Mahometo o Mahoma
Mahometo o Mahoma, que comúnmente decimos profeta falso, Árabe de nación, nació según dictamen de algunos autores, el día 5 de mayo de 570. Su padre que era Pagano, se llamaba Abdalla, y su madre, Judía, Emina, ambos de la escoria del pueblo en su nacimiento; aunque los de su secta le dimanan de familia real, y le tejieron una genealogía desde Adán. Precisóle la miseria a servir en casa de un rico Mercader Árabe, después de cuya muerte alucinó de tal modo a su viuda Cadiga o Tadiga, que casó con ella y fue por fin su heredero. Sirvióse de sus bienes para engrandecerse y servir a su ambición. Asocióse en adelante con Batiras, hereje Jacobita, con Sergio, Monje Nestoriano, y con algunos Judíos, y de ellos socorrido compiló su Alcorán. Entonces pues su religión compuesta en parte de los delirios de los herejes, y acomodada a la sensualidad de la naturaleza corrompida, la abrazó una tropa de ladrones que ni conocían a Dios ni a la justicia. Con ellos tomó las armas Mahoma, sometió a sí una muchedumbre de pueblos, y sobre todo la Arabia. Hacía pasar a cuchillo a cuantos rehusaban reconocer su imperio y profesar su ley. De este modo este famoso embustero valiéndose del pretexto de la religión, se vio en breve seguido de un gran número de pueblos; y para engañarlos, como caía a menudo de epilepsia, tenía un pichón familiar, que acudía en aquel frangente a picarle la oreja; y el falso profeta hacía creer a sus discípulos era el Ángel Gabriel enviado de Dios, quien venía a darle los órdenes que debía seguir. Comenzaba ya su secretario a conocer sus embustes, a descubrirlos, y publicarlos. Degolló a este infeliz en su propia casa, y le pegó fuego por los cuatro ángulos, haciendo creer al pueblo era fuego del cielo el que la había consumido, por haber sido osado a mudar alguna cosa al Alcorán. Dícese también que habiendo hecho esconder a uno de sus compañeros en un pozo seco, le mando gritara en alta voz cuando [47] él pasara, Mahoma es el profeta verdadero. Ejecutólo el discípulo y todo el mundo admiró tal maravilla; pero Mahoma, que temía quedase descubierta su impostura, ordenó al mismo tiempo a los que le seguían, cegasen aquel pozo, de miedo estuviese profanado en lo venidero. Llenáronle al instante de piedras, y el que allí estaba pereció miserablemente. Este profeta falso continuado en engañar los pueblos de la Meca, vio elevarse contra el una sedición; de suerte que se vio obligado a huirse de esta ciudad, el día jueves o viernes 16 de julio de 622, y retirarse a Medinad Alnabi, que es decir a la ciudad del profeta. De entonces es cuando comienza la era o hégira de los de esta secta.
Los Árabes, que son los pueblos más inconstantes, y que fueron los primeros en abrazar su doctrina, vituperaron sus costumbres, y no excusaron en ello a su religión que trataron de embuste y de ficción. Han mirado a Mahoma como un hombre liviano e instable en promulgar su ley; porque estableció desde luego cosas que en adelante abrogó, tales como la ceremonia del Kiblab, que es el sitio hacia el cual es debido volverse y mirar en la oración, a causa de que le fijó primeramente volviendo el rostro al templo de Jerusalén, y después mudó de parecer dando una media vuelta al de la Meca. Prohíbe precisar a nadie en su religión, y manda después se haga la guerra a los infieles, y no permite el que sus sectadores puedan tener ni hacer paz alguna con ellos, sino solamente suspensiones de armas o treguas. Cita por todas partes el nuevo y viejo testamento, a fin de autorizar su doctrina; pero ambos los abroga según dictamen universal de los Musulmanes, pretextando corrupción, aunque tengamos hoy nosotros los mismos textos que tenían los Judíos y los Cristianos, cuando publicó su Alcorán. Contradícese él mismo tocante al asunto de la creación del mundo, y casi en todas las historias que refiere de uno y otro de estos dos libros. En suma, aunque exterminó los ídolos, retuvo no obstante las ceremonias todas que practicaban los idólatras en el culto del templo de la Meca. Esto da motivo a que los mismos Mahometanos que le exemptan del pecado original, confiesen que no era impecable. Uno de sus autores llamado Soioutihi, compuso un libro intitulado Al Moharrar, donde sostiene perdonó Dios a Mahoma, en cierto tiempo que él denota, no sólo los yerros que había cometido sino los que pudiera cometer; que a pesar de esto, precisado Mahoma de los remordimientos de su conciencia, decía repetidas veces temía la reprobación, y que el capítulo Houd, que es uno de los del Alcorán, en el cual se habla más de la predestinación, le había vuelto pardos antes de tiempo los cabellos. Este profeta falso quiso no obstante representar la comedia hasta su muerte, porque habiendo sido diversas veces acometido por el veneno que había evitado, y temiendo siempre una muerte violenta, hizo bajar del cielo, por vez postrera, un capítulo del Alcorán, cuyo título es Souratalnafr, que significa de la victoria, que los Mahometanos llaman también el capítulo del Adiós, a causa de que es el último que dijo el caballero Mahoma haber recibido antes de su muerte, la cual no acaeció sino dos años después. El autor del libro intitulado Keschaf, dice que Mahoma llamó inmediatamente, después de publicado este capítulo, a su hija única cuyo nombre era Fatimath, y le dijo, que habiendo recibido una carta del otro mundo que le anunciaba su partencia; pensaba solamente en hacerla enviando de antemano su bagaje hacia el cielo. Enternecieron estas palabras el corazón de la señora Fatimath, dolor tan sensible que bien le manifestaron las lágrimas que a raudales caían de sus ojos, pero su padre la consoló diciéndole: No llores más, porque serás la primera de mi casa que de más cerca me subsiga. Los historiadores Musulmanes no concuerdan tocante al tiempo de la muerte de Mahoma, porque los unos la asignan en el décimo año, y otros en el undécimo de la hégira, esto es, en el 632 u 633 de Jesucristo; pero todos convienen en que murió de un veneno lento que le había dado una mujer, a la cual habían sobornado sus enemigos. Su muerte la ocultó de primera instancia Omar, uno de sus principales compañeros; pero la publicó bien presto Aboubeker, suegro suyo, que le sucedió llamándose Calife. No se está de acuerdo tocante a su edad, pues unos le asignan 63 y otros 65 años de vida. La ciudad de Medina que le había servido de asilo en su fuga, llegó a ser la sede del imperio que él fundó, dándole también sepultura en la misma Mezquita y debajo del púlpito en que todos los viernes acostumbraba predicar. Es pues en esta Mezquita en la cual reverencian el día de hoy todos los Musulmanes cuando vuelven de la Meca, el sepulcro de este falso profeta. Tuvo muchas mujeres, y dejó únicamente una hija, llamada Fatimath; otros dicen dejó tres. Desde aquel tiempo sus sectadores se hicieron dueños de la Palestina, Siria, Egipto, Persia, Grecia, &c. La mayor parte de nuestro hemisferio sigue por desgracia su ley. Véase Ismael, Alcorán, Hégira, y Mahometismo. * Zonares y Cedreno. S. Juan Damasceno. Vicente de Boves, l. 24 c. 4. Pedro de Cluñi, cont. sect. sarac. Blondo, l. 5, Dec. 1. Sandero, Haer. 125. Volaterrano, in Mahomet. Baronio, A. G. 622 y 630. Mariana, l. 7 de reb. Hisp. Postel, &c. d'Herbelot, bibliot. orient.
La época del nacimiento de Mahoma no es cierta; algunos la establecen en el año 560; otros en 600 u también 620; otros en 593, y otros en 579 u 580; pero la opinión más probable es que nació en 571 u 572. Aunque sus padres estuviesen pobres, no convienen los autores Árabes en que estuviese de bajo nacimiento, y dicen que era si de la tribu de los Coreischitas, una de las más nobles de entre los Árabes. Perdió a sus genitores siendo muchacho, y le crió su tío Abutaleb, y le puso en adelante a servir a Cadiga viuda de un rico Mercader. Casó con ella a los 25 años de su edad, y tuvieron tres hijos muertos muy mozos, y cuatro hijas que fueron casadas. Como padecía gota coral, y queriendo ocultar a su mujer esta dolencia, le hizo creer le motivaba aquellas convulsiones el no poder sostener la vista del Ángel Gabriel, que venía a anunciarle de parte de Dios muchas cosas concernientes a la religión. Su mujer, sus domésticos y sus amigos divulgaron en breve era Mahoma un profeta, y esto le atrajo muchos discípulos. Los magistrados de la Meca donde vivía, temiendo excitasen las novedades alguna sedición, resolvieron deshacerse de Mahoma. Noticioso de la determinación, huyó. El tiempo de esta evasión es la época de los Mahometanos, y desde entonces cuentan los años de la Hégira o fuga que comienza a 16 de julio del año 622. Retiróse a Medina, adonde pasaron a verle muchos de sus discípulos. Allí fue donde empezó a establecer su religión y dominio, haciendo correrías e insultando las caravanas del país. Al cabo de muchos combates se apoderó de la Meca el año 8 de la Hégira. Murió tres después en Medina a los 63 de su edad. Los historiadores Mahometanos han inventado mil fábulas sobre su capítulo. Dice el propio que no hacía milagros; pero sus sectadores le atribuyen muchísimos. Estableció su religión por la fuerza de las armas de un modo totalmente opuesto al que intervino en la plantación de la religión de Jesu-Christo. Aunque por su ley ordenó muchas observancias opresivas, no obstante el permiso que concedió de tener muchas mujeres y un paraíso sensual que promete, fueron atractivos muy potentes para atraer al gremio de su maldita secta medio mundo. Uso él propio la poligamia sin guardar mucha estimación, ni profesar amistad alguna a las mujeres. * Prideaux, vida de Mahoma, o Mahometo.