José María Rodríguez Rodríguez 1877-1961
Interesante personaje español, que trabajó en su juventud en Cuba y en México, donde trabó amistad con José Vasconcelos en 1905, en Durango (México), y que veinte años después, ya propietario en Gijón (España) del café Lion D'Or, promovió la presencia de Vasconcelos en Gijón (21-25 julio de 1925). El 31 de octubre de 1925, víctima de un alevoso crimen político e ideológico, fue asesinado Edwin Elmore, impulsor del Congreso Iberoamericano de Intelectuales que auspiciaba, entre otros, Vasconcelos. José María Rodríguez recopiló en 1926 buena parte de los documentos en torno a este escandaloso atentado, que logró descabezar y frustrar uno de los intentos más rigurosos de integración hispanoamericana de los años veinte (a favor de intereses latinoamericanos europeístas antiespañoles y, por supuesto, de panamericanismos manejados por el norteamericano anglosajón), que fueron publicados por la misma editorial de Madrid que había editado, unos meses antes, La raza cósmica de Vasconcelos. La recopilación de José María Rodríguez lleva por título: Poetas y bufones. Polémica Vasconcelos-Chocano, el asesinato de Edwin Elmore (Agencia Mundial de Librería, Madrid 1926, 179 págs.), y su texto íntegro quedó publicado de nuevo, incorporado al Proyecto Filosofía en español, en diciembre de 2010.
En 1932 Vasconcelos y su familia, que vivían en Madrid, decidieron pasar el verano en Luanco («…y la amistad de mi compadre José Rodríguez nos llevaron a pasar la temporada por Asturias»), estancia que prolongaron al establecerse durante más de un año en Somió (entonces una aldea aledaña de Gijón), donde mantuvieron continua relación: durante 1932-1933 Vasconcelos informaba a los destinatarios de sus cartas: «Mis señas: José Rodríguez. Café Lion D'Or. Gijón.»
Anarquista en su juventud, los abusos que como pequeño empresario sufrió durante el periodo socialista en los años previos a la Guerra Civil, que le obligaron a deshacerse de la propiedad de la cafetería a la que había dedicado veinte años, le llevaron, según Vasconcelos, a simpatizar con el franquismo. Falleció en Gijón a los ochenta y cuatro años, el primero de diciembre de 1961, y su esquela mortuoria le vinculaba entonces a la razón social «Confecciones Yunke».
«Contábamos esa vez con tres caballos. Para aprovecharles invité a uno de los compañeros de mesa de la pensión: el español José Rodríguez, muy popular en nuestro grupo. Cuando llegó el momento de montar, yo elegí el más manso, con derecho de principiante. El dueño de los caballos se acercó deferente a Rodríguez, y preguntó: —¿Usted quiere uno manso? —A mí, cualquiera –repuso–; en la fuerza de Cuba fui de caballería…– &c., &c. Cediéronle entonces un potrillo negro muy nervioso. Montamos, y apenas nos despedimos del borde de la acera delante de las señoras de la casa y los pensionistas, cuando Rodríguez salió por las ancas, ileso y de pie. Había metido espuelas al brioso animal, que después de sacudir al jinete se lanzó sin brida por los arrabales. Vinieron tras el susto las bromas que nuestro amigo, impertérrito, desarmaba, alegando: —Bueno; pero fijarse que no me ha hecho nada…; eso se llama saber caer–. Con este Rodríguez trabé amistad perdurable. Discutidor y trotamundos, inteligencia rápida aunque sin cultivo, nos adoctrinaba en socialismos derivados de Blasco Ibañez y de la literatura anarquista de Barcelona. Su trato áspero escondía un corazón sensible. Una pequeñita de la pensión, una Carmencita de dos años, lo bautizó con el sobrenombre afectuoso de Capuchín, alteración del gachupín que familiarmente le aplicábamos. Una de las famosas hazañas de este gachupín Rodríguez, nativo de Avilés, en Asturias, fue la de cómo perdió un buen puesto de administrador de fábrica porque tomó el partido de los obreros mexicanos en una huelga contra los patronos franceses.» (José Vasconcelos, Ulises Criollo, México 1936, en Obras completas I:529-530.)
«Una excepción hice en favor de Gijón, en Asturias, porque allí se hallaba aquel gachupín de la fonda durangueña, mi viejo amigo, explotando un café modesto y me invitaba a verlo.» (José Vasconcelos, El desastre. Tercera parte de Ulises Criollo, México 1938, en Obras completas I:1549.)
José María Rodríguez Rodríguez
con sus hijos Honorio y Javier
(Gijón, enero de 1934)
«…y la amistad de mi compadre José Rodríguez nos llevaron a pasar la temporada [verano de 1932] por Asturias, en el puertecito de Luanco.» «Mi compadre Rodríguez, el de la pensión de Durango, ya casado, con tres hijos, nos visitaba semanariamente. Nosotros lo veíamos en su café de Gijón, cada vez que bajábamos al puerto, distante apenas media hora de nuestra casa. El café de mi compadre se hizo centro mexicano.» «Y lo que en España se gestaba no era menos desconsolador. En el café de mi compadre se observaba, como en reducción y miniatura, lo que en el resto del país inquietaba. En sus mocedades, mi compadre había sido anarquista y en toda época fue republicano activo. Al principio de la República tuvo influencia, pero no pidió nada para sí […]. Pero, desde el ascenso al poder de los socialistas, los negocios empeoraban y el hombre medio, el comerciante en pequeño, ya no podían vivir. Para ganarse votos, y sin escrúpulo alguno por el bien general, impusieron los socialistas reglamentos y exigencias de trabajo, tiranías sindicales que resultaban ruinosas. Por ejemplo, mi compadre sostenía su negocio con dificultad, la población flotante había disminuido. Gijón estaba muerto económicamente y he aquí que, de pronto, se exige a los patronos chicos y medianos, aumento de salario, disminución de horas y, peor aún, elección de personal mediante arreglos con el sindicato. Un sobrino joven ayudaba a mi compadre, como mesero aprendiz, a medio sueldo. El sindicato exigió su separación. Lograda ésta, ya no tuvo medio de controlar, evitar los pequeños abusos que, cínicamente y en sus propias narices, cometían los camareros coaligados y autónomos, dentro del pequeño negocio; por fin, tuvo la fortuna mi compadre de vender su establecimiento, construido en veinte años de esfuerzo, perdiéndole. Y el comprador quebró a los pocos meses. A nadie sorprendió, pues, que, al llegar el momento oportuno, gentes como mi compadre resultaran franquistas, antisocialistas, cualquier cosa menos la dictadura socializante de tan mala fe administrada. […] Antes de la aparición de la Ética había circulado en España un libro que compuso mi compadre Rodríguez, con los documentos y opiniones sobre el asunto Elmore-Santos Chocano. Tituló el libro Poetas y Bufones, incluyó en él un estudio referente al caso, de Jiménez de Asúa, el célebre penalista y personaje republicano.» «Mi compadre Rodríguez no se resignaba a vernos partir. […] Muy de mañana salimos de Gijón [septiembre 1933], despedidos por Angelín, acompañado de mi compadre Rodríguez, que nos siguió hasta Oviedo.» (José Vasconcelos, El proconsulado. Cuarta parte de Ulises Criollo, México 1939, en Obras completas II:547-548, 550, 553-555, 570.)
«Rodríguez (José María). Escritor contemporáneo, nacido en Villalegre (Avilés) el 13 de agosto de 1877, hijo de don Manuel Rodríguez García y de doña Ramona Rodríguez López, de humilde posición económica. Esta circunstancia, no obstante su afán de estudio, sólo le permitió recibir la instrucción primaria. En la adolescencia marchó a Cuba donde trabajó como dependiente de comercio, sin más descanso que el concedido para el sueño y pésimamente remunerado. Las condiciones en que se desenvolvía su vida hicieron de él un rebelde. Al sobrevenir la guerra de Independencia cubana (1895) se le obligó a tomar un fusil, aun cuando no tenía la edad militar establecida por las leyes. Luchó con todo ardor y entusiasmo; fue de los que aguantaron heroicamente el sitio puesto a Candelaria por los insurrectos del 5 al 7 de febrero de 1896, hasta que el general Francisco Canella y Secades libertó a los sitiados. Pero concluida aquella guerra y aguzada su rebeldía con la lectura de Joaquín Costa y algunos escritores de la generación del 98, José María Rodríguez casi se sintió arrepentido de aquel comportamiento: «Me examiné culpable –dice– por haber combatido contra los hijos de un país que tenía sobrada razón para pedir su libertad; aunque mi culpa era inconsciente, por obediencia patriótica, se alzó en mí el fantasma de la protesta». Hacia 1900 aparecieron sus primeras colaboraciones en el periódico El Guireño, que se publicaba en Güira de Melena. También acogió trabajos suyos El Heraldo de Asturias, en La Habana. Por ese tiempo abrió en el pueblo de Alquizar un establecimiento comercial propio, pero este negocio no fue todo lo próspero que apetecía, y en 1902 se trasladó a Méjico. En los primeros años de su residencia en este país estuvo destinado en el ramo de tejidos; después fue administrador de fábricas y más tarde agente propagandista de los Almacenes de Depósito Generales. Con ese motivo, desde 1907 hasta 1914 viajó desde Texas y California hacia el Sur por casi toda la América hispana. En los años anteriores al comienzo de la revolución mejicana de 1910 estuvo al servicio de esta causa. Entre los periódicos donde publicó sus trabajos figuran el Heraldo, de Durango; La Prensa, de Monterrey, y Correo Español, Argos y El Mundo, los tres de Méjico capital. Otra faceta de sus campañas era la de procurar la simpatía y el acercamiento de los intelectuales americanos a la España progresiva; tal empeño le proporcionó estrechas relaciones con mejicanos y otros hispanoamericanos de fuste, especialmente con José Vasconcelos, quien consagra a José María Rodríguez casi todo un capítulo del libre Ulises criollo. En 1914 José María Rodríguez se repatrió y poco después contrajo matrimonio en el barrio avilesino de nacimiento con doña Luz García Álvarez. Algo más tarde trasladó su residencia a Gijón, donde vive desde entonces. Por espacio de algunos años administró el café de su propiedad Lion D’Or y después se dedicó a negocios particulares. Después de repatriado continuó colaborando en algunos periódicos regionales, con mayor asiduidad en La Voz de Avilés, bajo el seudónimo de José de Muñás, en los años 1915 y siguiente. Su principal labor de publicista ha sido la de recoger la polémica sostenida por Vasconcelos y Santos Chocano, que dio lugar a la muerte alevosa por este último del escritor Edwin Elmore, polémica recogida en el volumen anotado a continuación. (* José María Rodríguez Álvarez falleció en Gijón el 19 de octubre de 1935.) Obras publicadas en volumen: I. Poetas y bufones: Polémica Vasconcelos-Santos Chocano. El asesinato de Edwin Elmore (Barcelona 1926).» (Constantino Suárez [El españolito, 1890-1941], Escritores y Artistas Asturianos. Índice bio-bibliográfico, edición y adiciones de José María Martínez Cachero, tomo VI, Oviedo 1957, páginas 520-522. Adviértase el error en el añadido de Cachero al artículo de españolito [con asterisco entre paréntesis], pues ofrece una fecha de fallecimiento correspondiente a otra persona de apellidos diferentes que no se corresponde con la fecha de fallecimiento del protagonista de la entrada, que aún vivía cuando se publicó esta obra, pues falleció en Gijón el primero de diciembre de 1961.)
«† Rogad a Dios en caridad por el alma del señor Don José María Rodríguez Rodríguez (de la razón social «Confecciones Yunke»), que falleció en Gijón, a las 11,30 horas del día 1 de diciembre de 1961, a los ochenta y cuatro años de edad, habiendo recibido los santos sacramentos y la bendición apostólica. R. I. P. Su apenada esposa, Doña Luz García Álvarez; hijos: doña Ángeles, don Honorio y don Javier Rodríguez García; hija política, doña Amparo García Lafuente; hermana, doña María Rodríguez Rodríguez; hermanos políticos: doña María, doña Etelvina y don Alfredo García Álvarez y doña Ceferina Menéndez Suárez; nietos: María Isabel y Francisco Javier Rodríguez García; sobrinos, primos y demás familiares, ruegan a sus amistades encomienden su alma a Dios y se dignen asistir a la conducción del cadáver, que se verificará a las doce de la mañana de hoy, sábado, día 2, desde la casa mortuoria: calle Cabrales, núm. 43, a la iglesia parroquial de San Lorenzo, en donde se celebrará el funeral de cuerpo presente, y acto seguido su traslado al panteón familiar de San Esteban de Molleda (Villalegre), Avilés, en donde recibirá cristiana sepultura, por cuyos actos de caridad vivirán eternamente agradecidos. La familia ruega se abstengan de visitarla.» (Voluntad. Diario del movimiento, Gijón, sábado 2 de diciembre de 1961, página novena.)
(Las fotografías nos fueron facilitadas amablemente en 2010 por su hijo Honorio Rodríguez García,
fallecido en Gijón el día 15 de enero de 2017, a los 89 años de edad.)
★ Sobre José María Rodríguez en Filosofía en español
1926 Carta de Vasconcelos a don José María Rodríguez (París, 18 de enero de 1926)
Poetas y bufones. Polémica Vasconcelos-Chocano, el asesinato de Edwin Elmore
★ Textos de José María Rodríguez en el Proyecto Filosofía en español
1926 Por espíritu de justicia, en Poetas y bufones…, págs. 5-9.