables de suyo y eternas: praeter sensibilia et formas mathematicas, res ait medias esse, a sensibilibus quidem differentes, eo quod perpetuae et immobiles sunt.


{72} Supónese con bastante fundamento que Platón hizo tres viajes a Siracusa: el primero, cuando tenía cuarenta años; el segundo, a los sesenta años de edad, y llamado por Dion para encargarle la educación de Dionisio el Joven. La gran libertad y energía con que hablaba contra la tiranía en presencia de Dionisio el Antiguo, le acarrearon grandes disgustos y peligros, y hasta el ser vendido como esclavo, según algunos, los cuales dicen que fue comprado y restituido a libertad por el filósofo Aniceris. En edad ya avanzada, Platón emprendió su tercer viaje a Sicilia, con objeto de restablecer la paz entre Dion y su sobrino Dionisio el Joven.

{73} He aquí el catálogo o índice de las obras de Platón, según el orden y forma que les señaló Marsilio Ficino: Hipparchus, de lucri cupiditate. –De Philosophia, seu amatores. –Theajes, de sapientia. –Menon, de virtute. –Alcibiades primus, de natura hominis. [228] –Alcibiades secundus, de voto. –Minos, de lege. –Eutiphro, de sanctitate. –Parmenides, de uno rerum principio. –Philebus, de summo hominis bono. –Hippias major, de pulchro. –Lysis, de amicitia. –Theaetetus, de scientia. –Io, de furore poetico. –Sophista, de ente. –Civilis, de regno. –Protagoras, contra sophistas. –Euthydemus, sive litigiosus. –Hippias minor, de mendacio. –Chermides, de temperantia. –Laches, de fortitudine. –Clitophon, exhortatorius. –Cratylus, de recta nominum ratione. –Gorgias, de rethorica. –Convivium Platonis, de amore. –Phoedrus, de pulchro. –Apologia Socratis. –Crito, de eo quod agendum. –Phoedon, de anima. –Menexenus, seu funebris oratio. –Libri decem de Republica. –Timaeus, de generatione mundi. –Critias, de atlantico bello. –Libri duodecim, de legibus. –Epinomis, id est legum appendix, vel philosophus. –Axiochus. –Epistolae duodecim Platonis.

{74} «Platonem alii dogmaticum esse dixerunt, alii aporematicum, id est, dubitatorem; alii vero in quibusdam dogamticum, in quibusdam aporematicum. Nam in gymnasticis libris, id est exercitatoriis, ubi Socrates aut ludens cum aliquibus inducitur, aut pugnans adversus sophistas, exercitatorium et dubitatorium quemdam dicunt illum habere characterem, dogamticum autem, ubi serio loquens, sententiam suam aut per Socratem, aut per Timaeum, aut per aliquem ex hujusmodi viris, exponit.» Hypotyp. Pyrrhon., lib. I, cap. XXXIII.

{75} Generalmente son considerados como apócrifos el Hipparchias, el Minos, el Alcibiades secundus y el Axiochus. Las cartas de Platón, el Epinomis, el Theages, el Hippias major y el Alcibiades primus, que son de dudosa autenticidad para muchos críticos, por más que otros hayan escrito en su favor. Lo mismo casi sucede con los diálogos intitulados Parmenides, Cratylus y Philebus.

{76} Después de reseñar las opiniones de las escuelas antesocráticas sobre el principio y constitución de las cosas, Aristóteles añade: «Post dictas vero philosophias, disciplina Platonis supervenit, in plerisque quidem istos secuta; quaedam autem etiam propia, ultra Italicorum habens philosophiam. Cum Cratillo namque ex recenti conversatus, et Heracliti opinionibus assuetus, tanquam omnibus [231] sensibilibus semper defluentibus, et de eis non existente scientia, haec quidem postea ita arbitratus est.
»Cum vero Socrates de moralibus quidem tractaret, de tota vero natura nihil; in is tamen universale quaereret, et primus mentem ad definitionem applicaret, illum ob hoc laudans, putavit (Plato) de aliis et non de aliquo sensibilium hoc fieri: impossibile enim putavit definitionem communem cujuspiam sensibilium esse, quae semper mutantur. Et sic talia, entium ideas appellavit, sensibilia vero praeter haec». Metaphys., lib. I, cap. V.

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Zeferino González
historias de la filosofía

Historia de la Filosofía (2ª ed.)
1886, tomo 1, páginas 226-231