Antonio de
Guevara


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Antonio de Guevara
Reloj de Príncipes
Valladolid 1529

Aquí comiença la tabla de la presente obra.


Libro I / Libro II / Libro III

Reloj de Príncipes


Tabla del primero libro

  • Capítulo primero. Del linage y nascimiento del Emperador Marco Aurelio, y pone el auctor en el principio del libro tres capítulos, en los quales se trata el discurso de su vida, porque con sus epístolas y dotrina se aprueva todo lo más de la presente obra.
  • Capítulo II. De una carta que escrivió el Emperador Marco Aurelio a un amigo suyo llamado Pulión, en la qual se cuenta la orden de su vida, y entre otras cosas haze mención de una cosa que aconteció a un censor de Roma con un mesonero de Campania.
  • Capítulo III. En el qual el Emperador Marco Aurelio concluye su carta, y cuenta por extenso todas las sciencias que aprendió y todos los maestros de quien oyó, y al fin pone cinco muy notables casos en que los romanos eran muy cuydadosos.
  • Capítulo IV. De la excellencia que tiene la religión christiana en tener conocimiento de Dios verdadero, y de la vanidad de los antiguos en tener tantos dioses, y que antiguamente, quando se reconciliavan sus enemigos en sus casas, también fazían que se abraçassen los dioses en los templos.
  • Capítulo V. De cómo fue entre los antiguos muy estimado el philósofo Bruxilo, y de la vida que hizo, y de la habla que hizo a los romanos a la hora de la muerte, y de cclxxx mil dioses que dio a los romanos.
  • Capítulo VI. De lo que dixo un philósopho en el Senado de Roma.
  • Capítulo VII. Cómo los gentiles pensavan que no era poderoso un Dios para defenderlos de sus enemigos, y de cómo los romanos, quando fueron combatidos de los godos, embiaron por todo el Imperio a pedir dioses emprestados.
  • Capítulo VIII. De una carta que embiaron los del Senado a todos los del Imperio.
  • Capítulo IX. Del Dios verdadero, y de la poquedad de los dioses vanos, y de muchas maravillas que hizo Dios en la ley vieja para mostrar su potencia divina.
  • Capítulo X. Que no ay más de un Dios verdadero, y que es dichoso el reyno que tiene el príncipe buen christiano, y de cómo los gentiles afirmavan los buenos príncipes después de muertos se tornavan dioses y los malos príncipes se tornavan demonios después de muertos. Prueva esto el autor por algunos antiguos exemplos.
  • Capítulo XI. De muchos dioses que tenían los gentiles, y de los oficios que tenían aquellos dioses, y de cómo se vengavan de los dioses de que no hazían lo que querían ellos, y de cómo eran xx los dioses escogidos y eran infinitos los dioses comunes.
  • Capítulo XII. De otros dioses más naturales y particulares que tuvieron los antiguos, y es el fin de escrivir esto el autor porque vea el príncipe christianíssimo quánto beneficio es no conocer sino a un Dios verdadero.
  • Capítulo XIII. Cómo un cavallero llamado Thiberio fue elegido por governador del Imperio sólo porque era buen christiano, y después por ser buen governador fue electo por Emperador, y que el Emperador Justiniano el moço por ser ereje y vicioso permitó Dios que perdiese el seso y el Imperio.
  • Capítulo XIV. De una plática que hizo la Emperatriz Sophía a Thiberio Constantino, siendo ambos a dos governadores del Imperio, y el fin de la plática es reprehender a Thiberio porque en gastar los tesoros del Imperio era muy largo.
  • Capítulo XV. De lo que respondió Thiberio a la Emperatriz Sophía, en la qual respuesta prueva que los príncipes para ser generosos no tienen necesidad de athesorar muchos thesoros, y de cómo a este buen Emperador Thiberio por ser buen christiano le reveló Dios un grandíssimo thesoro que estava en su palacio ascondido.
  • Capítulo XVI. Cómo un capitán llamado Narsetes venció grandes batallas sólo por ser buen christiano, y de lo que passó con la Emperatriz Sophía, y aquí se toca el daño que se sigue por ser los príncipes ingratos a los que los sirven.
  • Capítulo XVII. De cómo embió una carta Marco Aurelio Emperador al rey de Trinacria, do le trae a la memoria los trabajos que passaron entrambos en la mocedad, y reprehéndele porque es mal devoto a los templos, especial porque derrocó un templo para ensanchar su palacio.
  • Capítulo XVIII. Do prosigue el Emperador su carta, y persuade a que los príncipes sean de los dioses temerosos, y de la sentencia que dio el Senado contra el príncipe que derrocó el templo.
  • Capítulo XIX. En quánta veneración eran tenidos entre los gentiles los que de los dioses eran muy cultores.
  • Capítulo XX. Que por cinco razones deven los príncipes ser mejores christianos y más virtuosos que no sus vassallos.
  • Capítulo XXI. Quién fue el philósofo Bías, y de la constancia que tuvo quando perdió todo lo que tenía, y de un razonamiento que hizo a los que le consolavan de su trabajo, y de diez leyes que dexó a los príncipes las quales para los príncipes son leyes muy notables.
  • Capítulo XXII. Cómo Dios desde el principio del mundo siempre contra los malos puso justicia, special contra los príncipes que se atreven contra su Yglesia, y que todos los malos christianos no son sino parroquianos de los infiernos.
  • Capítulo XXIII. En cómo prueva el autor por doze exemplos quán ásperamente son los príncipes castigados quando son atrevidos a sus templos.
  • Capítulo XXIV. De cómo el Emperador Valente por ser mal christiano en un día perdió la vida y el Imperio, porque en una choça le quemaron los godos vivo.
  • Capítulo XXV. Del Emperador Valente y del Emperador Graciano su fijo, los quales emperaron en tiempo de Sant Ambrosio, y que por ser buenos christianos fueron príncipes muy valerosos y venturosos, y que a los príncipes muchas vezes les da Dios las victorias más por las lágrimas de los que oran, que no por las armas de los que pelean.
  • Capítulo XXVI. De las palabras christianíssimas que dixo el Emperador Graciano al tiempo de dar una batalla.
  • Capítulo XXVII. Cómo el capitán Theodosio, padre que fue del gran Emperador Theodosio, murió christiano; y del rey Hismaro, y del obispo Silvano, los quales fueron christianíssimos; y de un concilio que celebraron, y de las leyes sanctas que en él hizieron.
  • Capítulo XXVIII. De cómo en la república es muy bueno que no aya más de un príncipe que mande en ella, porque no ay mayor enemigo de la república que el hombre que procura manden muchos en ella.
  • Capítulo XXIX. Que no ay cosa que más destruya a la república que consentir los príncipes que cada día aya novedades en ella, y que el estado de los siervos es más seguro que el de los grandes señores.
  • Capítulo XXX. Quándo començaron los tyranos a tyranizar, y quándo començó y por qué el señorío en los hombres de mandar y ser mandados; y cómo el señorío que el príncipe tiene en el reyno es por mandamiento divino.
  • Capítulo XXXI. Do el autor habla de la hedad dorada, y de la miseria humana que tenemos agora.
  • Capítulo XXXII. Cómo el Magno Alexandro, después que venció al rey Darío en Asia, fue a conquistar a la gran India, y de lo que le aconteció con los garamantes, y cómo tiene más fuerça la buena vida que ningún aparato de guerra.
  • Capítulo XXXIII. De una habla que hizo un sabio de los garamantes al Magno Alexandro, en la qual le prueva que valen ellos más por tenerse en poco y tener poco, que no él por tener mucho y tenerse en mucho, y que es sobrada locura querer mandar mucho aviendo de vivir poco.
  • Capítulo XXXIV. En el qual el sabio de los garamantes prosigue su plática, en la qual muestra que perpetuar la vida no se puede comprar por mucha hazienda, y de siete leyes que tenían aquellos bárbaros, y que los reynos que los príncipes ganan son finitos, pero los cuydados que echan sobre el coraçón son infinitos.
  • Capítulo XXXV. Que los príncipes deven trabajar por saber para qué son príncipes; y de quién fue el philósopho Thales, y de doze preguntas que le hizieron, y de la respuesta que dio a todas, y de la competencia que avía entre los sabios de Grecia y los capitanes de Roma; y el príncipe sobre todos ha de ser mejorado, exceto en la justicia, la qual ha de ser ygual entre él y su república.
  • Capítulo XXXVI. De quién fue el gran philósopho Plutharco, y de las palabras que dixo al Emperador Trajano, y cómo el buen príncipe es cabeça de la república, y que, estando sana esta cabeça, no puede estar enferma la república; y de cinco leyes de los rodos que disponen la manera de castigar a los malos; y de cómo si es bueno vivir debaxo de justa ley, es muy mejor vivir debaxo de justo rey.
  • Capítulo XXXVII. Que assí como en la cabeça están los dos sentidos del oler y del oýr, assí el príncipe, que es cabeça de la república, ha de oýr a todos los agraviados y ha de conoscer a todos para pagarles los servicios; y que los cuerdos príncipes han de ser en el oýr a todos promptos, en el determinar han de ser graves.
  • Capítulo XXXVIII. De la gran fiesta que celebravan los romanos al dios Jano el primero día de enero, y de una largueza que fizo el Emperador Marco Aurelio en el día de aquella fiesta; y que los príncipes virtuosos tienen necessidad de ser muy suffridos quando saben que son murmurados; y que es de tener gran compassión a los príncipes, porque si son malos están en desgracia de los buenos, y si son buenos luego son murmurados de los malos.
  • Capítulo XXXIX. De la respuesta que dio Marco Aurelio Emperador al senador Fulvio delante todo el Senado porque le avían motejado que por ser muy amigable a todos no guardava la auctoridad de los emperadores. En su respuesta dize que los príncipes pierden mucho por ser esquivos y ganan mucho en ser bien acondicionados; y que tales han de ser los reyes y grandes señores, que aya quien ruegue a Dios por su vida y aya quien después de la muerte tenga dellos memoria.
  • Capítulo XL. De una carta que embió Marco Aurelio Emperador a Pulión su amigo, en la qual reprehende a los romanos, los quales querían que sus emperadores fuessen cortos en el escrivir y por otra parte dissimulavan si eran largos en el robar; y que la vida del príncipe no es sino un relox que concierta toda la república; y de quién fue Periandro el tyrano, y de los epigramas de su sepultura, y de las leyes buenas que hizo; y de cómo fueron muy varios los fines en que los gentiles pusieron su bienaventurança.
  • Capítulo XLI. Que los príncipes y grandes señores no se han de preciar por ser dispuestos y hermosos; y de cómo los thebanos eran enemigos de los que en extremo eran hermosos y de las mugeres que en extremo eran feas, y que ningún príncipe dexó de sí fama inmortal por ser de hermoso rostro, sino por aver hecho grandes hazañas con la lança en el puño.
  • Capítulo XLII. De una carta que embió Marco Aurelio Emperador a un sobrino suyo, en la qual le cuenta cómo desde niño la uvo criado, y puesto al estudio, y que después ha sido muy vicioso; y como este moço presumiesse de muy dispuesto, pruévale por muchas y altas razones que preciarse los hombres de hermosos es señal de ser livianos; finalmente habla de la miseria humana, diziendo que es ageno de toda razón nos dé a la rodilla la vida y nos arastre la locura.
  • Capítulo XLIII. Cómo los príncipes y grandes señores en los tiempos passados eran muy amigos de sabios, y de la diligencia que ponían en buscarlos.
  • Capítulo XLIV. Cómo el Emperador Theodosio a la hora de la muerte proveyó que sus dos fijos Archadio y Onorio fuessen con ombres sabios criados, y de lo que passó entre el ayo destos dos príncipes y un philósopho, y pónense aquí diez géneros de hombres viciosos que han de ser de las casas de los príncipes alançados.
  • Capítulo XLV. Cómo Creso, rey de los lidos, fue muy amigo de sabios, y de una carta que escrivió al philósopho Anatharso, y de otra carta que le responde el mismo philósopho; y de siete géneros de hombres viciosos que los príncipes tienen en sus casas por los quales no es onesto a los hombres cuerdos morar en ellas.
  • Capítulo XLVI. Quién fue Phalaris el tyrano, y cómo fue muy sabio, y cómo mató a un artífice porque inventó un género de tormento, y de las sentencias que dixo en sus epístolas, y cómo fue muy gran amigo de sabios, y de una carta que escrivió a un philósopho que le motejó de tyrano.
  • Capítulo XLVII. Cómo Philippo, rey de Macedonia, y el Magno Alexandro, y el rey Tolomeo, y el rey Antígono, y el rey Archelao, y Pirro, rey de los epirotas, fueron todos estos grandes amigos de sabios, y cómo se acompañaron y se aconsejaron con ellos; y de cinco cosas por que han de llorar los príncipes; y de tres cosas por que dava gracias el rey Pirro a sus dioses.

Reloj de Príncipes


Tabla del segundo libro

  • Capítulo I. De quánta excellencia es el matrimonio, y que si los hombres de la república se casan por voluntad, los príncipes se deven casar de necessidad.
  • Capítulo II. En que el autor prosigue su intento, y pone cómo mediante los casamientos muchas vezes los enemigos se tornan amigos.
  • Capítulo III. De muchas y muy varias leyes y costumbres que tenían los antiguos en contraer los matrimonios no sólo en las electiones de las mugeres, mas aun en la manera de celebrar las bodas.
  • Capítulo IV. Que las princesas y grandes señoras deven amar a sus maridos, si quieren con ellos ser bien casadas, y que el tal amor se ha de procurar con ser ellas virtuosas, y no con hechizos de hechizerías.
  • Capítulo V. De la vengança que tomó una muger greciana del que mató a su marido por casarse con ella.
  • Capítulo VI. Que las princesas y grandes señoras deven ser obedientes a sus maridos, y que es muy grande affrenta y aun vergüença de su marido que le mande su muger.
  • Capítulo VII. Que las mugeres, en especial las princesas y grandes señoras, deven mucho advertir en que de andar fuera de sus casas no sean notadas, y que por ser muy visitadas y frequentadas se guarden de andar por lenguas agenas.
  • Capítulo VIII. De los daños y provechos que se siguen de andar a visitar, o de estarse en sus casas las princesas y grandes señoras.
  • Capítulo IX. Que las mugeres preñadas, especial las princesas y grandes señoras, deven andar muy guardadas por el peligro de las criaturas, y de muy desastrados casos que acontescieron a las mugeres preñadas de los antiguos por dexarlas complir sus apetitos.
  • Capítulo X. De otros desastrados casos que acontecieron a mugeres preñadas.
  • Capítulo XI. Que las mugeres preñadas, especial las princesas y grandes señoras, deven ser de sus maridos servidas y bien tratadas, en especial las deven apartar de toda cosa que las dé trabajo y enojo, y de cómo las mugeres en el tiempo que están preñadas no deven ser glotonas ni antojadizas.
  • Capítulo XII. De quién fue el philósopho Pisto, y de las sentencias que dixo, y de las reglas que dio para las mugeres preñadas.
  • Capítulo XIII. De tres consejos que dio Lucio Séneca a un secretario amigo suyo, que vivía con el Emperador Nero, y de cómo Marco Aurelio Emperador tenía ordenadas todas las horas del día y de cómo él mismo tenía la llave de su cámara do estavan sus libros, y de cómo la entregó a un romano anciano quando quiso morir, y de unas palabras muy notables que le dixo dándole la llave, en especial que poco aprovecha el príncipe haga grandes hazañas con la lança, si no ay quien se las engrandezca con la pluma.
  • Capítulo XIV. Cómo la Emperatriz pidió a su marido, el Emperador Marco Aurelio, la llave de su estudio, y de una plática que la hizo en este caso. En especial cuenta muchos agravios que las mugeres reciben de sus maridos, y cómo en ellos (y no en ellas) es la culpa de ser malcasados.
  • Capítulo XV. De cómo Marco Aurelio Emperador respondió a Faustina sobre que ella le pidió la llave del estudio, y de cómo este buen Emperador confiessa siete virtudes que han de tener los buenos príncipes, de las quales él caresce, y del mucho trabajo que tienen los casados con sus mugeres, y de cómo entre los bárbaros las mugeres tenían apartadas las casas de sus maridos. Es capítulo muy notable.
  • Capítulo XVI. En el qual el Emperador Marco Aurelio, hablando con Faustina, prosigue su plática, y dize en ella el gran peligro que tienen los hombres que tratan mucho con las mugeres, y de siete reglas que da a los casados para que vivan en paz con sus mugeres. Es capítulo muy notable para entre marido y muger.
  • Capítulo XVII. Cómo el Emperador Marco Aurelio prosigue su plática, y responde más particularmente a lo de la llave.
  • Capítulo XVIII. Que las princesas y grandes señoras, pues Dios les dio fijos, no deven desdeñarse a criarlos a sus pechos, y de algunas razones que las deve mover a esto y de muchas y muy antiguas historias que trae el auctor para provarlo.
  • Capítulo XIX. De cómo el auctor todavía persuade a las mugeres a que críen a sus fijos, y que muchas señoras tienen por estado tener perricos en los pechos y tienen por afrenta criar a sus proprios hijos.
  • Capítulo XX. Que las princesas y grandes señoras deven mucho advertir qué tales son las amas que toman para dar a mamar a sus criaturas, y de siete condiciones que han de tener las amas para que sean buenas. Prueva el auctor estas siete razones con muchas y muy famosas historias dignas de saber y sabrosas de leer.
  • Capítulo XXI. Do el auctor pone otras tres condiciones que han de tener las amas que crían, conviene a saber: que no beban vino, que sean honestas y sobre todo que sean bien acondicionadas.
  • Capítulo XXII. Cómo en presencia del Magno Alexandro fue disputada esta qüestión, conviene a saber: qué tanto tiempo han de mamar los niños; y de la variedad y diversos ritos que tenían los antiguos en criar y dar a mamar sus hijos. Especial cuenta el auctor lo que hazían los siciomios, los egypcios, los caldeos, los mauritanos, los allobros y los yndios.
  • Capítulo XXIII. De muchas hechizerías y supersticiones de que usavan los antiguos en dar a mamar a sus hijos, de las quales se deven guardar los buenos christianos.
  • Capítulo XXIV. De una carta que embió Marco Aurelio Emperador a un amigo suyo llamado Dédalo, en la qual le responde a doze puntos que al Emperador avía escripto en otra carta, en especial habla en el fin de la carta con las mugeres que crían o sanan de las enfermedades con hechizerías a sus criaturas.
  • Capítulo XXV. Que habla en general quán gran excellencia es en los hombres saber bien hablar; y que ay unos hombres de tan mala gracia en el hablar, que más pena es oýrlos tres credos, que no a otros escucharlos diez años; y de cómo es gran falta en los príncipes y grandes señores hazer una cosa y después no saber dar razón della.
  • Capítulo XXVI. De una carta que escrivieron los athenienses a los lacedemonios.
  • Capítulo XXVII. Que las amas que crían a los hijos de los príncipes y grandes señores, si fuesse possible devrían ser mugeres sabias; y de cómo los romanos tenían en Roma escuela para deprender todas las lenguas; y de cómo un embaxador de Grecia dixo a otro embaxador de Roma que sabían más las mugeres de Grecia que no los capitanes de Roma, y de cómo sobre este caso disputaron xx mugeres de los romanos con otras xx mugeres de los griegos.
  • Capítulo XXVIII. Cómo las mugeres no menos podían ser sabias que lo son los hombres, y que si no lo son no es por falta de naturaleza, sino por sobra de pereza, y que antiguamente las mugeres eran muy sabias, y por esto oy las princesas y grandes señoras no son sabias: porque el tiempo que espendían las antiguas en los libros espenden ellas en regalos. Prueva esto el auctor por muchas historias dignas de ser leýdas, especial de las generosas señoras.
  • Capítulo XXIX. De una carta que escrivió Pithágoras a una hermana suya.
  • Capítulo XXX. Do el auctor prosigue su intento persuadiendo a las princesas y grandes señoras que trabajen por ser sabias, como lo fueron las mugeres antiguas, lo qual prueva con muy notables historias.
  • Capítulo XXXI. De quién fue la gran muger Cornelia, y de una epístola que embió a Gayo y Thiberio, sus hijos, que por otro nombre se llaman los Graccos, en la qual los persuade a que no dexen los trabajos de la guerra por venirse a gozar los plazeres de Roma. Es letra muy notable para entre madres y hijos.
  • Capítulo XXXII. Do se habla en general de la criança de los hijos, ya que es tiempo de darles ayos; y quánto les va a sus padres en dar buena criança a sus hijos. Trae el auctor para provar esto muy notables historias, en especial de un padre y un hijo que fueron a pleyto delante un philósopho, y de lo que cada uno dellos dixo, y de lo que el philósopho sentenció. Es capítulo notable para entre padres cuerdos y hijos locos.
  • Capítulo XXXIII. Que los príncipes y grandes señores deven mucho guardarse de no criar a sus hijos muy regalados, y que muchas vezes salen los hijos tan malos, que querrían los padres no sólo averlos castigado con ásperas disciplinas, mas averlos enterrado con lastimosas lágrimas; y de cómo muchos príncipes antiguos fueron muy valerosos no por más de averse criado en muchos trabajos. Prueva el auctor todo lo sobredicho con notables historias. Es capítulo muy notable para el padre que crió un hijo muy regalado y después le salió avieso.
  • Capítulo XXXIV. Que los príncipes y grandes señores deven ser muy solícitos en buscar ayos para sus hijos; y de diez condiciones que han de tener los buenos ayos para que sean suficientes de tomar a cargo hijos de buenos; y de onze preguntas que hizieron en Athenas a un philósopho thebano; y de un officio que avía en Roma, y el que le tenía era obligado a buscar y castigar todos los moços que andavan por Roma perdidos. Es capítulo muy notable para el padre que tiene un hijo muy querido y que le quiere buscar un buen maestro.
  • Capítulo XXXV. De los hijos que tuvo Marco Aurelio Emperador, uno de los quales, que era el su más querido, se le murió; y de los ayos que buscó para el otro hijo, que era el príncipe Cómodo; y de la fiesta que celebravan los romanos al dios Genio, que era el dios de los nacimientos. Toca aquí el auctor la costumbre de jurar entre los antiguos, en especial que en Roma ninguno podía hazer juramento sin que primero pidiese licencia al Senado para hazerlo.
  • Capítulo XXXVI. De una plática que hizo Marco Aurelio Emperador a cinco ayos de los catorze que avía elegido para maestros de su hijo, a los quales despide de su palacio porque los vio hazer ciertas liviandades en las fiestas del dios Genio.
  • Capítulo XXXVII. Que los príncipes y grandes señores deven de quando en quando pesquisar cómo los ayos y maestros enseñan y doctrinan a sus hijos, y si les dissimulan algunos vicios secretos, y que algunas vezes más necessario es castigar al ayo que no disciplinar al discípulo.
  • Capítulo XXXVIII. De la plática que hizo Marco Aurelio quando dio a su fijo a los ayos.
  • Capítulo XXXIX. Que los ayos de los príncipes y maestros que tienen discípulos deven tener gran vigilancia en que los mancebos no sean desde niños viciosos, señaladamente los deven guardar de quatro vicios. Es capítulo notable para que los padres le lean y los hijos lo guarden.
  • Capítulo XL. Do se ponen otros dos vicios de los quales deven los ayos guardar a sus discípulos, conviene a saber: que no sean desvergonçados, ni en los vicios de la carne sueltos.

Reloj de Príncipes


Tabla del tercero libro

  • Capítulo primero. Que los príncipes y grandes señores deven trabajar de administrar a todos ygualmente justicia, y pone el autor en este caso muy notables cosas.
  • Capítulo II. Do el autor prosigue su intento y avisa a los príncipes y grandes señores qué manera han de tener en elegir juezes para sus tierras.
  • Capítulo III. De una plática que hizo un villano de las riberas del Danubio a los senadores de Roma, el qual vino a quexarse de las tyranías que los romanos hazían en su tierra. Divídela el auctor en tres capítulos, y es una de las más notables cosas que ay en este libro, assí para avisar a los que juzgan, como para consejar a los que son juzgados.
  • Capítulo IV. En el qual el rústico prosigue su plática y arguye contra los romanos que a sinrazón fueron a conquistar sus pueblos, y prueva por muy buenas razones que por tener ellos a los dioses enojados fueron de los romanos vencidos.
  • Capítulo V. Do el villano concluye su plática, y habla contra los juezes que no hazen justicia, y quán dañosos son los tales en la república.
  • Capítulo VI. Que los príncipes y grandes señores deven mucho advertir en elegir buenos juezes para que administren justicia, porque en esto consiste todo el bien de su república.
  • Capítulo VII. De una carta que escrivió Marco Aurelio Emperador a Antígono, su amigo, en respuesta de otra que dende Sicilia él le avía embiado, dándole aviso que los juezes romanos eran muy rigurosos. Divídela el auctor en cinco capítulos y es letra muy notable contra los juezes crueles.
  • Capítulo VIII. En el qual Marco Aurelio prosigue su carta contra los juezes crueles, y pone dos exemplos: uno de un juez romano crudelíssimo y otro de un rey de Chipre piadoso.
  • Capítulo IX. En el qual Marco Aurelio Emperador prosigue su carta contra los juezes crueles, y pone unas palabras que dixo el Emperador Nero muy buenas, y pone una instrución que dio el Emperador Augusto a un juez que embiava al reyno de Dacia.
  • Capítulo X. En el qual Marco Aurelio prosigue su plática contra los juezes crueles y pone una muy notable plática que un embaxador del reyno de Judea hizo en el Senado de Roma, quexándose de los juezes que governavan aquella tierra.
  • Capítulo XI. En el qual Marco Aurelio concluye su carta contra los juezes crueles, y entre otras cosas pone lo que acontesció al rey Boco, y las palabras que el abuelo deste rey dixo en el Senado.
  • Capítulo XII. Do el autor persuade a los príncipes y grandes señores que sean amigos de la paz y que huyan las ocasiones de la guerra.
  • Capítulo XIII. Do el auctor pone los provechos que se siguen de la paz, y de cómo muchos príncipes començaron por muy pequeñas ocasiones grandes guerras.
  • Capítulo XIV. Do comiença una carta de Marco Aurelio Emperador a Cornelio, un su amigo, en la qual trata de los trabajos de la guerra y de la vanidad del triunpho. Es letra para los príncipes amigos de guerra y que se dan poco por la paz.
  • Capítulo XV. Do Marco Aurelio prosigue su carta, y pone la orden que tenían los romanos en hazer la gente de guerra, y cómo es escandalosa cosa yr mugeres y sacerdotes a ella, y de los desafueros que hazen los capitanes y la otra gente de guerra.
  • Capítulo XVI. Do Marco Aurelio prosigue su carta, y llora y nunca acaba de exclamar por qué Roma tomó guerra con Asia, y de los grandes daños que se siguen en los pueblos de que sus príncipes toman guerras con reynos extraños.
  • Capítulo XVII. En el qual el auctor amonesta a los príncipes y grandes señores en quanto más les cargaren los años, tanto más son obligados a afloxar los vicios.
  • Capítulo XVIII. En el qual el autor amonesta a los príncipes y grandes señores a que después que llegaren a viejos sean templados en el comer, sean sobrios en el bever, sean honestos en el vestir y, sobre todo, que sean muy verdaderos en el hablar.
  • Capítulo XIX. De una carta que escrivió el Emperador Marco Aurelio a Claudio y a Claudina, a los quales reprehende mucho porque siendo viejos vivían a manera de moços. Divide el auctor la carta en quatro capítulos, y es letra muy notable para reprehender a los hombres viejos que son viciosos y disolutos.
  • Capítulo XX. En el qual el Emperador prosigue su carta, y persuade a Claudio y a Claudina que, pues son ya viejos, no deven creer al mundo ni a sus regalos.
  • Capítulo XXI. En el qual el Emperador Marco Aurelio prosigue su plática, y prueva por muy buenas razones que, pues los viejos quieren ser servidos y honrados de los moços, deven ser más honestos y virtuosos que ellos.
  • Capítulo XXII. En el qual el Emperador Marco Aurelio concluye su carta, y dize quánto peligro se les sigue a los viejos de vivir como moços, y para remedio dello dales muy buen consejo.
  • Capítulo XXIII. Do el auctor persuade a los príncipes y grandes señores miren mucho en los inconvenientes que trae consigo el vicio de la avaricia, y que el hombre avariento es a Dios y al mundo odioso.
  • Capítulo XXIV. Do el auctor prosigue su propósito, y por maravilloso estilo toca las poquedades en que cae el hombre avaro.
  • Capítulo XXV. De una carta que escrivió el Emperador Marco Aurelio a un amigo suyo llamado Cincinato, el qual se tornó mercader en Capua aviendo sido primero cavallero en Roma, y divídela el auctor en tres capítulos. Es letra muy notable para reprehender a los cavalleros que presumen de sangres delicadas y por otra parte sin empacho tratan en mercaderías.
  • Capítulo XXVI. En el qual el Emperador Marco Aurelio prosigue su carta, y notablemente pone las cosas que los hombres generosos han de hazer y de las malas que se han de guardar.
  • Capítulo XXVII. Do Marco Aurelio concluye su carta, y persuade a Cincinato, su amigo, tenga en poco las cosas del mundo; y que el hombre, por mucho que sea sabio, siempre tiene necessidad de ajeno consejo.
  • Capítulo XXVIII. Do el auctor persuade a los príncipes y grandes señores que se guarden de ser míseros; y que la largueza y la magnificencia mucho conviene a la real persona.
  • Capítulo XXIX. Do el auctor prosigue su intento, y persuade a los que presumen de cavalleros por ningún interesse se abatan a viles oficios.
  • Capítulo XXX. De una carta que escrivió Marco Aurelio Emperador a Mercurio, vezino de Samnia, el qual era mercader y avía por la mar perdido cierta mercadería. Divídela el auctor en dos capítulos, y es letra muy notable para los que por la mar tratan hazienda y en la tierra tienen mucha cobdicia.
  • Capítulo XXXI. En el qual Marco Aurelio prosigue y concluye su carta, do reprehende mucho a su amigo Mercurio porque estava triste, y dízele qué cosa es fortuna y pone en el fin la condición de los avaros.
  • Capítulo XXXII. Que los príncipes y grandes señores deven considerar quán mísera es la naturaleza humana, y que muchas cosas naturales tienen los animales brutos las quales no tienen los hombres racionales.
  • Capítulo XXXIII. Do el autor prosigue su intento, y con maravilloso artificio compara la miseria de los hombres con la libertad de los animales.
  • Capítulo XXXIV. De una carta que embió Marco Aurelio, Emperador de Roma, a Domicio, vezino de Capua, consolándole de un destierro, el qual fue desterrado por un ruydo que levantaron él y otro sobre correr un cavallo. Es letra muy notable para el hombre que, estando seguro, le sucedió un caso peligroso.
  • Capítulo XXXV. Que los príncipes y grandes señores deven tener particular cuydado en ser abogados de las biudas y ser padres de los huérfanos.
  • Capítulo XXXVI. Que sin comparación es muy mayor el trabajo de las mugeres biudas que no el de los hombres biudos, y que por esso deven los príncipes tener más compassión dellas que no dellos.
  • Capítulo XXXVII. De una carta que escrivió el Emperador Marco Aurelio a Lavinia romana, consolándola de la muerte de su marido. Es letra muy notable para consolación de las viudas, en especial las que son generosas señoras. Divide el auctor la carta en dos capítulos.
  • Capítulo XXXVIII. En el qual el Emperador Marco Aurelio prosigue su carta y persuade a las mugeres biudas se conformen con la voluntad de los dioses, y también las conseja que sean muy honestas.
  • Capítulo XXXIX. Que los príncipes y grandes señores deven ser menospreciadores de las cosas del mundo, porque al fin todo lo que ay en el mundo es un manifiesto engaño.
  • Capítulo XL. Do el auctor prosigue su intento, y habla muy profundamente contra los engaños del mundo.
  • Capítulo XLI. De una carta que escrivió Marco Aurelio Emperador a un amigo suyo llamado Torquato, en la qual le consuela del destierro que padescía, aunque no dize por qué fue desterrado. Es letra muy notable para conoscer las vanidades del mundo.
  • Capítulo XLII. En el qual Marco Aurelio prosigue su carta, y persuade por muy notables razones a todos los que viven en el mundo que se guarden del mundo; y, si lo que dixo arriba fue sabroso de leer, esto es muy digno de a la memoria encomendar.
  • Capítulo XLIII. Que los príncipes y grandes señores no deven ser amigos de juglares y truhanes, y de las leyes que en este caso los romanos tenían hechas.
  • Capítulo XLIV. De cómo fueron algunos truhanes en los tiempos antiguos castigados, y de los juglares y truhanes de nuestros tiempos.
  • Capítulo XLV. De una carta que escrivió el Emperador Marco Aurelio a Lamberto, governador de Ponto, en la qual le haze saber cómo ha desterrado a todos los truhanes de Roma, y se los embía a aquella isla. Divídela el auctor en tres capítulos. Es letra muy notable para los que tienen por magnificencia tener un loco en su compañía.
  • Capítulo XLVI. En el qual Marco Aurelio prosigue su carta, y relata cómo en la ysla de Ponto (do él desterró a los truhanes) halló a muchos philósophos enterrados, y pone las causas por que los truhanes fueron desterrados.
  • Capítulo XLVII. En el qual Marco Aurelio concluye su carta, y pone la causa y el tiempo que la primera vez fueron admitidos los truhanes y juglares en Roma, y de muchos dellos que fueron muy ricos.
  • Capítulo XLVIII. Que los príncipes y grandes señores deven acordarse que son mortales, y ni porque tengan muchos regalos en la vida, no por esso han de escusarse de saber a qué sabe la sepultura. Pone aquí el auctor notables palabras para no temer la muerte.
  • Capítulo XLIX. De la muerte de Marco Aurelio Emperador, y de cómo son muy pocos los amigos que osan dezir las verdades a los enfermos, y toca aquí el auctor quán dignos son de reprehender los que, estando sanos, no se aparejan para morir.
  • Capítulo L. De lo que el secretario Panucio dixo al Emperador Marco Aurelio a la hora de la muerte. Es por cierto plática digna de tener en la memoria, y para leerla a los enfermos que están ya en la hora postrera.
  • Capítulo LI. Do el secretario Panucio sigue su plática y persuade a los que mueren que por ninguna cosa que dexen en esta vida deven llevar en la muerte pena.
  • Capítulo LII. De lo que el Emperador Marco Aurelio respondió a su secretario Panucio, en la qual respuesta da a entender que no muere con pena por dexar este mundo, sino por dexar después de sí a un mal hijo por eredero.
  • Capítulo LIII. En el qual el Emperador Marco Aurelio concluye su plática, y pone muy notables exemplos de algunos príncipes moços, los quales por ser viciosos perdieron a sí y a sus reynos.
  • Capítulo LIV. Cómo el Emperador Marco Aurelio a la hora de su muerte mandó llamar a su hijo Cómodo, y de una muy notable plática que hizo. Divídela el auctor en quatro capítulos. Contiénense en ella muchas doctrinas y exemplos para que los padres den a sus hijos.
  • Capítulo LV. En el qual Marco Aurelio prosigue su plática, y persuade a su hijo que para los negocios arduos tenga cabe sí a hombres sabios que le den buenos consejos, y qué cosas ha de hazer para su passatiempo y cómo se ha de aver en su secreto consejo.
  • Capítulo LVI. En el qual Marco Aurelio prosigue su plática, y encomienda a su hijo algunas cosas particulares, y dízele tan buenas palabras, que todo hombre las avía de tener en el coraçón escriptas.
  • Capítulo LVII. En el qual el buen Marco Aurelio da fin a su plática y aun a su vida, y de las postreras palabras que dixo, y de la tabla de consejos que dio a su hijo Cómodo.

Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9. La versión del Relox de Príncipes, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).

 

 

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