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  El Basilisco (Oviedo), nº 21, 1996, páginas 68-69
  Actas de las II Jornadas de Hispanismo Filosófico (1995)

María Zambrano:
españolidad / europeismo


José Ramón Alonso Sarro
Salamanca
 

«Hombre occidental tu miedo al Oriente, ¿es miedo a dormir o a despertar?»
A. Machado

María Zambrano, meditadora en sentido profesional y poetisa vocacional, es la verdadera inspiradora de estas notas que aquí se exponen y que son, ante todo, vivencias, acto de fe.

Queremos recuperar el lugar natural del saber español, y al mismo tiempo acabar con la sentencia de que España es el problema y Europa la solución, sentencia que ha pesado como una losa en nuestro saber. Ahora estamos inmersos en lo que se ha dado en llamar «Crisis de Occidente», que no es ni más ni menos que el resultado de la crisis del pensamiento occidental, crisis de 2.400 años de supremacía de la razón, de una forma de conocimiento que envió a los arrabales a todo aquel tipo de saber que no compartía su orientación; envió a la poesía, envió al mytho; fue la pérdida de un sentir originario, fue la pérdida de esa posición originaria a la que en el fondo todos pretendemos volver, incluidos los fi-ló-so-fos.

La aparición de la pregunta sobre el qué de las cosas, provocó una situación radicalmente nueva. La fi-lo-so-fí-a como razón será, desde ese momento, búsqueda. La poesía es encuentro, don, hallazgo por la gracia, como bien nos dice María Zambrano.

La filosofía nace en verdad, de una paradoja de la naturaleza humana. La naturaleza del hombre es la razón. Esta identificación de nuestra naturaleza humana y razón, es una de las batallas decisivas que Platón gana, y gana por tantos siglos como de él nos separan.{1}

Y la crisis actual por la que pasa la cultura occidental no es ni más ni menos que la crisis de esta idea platónica hecha creencia en la conciencia europea. La naturaleza humana es la razón. Es ésto, según María Zambrano, lo que muchos hombres se rebelan a aceptar.

Es una civilización basada en la dialéctica, en el sistema, basada también en un gran espíritu ordenador que pretende definir, pretende encasillar y poner en su «justo» lugar todo lo que nos rodea. Salvar condenando. El pensamiento identificó el ser con el pensar; hacer añicos esta identificación es el verdadero heroísmo, «confiamos en que no será verdad todo lo que sabemos», dice Antonio Machado.

La fi-lo-so-fí-a (razón) es creer lo que se piensa; la filosofía (amor a la sabiduría) es pensar lo que se cree. En la situación de búsqueda todo tipo de saber que no requiera estar despierto queda relegado al olvido.

El «saber desinteresado», el «más noble», «hijo del ocio y de lo maravilloso», y también el más «divino», la filosofía, vino a desplazar a los saberes todos -sabiduría, inspiración, misterios- del Mundo Mediterráneo.{2}

María Zambrano reconoce, a menudo, que España tiene una situación muy peculiar en el orbe europeo, determinada por nuestra forma de ser, por nuestro carácter. Escribe:

De los misterios de la vida occidental pocos como el que presenta la vida española.{3}

Ella misma en su libro España, sueño y verdad, reconstruye una visión muy particular de lo español a partir de algunas de sus más eminentes figuras. Comentando La ciencia española de Menéndez Pelayo, nos dice que éste pretende demostrar la existencia de una filosofía y una ciencia española, pero más bien logra convencernos de algo extraño:

...que habiendo habido filósofos no haya existido la filosofía en España.{4}

Claramente, por tanto, parece que una filosofía con orden y concierto no hemos tenido. Una filosofía como la germana, a pesar del intento de muchos, no ha sido posible en nuestro país. No significa que no tengamos nada que comunicar, ni que no tengamos pensamientos que ofrecer, sencillamente no hemos construido grandes escuelas filosóficas; nuestros sentires se han mostrado a través de individuos. España no ha tendido a fundar escuelas, las escuelas han venido del septentrión, no del mediodía, del sur. Estamos situados el lado de la diada que termina con una -idad, no con un -ismo. Nuestra es la hispanidad y no el hispanismo, nuestra es la personalidad y no el personalismo, y nuestra es la españolidad como biografía del ser, es autoridad propia del individuo; no es nuestro el europeísmo que representa la bibliografía del ser, la autorización; así podríamos continuar hasta el final de los tiempos.

El libro fundamental
es «el libro de la vida»
la luz más orientadora,
también «la luz de la vida».
La vida es lo originario
El insistencialismo estima
mucho más la biografía
que la docta bibliografía.
{5}

Para los perseguidores de un pensamiento racional, el sujeto esta frente al objeto, el sujeto determina al objeto, tiene vida éste a partir del otro, es clara fi-lo-so-fí-a, es fotograma, es método, es dialéctica, es tiempo histórico, es digitalidad. España no ha tenido como base el conocimiento racional. España, con alma poética, nunca a renunciado a vivir, a la vida, nunca ha renunciado al misterio o al sacrificio, y nuestros sentires y saberes no pueden ir encajados dentro de un sistema filosófico al uso. Los vemos mejor situados, incluso, en los refranes o en las coplas, es decir, en el saber popular. Definen más al pueblo español dichos populares como: «matar el tiempo», «quedarse viendo visiones», «armarse de paciencia» que ningún sistema estructurado de pensamiento; estos dichos son heroicos y correlatos de la tragedia y el sacrificio. Son reflejo del sentir español.

La historia de España no sigue al resto de Occidente; nuestro tiempo no es su tiempo, no sabemos si vamos antes o después o antes y después a la vez.

España no tiene y no puede tener sistemas filosóficos, sin suponer esto una privación. España ha expuesto todo su pensamiento, todas sus vivencias, a través de otros géneros literarios, como son la pintura, la novela -y su forma mas vivencial- la poesía. María Zambrano es muy clara al recordarnos este aspecto:

Al no tener pensamiento filosófico sistemático, pensar se ha vertido dispersamente, ametódicamente, en la novela, en la literatura, en la poesía.{6}

En otro de sus últimos libros refiriéndose a España dice:

La poesía -genéricamente- parece sea su más clara, alada revelación; y la pintura, su más luminoso y oscuro misterio.{7}

España se quedo embebida en la luz, esa luz que metafóricamente tanto se ha tratado posteriormente. España es la auténtica heredera de esa cultura Mediterránea que tanto vivió por la luz y en la luz. Sin temor a ser violentos en nuestra afirmación, creemos que fue la fi-lo-so-fí-a, como pensamiento puro, la que originó la verdadera tragedia; nos situó en el concepto y con ello perdimos la capacidad del ensueño; toda realidad debe ser ensoñada para ser realidad maravillosa y verdadera.

El amor de España a la luz, es adoración que la rinde esclava de ella{8}, dice María Zambrano.

Ver y ser visto es el camino, ha sido siempre el ansia del ser humano, sentirse mirado sin saber por quién ni cómo. En Claros del bosque podemos leer: «Hay que dormirse arriba en la luz. Hay que estar despierto abajo en la oscuridad, intracorporal de los diversos campos que el hombre terrestre habita; el de la tierra, el del universo, el suyo propio.»{9}

Y es que los que están en su ser no piensan, no necesitan de ello. España no ha pensado, salvo raras excepciones. Los filósofos, como se han entendido en el resto de occidente, se han dado de manera aislada en nuestro país. España ha trasmitido su saber a través de otros medios. Ejemplos claros y que son fuente de inspiración de María Zambrano, son todos nuestros novelistas, poetas y pintores, San Juan de la Cruz, Miguel de Molinos, Calderón, Cervantes, Zurbarán, Machado o Miguel de Unamuno.

Este último en su Del sentimiento trágico de la vida nos anuncia:

Pues abrigo cada vez mas la convicción de que nuestra filosofía, la filosofía española, esta líquida y difusa en nuestra vida, en nuestra acción, en nuestra mística y no en sistemas filosóficos.{10}

Por tanto creemos con Zambrano que España no ha tenido filosofía al estilo germano, pues no la ha necesitado; el español sólo es capaz de encontrar el equilibrio y conservar su vida por la poesía, pues:

Si se hace racionalista se encierra, pierde su fluidez y se hace absolutista; reaccionario, enemigo de la esperanza.{11}

La razón de la filosofía Moderna es la más violenta y la más exigente que haya existido y por supuesto no lleva dentro de sí la razón de la Esperanza humana.

La novela, la poesía y otros artes sacros han representado nuestro pensamiento. España, poblada de catedrales, no ha hecho catedrales de conceptos; sus castillos no han sido de pensamientos. Sólo la de Avila defendió castillos interiores.

Pero, ¿por qué España no ha necesitado filosofía al estilo germano, por ejemplo? La solución es clara. Anteriormente hemos mencionado cómo la historia no ha sido la misma para nosotros, y no lo ha sido porque no podía serlo; mientras Europa y con ella sus filosofías basadas en el absolutismo de la razón, pretendían hacer constantemente renacimientos del hombre, el español siempre pretendió desnacer, seguir la estela del sabio oriental, que está muerto en vida, pues solamente se puede renacer en un tiempo histórico, desnacer es relativo al tiempo originario, a un tiempo unitario, un tiempo sin interrupciones, un tiempo total. Encontrar la quietud es el deseo del poeta, del hombre tocado por la gracia, esa quietud que Zurbarán de manera magistral en sus cuadros reflejó. Quietud que ha sido expresada de manera muy gráfica en el arte del toreo; el profesor Pérez Gago subraya:

... el arte de torear,
que es de profunda cultura:
«citar, templar y mandar»
La quietud no es otra cosa.
Al fondo, la obra de gracia,
germen de toda cultura
y de toda autoridad.
{12}

Añoramos el centro donde todo es armonía, anterior a la ruptura. No tenemos angustia, tenemos nostalgia; la angustia se da en el tiempo histórico, la angustia es producto de la filosofía; nosotros tenemos nostalgia de un tiempo originario, pretendemos suspender la pregunta, esa pregunta que creyeron constitutivo de lo humano.

Melancolía y no angustia es lo que late en el fondo de la vida española.{13}

El personaje más simbólico y representante de la vida y el sentir español no fue de carne y hueso, fue una ilusión; Don Quijote de la Mancha, Don Quijote de España pues bien podría haber sido de cualquiera de sus tierras. Don Quijote, ejemplo, héroe, nos dejó toda una estética, toda una lógica, toda una religión, todo un método, toda una epistemología y sobre todo, una esperanza en lo absurdo racional. Siendo vencido, venció. Es su locura su mayor enseñanza, esa locura que en otros tiempos se llamó mal sagrado.

Nuestra queja, pues es lo que estas líneas son, también la encontramos en forma de maravillosa poesía, palabra sagrada.

Dice A. Machado en Coplas mundanas:

Poeta ayer, hoy triste y pobre/ filósofo trasnochado,/ tengo en monedas de cobre/ el oro de ayer cambiado.{14}

Instigar a los fi-ló-so-fos a que se vuelvan filó-sofos, cambiando en filo-sofar la peste so-fis-te-rí-a, llamada fi-lo-so-fí-a, que no es mas que un encefalograma plano.

Y por último, recordar con María Zambrano que falta el heroísmo mejor y como ella misma dice, cargada de esperanza:

Del conocimiento poético español puede surgir «la nueva ciencia» que corresponda a eso tan irrenunciable: la integridad del hombre.{15}


{1} M. Zambrano, Filosofía y poesía, FCE, México-Madrid 1987, pág. 52.

{2} M. Zambrano, El hombre y lo divino, Siruela, Madrid 1992, pág. 88.

{3} M. Zambrano, España, sueño y verdad, Siruela, Madrid 1994, pág. 58.

{4} Ibídem, pág. 87.

{5} S. Pérez Gago, A la escucha de la luz I, San Esteban, Salamanca 1995, pág. 90.

{6} M. Zambrano, España, sueño y verdad, Siruela, Madrid 1994, pág. 58.

{7} M. Zambrano, Algunos lugares de la pintura, Acanto/ Espasa Calpe, Madrid 1989, pág. 91.

{8} Ibídem, pág. 4.

{9} M. Zambrano, Claros del bosque, Seix Barral, Barcelona 1977, pág. 39.

{10} Miguel de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida, Austral, Espasa Calpe, Madrid 1980, pág. 256.

{11} M. Zambrano, Pensamiento y poesía en la vida española, págs. 295-296.

{12} Pérez Gago, op.cit., pág. 145.

{13} M. Zambrano, Pensamiento y poesía en la vida española, pág. 340.

{14} A. Machado, Poesía y Prosa, tomo II, Poesía completa, ed. crítica de Oreste Macrí, Espasa Calpe / Fundación A. Machado / Clásicos Castellanos, Madrid 1988, pág. 490. XCV (Coplas mundanas).

{15} M. Zambrano, Pensamiento y poesía en la vida española, pág. 298.

 

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