[ 17 ]
Filosofía en sentido lato / Filosofía en sentido estricto
A) Filosofía en sentido lato o Weltanschauung. Se dirá que toda formación social que ha rebasado los límites del salvajismo necesita de una filosofía –de una concepción del mundo que intenta ser coherente y totalizadora. Hablaremos así de la filosofía hindú, de la filosofía de los aztecas o de los bechuanas.
B) En su acepción estricta, la Idea de filosofía restringe la extensión y con ella el sentido que conviene a la acepción lata. Ahora, la Filosofía es, ante todo, como las Matemáticas, una institución de tradición helénica, una formación cultural del “área de difusión helénica”. Esta tradición comporta, entre otras cosas, un vocabulario característico: Categoría, Sustancia, Causa, Cosmos, Lógica, Organismo, Dialéctica, etc. Todo es Weltanschauung, pero sólo cuando opera con las Ideas de Dialéctica, Categoría, Causa, etc., es Filosofía en sentido estricto.
La diferencia entre el sentido lato y el sentido estricto de la Filosofía es muy importante. El sentido lato es un concepto sobre todo sociológico y agradece la perspectiva “evolucionista” (en el sentido etnológico de este vocablo): una filosofía brota de una cultura y el desarrollo de esta filosofía será paralelo en los diversos círculos culturales. En cambio, el concepto estricto de Filosofía incluye una perspectiva “difusionista”. Desde la perspectiva evolucionista se propendería a interpretar a la filosofía árabe, o a la filosofía alemana, como “floraciones” (superestructuras) espontáneas de “sociedades” que han alcanzado un cierto nivel de desarrollo, una cierta coyuntura en la lucha de clases. Sin negar lo anterior, desde la perspectiva difusionista –la perspectiva en la que aparece la Filosofía en sentido estricto– conoceremos que la filosofía árabe dió comienzo a consecuencia de la influencia griega, canalizada ante todo por los maestros nestorianos (historia del médico Churchis) y por los filósofos de la escuela de Atenas que, expulsados por Justiniano, se habían acogido a Cosroes; conoceremos que la Filosofía clásica alemana no es tan sólo la expresión de “la burguesía aplastada en Westfalia”, sino que es inexplicable al margen de la tradición escolástica que, a su vez, sólo existió a partir de las traducciones de Platón, de Aristóteles… que le fueron suministradas, en principio, por los propios árabes, por ejemplo por la Escuela de Traductores de Toledo.
Entendida la filosofía como saber de “segundo grado”, queda sobreentendido que la filosofía (en el sentido estricto) tendría que reconocer como antecedentes suyos a los “mapas del mundo” constituidos por las cosmogonías o mitologías primitivas (mal llamadas “religiosas”), es decir, a esas formas que los antropólogos o etnólogos llaman precisamente “filosofía” (ahora en sentido lato) o Weltanschauung de una sociedad dada. Queda sobreentendido que esta “filosofía en sentido lato” (o antropológico) había que verla como una filosofía “racional” –no como una construcción de una “mentalidad pre-lógica”–, aunque esta racionalidad se mantuviese en un estadio metafísico. Una transformación que sólo puede entenderse a partir no de una filosofía (en sentido antropológico) aislada, sino a partir de la confluencia de varias “concepciones del mundo” adscritas a sociedades o culturas diferentes que hubiesen entrado en contacto, generalmente conflictivo, y, por tanto, en confrontación y trituración mutua. Esta confluencia regular sólo podría tener lugar a partir del nivel histórico definido por la Ciudad o por el Estado. Habría que pensar en Ciudades-Estado muy peculiares, por ejemplo, aquéllas que, por su condición de colonias de una ciudad fundadora (de una polis), pudieran quedar desarraigadas (relativamente al menos) del tronco de sus creencias originarias, a la par que enfrentadas a las culturas orientales con las que tenían que convivir y ante las cuales tenían que definirse de modo global (totalizador). En estas ciudades pudo desarrollarse un género de logos crítico, vinculado a un individualismo corpóreo operatorio, que tiene que ver con las constituciones democráticas y con construcciones aritméticas y geométricas, así como también con las “representaciones gráficas” del mundo geográfico (el primer mapa mundi se atribuye a Anaximandro de Mileto).
Lo decisivo es tener presente que la “escala” de la individualidad operatoria, que asociamos a la razón crítica, no se nos aparece desde un horizonte metafísico poblado de sustancias individuales, sino desde un horizonte social y cultural propio de hombres que desarrollan una racionalidad crítica precisamente por atenerse a esta escala individual (es decir, una racionalidad que necesita pruebas positivas, en las cuales el individuo ha de ser sustituible, “democrático”). Una racionalidad que ha de constituirse a partir de creencias heredadas (supraindividuales); no es a partir de su individualidad corpórea por lo que los hombres desarrollan sin más, “naturalmente”, su racionalidad crítica (lo que no quiere decir que la racionalidad crítica pueda llevarse adelante al margen de la individualidad corpórea). El desarrollo de la racionalidad crítica no es un proceso individual (“ontogenético”), sino histórico (“filogenético”). En particular, será la “reconstrucción geométrica” de los grandes mitos cosmogónicos mediterráneos lo que conducirá a las metafísicas presocráticas. Y de la confrontación de estas metafísicas tan diversas que pudo tener lugar en la Atenas victoriosa de los persas, en la Atenas de la sofística, saldría la filosofía en sentido estricto, que es la filosofía académica, en su sentido histórico preciso, la filosofía del círculo de Platón. La filosofía, en su sentido estricto, es un género plotiniano (no porfiriano) [817] con especies muy variadas. Hasta el punto de que, entre las transformaciones descendientes de este tronco, tendremos que contar con especies de-generadas, con la falsa filosofía. Por ejemplo, la filosofía analítica en nuestros días.