Las semillas crítico-escépticas de Escoto, y más todavía su tendencia formalista y sutilizadora, que sus discípulos se encargaron de ampliar y desenvolver; la confusión introducida en las ciencias, a consecuencia de los métodos cabalísticos y de las excentricidades de lenguaje que Raymundo Lulio había promovido y fomentado; las opiniones atrevidas y la tendencia innovadora de Durando, debían preparar el camino, y lo prepararon, en efecto, para el movimiento de decadencia que se inició y tomó cuerpo durante el primer tercio del siglo XIV. En el orden intelectual, el nominalismo y el escepticismo representan la encarnación y como el principio generador de este movimiento de decadencia, pues fueron ellos los que, en unión con algunas circunstancias especiales del medio ambiente y del estado social de la Europa, hicieron brotar con vigor y desenvolvieron en grande escala los gérmenes de [365] esterilidad y decadencia incubados por la doctrina, los métodos y las tendencias o aspiraciones de los tres escolásticos arriba citados. De aquí la esterilidad relativa de esta cuarta época, en que ya no aparecen los grandes escritores y filósofos de la anterior; de aquí las tendencias escépticas, las aberraciones panteístas y las exageraciones místicas, que aparecen y dominan en esta época, como reacciones y protestas contra las sutilezas, las abstracciones y el formalismo excesivo de algunos escolásticos. De aquí también esa concepción estrecha de la religión, de la moral y de la ciencia en las muchedumbres y los pueblos; esas luchas intestinas entre Papas y antipapas, entre Pontífices y Concilios, y esa preocupación popular que poblaba la atmósfera de espíritus y apariciones divinas, que rodeaba al hombre de brujas, duendes y operaciones mágicas, y que convertía la historia en leyenda maravillosa y fantástica.
La exagerada libertad del pensamiento, la tendencia a separar la Filosofía de la Teología, la hostilidad más o menos latente de la razón humana contra la razón divina, que encontramos en los iniciadores y en los representantes de esta época, trajeron consigo los alardes de independencia y los ensayos de rebelión del poder civil contra el poder religioso, y del poder episcopal contra el poder pontificio. El nominalismo, sistema esencialmente materialista y sensualista, influyó en la corrupción de las costumbres y relajación de la moral, mientras que el criticismo escéptico provocaba las exageraciones del misticismo, así del científico como del popular, y producía por reacción las leyendas fabulosas y destituidas de espíritu crítico, y por ende de [366] espíritu verdaderamente cristiano, el cual gravita espontáneamente hacia la verdad, que le sirve de base y de alimento.
Cierto que aparecen en esta época, que abraza los siglos XIV y XV en su mayor parte, algunos nombres más o menos ilustres; pero estos nombres distan mucho de poder compararse con los de Alberto Magno y Santo Tomás, Roger Bacon y San Buenaventura, Enrique de Gante, Egidio Romano y Escoto, ni siquiera con los de Vicente de Beauvais, Raimundo Lulio y Durando. La escolástica degeneró evidentemente en estos siglos, porque la acción deletérea del nominalismo y del escepticismo inficionó la moral y las costumbres, después de haber inficionado la Filosofía y la ciencia; y por una especie de reacción, muy natural en semejantes casos, la moral y las costumbres obraron a su vez de una manera perniciosa sobre la ciencia y la Filosofía. Esta acción y reacción entre el orden intelectual y moral; esta repercusión recíproca entre la Filosofía y las costumbres, explican, representan y sintetizan las causas y efectos principales de la decadencia de la Filosofía escolástica durante esta época.
Aunque sí las principales, no fueron éstas las únicas causas de la decadencia que nos ocupa: influyeron también en su origen, y sobre todo contribuyeron eficazmente a su consolidación y desarrollo, el averroísmo, y lo que pudiéramos llamar el romanismo jurídico. Porque, en efecto, a contar desde los primeros años del siglo XIV, vemos a los cortesanos y legistas ensalzar a porfía los principios y teorías del Derecho romano, pero sobre todo vémoslos poseídos del mayor entusiasmo en favor de sus ideas cesaristas, trabajando sin descanso [367] para propagarlas en las escuelas, y más todavía para inspirarlas y arraigarlas en el ánimo de los príncipes y reyes.
Por lo que hace a la perniciosa influencia que en el orden intelectual y moral debió ejercer el averroísmo, basta recordar:
a) El prestigio y la influencia preponderante que adquirió en varias escuelas de la Europa, y principalmente en la de Padua;
b) La tendencia esencialmente naturalista y racionalista de este sistema, cuyo fundador fue considerado por sus correligionarios como materialista, y poco menos que ateo.
Esta decadencia de la Filosofía escolástica, iniciada, favorecida y desarrollada por todas las causas dichas, fue acrecentándose con el transcurso del tiempo, llegando en cierto modo a su período álgido durante el siglo XV. Y en verdad que para demostrar que la Filosofía escolástica había llegado a un estado lamentable de postración y decadencia en el siglo citado, y principalmente en su última mitad, bastarían, a falta de otros indicios, esos extensos y pesadísimos comentarios sobre los libros de Aristóteles y las Súmulas de Pedro Hispano,{1} publicados, o, mejor dicho, impresos [368] a últimos de aquel siglo, y que representan la marcha y el espíritu general de la Filosofía durante la mayor parte de los siglos XIV y XV. Al pasar la vista por esta clase de libros, se comprenden y excusan, ya que no se justifiquen las diatribas y las burlas sarcásticas de Erasmo y de sus contemporáneos.
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{1} Bastará citar como ejemplos y tipos de la especie los siguientes: – Parisiensis magistri Joannis de Magistris, summularum Petri Hispani glosulae exactissimae ad menten Doctoris Subtilis. En 1490 se imprime en Venecia otro escrito del mismo, no menos pesado, sutilizador y extenso que el anterior, con el siguiente título: Questiones perutiles supra tota philosophia naturali, magistri Joannis de Magistris doctoris parisiensis, cum explanatione textus Aristotelis, Secundum mentem doctoris subtilis Scoti.
Al año siguiente se imprimieron los Sophismata magistri Entisberi, correcta per magistrum Ludovicum de Carera publice legentem logicam in felici studio Paduae, grueso volumen dedicado a las falacias y sofismas en todas sus fases, sin excluir las más sutiles y las más pueriles. No menos voluminoso e indigesto es el Comentario de Pablo de Venecia sobre una parte del Organon de Aristóteles, que lleva el siguiente título: Clarissimi artium et sacrae theologiae doctoris Pauli Veneti ordinis heremitarum divi Augustini expositio in libros Posteriorum Aristotelis.