Zeferino González (1831-1894)
Obras del Cardenal González

Historia de la Filosofía
Tercer periodo de la filosofía griega

§ 114

La escuela neoplatónica

«Mientras que los doctores judíos y los gnósticos, escribe De Gerando {163}, tomaban de la Filosofía las nociones propias para comentar los dogmas religiosos, filósofos procedentes de la escuela de Platón sacaban de las tradiciones misteriosas del Asia y del Egipto ideas y puntos de vista con cuyo auxilio esperaban arrojar nueva luz sobre las doctrinas de la Academia; y así como los primeros, subordinando todas sus combinaciones al interés de sus antiguas tradiciones, sólo concedían una parte secundaria a las especulaciones racionales, los segundos, por el contrario, ocupados esencialmente en estas especulaciones, sólo recurrían a las tradiciones mitológicas para completar su sistema filosófico. De aquí es que lo que formaba la idea dominante en los unos, para los otros era solamente una idea accesoria. Los primeros explicaban los libros sagrados de Zoroastro echando mano de Platón; los segundos explicaban a Platón sirviéndose al efecto de [481] Orfeo y de Zoroastro {164}. Los puntos de vista eran opuestos, si bien las direcciones tendían a encontrarse y reunirse.»

Estas palabras de De Gerando expresan lo que constituye el carácter peculiar del neoplatonismo comparado con las demáse escuelas de este periodo filosófico. Pero además del carácter aquí señalado, el neoplatonismo se distingue también de las demás escuelas contemporáneas por el predominio e importancia que en él desempeña el elemento platónico con relación a las demás grandes escuelas helénicas. Cierto que esta escuela se propuso y se esforzó en amalgamar, conciliar y fundir la Academia, el Liceo, la tradición pitagórica y el Pórtico; pero no es menos cierto que el pensamiento platónico es el que predomina en esta concepción sincrética, en la cual el discípulo de Sócrates ocupa lugar importante y muy superior al que el neoplatonismo concedió a la escuela itálica y al estoicismo.

Vease por lo dicho que es racional y fundada la denominación de neoplatonismo aplicada a esta escuela, y que la denominación de filósofos alejandrinos, Filosofía de Alejandría, es menos exacta y fundada que la de Filosofía neoplatónica, tanto más, cuanto que los principales representantes de ésta enseñaron y tuvieron abiertas sus escuelas en Roma y Atenas.

En nuestro sentir, el neoplatonismo, sin perjuicio de lo que constituye su carácter fundamental general, [482] o sea su eclecticismo a la vez filosófico y teosófico, entraña tres fases o escuelas: la escuela filosófica, representada por Plotino y caracterizada por el predominio del el elemento filosófico sobre el teosófico; la escuela mística, representada por Jámblico y caracterizada por el predominio del elemento mísitico sobre el filosófico, y la escuela filosófico-teúrgica, en la que no se advierte predominio especial por parte de los dos elementos, y que se distingue además por la tendencia práctica, por el carácter teúrgico de su misticismo. Esta fase del neoplatonismo fue cultivada en la escuela de Atenas, y su principal representante es Proclo.

A juzgar por lo que nos dice Eusebio de Cesárea en su Praeparatio evangelica, el fundador de la escuela neoplatónica de Alejandría, o al menos el precursor de la misma, fue Numenio, el cual dirigió todos sus esfuerzos por un lado a conciliar y fundir la teoría platónica con la pitagórica, y por otro a completar una y otra teoría poniéndolas en relación y armonía con las tradiciones religiosas de la India y del Egipto. Según el citado Obispo de Cesárea, Numenio enseñaba que el Dios Supremo, el Ser primitivo, no puede entrar en comunicación directa con el mundo visible, ni obrar inmediatamente sobre la materia; deduciendo de aquí que el mundo fue producido por la Inteligencia, emanación inmediata del Ser primitivo. Este Demiurgos, o Divinidad secundaria, produce a su vez una tercera, que rige, gobierna y armoniza las diferentes partes del universo, como si dijéramos, el alma universal, la cual, en unión con la Inteligencia y el Dios supremo, forman una triada, que veremos reproducida después por Plotino en términos muy parecidos. [483]

Según los fragmentos conservados por Eusebio, la semejanza e identidad de doctrina entre Plotino y Numenio se extiende igualmente a otros puntos capitales de la Filosofía. Así es que ya en tiempos antiguos, y hasta cuando el mismo Porfirio escribía la vida de su maestro, no faltaron algunos que consideraban la doctrina de Plotino como un plagio de la de Numenio.

Empero dejando para los críticos el cuidado de discutir un hecho que, después de todo, es de escasa importancia para la historia del neoplatonismo como escuela filosófica, diremos que generalmente es considerado como fundador del neoplatonismo Anmonio Saccas o Sacóforo, el cual, en medio de los azares y contratiempos de su vida laboriosa, supo entregarse a especulaciones metafísicas y transmitir su pensamiento a otros hombres, distinguiéndose entre sus discípulos Herennio, Plotino y un Orígenes, distinto, en opinión más probable, del Orígenes cristiano. Como el iniciador del movimiento socrático, el fundador del neoplatonismo no escribió libro alguno. Eusebio de Cesárea dice que Anmonio abandonó el paganismo para hacerse cristiano; Porfirio afirma, por el contrario, que renegó del Cristianismo para hacerse pagano, opinión que parece más probable, si se tiene en cuenta quiénes fueron sus discípulos principales, la doctrina que profesaron, que Porfirio pudo conocer al fundador del neoplatonismo, y que gozó de la intimidad de Plotino, discípulo inmediato de Anmonio {165}. Sea de esto lo [484] que quiera, parece cierto que los tres discípulos principales de Anmonio habían prometido a éste conservar el secreto sobre su doctrina; pero que violado el secreto por Herennio, sus compañeros se creyeron autorizados a no guardar su compromiso.

Pasando ahora del origen puramente histórico del neoplatonismo a su origen doctrinal, añadiremos que, según el testimonio respetable de Focio, el pensamiento generador, la idea madre que dio ocasión y origen a la escuela neoplatónica por parte de su fundador, fue la conciliación {166} entre la doctrina de Platón y la de Aristóteles.


{163} Hist. comp. des Syst. de Phil., t. III, cap XXI.

{164} Creemos que De Gerando se ha dejado llevar aquí de las exigencias del pensamiento antitético. Zoroastro significa poca cosa en el teosofismo neoplatónico: el elemento místico-religioso del neoplatonismo se halla representado principalmente por la mitología greco-romana, por los misterios del Egipto, por Orfeo y Trimegisto.

{165} Es posible que el Anmonio a que se refiere Eusebio sea otro Anmonio, filósofo peripatético y cristiano que florecía por aquel [484] entonces en Alejandría, de quien dice San Jerónimo que escribió algunas obras sobre el Cristianismo, y, entre otras, un libro sobre la concordancia entre Moisés y Jesucristo. Las opiniones encontradas de Eusebio y Porfirio podrían conciliarse también suponiendo que Anmonio perteneció a algunas de las sectas gnósticas, idea que se halla en relación con la enseñanza esotérica que se le atribuye.

{166} He aquí las palabras de este autor, tan diligente como autorizado: «Multi Platonici et Aristotelici, suos inter se praeceptores aliquando contendere sustinuerunt, allato a singulis in medium quid cuique mediato videretur, et eo usque audaciae et contentionis processerunt, ut et scripta praeceptorum suorum depravarent, quo magis viros inter se pugnantes exhiberent. Atque ea perturbatio perduravit philosophicis exercitationibus illapsa, usque ad divinum Ammonium. Hic enim primus, aestu quodam raptus, ad philosophiae veritatem, multorumque opiniones, qui magnum dedecus Philosophiae adferrent, contemnens, utramque sectam probe calluit, et in concordiam adduxit, et a contentionibus liberam philosophiam tradidit omnibus suis auditoribus, et maxime doctissimis aequalibus suis Plotino, et Origeni, et successoribus.» Biblioth. Cod. 251, pag. 1382.

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Zeferino González
historias de la filosofía

Historia de la Filosofía (2ª ed.)
1886, tomo 1, páginas 480-484