Como no podía menos de suceder, el choque de tantos y tan encontrados sistemas de la antigüedad, resucitados y extremados con frecuencia por el Renacimiento, dio origen a un movimiento escéptico, que comienza hacia la mitad del siglo XVI y se prolonga hasta fines del siguiente siglo.
a) Montaigne (Miguel de), que nació en Bordeaux en 1533 y murió en 1592, puede considerarse como el primer representante de este movimiento. Sus famosos Ensayos, cuya divisa o lema es el ¿qué se yo?, entrañan un sentido esencialmente escéptico. So pretexto de rechazar todos los sistemas para dirigirse por la razón sola en la investigación de la verdad, Montaigne socava las bases de toda certeza y de toda ciencia, y, no contento con esto, suele inclinarse del lado de los sentidos, o, digamos mejor, del sensualismo, cuando la razón y las facultades sensibles aparecen en lucha. De aquí es que el escepticismo del autor de los Ensayos merece con bastante fundamento la denominación de escepticismo sensualista, escepticismo que entraña a la vez la duda en el terreno filosófico y el germen del indiferentismo en el terreno moral.
b) Contemporáneo, amigo y en cierto modo discípulo y heredero de Montaigne, fue Pedro Charron, que [150] nació en París año de 1541 y murió de repente en una de sus calles en 1603. Después de haber escrito un tratado sobre Las tres verdades, en el cual combate respectivamente a los ateos, a los paganos, a los judíos y mahometanos, y últimamente a los cismáticos y herejes, libro que tuvo grande aceptación entre los católicos, escribió su Tratado de la sabiduría, en el cual sigue y desenvuelve la tendencia escéptica de Montaigne.
La sabiduría consiste, según Charron, en el libre examen de las cosas, y con particularidad de las que el uso común y la costumbre nos presentan como verdaderas y buenas. Es sobremanera difícil a la razón del hombre llegar al conocimiento de la verdad, la cual existe en Dios. Al desenvolver y aplicar estos principios, Charron esparce la duda, la indiferencia y la incertidumbre, no ya sólo sobre las ciencias, sino sobre la moral, la virtud y las religiones, sin exceptuar al Cristianismo. So pretexto de combatir y rectificar las opiniones populares, combate a veces y tiende a destruir los fundamentos de la moral y de la religión. Así, no es de extrañar que algunos le hayan acusado de ateísmo, acusación que nos parece exagerada.
c) La Mothe-le-Vayer (Francisco), que nació en París en 1588 y fue preceptor del duque de Orleans, hermano de Luis XIV, continuó las tradiciones escépticas de sus dos compatriotas. Tanto en su Filosofía de los gentiles, como en sus Cinco diálogos a imitación de los antiguos, Le Vayer, no sólo elogia y defiende al escepticismo, sino que se esfuerza en echar por tierra toda certeza científica y hasta toda especie de certeza humana. Hacía, sin embargo, reservas en favor de la [151] certeza cristiana, basada sobre el principio de la fe en la palabra de Dios.