Entre los adversarios de Descartes, distinguióse su compatriota y contemporáneo Gassendi, que nació en Champtercier, cerca de Digne, año de 1592, y murió en 1655. Mientras que por un lado escribía invectivas contra los escolásticos y publicaba sus Exercitationes paradoxicae adversus Aristoteleos, por otro refutaba varias opiniones de Descartes y escribía contra sus Meditaciones.
Por lo demás, la Filosofía de Gassendi es la Filosofía de Epicuro y Demócrito, Filosofía que se propuso restablecer casi en toda su pureza, excepción hecha de los puntos en que la doctrina de los dos filósofos griegos se opone directamente al dogma católico, como la existencia de Dios, la Providencia divina, la espiritualidad e inmortalidad del alma humana. Fuera de estas y algunas otras tesis cristianas, incompatibles con las teorías de Epicuro y Demócrito, Gassendi marcha en pos de aquéllos, lo mismo en las ciencias físicas que en las filosóficas. Así, a la teoría aristotélica de la materia prima y de la forma substancial, Gassendi sustituye la teoría de la antigua escuela atomista, y a la teoría escolástica de la posesión de Dios como fin último de los actos humanos y perfección suprema del hombre, sustituye la teoría epicúrea del deleite o placer, bien que esforzándose en armonizarla con los principios cristianos por medio de interpretaciones y atenuaciones. El restaurador de la doctrina de Epicuro, en vez de subordinar el bonum utile y elbonum delectabile al bonum [242] honestum, como hacía la Filosofía escolástica, subordina el bonum honestum albonum delectabile o jucundum, debiendo considerarse el bien y el deleite como cosas sinónimas (exinde elici videtur bonum et jucundum synonima esse), y también como cosas inseparables: nihil habere rationem boni nisi habeat simul rationem jucundi.
En armonía con estas ideas, Gassendi nos dice con su Epicuro, que la Filosofía no es más que un ejercicio encaminado a preparar y adquirir vida feliz por medio de la palabra y la razón,{1} a la vez que adopta y defiende su doctrina acerca de los criterios de verdad, acerca del origen de las ideas, las cuales, y también la intelección, traen su origen de los sentidos (omnem mentis notionem et intellectionem dependere a sensibus) y de ellos dependen exclusivamente, acerca de la sensación, y, generalmente, acerca de todos los problemas filosóficos que no ofrecen peligro inmediato y directo para la doctrina católica.
En sus Disquisitiones anticartesianae, obra que vio la luz pública en 1643, Gassendi ataca con energía la Filosofía de Descartes, y pone de manifiesto muchos puntos débiles de la misma, contándose entre éstos hasta el famoso Cogito, ergo sum. Gassendi demuestra, en efecto, que la abstracción o duda en orden a toda verdad y certeza sensible, es imposible y absurda, y, [243] por consiguiente, que es inexacto y erróneo, al menos en parte, el procedimiento empleado por Descartes para llegar al Cogito, ergo sum, como base primitiva y única de la ciencia.
Gassendi rechaza también la teoría puramente mecánica de Desearles como solución del problema cosmológico, puesto que, además del movimiento, atribuye a los átomos fuerza, y, según algunos, hasta sensibilidad. En todo caso, es cierto que, en lugar de explicar la declinación y variaciones del movimiento primitivo de los átomos por medio de fantásticos y gratuitos remolinos, como Descartes, busca la razón suficiente en la atracción de la tierra sobre los átomos en movimiento. El espacio, que para Descartes se confunde e identifica con la extensión, que es la esencia del cuerpo, es para Gassendi una naturaleza sui generis, que no es ni cuerpo, ni espíritu, ni substancia, ni accidente.
Excusado parece añadir que, según Gassendi, lo que llamamos generaciones y corrupciones substanciales, no son producciones de nuevas substancias o naturalezas, sino meras agrupaciones y disgregaciones de átomos. En este, como en casi todos los problemas filosóficos, la doctrina de Gassendi es la reproducción y comentario de la de Epicuro, bien que haciendo las reservas indispensables para conservar su calidad de católico sincero{2} y firme. Y eso que el afán de [244] justificar a Epicuro le arrastró alguna vez a expresarse en términos no muy ortodoxos, como cuando, para excusar la asistencia de su maestro al culto idolátrico, contrario a su conciencia y convicciones, dice que lo hacía por exigirlo la ley civil, y que entre los antiguos formaba parte de su sabiduría que los filósofos pensaran como pocos, sin perjuicio de hablar y de obrar como la muchedumbre: Pars haec tunc erat sapientiae, ut philosophi sentirent cum paucis, loquerentur vero agerentque cum multis.
Es justo observar que Gassendi fue hombre de sólida erudición, matemático distinguido y físico muy notable, contribuyendo a propagar y afirmar las nuevas teorías físico-astronómicas. Sus Dubitationes et instantiae ad Cartesium, revelan que Gassendi no carecía tampoco de genio metafísico. Es probable que sin la animosidad contra la Filosofía escolástica y sin la preocupación en favor de Epicuro, su nombre y su influencia filosófica hubieran sido más respetables y más respetadas.
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{1} Después de citar la definición que da Epicuro de la Filosofía, a la cual llama Exercitationem quae sermonibus ac rationibus vitam beatam parat, Gassendi añade, al comentar esta definición: «Illum, qui philosophetur, seu quod est idem, sapientiae studeat, studere ipsi faelicitati, cum nisi faciat non revera legitimeque philosophetur, ac fidem solum quaerat adagio: Nequicquam sapit, qui sibi non sapit». Syntagma philos. Epic, tomo I, pág. 68.
{2} En el prólogo de su curiosa obra De vita et moribus Epicuri, dice terminantemente: «En religión, pertenezco a la católica apostólica y romana, cuyas decisiones he defendido y defenderé siempre: jamás me separarán de ella razonamientos o discursos ni de sabios ni de ignorantes».