Eloy Bullón Fernández (1879-1957)
El alma de los brutos ante los filósofos españoles (1897)
Biblioteca Filosofía en español, Oviedo 2001
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Capítulo III

El tomismo

Sumario. Santo Tomás. – El alma de los brutos forma sustancial. – Su carácter material y mortal. – Cuestión de la extensión o inextensión. – Los escolásticos españoles. – El rutinarismo de las operaciones de los brutos y la inteligencia. – El instinto. – Luis Vives. – Cervantes de Salazar y San Gregorio Magno. – Fray Luis de Granada. – Juan Huarte, Gall y Blumenbach. – Resumen.

La doctrina que Santo Tomás defendió acerca de los brutos fue la que enseñaron después todos los escolásticos, y con ellos los tomistas españoles. El alma de los brutos es, según éstos, una forma sustancial que informa la materia prima, constituyéndola no sólo en el grado de cuerpo, sino también de ente sensitivo. Esta forma sustancial es en el bruto causa de todas las operaciones vitales y, aunque de un [42] orden superior al corpóreo, es, sin embargo, y debe llamarse material y mortal.

Así lo dijo expresamente Santo Tomás, {8} el cual afirma que, no teniendo los animales otras facultades que las sensitivas que dependen del cuerpo, una vez separada el alma de los órganos corporales, está incapacitada para obrar, y por lo tanto debe morir.

No obstante lo anterior, discutían los escolásticos sobre si el alma de los brutos era extensa o inextensa, y aquí eran varias las opiniones, si bien los más de ellos enseñaban con el Doctor Angélico {9} que era indivisible e inextensa, por lo menos la de los más perfectos.

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Los escolásticos españoles concedían a los brutos no sólo los cinco sentidos [43] exteriores, sino también otros cuatro interiores, y entre ellos la estimativa, o sea una facultad capaz de conocer los objetos sensibles bajo otros aspectos y razones, que no eran conocidos por los demás sentidos, como la conveniencia o no conveniencia, &c.

Sin embargo, todos ellos les negaban de común acuerdo la inteligencia, fundados en la eterna rutina de sus operaciones; y de aquí el que indicasen esta facultad como el esencial distintivo que elevaba al hombre sobre los animales. Según los escolásticos, los maravillosos artificios de algunos brutos tienen suficiente explicación en el instinto, facultad material y necesaria que les impulsa á obrar, y si suponen una razón que los dirija y ordene, ésta no está en ellos, sino en el Supremo Artífice que los creara, a la manera que el ingenioso mecanismo del reloj arguye e implica una inteligencia directora, pero no en sí mismo, sino en el relojero.

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La doctrina de los escolásticos era, como vemos, la más completa y razonada que hasta entonces se había expuesto acerca de los brutos. Con ella se resolvían todas las dificultades de los adversarios, y tenían suficiente explicación las diversas funciones y actos que en los brutos se verifican. No es, por lo tanto, de extrañar que suscribieran esta teoría los tomistas españoles, como Gabriel Vázquez, Domingo de Soto y los cardenales de Toledo y Lugo, ni aun que a ella se adhirieran muchos escritores que no militaban en otros puntos bajo las banderas del Doctor Angélico.

Así el mismo Luis Vives, {10} tan enemigo en otros puntos de la Escolástica, escribe que los animales tienen sensación, fantasía y estimativa, pero de ningún modo razón e inmortalidad. Más aún: según el insigne polígrafo de Valencia, la razón sería en los brutos superflua, toda vez que natural y necesariamente [45] buscan su bien y realizan sus actos. A los que conceden a los brutos inteligencia, fundados en sus maravillosos artificios, responde Luis Vives {11} muy agudamente que en ese caso habría que atribuírsela también aun a los seres inanimados que, o en su constitución o en sus obras, muestran algo admirable. Estas cosas admirables, proficiscuntur, dice, a ratione non rei naturalis, sed naturae, hoc est, Auctoris Dei.

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Lo mismo escribía con galana frase el célebre humanista toledano Francisco Cervantes de Salazar, en la continuación al Diálogo de la dignidad del hombre, donde dice que éste «es igual con las plantas en el crecer, lo cual en ellas se llama anima vegetativa, igual con los animales en el sentir, lo cual en ellos se dice anima sensitiva; pero tiene razón, de la cual las plantas y bestias carecen». [46] Pensamiento que ya expuso San Gregorio Magno en estas palabras: Habet (homo) commune esse cum lapidibus, vivere cum arboribus, sentire cum animalibus.

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«Otro grado de vida más perfecto, escribe {12} también Fray Luis de Granada, tienen los animales (mayormente los que llamamos perfectos) que las plantas, porque tienen sentido y movimiento.» Y un poco más abajo añade que los animales carecen de razón, «la cual suple Dios con su providencia obrando en ellos, por medio de las inclinaciones e instintos naturales que les dio, lo que ellos obraran si la tuvieran perfecta».

En toda la parte primera del Símbolo de la Fe narra Fray Luis de Granada, tomándolo, ora de Plinio, ora de Tulio, algunas operaciones y admirables artificios de ciertos animales, y por las palabras que a veces emplea pudiera alguno [47] creer que el insigne dominico concede razón a los brutos; pero el párrafo que anteriormente he citado aleja toda duda, y además debe considerarse que Fray Luis de Granada no habla en el Símbolo de la Fe como filósofo, sino como teólogo místico, y por tanto debe dispensársele que no use el tecnicismo propio de la Filosofía.

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En términos muy semejantes a los de Salazar se expresaba Juan Huarte cuando, después de haber dicho {13} que el hombre conviene con el bruto en lo vegetativo, en el movimiento local, en la memoria y fantasía, añade: «La potencia en que difiere el hombre del bruto es el entendimiento». Sin embargo, el médico de Pie de Puerto (Huesca) se separa en otras muchas cosas de los escolásticos, rechazando con dura calificación el instinto que éstos admitían. [48]

Las habilidades de algunos brutos, dice Huarte, no se deben explicar por aquellos vanos instintos de naturaleza que fingen los filósofos; antes, al contrario, afirma que deben atribuirse al diverso temperamento y complexión de las materias cerebrales, porque «la sabiduría del alma sensitiva depende del cerebro, y entre los animales de una misma especie el que fuere más disciplinable e ingenioso nace de tener el cerebro más bien templado» {14}. Como vemos, Huarte aplicó a los brutos la misma teoría que había aplicado al hombre, precediendo en esto muchos años a lo que más tarde habían de enseñar el doctor Gall y Blumenbach, si bien, con más lógica que estos filósofos, afirmó que las facultades morales dependían no sólo del volumen, sino también de la calidad y complexión del cerebro.

Tales eran las opiniones que acerca de los brutos corrían en el siglo XVI, en el que nadie ponía en duda que estos seres estuvieran dotados de percepción y [49] apetito, aun cuando fuesen diversas las teorías que acerca de la divisibilidad de sus almas se enseñaban y las que se defendían acerca del principio de sus actos, pretendiendo los escolásticos que eran debidos al instinto y estimativa, y otros con Huarte que eran causados por el diverso temperamento del cerebro, no faltando tampoco, como veremos más tarde, quienes los atribuyesen a una inteligencia o razón más o menos perfecta.


{8} Summa contra gentes, cap. LXXXII.

{9} Sed forma quae requirit diversitatem in partibus, sicut et anima, et praecipue animalium perfectorum, non aequaliter se habet ad totum et ad partes; unde non dividitur per accidens scilicet per divisionem quantitatis. (Summa Theologica, I-P.-Q. 76., art. 8º.)

{10} Joannis Ludovici Vives Opera omnia, distributa et ordinata a D. Gregorio Majansio. – Valentiae Edetanorum. In officina Benedicti Monfort.Anno MDCCLXXXII.

{11} Vid. tomo III. –De anima et vita, lib. II, cap. IV.

{12} Introducción al Símbolo de la Fe, parte primera, cap. XI.

{13} Examen de ingenios para las ciencias, capítulo VI.

{14} Ibid., cap. VII.


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Eloy Bullón Fernández | El alma de los brutos
Madrid 1897, páginas 41-49