Juan VII
Papa (1, III, 703-18, X, 707), era griego. Su elevación al solio pontificio coincidió con la restauración de Justiniano II, el cual volvió a emprender en seguida respecto a Roma, la política de tan malos resultados, en la época del papa Sergio (687-701). Con este motivo, Justiniano envió a Roma a dos metropolitanos portadores de una carta en la que se instaba al Papa a reunir con urgencia el concilio de la Iglesia apostólica, al cual habrían de comunicarse las actas del Concilio Quini-Sexto; la nueva Asamblea confirmaría así los cánones aceptables y suprimiría los que pareciesen inadmisibles. El Papa, empero declinó esta responsabilidad y devolvió los cánones a Justiniano sin haberlos corregido. Durante el pontificado de Juan VII, mejoraron las relaciones con los lombardos, hasta el extremo de que el rey Ariperto restituyó a la Iglesia romana varios patrimonios eclesiásticos que le habían sido arrebatados en los Alpes Cotios o Cotianos, pero no se trató de la donación de una provincia entera como estimó Baronio.