φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

tomo segundo:4950515253545556575859Imprima esta página

§ 50. Raimundo Martín

Pertenece también a esta clase de escritores, pero añadiendo la cualidad de polemista a la de filósofo, Raimundo Martín, natural de Subirats, en Cataluña, y miembro, como el anterior, de la Orden de Santo Domingo. Marsilio Ficino le apellida philosophus in [199] arabico, magnus Rabinus in hebraeo, et in lingua chaldaica multum doctus.

Fruto de su saber y de su pericia en las lenguas orientales, fue su Pugio fidei, –libro que en algunos códices manuscritos lleva el rótulo de Pugio Christianus,– obra notable por más de un concepto, en la cual el dominico catalán rebate a los judíos con sus propias armas, o sea con argumentos sacados de «las tradiciones mismas de los antiguos judíos, en sus glosas y comentarios de la Escritura con que los Talmudistas llenaron tantos volúmenes.»

Aunque el objeto preferente del Pugio fidei es polémico-religioso, su autor trata y discute en esta obra muchos problemas trascendentales de Filosofía, relacionados con el objeto principal del libro, como son la existencia de Dios y sus atributos, la inmortalidad del alma humana, la eternidad del mundo, la Providencia divina, con otros muchos {1} esencialmente filosóficos y científicos. [200]

Y, en efecto, el autor del Pugio fldei comienza su libro advirtiendo que de diferente manera debe discutirse con los que admiten la autoridad o verdad de la Sagrada Escritura y con los que rechazan ésta. Contra los primeros, como son los judíos, podemos discutir alegando textos y argumentos de los Libros Sagrados, para traerlos al conocimiento de la verdad; pero contra los segundos, como son los antiguos filósofos gentiles y los modernos mahometanos o árabes, es preciso atenernos a la razón natural. En conformidad con esta observación, Raymundo Martín establece y demuestra en la primera parte de aquellas verdades del orden natural, que son como bases y preliminares, –preambula fidei, que dice Santo Tomás,– para las verdades de la fe divina. La providencia de Dios, la naturaleza espiritual y la inmortalidad del alma, la creación del mundo en el tiempo y con el tiempo, a la vez que la resurrección de los cuerpos al fin de los tiempos, son cuestiones que desenvuelve con verdadero conocimiento de la materia, y echando mano casi exclusivamente de razones filosóficas, ora para su demostración directa, ora para probar que no envuelven imposibilidad absoluta o contradicción, como sucede con respecto a la última.

Después de esta especie de introducción general filosófica, dirigida igualmente contra judíos y mahometanos, entre los cuales no faltaban quienes rechazaban algunas de las verdades indicadas, el escritor dominico dedica la segunda parte de su obra a los judíos, analizando y discutiendo en ella todas las objeciones por éstos presentadas contra la venida del Mesías, siendo de notar sus sólidos conocimientos, no [201] ya sólo del texto hebreo, –al cual acude y ensalza con frecuencia,– sino también del Talmud {2} y de las opiniones y teorías de los principales rabinos y comentadores judíos del Antiguo Testamento.

La tercera parte del Pugio fidei contiene la polémica o discusión razonada contra el Alcorán de Mahoma, demostrando con todo género de razones que no puede apellidarse ley divina ni reúne los caracteres de tal. Entre los capítulos de esta tercera parte son notables el primero, en que expone con gran claridad y conocimiento de la historia eclesiástica los errores generales contenidos en el libro de Mahoma, y el capítulo XVI, en que demuestra la superioridad del Evangelio sobre el Alcorán –De praeminentia Evangelii ad Alcoranum,– estableciendo luminoso parangón entre uno y otro.

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{1} Para convencerse de esto, basta fijar la atención en los epígrafes de algunos capítulos de la primera parte del Pugio fidei. Helos aquí: – Quod Deus est.– Quod voluptas non est summum bonum.– Quod anima rationalis est immortalis.– De secta Philosophorum aeternitatem mundi asserentium.– Rationes pro mundi aeternitate sumptae ex parte Dei.– Solutio illarum rationum.– Rationes pro mundi aeternitate sumptae ex parte causalitatis.– Solutio istarum rationum.– Rationes contra aeternitatem mundi, et ostensio quod non concludunt de necessitate.– Quod Aristoteles non reputavit rationes suas ad hoc demonstrativas.– Utrum Deus sciat aliquid aliud quam seipsum.– Contra errorem quod Deus nesciat particularia.– Destructio illius erroris.– Quod Deus habet cognitionem singularium.– Quod Deus cognoscit ea quae non sunt.– Quod Deus ab aeterno habet notitiam rerum contingentium.– Quod Deus cognoscat bona et mala.– Opinio Aben Rosd (Averrois) de cognitione Dei circa singularia.– Rationes contra resurrectionem corporum et solutiones earum.

{2} No es raro ver al sabio polemista robustecer, por medio del Talmud, las verdades establecidas ya o probadas por medio de textos de la Escritura. Tal sucede, entre otras, con la venida del Mesías, confirmada por medio de textos y autoridades del Talmud, que vienen en apoyo de los textos y autoridades de los Libros Sagrados: Quoniam autem in praecedentibus Messias jam venisse satis per auctoritatem, Textus probatum est, nunc in hoc decimo capitulo adhuc id per Talmud quoque probabitur, ut nulla restet judaeis scriptura per quam eorum perfidia non convincatur.