Aunque menos conocido y citado por los escolásticos que muchos de sus correligionarios y compatriotas, Tofaïl fue uno de los representantes más ilustres y originales de la Filosofía árabe. Sábese que tuvo por patria la ciudad de Guadix, que le vio nacer a principios del siglo XII, aunque no consta el año fijo de su nacimiento. Sabemos también que fue médico, matemático, poeta y filósofo, que fue confidente y amigo del rey o califa de Marruecos Yousouf, al cual presentó y recomendó a su amigo Averroes, y que, habiendo pasado en ífrica los últimos años de su vida, falleció en Marruecos año de 1185, asistiendo a sus funerales el califa Yakoub, apellidado Almanzor (Almançour), no [459] el Almanzor del siglo X y de las antiguas crónicas cristianas, sino el sucesor de Yousouf, de la dinastía de los Almohades.
Así como Al-Ghazí¢li puede considerarse y es el representante de un movimiento, en parte escéptico, y en parte tradicionalista, en la Filosofía de los árabes, así Tofaïl (Ibn-Tofaïl) representa en la misma un movimiento panteísta; porque tal es el resultado y el fondo real de su Hayy-ibn-Yakdhí¢n, especie de romance filosófico, cuyo objeto es indagar y fijar la ciencia a que puede llegar espontáneamente la razón del hombre en su evolución o desenvolvimiento natural, y colocada en estado de aislamiento con respecto a toda religión positiva y a toda sociedad.
Esta obra, original y curiosa por más de un concepto, que fue traducida al latín por Pococke, y editada por primera vez en 1617 con el título de Philosophus autodidactus, comienza por la suposición de un hombre que nace sin padres en una isla desierta, y cuya evolución intelectual se verifica a medida y en relación con la evolución corporal. Hayy, que es el nombre de este solitario forzoso, comienza a percibir y conocer las cosas sensibles, llegando gradualmente hasta conocer el mundo material que le rodea y formar nociones más o menos exactas de las ciencias físicas. Andando el tiempo, reconoce que estos seres que le rodean entrañan multiplicidad y unidad, puesto que son múltiples por parte de los accidentes, pero son una misma cosa por parte de la esencia. La razón de Hayy en su marcha ascendente, llega sucesivamente, y por grados, a las siguientes conclusiones:
a) Puesto que los cuerpos en general están [460] compuestos de materia prima y de las formas substanciales, al menos de corporeidad y de substancia, es preciso que estas formas procedan de algún agente superior, y aun cuando se quiera conceder que las esferas celestes, que contienen y constituyen el universo, producen dichas formas, será preciso admitir algún agente que conserve o perpetúe el mundo, y sobre todo que le haya comunicado el movimiento.
b) Puesto que el hombre tiene semejanza con los cuerpos celestes, con los animales y con el ser uno, o sea con Dios, debe asemejarse a ellos también en sus atributos y operaciones, y para asimilarse al último, debe desprenderse y separarse de todo lo material, de todo lo sensible y hasta de la imaginación, destruyendo y aniquilando todo lo que no sea pensamiento puro.
c) Cuando llega a este estado, el hombre se ve a sí mismo como identificado con el Ser supremo y uno; ve y reconoce que el Universo sólo tiene ser en Dios, cuya luz se difunde y refleja en diferentes grados sobre los seres finitos, y ve finalmente que la multiplicidad substancial no existe sino de una manera aparente para los cuerpos y según los sentidos.
Por lo dicho se echa de ver fácilmente que el panteísmo constituye el fondo y la esencia del pensamiento de Tofaïl, y que se trata de un panteísmo místico, en sus medios de ascensión y en las condiciones de la intuición extática que le sirve de término.
En la segunda parte de su romance, Tofaïl finge que llega a la misma isla un hombre (Asal), que viene huyendo de los inconvenientes que para la vida contemplativa y mística ofrece la sociedad, en la cual había vivido hasta entonces. Asal, después de enseñar a [461] Hayy el uso de la palabra, le enseña e instruye acerca de la religión y de los deberes y prácticas que prescribe, resultando de estas conferencias entre los dos solitarios, que la verdad religiosa y la verdad filosófica son una misma cosa, y que sólo se distinguen por parte de la forma. En la religión la verdad se reviste de formas acomodadas a las inteligencias vulgares e incultas; en la Filosofía se conoce esa misma verdad tal cual es en sí misma. Después de varias vicisitudes y ficciones no pertinentes a nuestro objeto, los dos solitarios terminan su vida en la práctica de la vida mística y contemplativa.
La primera parte del romance de Tofaïl puede apellidarse el tipo, y acaso es el antecedente del Emilio de Rousseau; la teoría de Cousin, y en parte la de Hegel, sobre las relaciones entre la Filosofía y la religión, pueden considerarse como reminiscencias y aplicaciones de la segunda parte del Philosophus autodidactus de Tofaïl.