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Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro I

Capítulo XIII
Cómo un cavallero llamado Tiberio fue elegido por governador del Imperio por ser él buen christiano y después por ser buen governador fue electo por emperador; y que el Emperador Justiniano el moço por ser hereje y vicioso permitió Dios que perdiesse el seso y el imperio.


El quinquagésimo Emperador de Roma fue Tiberio Constantino, el qual sucedió a Justiniano el moço. Este Justiniano fue muy péssimo emperador, en que cuenta Paulo Diácono dél aver sido enemigo de los pobres, robador de los ricos, gran amigo de riquezas y muy enemigo de gastarlas; porque natural condición es de hombre avariento bivir toda su vida pobre por hallarse el día de la muerte rico. Fue en tanta manera avaro, que mandó hazer arcas de hierro y ponerlas en su palacio para guardar los tesoros que tenía robados; y esto no es de maravillar, porque dize Séneca que los príncipes avaros no sólo de los suyos, mas aún de sí mismos son sospechosos.

En aquellos tiempos estava muy contaminada la Yglesia con la heregía de los pelagianos, y el favorecedor y cabeça de ellos era este malaventurado príncipe Justiniano, de manera que para sí procurava riquezas y para el demonio grangeava las ánimas; porque aquellos que una vez Dios desampara de su mano no sólo se hazen siervos del demonio, mas aun procuran ser procuradores del infierno. Pues como los pecados de los hombres sean muchos, y los juyzios de Dios sean ocultos, y muchas vezes queriendo su misericordia salvar las ánimas quiere su justicia también castigar los cuerpos, viendo que quanto más yva tanto más en su damnación aumentava; [118] súbitamente, sin haber precedido ninguna señal de enfermo, el Emperador Justiniano se tornó loco; y por ser la cosa tan súbita puso gran temor en Roma, porque estar el príncipe loco era estar mudo el Imperio Romano. Fue este Emperador tan loco, que la vida y la locura juntamente uvieron fin en un día; porque las enfermedades que Dios da a los príncipes no por desconcierto de humores sino por corrupción de costumbres, ni ay médico que las alcance, ni medicina que las remedie.

Visto por el Imperio que el Emperador por sus pecados Dios le avía tornado loco, y que de su locura no se esperava remedio, acordaron de elegir una buena persona que tuviesse cargo de governar la república; porque a la verdad más sufrimiento y cordura ha menester uno para governar hazienda ajena que no para regir su casa propia. Cupo la suerte a un cavallero que avía nombre Tiberio, varón por cierto casto, justo, útil, sabio, esforçado, piadoso, limosnero, justiciero, en las armas venturoso y, sobre todo, christianíssimo. Y no se tenga en poco ser el príncipe buen christiano, porque no ay más bienaventurada república que la que es regida por príncipe de buena conciencia. Y porque no le faltasse ninguna virtud de las que un buen príncipe ha de tener, era temido de muchos y amado de todos, lo qual no es de tener en poco; porque ésta es la suprema cosa en los príncipes, conviene saber: que por la dulce conversación sean amados y por la rectitud de la justicia sean temidos.

Fue muger deste Emperador Justiniano una que se llamava Sofía Augusta, la qual señora era hermosa y sabia, y en lo que tocava a su persona assaz de buena fama; porque no ay cosa en que las señoras devan bivir más recatadas que en quitar las ocasiones de andar por lenguas ajenas. Pero, con todo esto, fue esta señora notada de la avaricia, ca trabajava mucho por juntar pecunia, y deleytávase en miralla, y recebía muy doblada pena en gastarla; porque las personas avaras tienen en poco que se les disminuya la vida con tal que se les aumente la hazienda. Tiberio Constantino, como governador del Imperio, como veýa que la Emperatriz Augusta Sophía estava muy rica, queriendo más aprovechar a la república que no [119] athesorar para sí hazienda, no hazía sino hedificar monesterios, reparar hospitales, casar huérfanos, redemir captivos; porque (hablando a ley de christiano) todo lo que sobra habiendo tomado lo necessario en obras piadosas ha de ser expendido. Finalmente hazía este príncipe virtuoso lo que deven hazer los que son príncipes christianos y no tyranos; porque propriedad es de príncipe tyrano juntar muchos thesoros agenos y después gastarlos en vicios propios. Sophía Augusta, viendo que Justiniano por estar loco ella ya no podía cohechar a los pueblos y robar a los ricos, y que Tiberio sin piedad gastava sus tesoros, por satisfazer a su lastimado coraçón lo uno, y por ver si podría poner remedio en lo porvenir lo otro, llamó un día a Tiberio y díxole estas palabras en secreto. [120]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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