Reportajes de actualidad
No hay crisis de libros sino de autores
Preferencia marcada por los libros sociales, políticos e históricos.
Opinión del Director de la Biblioteca Nacional
¡Libros a 0:50 pts.! A treinta, a diez céntimos! Con derecho a revolver. Y enumeran una serie de autores conocidos para que el público fije su atención en una literatura al alcance de todas las fortunas. El curioso madrileño ha podido visitar muchos puestos ambulantes repletos de libros, en las principales calles y plazas de la villa.
Esta industria que, a pesar de todas las prohibiciones exhiben a diario su mercancía, nos induce a pensar sobre la marcha de los negocios libreros, a nuestro parecer no muy halagüeña.
¡Libros a ese precio!
Si solo el papel lo vale, como dicen los vendedores.
Claro que algunos, ni regalados se pueden admitir.
Pero de todas formas el precio no puede ser más irrisorio, y ni aun así consiguen vender gran cosa. Por esto pensamos, a nuestro parecer lógicamente, y nos planteamos el siguiente razonamiento;
O no se lee, o no hay dinero, o ambas cosas a la vez.
Es decir: puede suceder que el amor a la lectura, el lector, haya naufragado, o esté en peligro de ello. Y también que, existiendo el amante de los libros, no tenga éste medios de adquirirlos. Ambos supuestos son lamentables. Pero el tercer término, es decir, que ni haya lectores ni dinero, es mucho más grave.
Quisimos averiguar la causa y en busca de elementos de juicio fuimos a diferentes centros libreros.
–No hay crisis de compradores –nos asegura el gerente de una de las más importantes Editoriales de España–. Es decir, para nosotros no existe. Vendemos cada vez más. Claro que, si hubiera más dinero, el número de compradores aumentaría.
–Entonces a su juicio...
–Desde luego estimo que se lee bastante, aunque pudiera y debiera leerse más, y que si no es mayor el negocio librero no es debido a la carencia de posibles compradores, sino a la escasez de dinero.
Vemos que en efecto, el local está repleto de personas ávidas, al parecer, de lectura, aunque muchos se marchan sin comprar nada. Se lo hacemos notar a nuestro amable interlocutor y este nos responde:
–No le extrañe a usted. Hay personas que, no teniendo ocupación mejor se dedica a examinar todos los libros, en todas las librerías. En todas piden catálogos y en ninguna compran nada. Hay un señor que nunca adquiere ningún libro, pero todos los meses nos visita para pedirnos un catálogo. En la mano suele traer un montón de catálogos de otras librerías. Se lo damos y... hasta el mes próximo.
Le preguntamos sobre la preferencia del público hacía determinadas obras y escritores.
–Se lee de todo y a todos, nos dice. No existe una orientación definida sobre tales o cuales materias. Si alguna preferencia pudiéramos señalar, sería hacia los libros de asuntos históricos y sociales. Estos últimos despiertan mayor atención, desde el advenimiento de la República.
–Y entre los compradores ¿Qué sexo es el que predomina?
–El hombre desde luego. Aunque es notable la afición que va arraigando en las mujeres hacia la lectura.
* * *
Estas apreciaciones difieren algún tanto de las que sobre el mismo tema nos sugiere el gerente de la primera editorial de libros católicos.
–A mí juicio –nos dice– el mercado librero, aunque no esté en bancarrota indica dos cosas muy fundamentales; la apatía del público español a leer y la escasez de escritores.
–Pero ¿y la crisis económica? insinuamos.
–Existe, desde luego, pero observe usted que aunque todos los negocios e intereses estén afectados por la crisis económica, también es verdad, que el público se gasta en un espectáculo lo que pudiera emplear en la adquisición de un libro... y no lo hace.
–Me dijo usted que había una escasez grande de escritores.
–Y la hay. No tiene usted más que ver que el mercado se abastece principalmente de obras traducidas del francés y del italiano sobre todo. Y los escritores españoles aparte de producir poco son siempre los mismos.
–¿Éxitos editoriales del último año?
–Se ha vendido mucho la obra Don Bosco y su tiempo. El record lo han marcado la Historia de España de Menéndez y Pelayo y Defensa de la Hispanidad de Maeztu. Las predilecciones del público se dirigen ahora hacia las cuestiones históricas y sociales. Van ganando terreno las políticas y apologéticas. Desde luego, la novela ha perdido interés. Se prefiere la biografía sin demasiada erudición.
Una pregunta aún: ¿Qué opina de nuestro mercado en América?
–Que podría ser excelente, pero que por diferentes causas, está malogrado. Una de ellas el bloqueo de divisas y otra no menos importante el gran número de ediciones fraudulentas que se hacen de los libros que mayor éxito han tenido en España, con lo cual nos imposibilitan para todo intento de negocio.
En efecto el gerente nos enseña un ejemplar de una obra de G. Papini editada en España y reimpresa en Buenos Aires sin autorización de ninguna especie.
–Es lamentable, comentamos.
–Y no es solamente en Buenos Aires y en casi toda la América, sino también en Alemania y Francia donde reimprimen nuestros mayores éxitos literarios.
* * *
En busca de nuevas opiniones que completaran nuestro bosquejo de balance del libro español, nos dirigimos a una popular Librería instalada en la Puerta del Sol. Nos recibió amablemente su dueño que nos dijo lo siguiente:
–Para mí no hay tal crisis del libro. Se vende más cada día, lentamente desde luego, pero va en aumento. La época agitada en que vivimos hace que los libros sobre cuestiones sociales y políticas se agoten con relativa prontitud. Siguen a estos los históricos. Le preguntamos sobre el mayor éxito del año a lo que responde sin vacilar:
–Pemán, sin disputa. El Divino Impaciente y Señorita del Mar son los dos libros que mayor venta han conseguido. Algún otro sobre política ha llegado a venderse bien. Por lo demás la verdadera crisis está en los escritores, pues a pesar del poco dinero que corre, el libro bien escrito se vende, sin grandes reclamos. Lo difícil es vender libros que no interesan a nadie más que a sus autores.
* * *
Una última opinión. La más importante. Se trata de don Miguel Artigas, Director de la Biblioteca Nacional.
Nos recibe con su habitual cordialidad y con la misma se dispone a nuestro interrogatorio que va a ser breve.
–El amor al libro es cada día mayor. Las salas de la Biblioteca están a todas horas completamente llenas, tanto que estoy ya estudiando la forma de ampliarlas.
–¿Cuántas tarjetas de lectores tienen expedidas?
–Más de nueve mil. Figúrese usted, continúa, lo que sería si en un día determinado vinieran no todos, sino 4.000 nada más.
Asentimos. Pasamos luego a preguntarle sobre las preferencias de los lectores.
–Materialista, nos dice. Pocos solicitan libros de poesías. Prosa, y de ésta tratados que no fatiguen mucho la cabeza.
–¿Y en la sala general? preguntamos.
–¡Oh! allí, los libros de texto sobre todo. Particularmente a fin de curso, el refugio del mal estudiante.
Y en provincias ¿se instalan nuevas bibliotecas, o hay proyecto de ellas?
–Es verdaderamente halagador, nos dice entusiasmado. Vea usted un caso. En Málaga no había ninguna biblioteca.
Ya recordará usted de aquello:
Málaga, ciudad bravía
entre antiguas y modernas
tiene doscientas tabernas
y solo una librería
–De Fray Gerundio debe ser la letrilla.
–En efecto. Pues bien, hemos inaugurado una reciente y ya nos comunican que el local es insuficiente para tantos como acuden. Y en otros puntos de España poco más o menos igual. Así es que, resumiendo, creo poder asegurarle que vamos conquistando amigos para el libro.
(Prohibida la reproducción.)