Tomo primero ❦ Carta XIX
Sobre el tránsito de las arañas de un tejado a otro
1. Reverendísimo Padre, y muy señor mío: Después de dar a V. Rma. las debidas gracias por lo mucho que me favorece, y ofrecerme muy de veras a su servicio, digo, que la dificultad que V. Rma. me propone, conviene a saber, cómo las Arañas, sin volar, pasan de un árbol a otro, u de un tejado a otro, para hacer sobre entrambos puente con sus hilos, es una de las más curiosas, y abstrusas, que pueden ofrecerse en la Física. Ha muchos años que he pensado en ella algunos ratos, sin poder encontrar solución alguna. Pero últimamente la hallé, debiéndola precisamente a mi lectura, sin concurrir mi observación, ni mi ingenio. Este secreto, pues, se halla descubierto en las Memorias de la Academia Real de las Ciencias del año de 1707, pág. 344, por la diligencia del Académico Mr. Homberg, que con gran cuidado observó todos los movimientos, y operaciones de las Arañas. El modo con que atraviesan los hilos de un tejado a otro, (lo mismo de un árbol a otro) es éste: Pónese la Araña avanzada sobre la extremidad de una de las últimas tejas: allí, estribando solamente sobre las seis piernas anteriores, con las dos de atrás va sacando de su parte posterior por unos agujeros, que la naturaleza destinó a este efecto, un jugo glutinoso, y formando de él un hilo de dos, o tres, o más varas de largo... (Faltó advertir, que esta operación sólo la hace en tiempo de calma). El hilo, formado en esta circunstancia de tiempo, y de sitio, queda pendiente al aire, y pegado, a favor de su misma glutinosidad, en el sitio mismo donde la Araña le hizo: pegado digo, por una extremidad, hasta que [166] algún vientecillo, entre varias agitaciones, que da al hilo, casualmente lleva la otra extremidad, que está pendiente, o al tejado de enfrente, o a la pared, o a otro árbol vecino, y allí se pega por la misma causa; lo que reconocido por la Araña, y que queda flojo por lo común, le va recogiendo algo hacia sí, hasta que le siente bastantemente tirante; pégale entonces de nuevo al sitio en que está, con que ya tiene puente para pasar a la otra parte, como en efecto pasa; y colocada allí en la punta de otra teja, empieza la obra de otro hilo paralelo al primero; pero éste, y los demás que se siguen, no quedan al beneficio del viento; sino que la Araña, paseándose por el primer hilo, le va formando, y conduciendo al mismo sitio, y así va continuando su obra, hasta que teniendo bastantes hilos (según el designio que forma) hace, sostenida de ellos, otros hilos transversales, con que ata los primeros; y del tejido de unos, y otros resulta su delicada tela. Esto es lo que he hallado en la materia, para la satisfacción de V. Rma. a cuya obediencia quedo suplicando a nuestro Señor guarde su vida muchos años. De esta de V. Rma. &c.