φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

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§ 19. Isaac Cardoso

Este filósofo español, de procedencia judaica, aunque escribió en el siglo XVII, pertenece, sin embargo, al Renacimiento, porque su criterio, sus tendencias y su doctrina son como el reflejo del criterio, doctrina y tendencias de los Morcillo, Valles y demás representantes de la escuela relativamente independiente de que aquí se trata.

Porque si Cardoso conserva el fondo del pensamiento cristiano en la Philosophia libera, y hasta el fondo también del pensamiento escolástico en la teodicea, que forma parte de la misma, es igualmente incontestable que en muchas cuestiones, referentes a la física y la antropología, el filósofo judío se separa de las tradiciones filosófico-escolásticas, para reemplazarlas con ideas y soluciones eclécticas.

Así vemos al autor de la Philosophia libera reproducir la antigua teoría atomística, considerando los átomos como principios y elementos de las [82] substancias materiales y de todas sus propiedades y efectos.

En conformidad con esta teoría atomística, Cardoso enseña

a) Que no solamente la luz, sino el calor, el frío, la sequedad, y en general todas aquellas cualidades que se dicen primeras, son substancias muy sutiles (tenuissimae substantiae sunt) que penetran los cuerpos y producen en ellos determinadas mutaciones.

b) Que el alma de los brutos es una parte ígnea o sutilísima (pars illa ignea animalibus admixta) que, en combinación con las demás partes del animal, produce las funciones que en éste observamos. Esta alma no informa substancialmente todo el cuerpo, aun tratándose de los animales perfectos, sino que reside en el corazón, si se trata de éstos, y en la parte que corresponde al corazón, si se trata de los animales imperfectos: Unde in animalibus perfectis cor est praecipua sedes animae, in imperfectis vero est illa pars quae cordi correspondet.

c) Que la razón y la mano son como los caracteres fundamentales y la razón suficiente de la superioridad del hombre sobre los animales; pues si con la razón, que es el arte de las artes y anterior a todas las artes (ratio est ars artium et ante omnes artes), contempla las cosas celestiales, mide los mundos y conoce al mismo Dios, con la mano, que es el órgano de los órganos, forma obras prodigiosas y superiores a toda alabanza: Manu prodigiosa opera efformat et quae excedunt omnem laudem.

d) Que el alma racional es una substancia incorpórea y espiritual, según se prueba, entre otras razones, porque el entendimiento es una facultad capaz de [83] reflexión sobre sí misma, y porque su objeto es lo verdadero o el ente, objeto que comprende en sí todas las cosas y cuyo conocimiento exige la independencia por parte de la razón de todo órgano material. Esta alma debe su origen y su ser a la acción de Dios,{1} que la sacó de la nada.

e) Que aunque es muy difícil señalar la época en que se verifica la unión de esta alma racional con el cuerpo, debe tenerse por muy probable que esta unión se realiza durante los tres días primeros de la concepción; en todo caso, no debe admitirse que al alma racional preceda en el feto alma sensitiva ni vegetativa.

f) Que las facultades propias del alma racional son el entendimiento y la voluntad; pero ésta es superior y más noble que el entendimiento. í‰ste no necesita de especies inteligibles para conocer, y por consiguiente debe rechazarse la doctrina de Aristóteles acerca del entendimiento agente y posible.

La inmortalidad del alma, según Cardoso, no es solamente una verdad científica y demostrada, sino una especie de verdad innata y general, una especie de primer principio.

Isaac Cardoso discurre largamente, y no sin acierto, [84] acerca de la fisionomía, a la que define diciendo que es ars quae ex signis exterioribus internas affectiones investigat.

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{1} «Anima neque est corporea, neque particula Dei, neque per traducem fit; non est de natura Angelorum, neque supra illos eminens, neque creatur ab aliqua intelligentia, neque ante corpus creatur, neque ex anima mundi deducitur atque in illam postea transfusa, neque unica tantum in specie humana, neque composita ex parte corporea et immateriali, sed est substantia mirabilis, incorporea, indivisibilis, intelligens, immortalis, imago Dei, a quo fuit creata ex nihilo, libera, suae faelicitatis architectrix, suae miseriae auctor.» Philosoph. libera, lib. VI, cuest. 76.