Bernardino Rosillo
Puerto Rico, libre
Clámase ya en nuestra América, y en el mundo entero, por la dura presión a que está sometida la que en un tiempo será la República de Puerto Rico, opresión no digamos cometida a los hijos de esa rica Isla, sino a su comercio, a su industria y a la riqueza de su suelo. Porque, mientras las utilidades de esa Isla vayan a ingresar como título insular en la Tesorería de Washington, a la vez que sus hijos necesitan de esas cantidades para sufragar los múltiples gastos de cosas grandemente necesitadas por su colectividad civil, puede decirse, sin vacilar, que existe una dura opresión yankee en Puerto Rico.
En estos últimos tiempos, en que vemos que la Justicia comienza a imperar en todos los pueblos oprimidos; en estos días, en que la libertad de las Filipinas es un hecho, debemos tornar la mirada hacia la noble Isla de Puerto Rico, para hacer por ella todo lo que esté al alcance de los Hispanoamericanos, para lograr que la Independencia de Puerto Rico se realice.
Puerto Rico es una Isla completamente criolla, es decir, de nuestra América. Tan es así, que ni las Leyes más severas de los Yankees, ni las invasiones más formidables de los mismos en Puerto Rico, han podido hacerla cambiar de lengua, de costumbres o de raza.
No, no podía la hermosa Isla cambiar sus costumbres al golpe cruel a que la tiene sometido su vecino. ¡Ella espera! Espera y tiene fe en que algún día, “cuando suene la trompeta de la legalidad en el mundo”, será oído ante los tribunales internacionales. Entonces, veremos salir cual de una Cárcel a una nación laboriosa, industrial, culta y progresista, que se llamará la República de Puerto Rico.
Hispanoamericanos, haced algo, escribid algo que tienda a dejar libre una porción de nuestra tierra que gime bajo la dura mano de su vecino. Es triste, ridículo, y causa indignación que, sobre una Isla como Puerto Rico, de la cual la mayoría de sus hijos no conocen el idioma ni la historia del Tío Sam, ondee una bandera extraña, que aunque muy noble y de hermosa tradición, en justicia sólo debe flamear como estandarte de soberanía más allá del Río Grande del Norte y del Estrecho de la Florida.
Acaba de llegar a Madrid el delegado del partido nacionalista, D. Filiberto Vázquez López, a quien enviamos nuestro saludo.