Filosofía en español 
Filosofía en español


García Kohly, ex-Embajador de Cuba, atribuye a la Constitución el desorden político de su país
Es una constitución de espíritu norteamericano, que no se adapta al temperamento cubano. Los hombres de mejor voluntad fracasan o se convierten en tiranos


¿Por qué las naciones americanas se agitan en continuas revoluciones? ¿Por qué sobre los escombros y ruinas de una lucha, de un complot, surge, vigorosa, otra pugna más enconada?

¿Será porque, como decía una personalidad política mejicana refiriéndose a los males de su país, será porque hay todavía muchos que no han sido presidentes? Seguramente que no. Toda la popularidad y prestigio de que pueda gozar un hombre se convierte en odio al poco tiempo de desempeñar el gobierno del país. Los mayores ídolos del pueblo caen apenas llegan al poder. ¿Cuál es la causa? Cuba atraviesa en estos momentos por uno de esos cataclismos que parecen ser consubstanciales con las naciones del nuevo continente. Méjico lucha, al mismo tiempo que su hermana de las Antillas, otra pelea encarnizada. Hoy queremos referirnos concretamente a los sucesos de Cuba.

Nos hemos entrevistado con una ilustre personalidad cubana, el Exmo. Sr. D. Mario García Kohly, antiguo embajador de aquella isla en España y, a preguntas nuestras, nos ha respondido lo siguiente:

–Cuba sufre hoy, como sufrió otro día Argentina, Uruguay o Chile los horrores de una guerra civil. Toda elección es una esperanza y un nuevo motivo para tristes presagios. Yo he estudiado detenidamente todas las causas que influyen no sólo en la resolución de los problemas cubanos sino en las de toda América. ¿Por qué un hombre que hoy es adorado, apenas ha tomado posesión del poder tratan de derrumbarle los mismos que antes le admiraban? ¿Por qué se convierten enseguida en tiranos, déspotas, dictadores? Una razón muy sencilla lo va a explicar todo. Porque Cuba, al igual que otros países americanos, tiene una Constitución que se desentiende en absoluto de la mentalidad cubana. Está calcada en la de los Estados Unidos, y nosotros, unidos estrechamente a la cultura española, hijos de ella, con su misma mentalidad; por tanto, no podemos ser regidos por una constitución cuyo principal defecto es no comprender el alma española. Porque al fin somos españoles. Ya en la guerra de la independencia cubana hube de exclamar que para ser perfectos cubanos es necesario ser buenos españoles.

Aparte de ese mal, que pudiéramos llamar de origen, existe otra razón fundamental. Son tales las facultades que la Constitución cubana confiere al presidente que en realidad no solamente son mayores que las de un rey constitucional, sino que las de un rey absoluto. Su poder es omnímodo. De ahí nace que, al usar de esas facultades, los súbditos le tilden de dictador. Pero en realidad la única dictadura es la constitución. El presidente que quiera cumplir fielmente esa constitución deberá necesariamente ser dictador.

¿Alguna anécdota? Tomás Estrada Palma, caballero intachable, amante como ninguno de su pueblo. Una vida llena de trabajos y sacrificada en bien de sus compatriotas. La máxima popularidad que puede conseguir un hombre rodeaba al Sr. Estrada. Subió a la presidencia cuando ya era un anciano. Los halagos del poderío y de las ambiciones personales no podían nunca ser para él objeto de sus miras. Nunca las sintió y mucho menos a esa edad. Durante su presidencia logró para Cuba que el número de maestros fuera mayor que el de soldados. La dotó de magníficas escuelas y otras instituciones. Al término de su misión había conseguido una hacienda saneada que liquidaba con superávit. Pues bien, fue tachado de dictador y déspota y sufrió el odio de sus, hasta entonces, amigos y admiradores. Lo mismo podría decirse de Mendieta.

–Entonces, si el mal está en la constitución ¿por qué no se reforma?

–Yo intenté algo en este sentido, pero nada logré. En la prensa, en libros y conferencias expuse los defectos de que adolece la actual constitución, esbocé otra que podía substituirla con ventaja. El éxito no respondió a mis esfuerzos. Quizá fue todo lo contrario.

–Luego, según su opinión, el régimen es el que crea al tirano…

–Justamente. Es imposible gobernar de otra forma que la que se contiene en la constitución, y si ésta coloca al presidente sobre todos los organismos, con plenas facultades para todo, es evidente que el uso de esas facultades engendra lo que las gentes llaman tirano. Por otra parte, el pueblo cubano cree que el presidente debe saber y conocer todos los problemas y resolverlos sabiamente. Eso no es posible. Hasta los individuos esperan del presidente la solución de todos sus problemas, diría que incluso hasta de las familias. Comprenderá Vd. las dificultades que entraña semejante mandato y la imposibilidad de dar gusto a todos. No se consigue esto en naciones que cuentan con una organización muy diferente en cuanto a la distribución de facultades, ¿cómo conseguirlo en un país en que el Jefe del Estado lo es todo?

Ahí tiene Vd., continúa diciéndonos el porqué de las continuas revoluciones americanas, y, en estos momentos, de la de Cuba. Toda la buena fe se estrella con esos defectos de origen. Claro es que a estos factores hay que añadir otros no menos importantes, como son las dificultades económicas, las injerencias de países extraños…

Aprovechamos una pausa para preguntarle acerca de la situación de los intereses españoles en aquella isla.

–Aunque actualmente estoy alejado de la vida política, puedo, sin embargo, asegurarle que están protegidos. Y créame que puede ser este país el primero entre los que el español es más querido y amparado. Claro está que, en época como la actual en que todos los países se cierran en un nacionalismo poco humano, aquellas naciones que más perjudicadas se encuentran son las que con mayor fervor invocarán esas leyes de proteccionismo. Pero esto pasará. Tengo fé en el mañana de mi patria. Cuando conozcan la raíz del mal, no hay duda que procurarán extirparla. Confío en la hombría y buena voluntad de los cubanos.

Rafael Burgos

(Prohibida la reproducción.)