Zeferino González (1831-1894)
Obras del Cardenal González
Filosofía elemental
Libro cuarto: Metafísica general. Ontología

Libro cuarto
Metafísica general

Capítulo preliminar

§ I
Idea general de la Metafísica, su nombre y origen del mismo.

Metafísica, hablando en general, es aquella parte de la filosofía que trata de las cosas supra-sensibles e inmateriales, o sea de las cosas que se elevan sobre el orden sensible y material.

De aquí procede que la Metafísica no solo es una ciencia distinta de las demás ciencias humanas, sino que ex natura sua, es superior y más noble que todas las demás ciencias naturales, entendiendo aquí por ciencias naturales las que el hombre puede adquirir con las fuerzas de su naturaleza, sin intervención de auxilio superior o sobrenatural.

La razón de esto es que una ciencia es tanto más noble y perfecta ex genere suo, cuanto más universal y elevado es su objeto; y esto por dos razones principales: 1ª porque en la universalidad de su objeto incluye los objetos de las ciencias inferiores, las cuales tienden a buscar su unidad en la ciencia superior o más universal: 2ª porque los primeros [6] principios y las investigaciones científicas que se refieren a ese objeto más universal, contienen en su seno los principios de las ciencias inferiores, y constituyen en cierto modo la razón a priori y el fundamento racional de las deducciones más o menos científicas de la ciencia inferior.

Para comprender mejor la exactitud y verdad de lo dicho, conviene tener presente que las ciencias humanas están sujetas a cierto orden lógico, y son susceptibles de una clasificación por géneros y especies, a la manera que se verifica en los seres u objetos de la naturaleza. Así como decimos que el lobo y el león se diferencian en especie, aunque pertenezcan al mismo género lógico de animal, o si se quiere, al natural de canis; así también la geometría y la óptica, aunque diferentes en especie, pertenecen al género de ciencias matemáticas. Por el contrario, nadie negará que la teodicea y la aritmética son ciencias diferentes, no solo en especie, sino también en género, como lo son también el lobo y el pez, o el lobo y una planta. Preciso es, por lo tanto, buscar el origen de esta diversidad, y señalar la ley que contiene la razón suficiente de la clasificación general de las ciencias humanas, y de su distribución en géneros y especies.

Los filósofos modernos suelen contentarse con dividir y clasificar las ciencias de una manera más o menos arbitraria con relación a sus objetos, pero sin separar los géneros de las especies, o al menos, sin señalar la razón filosófica de esta diversidad. Santo Tomás nos presenta una teoría sobre este punto, que merece fijar la atención. Hela aquí en pocas palabras.

a) Toda vez que el objeto de la ciencia, como ciencia, es el universal y no los singulares, toda ciencia presupone la abstraction, como una condición necesaria y sine qua non de su organismo.

b) Empero el grado y forma de la abstracción no es igual en todas las ciencias. Hay algunas, como la física, la medicina, &c., que sólo abstraen o prescinden en su objeto e investigaciones, de la singularidad o diferencias individuales, pero no prescinden, ni de la materia, ni de las cualidades [7] sensibles, es decir, de aquellas cualidades que modifican o alteran sensiblemente la materia, como el calor, el frío, la humedad, &c. Hay otras ciencias que no excluyen de su objeto la materia, ni la extensión, que es su modificación principal, más fundamental y general, pero sí prescinden de las otras cualidades que se llaman sensibles, en el sentido antes indicado: tales son las ciencias matemáticas, que consideran la materia, o en cuanto sujeta a la extensión, o como principio y elemento de cantidad, prescindiendo de su calor, dureza y demás cualidades sensibles. Finalmente, hay algunas ciencias cuyo objeto es tan abstracto y universal, que puede hallarse separado de toda materia, tanto sensible como inteligible o extensa, bien sea con separación intencional o ideal, como la esencia, la existencia, la verdad, la sustancia; bien sea con separación real y positiva, como Dios, los ángeles y el alma racional.

c) Luego la abstracción y universalidad objetiva de la ciencia humana se reduce a tres géneros, que son: 1º abstracción de la singularidad o condiciones individuales del objeto, abstractio a materia singulari: 2º abstracción de las cualidades o modificaciones sensibles, además de la abstracción de la singularidad, abstractio a materia sensibili: 3º abstracción de toda materia, es decir, de la materia en cuanto singular, en cuanto sensible o sujeta a cualidades sensibles, y en cuanto inteligible o relacionada con la extensión: abstractio ab omni materia, abstractio a materia intelligibibili, fórmulas con que los Escolásticos expresaban estos tres grados de abstracción y de universalidad objetiva.

d) Luego existen tres géneros de ciencias, en relación con estos tres grados de abstracción, y por consiguiente una ciencia se distinguirá no solamente en especie, sino también en género de otra, cuando el grado de abstracción que le corresponda sea diferente del que corresponde a la segunda. Así, por ejemplo, la ontología y la teodicea, cuyos objetos propios llevan consigo y exigen la abstracción ab omni materia, se distinguen en género de la física, que sólo exige la abstracción de materia singular. [8]

e) No siendo la ciencia otra cosa que una aplicación de determinados principios evidentes per se, en relación con un objeto dado, a conclusiones o tesis relativas a este objeto y contenidas implícitamente en aquéllas primeras verdades, podemos deducir y afirmar que la diversidad específica de las ciencias trae su origen de la diversidad de primeros principios que le sirven de base, o si se quiere, de la diversidad del objeto formal y específico, según que sirve de base a ciertos primeros principios o verdades per se evidentes, que a él se refieren. Así, por ejemplo, la aritmética y la geometría, aunque pertenecen a un mismo género, porque su objeto exige el mismo grado de abstracción, son diferentes en especie; porque los primeros principios de cada una son diferentes, y lo son por consiguiente las verdades o conclusiones deducidas de los mismos, verdades y deducciones que constituyen propiamente la ciencia.

Tal es, en resumen, la teoría de santo Tomás sobre este punto, teoría ingeniosa, a la vez que fundada en la observación y la naturaleza misma de las cosas. De ella se colige además la excelencia y dignidad relativa de la Metafísica respecto de las demás ciencias naturales o humanas, excelencia y dignidad que tienen su razón suficiente en la misma elevación y universalidad de su objeto.

Puede decirse que en esta misma teoría se encuentra el fundamento etimológico de la palabra Metafísica con que es conocida esta ciencia, toda vez que ésta equivale a ultrafísica, como si dijéramos, ciencia que trata de cosas suprasensibles o sobremateriales (1).

{(1) Llámase esta ciencia, «Metaphysica, escribe el mismo santo Tomás, in quantum considerat ens, et ea quae consequntur ipsum; haec enim transphysica inveniuntur in via resolutionis.»}

Por lo que hace al origen histórico de este nombre, nada cierto puede afirmarse; pues mientras algunos críticos dicen que trae su origen de Aristóteles, otros afirman, acaso con [9] mayores fundamentos, que este nombre fue puesto a determinados libros de Aristóteles, o por Teofrasto su discípulo y sucesor en la escuela, o por alguno de los que en tiempos posteriores coleccionaron y comentaron las obras del fundador de la escuela peripatética.

§ II
Objeto, división y nombres de la Metafísica.

1º Objeto.

Despréndese de lo dicho en el párrafo anterior que el objeto propio de la Metafísica, considerada según toda su amplitud, es el ser abstraído o separado de toda materia, bien sea con separación lógica e ideal, bien sea con separación real y efectiva.

De aquí se colige que su objeto incluye en cierto modo el objeto de todas las demás ciencias naturales (1); porque, en efecto, en este objeto se hallan incluidas las razones de esencia, unidad, causa, efecto, sustancia, existencia y otras análogas, que convienen también a los objetos particulares y concretos de las ciencias inferiores. Ni debe inferirse de aquí, que la Metafísica no sea una ciencia realmente distinta de las otras; porque aunque los objetos respectivos de éstas se hallan incluidos implícitamente, en el sentido indicado, el objeto de la Metafísica, esto no impide que ésta considere dichos objetos en cuanto subordinados a la abstracción ab omni materia, y por consiguiente bajo una razón formal enteramente distinta de las demás ciencias. En otros términos: el [10] objeto material de la Metafísica se identifica, en parte, con el de las otras ciencias naturales; pero su objeto formal, que es el ente abstraído de toda materia, es propio y exclusivo de la misma.

{(1) Entiendo aquí por ciencias naturales las que el hombre puede adquirir con las fuerzas solas de su razón, y en este sentido tomaremos esta palabra siempre, a no ser que por los antecedentes u otras circunstancias se vea claramente que se hace alusión a lo que hoy se conoce ordinariamente bajo el nombre de ciencias naturales, como cuando se habla de ciencias físicas, exactas y naturales.}

2º División.

De lo expuesto acerca del objeto de la Metafísica, se infiere que ésta abraza dos partes, una que trata del ser separado de la materia con separación lógica o ideal solamente, y otra que trata del ser separado realmente de la materia. La primera llámase ordinariamente Ontología, porque trata del ente en general y de las demás razones objetivas independientes de la materia en su concepto propio, como las razones o ideas de esencia, existencia, sustancia, accidente, posibilidad, imposibilidad, finidad e infinidad, causa, efecto, &c. La segunda constituye la Pneumatología o ciencia de los espíritus; mas como el conocimiento del espíritu humano o alma racional, no pude ser completo si no es considerada simultáneamente como espíritu o ser independiente y separado de la materia, lo cual pertenece a la Pneumatología, y como parte integrante del hombre y principio de las varias funciones que ejerce mediante el cuerpo, de aquí es que se ha formado una ciencia especial llamada Psicología, que viene a participar de las ciencias físicas y de la Metafísica, reservando para ésta, en consecuencia, el conocimiento de Dios, que constituye la Teodicea.

Acomodándonos al uso generalmente adoptado, trataremos como parte de la Metafísica la Cosmología, o ciencia del mundo en general, por más que, en nuestra opinión, más bien que a la Metafísica, pertenece a las ciencias físicas, toda vez que sus investigaciones se refieren principalmente al mundo material y sensible. Sin embargo, puede decirse de ella, como hemos dicho de la Psicología, que puede considerarse como ciencia que participa por un lado de las ciencias físicas, y por otro participa de las ciencias metafísicas, a las cuales se aproxima, y entre las cuales puede enumerarse, ya porque el mundo encierra seres espirituales o inmateriales, ya, principalmente, porque aun en aquellas investigaciones [11] que se refieren directamente al mundo material y sensible, considera las propiedades y relaciones más nobles y universales, algunas de las cuales hasta son independientes por su naturaleza de la materia, como se ve en las cuestiones relativas a la existencia temporal o eterna del mundo, a su origen por creación, a su perfección, a su fin, a su finidad, &c. En resumen: trataremos de la Cosmología, considerándola como una ciencia metafísica imperfecta o secundum quid, como decían los Escolásticos, sin perjuicio de opinar con éstos que le cuadra mejor el nombre de Physica generalis.

3º Nombres.

En relación con lo que se acaba de consignar acerca de la división y partes de la Metafísica, recibe ésta diferentes denominaciones. La Ontología puede y suele recibir el nombre de Metafísica General, en atención a que las ideas universalísimas que constituyen su objeto, tienen aplicaciones y sirven de base, no solo a las ciencias inferiores, sino a las otras partes de la Metafísica. Por el contrario, la Cosmología y la Teodicea juntas, constituyen la Metafísica Especial o particular.

Ya hemos dicho que la Cosmología puede apellidarse y la apellidaban los antiguos Física General, así como la Teodicea recibe alguna vez los nombres de Ciencia divina y de Teología natural.

Finalmente, tomando la Metafísica en sentido adecuado, según que abraza la general y la especial, era llamada por los antiguos Escolásticos Sabiduría, sapientia, por ser la más noble y elevada de las ciencias naturales, y porque circa maxima intelligibilia versatur, según la expresión de santo Tomás. Éste le da también con frecuencia el nombre de Prima Philosophia, Filosofía primera, ya porque sirve de base a las otras ciencias, suministrándoles las nociones e ideas más fundamentales y universales del orden científico, ya también porque, como dice el mismo santo doctor, «considera las causas primeras de las cosas:» primas rerum causas considerat. [12]

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Zeferino González Filosofía elemental (2ª ed.)
Madrid 1876, tomo 2, páginas 5-11