Filosofía en español 
Filosofía en español

Ante el fallecimiento de

Miguel Sánchez-Mazas Ferlosio

3 septiembre 1925 / 6 mayo 1995


En la muerte de Sánchez-Mazas

Carlos París. El Mundo, 21 mayo 1995, página 86.

La Universidad, la ciencia y la vida intelectual española acaban de perder una gran figura: la de Miguel Sánchez-Mazas. Una figura que también en el ámbito de la política hubiera debido jugar un importante papel en estos años, si nuestra transición y democracia no hubieran sido tan mezquinas para incorporar y realzar a las figuras que durante décadas lucharon contra la dictadura, con verdadera voluntad de transformar nuestra sociedad según los ideales de la izquierda.

Y llega la muerte de Miguel Sánchez-Mazas en momentos en que estaba lleno de proyectos, tanto individuales como colectivos. Porque Miguel no fue sólo un gran pensador, sino un impulsor y organizador que contagiaba su entusiasmo por las tareas más rigurosas. Y era capaz de vitalizar lúdicamente los temas más abstractos con esa genialidad de su talante matemático, que he podido comprobar también en otras ilustres figuras de este ámbito del pensar humano como Rey Pastor o Federico Gaeta, y que era sustancia de su vida. Una vida a la que ni las duras luchas, ni las enfermedades –que ya había superado– cortaron nunca la animosidad y el fervor juveniles. De modo que su muerte nos llega terriblemente frustrante y absurda. Cuando tras el largo exilio podía desarrollar con plenitud su labor en España, con su enseñanza en la Universidad de Euskadi, con la segunda etapa de Theoria, con el cúmulo de proyectos que acariciaba.

Yo no puedo evocarle sin recordar lo que fueron los años 50. Por aquellos tiempos la filosofía española, y especialmente la lógica, estaba inundada por los silogismos de la Escolástica, Juan de Santo Tomás era la última palabra. Y no había más alternativa que la filosofía de la existencia –normalmente tomada como objeto de contraste y refutación– o la continuación de la escuela orteguiana. Fue entonces cuando lanzamos la revista Theoria con la intención de promover y crear una filosofía científica. Revista que no sólo dirigía, sino que sacaba adelante con ímprobo esfuerzo y la ayuda de su compañera María Luisa Cutanda.

En el pasado de nuestro pensamiento emergía sólo la obra de García Bacca, en los años 30, como aportación a la lógica moderna y después, en su también largo exilio, a la filosofía de la ciencia. Tomamos contacto con la lógica matemática y sus cultivadores, empezamos a difundirla, pero, además, Miguel mostró en este terreno una capacidad creativa original, de que dan muestra ya sus primeros trabajos en Theoria, con sus planteamientos de una lógica de la comprensión y su renovación de Leibniz. Algo en lo que persistiría, para incorporar después la investigación en informática jurídica, dejándonos una aportación del más alto relieve formal y filosófico.

Y fueron también aquellos años 50 en los que se decantó su postura política. Años en que, al tiempo que la dictadura normalizaba sus relaciones exteriores, con los Estados Unidos, con el Vaticano y se extinguía la guerrilla, se manifestaba el disconformismo de miembros de una nueva generación –muchos de ellos de familias del régimen o de derechas– empalmando con la actividad clandestina. Miguel, implicado en los acontecimientos del 56, fue detenido y optó por el exilio y la militancia en el PSOE. Que, por cierto, nunca se percató y aprovechó los valores intelectuales, políticos y humanos del que militaba en sus filas, bien es verdad que con plena independencia y separándose de las claudicaciones derechistas –como en el caso de la OTAN–. Sánchez-Mazas, en considerable medida, ha compartido el destino de tantos españoles gloriosos a quienes nuestra sociedad –la oficial y poderosa– no ha reconocido a tiempo sus méritos. Podríamos recordar, en los principios de la transición, la negativa de un mezquino Consejo de Rectores, todavía dominado por el franquismo, a su nombramiento como Catedrático Extraordinario, en la repulsa global de las propuestas en favor de quienes tenían un historial de izquierdas. Pero Miguel ha compartido también el tesonero empeño y el largo aliento de estos nuestros mejores para persistir en la propia obra y en la fidelidad a las ideas por encima de la adversidad. Su ejemplo nos ilumina y sigue estimulando.