Filosofía en español 
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Reportajes de actualidad

La plata vale hoy doble que el año pasado
Declaraciones del ex ministro don Julio Wais


A los múltiples problemas que agobian a las naciones hay que añadir uno más: el llamado problema de la plata. Aunque no revista la gravedad de otros, no deja de ocupar un puesto, precisamente entre los demás, cuya solución es de necesidad apremiante.

Y si esto es una realidad para todas las naciones, lo es mayor aún si se trata de España, carente casi en absoluto de una política monetaria.

Nos hemos entrevistado con don Julio Wais, cuya competencia en el asunto que nos ocupa, es de todos conocida.

–La plata vale hoy –nos ha dicho– casi el doble de lo que valía el año pasado. En el mes de Abril llegó a alcanzar una revalorización del 60 al 70 por 100, cuando el mercado de Londres llegó a cotizar la onza standard a 36 peniques. Aun siendo alto este precio, le falta mucho para llegar al que se obtuvo durante la Gran Guerra, marcando entonces los topes máximos de 68 peniques y 1,33 dólares en Londres y Nueva York, respectivamente.

–¿A qué obedece esta revalorización del metal blanco?

–El continente americano es el mayor productor de plata; representa el 82 por 100 de la producción mundial. Los Estados de la Unión y el Canadá poseen los mejores yacimientos argentíferos del mundo. Pues bien; existe allí un «partido de la plata» que ya en 1878 y 1890 logró, por motivos de política interior, medidas de Gobierno encaminadas a obligar al Tesoro a grandes compras de plata, para colocar la producción nacional y conseguir mejora en los precios.

El alza dirigida de ahora –continúa diciéndonos– tiene un prólogo en el Convenio de Londres del otoño de 1933, en virtud del cual se limitó la venta y empleo de la plata, por parte de los delegados de los países productores, entre ellos España. Nuestros representantes se comprometieron a que España, en el espacio de cuatro años, no vendería más de 20 millones de onzas de plata, a razón de cinco cada año. Los Estados Unidos se obligaron a no vender plata y a retirar de la circulación 24 millones de onzas al año.

Los efectos de este acuerdo no fueron los que se esperaban, y el Gobierno americano dictó, en el verano de 1934, la «Silver Purchase Act», por la cual el Tesoro se obligaba a comprar plata hasta que el precio de la onza subiese a 1,29 dólares o hasta que se alcanzase la proporción de una a tres en las reservas metálicas de plata y oro.

La especulación desencadenó el alza, las compras se intensificaron con una cadencia que no tiene precedentes en la Historia y los precios subieron, como ya le he dicho.

Pero esa fiebre ha empezado a remitir. A pesar de que en los últimos diez meses se compraron 421,5 millones de onzas, la proporción de 1 a 3 para las reservas parece imposible de lograr, porque, a su vez, y al mismo periodo de tiempo, la reserva oro aumentó en mil millones de dólares.

Por otra parte, los Estados Unidos parecen convencidos de que el esfuerzo hecho no les reporta ventaja alguna, y en cambio la prosecución de esa política, que los ingleses han calificado de loca y extravagante, puede acarrear grandes males al producir una deflación general, que afectaría a todos los países, empezando por el que la provoca.

–Entonces ¿cree usted que el periodo de subida ha pasado ya?

–Creo que sí. Las cosas y los precios van volviendo a su cauce; pero de todos modos, estimo que para España no puede existir motivo de alarma y sí de ventaja, si la revalorización se mantiene en un límite que no haga sobrepasar el valor nominal de nuestra moneda.

Nuestras acuñaciones se han hecho en los momentos de máxima depreciación del metal blanco. Se logró así una utilidad inmediata, pero se sembró una mala semilla para la economía nacional.

Nuestro sistema monetario está llamado a una reforma y todo hace creer que no se estimará conveniente la circulación de los metales preciosos en forma de moneda, reservándolos, en cambio, para cobertura.

Esta reforma hay que prepararla, como he sostenido varias veces, habilitando los medios de «desmonetización de la plata para que la conserve el Banco de España como encaje», en la que no sea precisa para moneda auxiliar divisionaria con la ley muy baja.

Los sucesos que contemplamos me afirman más en mi opinión. El impase monetario del mundo está producido, principalmente, por la resistencia a dar un corte de cuentas a las deudas de guerra que no pueden liquidarse como las comerciales.

Cuando esa dificultad se venza, se impondrá un acuerdo internacional, al que no deberemos permanecer ajenos, y por eso estimo urgentes medidas preparatorias como la indicada.

No hay que olvidar que la estabilidad monetaria es la salud económica. El temor de perderla momentáneamente no debe hacerla aborrecible, sino más deseable, como el enfermo anhela su restablecimiento, aunque sepa que la salud no es invariable ni eterna y que ha de volver a perderla. La recobrará y conservará tanto mejor cuanto emplee los medios higiénicos más adecuados.

La plata circula en España con una profusión enorme. Hay en circulación más monedas de plata que de cobre y cuproníquel. Se calcula por encima de los 500 millones la plata acuñada en circulación. Y es, en verdad, una cantidad lo suficientemente elevada para que no despierte la codicia de los aventureros que nunca faltan.

Méjico ha retirado recientemente toda la plata de la circulación. Días pasados la Prensa nos traía lo sucedido en Tánger, y poco después las medidas del Gobierno de Italia, recogiendo el metal blanco. España, sí quiere prevenirse, no tendría más remedio que estudiar una política que nos libre de los inconvenientes y peligros de una mayor alza de la plata y de la inestabilidad de nuestra divisa.

Rafael Burgos

(Prohibida la reproducción.)


{ Texto revisado a la vista de las versiones de Correo de Mallorca, de 3 de agosto, y de La Tierra, Huesca, de 22 de agosto de 1935. }