Filosofía en español
Eminente filósofo ucraniano, humanista y demócrata. Skovoroda expresó la protesta de las masas campesinas contra la servidumbre. Después de haber hecho sus estudios en la Academia Teológica de Kiev, enseñó poética en el Seminario de Pereiaslav, y luego, en el Colegio de Jarkov. Fue perseguido por sus ideas progresistas. La hostilidad del clero y de las clases dominantes le obligó a abandonar la enseñanza. Para propagar sus ideas entre el pueblo, viajó de población en población. Skovoroda fue uno de los primeros, en la historia del pensamiento ruso y ucraniano, que luchó contra la religión oficial y la escolástica de la Iglesia. Se dirigió al hombre, a su razón, a la naturaleza. Sus ideas filosóficas eran contradictorias. Era idealista en la cuestión fundamental de la filosofía (ver) y consideraba la conciencia como el dato primario. Pero, al mismo tiempo, su concepción del mundo denotaba una fuerte tendencia materialista. En pos de Lomonósov (ver), llegó a la conclusión de que la materia es eterna en el tiempo e infinita en el espacio. Creía en el determinismo en la naturaleza. Las vacilaciones de Skovoroda entre el materialismo y el idealismo encontraron su expresión en su teoría dualista de “tres mundos” y de “dos naturalezas”. Afirmaba que el mundo se halla compuesto del “macrocosmos” (la naturaleza), del “microcosmos” (el hombre) y de “un mundo de los símbolos” (la Biblia). Cada mundo posee “dos naturalezas”: “exterior” o material, e “interior” o espiritual. La naturaleza comprende una pluralidad de mundos; no ha sido creada por nadie y no puede ser destruida; no tiene ni comienzo ni fin, ya que el fin de una cosa es el comienzo de otra. En esto consiste la tendencia materialista de su filosofía. Skovoroda estimaba que el mundo es cognoscible, pero, para penetrar la esencia del “macrocosmos”, es preciso comenzar por “conocerse a sí mismo”, pues las leyes que rigen el “macrocosmos” y el “microcosmos” son las mismas. Otro aspecto de la gnoseología de Skovoroda es su ética: la verdad no tiene todo su valor sino unida a la “virtud”; fuera de la virtud, la verdad es vacía de contenido y se convierte en una curiosidad vana; el conocimiento y la ciencia están destinados a servir al pueblo.
Para Skovoroda, la Biblia (el “tercer mundo”, el “mundo simbólico”) es un medio de conocer “el elemento espiritual”. Distinguía su lado “exterior” o material, y su lado “interior” o “contenido divino”: la Biblia es “Dios, pero también la serpiente”. Aquí se pone en claro la actitud contradictoria de Skovoroda hacia la religión y la Biblia. Sometió a una crítica implacable la religión oficial (su ortodoxia, su dogmatismo y su escolástica: las “invenciones ineptas” y las fábulas de una Biblia “impúdica, perjudicial y mentirosa”) y se convirtió en un anticlerical militante. Al mismo tiempo, propagó las luces y la ética bajo una forma religiosa. Quería crear una “religión del amor”, “de la virtud”, “de la verdad”. Dios era para él “la naturaleza”, “el hombre”, “la verdad”, “la virtud”, &c. Skovoroda criticaba a la Iglesia, odiaba al clero, conjunto de “ambiciosos”, de “voluptuosos”, de “hipócritas”, de “bestias feroces”, &c.
Skovoroda defendió los intereses del pueblo oprimido, y censuraba a los ricos por su codicia, su ociosidad y su parasitismo. La codicia es el origen de todas las calamidades públicas: litigios, pillaje, adulaciones, concusión, soborno, guerras, caídas de los “estados” y de las “repúblicas”. El pueblo está encadenado, privado de derechos, y vive en la ignorancia. Se trata, pues, de despertarlo. Después de haber descubierto el principio del mal, los hombres deben suprimirlo para edificar una sociedad nueva basada en “la razón”, “la verdad” y “la virtud”. Skovoroda soñaba con ver la transformación de la “sublime Rusia” en una “sublime república”. Amaba ardientemente a su país y a su pueblo y se alzaba con intransigencia contra los antipatriotas, los cosmopolitas. Preconizaba la unión de Ucrania y de Rusia, la amistad de estos dos pueblos hermanos.
Skovoroda dio pruebas de realismo en su crítica vigorosa a los ricos, a los grandes terratenientes, a los funcionarios, a la religión oficial, al clero. Pero se mostró débil y utópico en la solución de los problemas sociales. En su concepción del mundo, evolucionó hacia el materialismo y hacia un examen más radical de los problemas sociales, pero se conservó idealista en la solución del problema fundamental de la filosofía, y aunque en su concepción de la sociedad haya superado la filosofía de las luces del siglo XVIII, no abrazó las posiciones revolucionarias. Las ideas de Skovoroda traducen la debilidad y la estrechez del movimiento campesino contra la servidumbre. Obras filosóficas y literarias de Skovoroda: “La primera puerta que conduce a la sabiduría cristiana” (1766), “Diálogo sobre el mundo antiguo” (1772), “Conversación amistosa sobre el mundo espiritual”, “El alfabeto del mundo” (1775), “La lucha del arcángel Miguel contra el demonio” (1783), &c.
Diccionario filosófico abreviado · 1959:465-466
Filósofo demócrata ucraniano, poeta, partidario de la Ilustración. Hijo de un cosaco de modesta condición. Estudió en el seminario de Kiev-Moquiliansk (1738-41; 1744-50). Renunció a la carrera eclesiástica y eligió el camino de filósofo predicador ambulante. Sobre la concepción del mundo de Skovoroda influyó la obra de Feofán Prokópovich y de Lomonósov. En cambio, la formación teológica confería a sus ideas un carácter contradictorio. En la resolución del problema básico de la filosofía; Skovoroda vacilaba entre el materialismo y el idealismo, pero en muchas cuestiones sostenía principios materialistas. Siguiendo a Lomonósov, llegó a la conclusión de que la materia as eterna e infinita, de que en la naturaleza imperan las conexiones sujetas a ley, llegó a reconocer la naturaleza como causa de sí misma (“Conversación amistosa sobre el mundo espiritual”, 1775). Sus vacilaciones dualistas le condujeron a crear la teoría de los “tres mundos”, que abarcaban todo lo existente: el “macrocosmo” (la naturaleza), el “microcosmo” (el hombre) y el “mundo de los símbolos” (la Biblia). Cada uno de dichos mundos se compone de dos naturalezas: “exterior” (material) e “interior” (espiritual). Intentando superar el dualismo de su doctrina, Skovoroda procuraba resolver las contradicciones entre los principios material y espiritual uniendo los conceptos de “Dios” y “naturaleza”, considerándolos idénticos, lo cual es típico del panteísmo. Reconocía el carácter ilimitado de la cognición humana, relacionaba la investigación de la naturaleza con la necesidad del autoanálisis interno y con el reconocimiento del “mundo de los símbolos”. Criticó enérgicamente la religión oficial por su dogmatismo y su escolasticismo, propagó la doctrina heliocéntrica de Copérnico, hostil a la Iglesia (“Diluvio de serpientes”, 1791 y otras obras), se burló de los vicios y del parasitismo de los sacerdotes. Las predicaciones éticas del propio Skovoroda estaban revestidas de forma religiosa, se relacionaban con la búsqueda de la religión “del amor y de la virtud”. Skovoroda defendía los intereses del pueblo, exhortaba a terminar con la falta de derechos y la ignorancia de las masas trabajadoras, pero la solución que preconizaba de los problemas sociales resultaba utópica, pues consideraba que, para el establecimiento de la nueva sociedad, el factor decisivo era el principio moral. Sus ideas sociológicas reflejaban la debilidad y la limitación del movimiento antifeudal campesino. Los trabajos de Skovoroda no se editaron en vida suya, pero circulaban profusamente en copias manuscritas.
Diccionario filosófico · 1965:428-429
Ilustrado demócrata, filósofo y poeta ucraniano. Se graduó en la Academia Conciliar de Kíev-Moguiliansk. Renunció a la carrera eclesiástica, prefiriendo el destino de filósofo predicador ambulante. La mundividencia de Skovoroda experimentó la influencia de las ideas del platonismo, el estoicismo, la patrística y de los filósofos del tiempo nuevo (Leibniz y otros) y Lomonósov. En la solución del problema fundamental de la filosofía, Skovoroda no estaba exento de oscilaciones entre el materialismo y el idealismo, pero mantenía posiciones materialistas en muchas cuestiones. Siguiendo a Lomonósov, Skovoroda llegó a la conclusión acerca de la eternidad y la infinitud de la materia y la dominación de nexos regulares en la naturaleza, así como al reconocimiento de la naturaleza como causa de sí misma (Plática amistosa sobre el mundo espiritual, 1775). Skovoroda procuraba eliminar las contradicciones entre los principios espiritual y material mediante la unificación de los conceptos de Dios y de naturaleza considerándolos idénticos, lo cual es típico del panteísmo. Skovoroda reconocía el carácter ilimitado del conocimiento humano, pero enlazaba la investigación de la naturaleza con la necesidad del autoanálisis interno. Criticaba con aspereza el dogmatismo y la escolástica de la religión oficial, propagandizaba la doctrina heliocéntrica de Copérnico, hostil a la iglesia, y se burlaba de la viciosidad y parasitismo de los curas. Las prédicas éticas de Skovoroda estaban revestidas de forma religiosa y vinculadas con las búsquedas de una religión de “amor y virtud”. Se pronunciaba por los intereses del pueblo y exhortaba a acabar con la falta de derechos y la ignorancia de los trabajadores, pero su solución de los problemas sociales tenía un carácter utópico, porque consideraba que el principal factor de la creación de la nueva sociedad era el principio moral. Skovoroda esgrimía ideas progresistas para su tiempo acerca del trabajo creador, la comunidad de bienes, el amor y la igualdad como base de la vida social. Las obras de Skovoroda no se editaron en su vida, pero se divulgaron ampliamente en manuscritos.
Diccionario de filosofía · 1984:398