Filosofía en español 
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Hegelianismo

Sistema anticristiano del filósofo alemán Hegel, que expone el error más vasto y monstruoso que puede concebir el entendimiento humano. Como el eclecticismo enseñado hoy día en Francia es un hijo degenerado, un producto bastardo de este sistema; conviene dar una idea de él en una obra de la naturaleza de la nuestra, que no es otra cosa que una recopilación de los errores del entendimiento humano. «Hegel tomó mucho de Schelling (dice Cousin en la prefación de sus Fragmentos filosóficos, 2.ª edición): yo mucho más débil que ambos he tomado del uno y del otro.»

Según Hegel todo procede de un principio y vuelve a él. Este principio es la idea: la idea es Dios. La idea en sí es Dios antes de la creación no teniendo conciencia de sí mismo, no conociéndose y así no existiendo aun todo entero. La idea sale de sí misma para contemplarse y se convierte en idea para sí: es Dios objetivándose a sí mismo y haciéndose por el conocimiento que adquiere de él. Luego la idea manifestada en el mundo y por la historia vuelve a ella, a la idea en sí; pero con la experiencia y el conocimiento de sí misma; y esta es la consumación de las cosas o el complemento de Dios.

Luego hay tres términos en el incremento del universo, la tesis, la antítesis y la síntesis. Mas siendo idénticas la idea y la realidad, pues esta es la exposición de aquella, la ciencia única es la de la idea y de su descubrimiento o la lógica, que es la única religión verdadera y pura, porque sola ella une y liga a la idea que es Dios. Ve aquí cómo la filosofía es superior a la religión y le alarga la mano para ayudarla a levantarse, porque lo verdadero o la idea pura es superior a lo santo, que es una forma, una expresión de aquella; y así todos los dogmas del cristianismo son unos símbolos de la verdad en sí, y las narraciones bíblicas unas alegorías o mitos.

Así la Trinidad es la tesis o la idea en sí, el Padre que no se conoce aún; la antítesis o la idea para sí el Hijo, en el cual se manifiesta y contempla el Padre; la síntesis, la idea para sí volviendo a la idea en sí es el Espíritu Santo que une el Padre al Hijo por el amor, el vínculo lógico que une el principio con la consecuencia, lo ideal con lo real, lo infinito con lo finito, lo increado con lo creado, Dios con el mundo. Luego Dios en su triplicidad (como se ha enseñado e impreso en Francia) es el infinito, el finito y la relación del infinito con el finito: luego la creación es necesaria no solo para que Dios se objetive o se conciba, sino también para que se haga o venga a ser.

El pecado original y el mal que de él resulta, son el estado natural del hombre, resultado de la creación no de una transmisión. Es por un lado la limitación necesaria de la criatura, su impotencia natural o su nada, cuando se la considera separadamente de la idea de su principio; y por otro es la especie de oposición en que necesariamente se coloca todo hombre respecto de lo absoluto, cuando adquiriendo la conciencia de sí mismo se pone por la reflexión en personalidad propia y rompe así, en cuanto está en él, su identidad esencial con la idea de que salió y a la cual debe volver.

La encarnación del Verbo en Jesucristo es el instante en que se manifestó a la conciencia humana la identidad de Dios y de la humanidad. En Jesucristo, el hombre perfecto, es en quien llegó la divinidad a la conciencia de sí misma y se dijo por la primera vez Yo soy yo.

El sacrificio de Jesucristo por su muerte no el medio de la resurrección de la humanidad con Dios; es el acto por el cual la idea después de haberse manifestado en el finito vuelve a sí misma y hace decir al hombre que entra por su voluntad en el gran todo y se pierde en la identidad absoluta: Ya no vivo yo (vivo jam non ego).

La justificación es una identificación definitiva del espíritu humano con el espíritu divino, que es el objeto y la perfección de la ciencia. La ciencia pues es la que salva; por ella solamente se adquiere la verdadera piedad, que consiste en abstraerse de sí mismo y despojarse de sí para volver a lo absoluto, porque lo que nos separa de Dios es la personalidad o el yo. Este es la raíz del pecado, el cual no puede ser destruido sino por la absorción del yo finito en el yo infinito, del fenómeno en la idea, del hombre en Dios.

Así la filosofía alemana, última expresión de la filosofía humana, ha disfrazado la palabra revelada y remedado el cristianismo; y es cosa muy notable que todos los esfuerzos de sus especulaciones trascendentales han venido a parar en un triste comentario del dogma cristiano.

Esa es la filosofía que se ha probado a introducir en Francia bajo el nombre de eclecticismo, probablemente sin haber conocido al principio toda su trascendencia. Luego espantaron las consecuencias y la indignación que semejantes doctrinas causaron en los buenos católicos. Así es que el eclecticismo francés, discípulo tímido de Hegel, a quien no comprende bien, ni tiene fuerza para seguir, ha visto malograrse la empresa en que se había embarcado, de concordar la religión y la filosofía. Quería ser hegeliano, y no se ha atrevido: hace la profesión de cristiano, y no tiene la fe de tal: es panteísta sin querer y no es cristiano queriendo parecerlo. Es todo lo que no quiere ser y no es nada de lo que quiere ser.