José Téllez
Aristóteles
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Colección Universo · Ediciones España
Tomo VII · Sistemas Filosóficos · Número 7
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Nihil obstat: Alejandro Martínez Gil, Censor. Madrid, 10 de noviembre de 1944.
Imprímase: Casimiro, Obispo Auxiliar y Vicario General.
Gráficas Excelsior - Cristo, 7 - Madrid, 16 páginas + cubiertas [ 1944 ]
Su vida
Aristóteles es uno de los genios más poderosos que han aparecido sobre la tierra. No es posible hablar de filosofía sin que aparezca Aristóteles en el cielo de la Historia como astro de primera magnitud.
Nació en Estagira, el año 384 antes de Jesucristo, de la familia ilustre de los Asclepíades. Muerto su padre, marchó a Atenas y se afilió a la Academia de Platón, cuyas lecciones escuchó por espacio de veinte años, Platón solía apellidarle el pensamiento y el alma de su escuela.
Muerto Platón, Aristóteles permaneció tres años al lado de Hermias, rey de Atarne, en la Misia, con el cual tuvo estrechísima amistad, casándose con su hermana Pytias, de la cual tuvo una hija, a la que llamó con el mismo nombre.
A la muerte de Hermias se retiró a Mitilene, donde recibió de Filipo de Macedonia la invitación de que se encargara de la educación de su hijo Alejandro, que luego fue el gran conquistador Alejandro Magno.
En Estagira, su patria, fundó, con la colaboración de Filipo, un gimnasio filosófico, apellidado Nymphaeum, donde Alejandro Magno oyó las lecciones de Aristóteles, en compañía de Calístenes, Teofrasto y otros hombres célebres.
Volvió a Atenas y puso cátedra en el Liceo, donde oyeron las lecciones de Aristóteles multitud de discípulos de todo el mundo. La escuela de Aristóteles recibió el nombre de peripatética, por la costumbre que tenía el maestro de dar sus lecciones paseando por entre los árboles del Liceo. El Liceo eclipsó pronto a la Academia.
A la muerte de Alejandro Magno, el partido macedónico fue objeto de persecución, de la que no pudo librarse Aristóteles. Se retiró a Calcis, en la isla Eubea. Al poco tiempo murió en este lugar a los setenta y dos años, de muerte natural, aunque no falta quien sugiere la idea de que murió envenenado. Según la tradición, Aristóteles tenía voz escasa, ojos pequeños, piernas delgadas, llevaba anillo y usaba cierta elegancia en el porte de su persona.
Sus escritos
Numerosas y enciclopédicas son las obras de Aristóteles. Ellas son prueba de la gran actividad y de la prodigiosa fecundidad del genio de Aristóteles.
Lo estudia todo. La lógica y la gramática, la poética y la dialéctica, la física y la historia natural, la astronomía y la meteorología, la moral y la política, la sociología y la historia, la antropología y la teodicea, todo se halla tratado en sus obras, y tratado a fondo, a pesar de que algunas de tales ciencias casi eran desconocidas en su tiempo.
Las obras principales de Aristóteles son el Órganon, que comprende: Perihermenias o de la interpretación; Categorías o Predicamentos; Primeros Analíticos; Posteriores Analíticos; ocho libros de los Tópicos; dos libros de los Elencos.
Physicorum, ocho libros.
De Coelo, cuatro libros.
De anima, tres libros.
De generatione et corruptione, dos libros.
Meteorologicorum, cuatro libros.
De sensu et sensibilibus.
De memoria et reminiscentia.
De Somno et vigilia.
De longitudine et brevitate vitae.
De iuventute et senectute.
Metaphysicorum, catorce libros.
De Xenone, Zenone et Gorgia.
Ethica ad Nichomacum.
Magna moralia.
Ethica ad Eudemum.
Politicorum, ocho libros.
Rhetoricorum ad Theodectem, tres libros.
De Poética.
De historia animalium, nueve libros.
De generatione animalium, cinco libros.
Estas son las obras auténticas que han llegado hasta nosotros. Pero hay otras muchas que también han llegado hasta nosotros, pero de cuya autenticidad se duda. Además, muchas otras obras se han perdido.
Pocos escritores habrá cuyas obras hayan sido por tantos comentadas, como las de Aristóteles. Comentaristas de Aristóteles son: Simplicio, Alejandro de Afrodisia, Porfirio, Ammonio, Temistio, Filopón, Averroes, Alfarabi, Alberto Magno, Santo Tomás, San Buenaventura, Cayetano, Toledo, Domingo Soto y otros cien y cien, antiguos y modernos. Esto prueba la importancia enorme que en todo tiempo han merecido a los filósofos las obras de Aristóteles.
La mejor edición moderna de las obras de Aristóteles se ha hecho en Alemania.
Lógica de Aristóteles
La lógica, como ciencia peculiar, como parte especial de la filosofía, como ciencia independiente debe su ser a Aristóteles.
Respecto a la Lógica de Aristóteles se debe observar:
1.º El punto culminante y el nudo de la lógica aristotélica es la teoría del silogismo demostrativo; ella es el objeto final, el centro común y el término general de relación de los diferentes tratados que componen el Órganon, que se han dicho arriba.
2.º La teoría silogística de Aristóteles es tan completa, tan filosófica y tan acabada, que nada sustancial han podido añadirle ni cambiarle los escritores de lógica que vinieron después.
El tratado de Lógica que escribió el fundador de esta disciplina es el Órganon. Las partes de esta obra ya hemos dicho que son:
a) Categorías, donde Aristóteles reduce a diez el número de conceptos, o mejor, predicados posibles más generales de un sujeto, a saber; sustancia, cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, sitio, hábito, acción y pasión. A continuación explica todos esos conceptos.
b) Perihermenias, donde, después de algunas consideraciones acerca del nombre, del verbo y de la oración enunciativa o proposición en general, trata de las diferentes especies, formas y propiedades de la proposición.
c) Primeros analíticos, donde se trata con detenimiento y profundidad verdaderamente analítica de los elementos o principios, esencia, propiedades, figuras, especies y efectos del silogismo, y se trata también de la inducción, la analogía, el entimema y otras especies de argumentaciones.
d) Posteriores analíticos, donde se estudia de demostración, considerada en sus principios, en su esencia, en sus especies, en sus efectos y en su definición.
e) Tópicos, donde se estudia la dialéctica como arte de disputar, señalando las diferencias que la separan de la Lógica; se investiga y expone la naturaleza y condiciones del silogismo probable en contraposición al demostrativo; se termina señalando y discutiendo los lugares de donde se pueden sacar argumentos probables, ora para afirmar o negar alguna tesis, ora para resolver algún problema.
f) Elencos, donde se estudian los sofismas, averiguando la naturaleza, especies, origen y remedios de los argumentos sofistas.
Toda la lógica de Aristóteles tiene por base una concepción de la sustancia totalmente distinta de la de su maestro Platón. Para Platón la Idea constituye la sustancia o esencia verdadera de las cosas, que es una realidad objetiva que existe en sí misma; esencia independiente, anterior o superior a los individuos, los cuales, más bien que sustancias verdaderas, son imitaciones y como participaciones imperfectas de la Idea universal. Para Aristóteles a realidad es todo lo contrario. Para Aristóteles, a la sustancia universal, a la sustancia específica o ideal, sólo le conviene el concepto de sustancia en sentido menos propio; en cambio la razón de sustancia en su sentido propio, principal, absoluto y perfecto corresponde al individuo, a las sustancias individuales.
Al estudiar la demostración, Aristóteles combate a los escépticos, que niegan la existencia y posibilidad de la ciencia, y a los que afirman que toda proposición es demostrable. Dice Aristóteles que debe haber proposiciones no demostrables, sino simplemente intuibles, pues si todas las proposiciones fueran demostrables, el proceso demostrativo sería indefinido, y, por tanto, imposible la ciencia por carecer de punto de apoyo. Principio indemostrable es el principio de contradicción y todos los principios llamados axiomas, los cuales son puntos de partida para todo el proceso demostrativo.
Psicología de Aristóteles
Los puntos fundamentales de la psicología de Aristóteles son:
a) El alma humana es forma sustancial del hombre. Es decir, que es el principio que, uniéndose a la materia prima, forma una sola naturaleza, una sola persona humana. El alma humana, como toda forma sustancial, es única en el hombre en cuanto a su ser y sustancia, y, por tanto, es principio radical y causa de todos los actos del hombre. Pero esta unidad de ser y de sustancia no excluye la pluralidad de potencias, las cuales pueden reducirse a cinco clases, que son la facultad vegetativa, la sensitiva, la locomotriz, la apetitiva y la intelectual.
b) El entendimiento o apetito racional o voluntad que se encuentran en el alma humana, la simplicidad de sus actos y la universalidad de sus objetos demuestran que el alma racional es una sustancia simple, inmaterial, independiente, separable del cuerpo y colocada a gran distancia del alma sensitiva de los animales, en los cuales las facultades de conocimiento no exceden de la imaginación, que es la más perfecta de las del orden sensible; pero no poseen la intelección y la razón, las cuales son propias del hombre y no convienen a los animales.
c) Se discute mucho si Aristóteles admitió o no la inmortalidad del alma. Parece indiscutible que la admitió, a pesar de la oscuridad con que se expresa en este aspecto.
Aristóteles afirma que la perfección y la felicidad suprema de la Inteligencia infinita, que es Dios, consiste en la contemplación intuitiva de sí misma, y la perfección última o felicidad suprema del hombre consiste en la contemplación y conocimiento de la Inteligencia separada. Mas como esta Inteligencia separada no se contempla sino después de la separación de la materia, parece deducirse que admite Aristóteles la persistencia del alma después de la separación de la materia, a menos que se diga que el alma humana –según él– jamás puede alcanzar la felicidad. De muchos otros pasajes de las obras de Aristóteles hácense deducciones parecidas o más eficaces en favor de la inmortalidad del alma como admitida por el gran filósofo de Estagira.
Teoría del conocimiento
En el hombre existen dos órdenes de conocimiento: el sensible, por medio de los sentidos exteriores o interiores, y el inteligible, por medio de la inteligencia o razón pura.
Además de los cinco sentidos externos, hay, según Aristóteles, cuatro sentidos internos: a) el sentido común, que es el centro y lazo de los cinco sentidos externos, cuyas sensaciones y objetos propios percibe y distingue; b) imaginación, cuya función propia es reproducir las sensaciones anteriores y los objetos por ellas percibidos o sentidos; pero, además, en el hombre, a causa de su unión y subordinación a la razón, posee la facultad de componer o construir representaciones complejas, que resultan de la unión o combinación de cualidades u objetos percibidos, recibiendo por ello el nombre de fantasía; c) la memoria, cuya función peculiar es retener las sensaciones y representaciones anteriores de los demás sentidos; d) la estimativa natural, cuya función propia es percibir y distinguir, de una manera instintiva, inconsciente y espontánea, lo que es conveniente e inconveniente, útil o nocivo al sujeto.
Los sentidos, tanto internos como externos, perciben solamente objetos materiales, sensibles y singulares; el entendimiento, en cambio, tiene por objeto propio lo universal, lo necesario y lo esencial, aún con respecto a los objetos sensibles, y, además, puede percibir y conocer objetos espirituales o separados de toda materia.
Las ideas intelectuales, mediante las cuales el entendimiento conoce lo universal, las esencias de las cosas en cuanto inmutables y necesarias, no son sustancias reales y subsistentes fuera de nosotros, como pretende Platón, sino meros conceptos o representaciones inteligibles de naturalezas reales, en lo que tienen de común, de necesario y de inmutable. La cosa representada por estas ideas y conocida por el entendimiento es la naturaleza misma, la esencia real existente fuera de nosotros en los individuos, si bien el entendimiento la considera y conoce sin considerar sus determinaciones individuales o su estado de singularización. El contenido de la idea intelectual, el objeto representado en ésta y conocido por el entendimiento, existe fuera de nosotros; lo que no existe fuera de nosotros es el modo de representación, es la universalidad, bajo la cual es representado y percibido el objeto real. Los conceptos universales a los que se pueden reducir todos los conceptos son los de sustancia y accidente, y el accidente es o cantidad o cualidad o acción o pasión, o tiempo o lugar o sitio o hábito.
Estas ideas no son innatas ni las trae el alma consigo al unirse al cuerpo, según pretende Platón, sino que deben su origen a la fuerza abstractiva y divina que se llama entendimiento agente, el cual hace aparecer en las representaciones sensibles lo universal, formando, en consecuencia, la representación inteligible y universal del objeto representado antes como singular en la percepción sensible. Lejos de ser innatas las ideas, el entendimiento se halla en potencia y en estado de receptividad pura con respecto a las mismas, a la manera de una tabla en la que nada hay escrito actualmente, pero que puede recibir toda clase de letras, y en cuanto a esto se llama entendimiento posible.
Aunque estas ideas universales y el conocimiento intelectual que por medio de las mismas se verifica son, no sólo distintas, sino de un orden superior a las sensaciones y al conocimiento sensitivo, las sensaciones suministran la materia para la abstracción y elaboración de dichas ideas. Por tanto, el ejercicio y desarrollo de la actividad intelectual y del conocimiento científico dependen del ejercicio de los sentidos y presuponen las sensaciones y representaciones del orden sensible.
Cosmología de Aristóteles
El universo mundo se divide en un mundo celeste y mundo sublunar. El primero no está sujeto a mutaciones sustanciales que afecten a su esencia, y, por consiguiente, es ingenerable, incorruptible, y conserva perfectamente la forma sustancial que recibió en su origen, que es desde la eternidad.
No sucede lo mismo con los cuerpos sublunares, que están sujetos a toda clase de mutaciones, lo mismo accidentales que sustanciales.
Todo efecto de mutación lleva consigo el concurso de cuatro causas, a saber: causa final, causa eficiente, causa material, causa formal.
El mundo es eterno –dice Aristóteles– y, por consiguiente, la serie de generaciones sustanciales es infinita. Mas como esta generación exige y presupone la acción del agente que une la forma a la materia, y como quiera que no es posible proceder in infinitum en la serie de causas eficientes, es preciso reconocer la existencia de un primer movente inmóvil, de un agente inmutable, de una primera causa eficiente respecto del mundo.
Teodicea de Aristóteles
Dios es un ser necesario, que existe por sí mismo, causa primera del movimiento y del mundo, sustancia eterna, inmaterial, superior a todo lo sensible, inextensa, indivisible, inmutable, dotada de poder infinito, inteligencia perfectísima y acto purísimo, sin mezcla alguna de potencialidad ni de composición, hasta el punto de que en Dios son una misma cosa el entendimiento y el inteligible, la intelección, el sujeto inteligente y el objeto entendido.
La vida divina consiste precisamente en el pensamiento actual de Dios, en la intelección instintiva de la sustancia divina esencialmente inteligente e inteligible como actualidad purísima, y tan pura, aún en el orden inteligible, que la noción más propia de Dios, el concepto más esencial de la Divinidad, es la intelección, el pensamiento actual de su misma esencia como acto puro.
Sin embargo, a pesar del concepto elevadísimo que tiene Aristóteles de Dios, niega el filósofo de Estagira la Providencia divina o la intervención de Dios en el gobierno del mundo. Falto de la Revelación divina, Aristóteles, como Platón, dejó al descubierto en esa negación, como en errores morales y políticos, la deficiencia de la razón humana.
Moral de Aristóteles
El hombre –enseña el estagirita– es capaz de moralidad en cuanto está dotado de razón.
El fin o el bien que el hombre se propone alcanzar por medio de su acción es el primer movente y la primera causa de esta acción, aunque su consecución real y efectiva es posterior a las otras causas.
No siendo posible proceder in infinitum en el número y orden de los bienes que sirven de fin a nuestras acciones deliberadas, es preciso que haya alguna cosa que se considere como fin último y bien supremo asequible por medio de dichas acciones y, por consiguiente, como la última perfección del individuo.
Consiste ésta para el hombre en el ejercicio más perfecto de las facultades que son propias del hombre como ser racional, y, por consiguiente, en la práctica de la virtud y, sobre todo, en la contemplación de la verdad. Así, pues, la última perfección del hombre y su felicidad en la vida presente consiste en la operación propia de la razón como la cosa más divina en el hombre. Las riquezas, los honores, la salud y los demás bienes de la vida no constituyen la felicidad y perfección del hombre; pero pueden contribuir a ella y son necesarios para esta felicidad, en la medida en que pueden facilitar la posesión de la virtud y la contemplación perfecta de la verdad.
La virtud moral, según Aristóteles, es un hábito o facilidad adquirida por la repetición de actos para elegir y ejecutar el bien honesto, consistente en el medio que se aparta de los extremos viciosos, siendo propio de la razón, informada y perfeccionada por la prudencia, conocer y fijar el medio en que consiste la virtud.
Teoría político-social de Aristóteles
El hombre está destinado por la Naturaleza a vivir en sociedad. La sociedad no puede subsistir sin un poder público y sin leyes. El poder público es a la sociedad como el alma al cuerpo.
La ley es natural o puramente humana. La ley natural obliga siempre y en todas partes, aunque no haya sido sancionada por el legislador humano. La ley puramente humana determina y prescribe lo que de suyo es indiferente, pero que puede dejar de serlo para el ciudadano una vez promulgada.
El gobierno real, el aristocrático y el democrático son tres formas de gobierno buenas en sí mismas, a condición de que no degeneren en tiranía el primero, en oligarquía el segundo y en demagogia el tercero.
La condición fundamental de la bondad y legitimidad de un régimen político dependen de que procuren y realicen el bien común.
Cuando se trata de fundar el régimen político de una sociedad no se ha de atender a lo que es mejor en sí mismo sino a lo que es posible, sin perder de vista, al propio tiempo, las condiciones que pueden influir para hacer más fácil y aceptable para la generalidad de los ciudadanos ésta u otra forma de gobierno.
El fin del gobernante y legislador debe ser, ante todo, hacer virtuosos a los ciudadanos y obedientes a las leyes. El Estado debe realizar el derecho en la sociedad, y así es que la justicia es en cierto modo la virtud específica de la comunidad político-social. Nada hay más detestable y perjudicial que la injusticia acompañada de poder.
El legislador, el político y el gobernante no deben proponerse la guerra como fin propio, ni siquiera como fin principal del Estado que es absurdo y contrario al Estado mismo emprender guerras y conquistas cuando no son legítimas y justas, y yerran grandemente los que hacen consistir el arte político en dominar a otros, sin reparar en la justicia o injusticia de semejante dominación.
La propiedad y la familia son dos elementos esenciales de la sociedad. La comunidad de bienes y de mujeres es absurda, inmoral e incompatible con el buen orden y hasta con la existencia de la sociedad. Sin embargo, el Estado –dice lastimosamente Aristóteles– tiene el derecho y el deber de prohibir a los padres conservar a los hijos que nacen estropeados y también tener más hijos que los señalados por la ley.
El sistema de educación recomendado por Aristóteles es más moral y rígido que el de Platón.
Admite la esclavitud, pero supone un tratamiento racional y humano de los esclavos.
Discípulos y sucesores de Aristóteles
1. Teofrasto fue el primer sucesor de Aristóteles en la dirección de la Escuela Peripatética
Teofrasto escribió muchas obras, la casi totalidad de las cuales se ha perdido. Se conservan algunos tratados de historia natural y el libro Caracteres.
Teofrasto se dedicó a explicar y a comentar la obra del maestro, tendiendo a armonizar la doctrina de Platón con la de Aristóteles.
2. El segundo sucesor de Aristóteles fue Estratón de Lámpsaco, que corrompió la doctrina del maestro, degenerándola, transformándola en naturalismo contrario a la verdadera doctrina del fundador de la Escuela.
3. Después de la muerte de Estratón, la dirección de la Escuela pasó a manos de Licón de Tróade, cuya fecundidad y elegancia en el decir fueron grandes, pero más bien de palabras, no de cosas.
4. A Licón sucedieron Aristón de Ceos, Critolao y Jerónimo, que no ofrecen nada de particular, sino es que desnaturalizaron la doctrina moral de Aristóteles.
5. Fueron también sucesores de Aristóteles Dicearco de Mesina y Aristóxeno de Tarento, que desnaturalizaron la psicología del maestro.
En cuanto a los discípulos de Aristóteles, son innumerables, entre ellos todos los escolásticos de todos los tiempos. Aristóteles es el filósofo que más se ha estudiado, seguido y alabado.