Filosofía en español 
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Tomo primero Carta XXXVI

Satisfacción a un Gacetero

1. Muy Señor mío: Vista la queja de Vmd. en asunto de lo que en el octavo Tomo del Teatro escribí sobre la poca fe, que en orden a algunas noticias merecen las Gacetas de esa Ciudad, quisiera dar a Vmd. una satisfacción tan de su gusto, que pudiese tener el de estamparla, [285] para reintegrar en el Público el crédito de su pluma. Pero esto es lo que acaso no podrá ser; porque a cuanto para este efecto puedo extenderme, es a conceder la buena fe, de Vmd. en cuanto escribe, y estampa, a la cual ciertamente asiento muy de corazón por las noticias que tengo de su sincero, y honrado genio.

2. Hágome cargo de lo que Vmd. me dice, que no tiene tiempo para examinar la verdad de las noticias que recibe antes de darlas al Público, por ser preciso ponerlas en la prensa inmediatamente a su recibo; de otro modo, se expondría a no anunciar en la Gaceta, sino sucesos sabidos antecedentemente de todo el mundo. Convengo en ello; y así, no pretendo tal pesquisa, sí sólo, que así Vmd. como todos los demás Gaceteros, usen de alguna precaución en el modo de divulgar aquellas especies, que por el carácter de muy extraordinarias, se hacen sospechosas, a fin de que los Lectores incautos no las admitan como ciertas, a menos que no lleguen autorizadas por testigos muy fidedignos. Poco cuesta el ribete de que tal noticia necesita de confirmación.

3. Creía yo, por lo que de Orán se me había escrito, que Vmd. no tenía la especie del Carbunclo de otra mano, que la del Oficial, que fue Autor de la fábula; en cuya consecuencia noté, que constando en esa Ciudad la noticia por una Carta sola, hubiese Vmd. publicado, que había llegado en varias Cartas. Asegúrame Vmd. ahora, que no fue una sola, sino algunas. Asiento a ello de muy buena gana. Pero juntamente afirmo, que no siendo las Cartas de sujetos de autoridad muy respetable, u de veracidad muy conocida, constituyen prueba muy débil para un suceso tan peregrino, como el hallazgo de un Carbunclo.

4. No esperaba yo, y mucho menos pretendía, que lo que escribí de la poca seguridad de las noticias de esa Gaceta, rebajase el interés de la impresión, minorando el consumo de los Ejemplares. Es ciertamente muy particular esa desgracia: pues ni se ha minorado el número de los Médicos, o la cantidad de sus salarios, por lo que escribí de falibilidad de la Medicina; ni se imprimen, o leen menos Almanaques, [286] después que el Doctor Martínez, y yo hemos evidenciado al mundo de la vanidad de sus Pronósticos.

5. Si fuese verdadera en todo rigor la máxima, de que, Mundus amat decipi, tanto más dinero se expendería en las Gacetas, cuanto más se reputasen mentirosas; y en ese caso habría yo hecho un gran servicio a los interesados en el producto de la de esa Ciudad. Ya veo, que por este capítulo no me darán las gracias. Pero acaso, si fuesen más reflexivos los compradores de Gacetas, sería acreedor a ellas por otro; que diré ahora. Antes que yo escribiese, ni pensase escribir sobre las fábulas Gacetales; a muchos, y muchas veces, oí censurar de muy poco verídicas las Gacetas de esa Ciudad. Es verosímil, que muchos, aunque por otra parte curiosos, en orden a noticias Gacetales, nos las quisiesen comprar por este motivo. Pues ve aquí que estos mismos pudieron esperar que en virtud de mi advertencia al Público, sobre la poca seguridad de sus noticias, pusiese el que forma esas Gacetas más cuidado dándolas a la prensa más castigada, y en esa fe comprarlas algunos de los mismos, que las despreciaban antes.

6. Pero la verdad, Señor mío, es, que yo, ni solicité impedir, ni promover el consumo de sus Gacetas, sí sólo cumplir con mi oficio, que es el de Desengañador del Vulgo, oficio a la verdad honrado, y decoroso; pero triste, ingrato, y desabrido, más que otro alguno. Mi profesión es curar errores; y es cosa notable, que la Medicina que aplico a los entendimientos, exaspera las voluntades. ¡Qué injurias, y dicterios no se han fulminado contra mí! ¡Cuántas necias, y groseras invectivas he padecido! Este trabajo me ha venido de parte de los incurables. Lo peor es, que muchos de estos, no sólo tienen achacosa la cabeza, mas también el corazón; y para los vicios de esta entraña, sólo Dios sabe el remedio.

7. Ciertamente no es Vmd. del número ni por la parte del entendimiento, ni por la de la voluntad; pues todo el contexto de su Carta me hace palpable cuán bien condicionadas tiene una, y otra Potencia. Y aun puedo decir que lo [287] Inteligente, y Discreto se dejó conocer bastantemente en el concertado estilo, y ajustado método de sus Gacetas, por lo que yo he leído con mucho gusto las que me han venido a las manos.

8. Por lo que mira a la seguridad de las noticias, estamos mucho más fáciles de convenir los dos, que lo que Vmd. acaso imagina. ¿Piensa Vmd. que yo pretendo, que no de a la estampa, sino aquellas, de cuya verdad esté asegurado? Nada menos. ¡Qué Gacetas tan tristes, secas, y descarnadas tendríamos, si sólo se nos diesen a leer en ellas aquellas pocas especies, cuya verdad puede afianzar el que las escribe! No señor. Mi dictamen es, que serán mucho más apreciables aquellas Gacetas, en que se divulguen cualesquiera novedades, o ciertas, o sólo probables, que sean oportunas para lisonjear la curiosidad de cualesquiera entendimientos bien dispuestos, que aquellas en que se descarten todas las dudosas. Lo que únicamente pretendo, es, que a éstas se aplique el correctivo de que necesitan de confirmación; y si después faltare la confirmación, o se descubriere la falsedad, advertirlo en alguna de las siguientes Gacetas.

9. Otra lección daría a Vmd. para precaver en adelante las sugestiones de especies fabulosas, si no temiese, que su tímida modestia le ha de disuadir el uso de ella. Sin embargo, sirva, o no sirva, me resuelvo a proponerla. El remedio precautorio es sacar a la vergüenza a cualquiera, que por chiste pretenda persuadir a Vmd. algún embuste, para lo que publique; con eso escarmentarán los demás que adolecen de esta jocosidad maligna. V.g. luego, que Vmd. supo, que era falsa la noticia del Carbunclo de Orán, pudo nombrar en la Gaceta inmediata el sujeto, que se la había comunicado, pues le conocía; con eso, así él, como otros, se guardarían de sugerir a Vmd. otras patrañas, por el temor de verse descubiertos por Autores de ellas. Mas cuando el sujeto que escribe la noticia no es conocido, lo que se debe hacer, es, despreciarla. Nuestro Señor guarde a Vmd. &c.


{Feijoo, Cartas eruditas y curiosas, tomo primero (1742). Texto según la edición de Madrid 1777 (en la Imprenta Real de la Gazeta, a costa de la Real Compañía de Impresores y Libreros), tomo primero (nueva impresión), páginas 284-287.}