Filosofía en español 
Filosofía en español


El Ministro de Trabajo presidió en Mieres una gran concentración de mineros

El Ministro también visitó Gijón, Nava y otras zonas mineras

La política social de Franco es más avanzada que la de los demás países porque se ciñe más a la justicia

Sus postulados van siendo “descubiertos” por otras naciones que luego los lanzan como originales

Para millones de criaturas la esclavitud y la tiranía comunista no son “historias”, sino historia trágica y espantable

El nuevo Estado cuenta con el Ejército del trabajo, sin el cual no se hubiera avanzado ni un solo paso

discurso del ministro de trabajo en mieres

(Texto íntegro en nuestras páginas centrales plegables.)

El camarada Girón, que fue objeto de un entusiasta recibimiento, pronunció un importante discurso

Mieres.– (De nuestro corresponsal.) No se llega al corazón de la cuenca minera asturiana por los caminos del engaño. Hay que ir cara a cara, con el corazón abierto y la verdad en los labios. El minero está ya de vuelta de todas las cosas y sabe perfectamente lo que es hipocresía, lo que es sinceridad, palabrería, promesas falsas o realidades. Por eso Girón ha entrado hoy en Mieres mirada al frente, paso decidido, enérgico en el ademán y palabra dura, castellana, que retumbó tan fuerte como las cargas de dinamita reventadas en círculos de fuego por los montes de Seana, La Quinta, El Peñón y Santa Germana; tremendas explosiones cuyas ondas expansivas hicieron perder el equilibrio a los productores, que para ver mejor se habían situado en la cima de la estatua de Teodoro Cuesta –el gran vate mierense–, levantada en la misma plaza del Ayuntamiento. Allí se habían dado cita los mineros de Sama y La Felguera, que cruzaron las cumbres se Santo Emiliano llevando en alto la bandera de nuestra Revolución; los de las cuencas alleranas, aquellos que bautizaron en sangre su patriotismo, allá por el año 19 o 20, cuando González Peña alentó a las milicias rojas contra los obreros del Sindicato Católico de Moreda, solera y savia del falangismo de José Antonio; el mismo Peña que produjo aquella catástrofe, conocida en la historia por “los sucesos de Moreda”, y que a la hora de liquidar la cuestión a tiro limpio ya se encontraba –como después hiciera muchas veces– a más de 50 kilómetros de distancia, mientras caía Camilo Madera, primer mártir de la Revolución convertida hoy en realidad por la política social del Generalísimo Franco.

Subieron también el Padrún los trabajadores de Olloniego. Rebollada abajo, era un enjambre humano que se dirigía hacia La Pasera, donde ya las escuadras del Frente de Juventudes montaban guardia de honor al Ministro. La muchedumbre, apiñada, saludó a Girón con el mayor entusiasmo. Era auténtico el calor de las ovaciones. No había productores traídos a la fuerza. Vino quien tuvo gusto en ello. Yo, que puedo decir “que los conozco a todos”, he visto muchos rostros con señales inequívocas de haber dejado la mina pocas horas antes; productores de verdad, que ganan el pan de la vida en la oscuridad trágica de “La Campueta”, “Melendreros” o “Baltasara”. Antes de Franco se hubieran presentado con sus caras negras por el polvillo del carbón. Hoy, no. Con cuartos de baño y duchas a la bocamina, abandonan la tarea limpios de todo, y sólo denuncian su condición de mineros por las cicatrices verdosas que las heridas del carbón van dejando. Por esas cicatrices, que significan lo que los ángulos dorados en la manga del guerrero español, y por la chaquetilla de azul mahón, dignificada por el trabajo.

No han perdido una sola palabra de cuanto ha dicho el camarada Girón. “Hemos querido avanzar en once años once siglos –dijo el Ministro–; pero no hemos podido, porque numerosas veces nos hemos encontrado con alambradas y campos de minas sembradas en el camino de la justicia social.” Son palabras que he recogido al oído del magnífico discurso del camarada Girón, pero que han tenido el valor de poner en pie a todos los productores de la cuenca minera en ésta jornada memorable para ellos. No ha venido Girón a pasar factura de cuanto ha hecho por ellos. No. Ha venido a decir que mientras Franco no se canse –y no se cansará en muchos años–, la justicia social, la Revolución, seguirá su avance entre todos los reaccionarios que, como bandas de murciélagos, intentan cubrir a España con la sombra del fracaso. Esta promesa de no caer en una cómoda burguesía, produjo, como dije, el milagro de romper la supuesta indiferencia que aparentemente sienten por los problemas de nuestro Régimen los que estuvieron bebiendo el veneno de la doctrina marxista durante muchos años, y que hoy, con entusiasmo desbordado, aclamaron como nadie a Franco y a Girón. Yo, que los conozco a todos, se que no era fingido. El minero asturiano no finge. Tiene el valor suficiente para rechazar con arrogancia lo que no le gusta; pero cuando se entrega, se entrega de cuerpo y alma.

Ha captado bien esta gente la importancia del discurso del camarada Girón y la trascendencia de la obra de Franco. A España no se la libera de la esclavitud marxista por el solo hecho de haber arrojado a los batallones rojos de nuestra Patria, sino construyendo donde el marxismo ha destrozado, poniendo libertad donde había esclavitud y llevando el amor donde se había sembrado el odio. Una obra magnífica para el futuro, cuyos frutos serán recogidos por nuestros hijos en una España Grande y Libre por la voluntad firme de una minoría selecta, inasequible al desaliento.

Aun resuenan en mis oídos la explosión de la dinamita; de las últimas palabras del camarada Girón: “¡Arriba España!”, y de la expresa adhesión de esta gente minera, que gritó también con toda la fuerza de sus pulmones.

Ricardo Vázquez-Prada


Mieres recibe con entusiasmo al camarada Girón

Mieres.– A las seis y media de la tarde llegó a esta villa el Ministro de Trabajo, camarada Girón. Las calles se hallaban engalanadas con banderas y colgaduras, así como la plaza del Ayuntamiento, que lucía gallardetes.

Millares de productores llegados de diferentes puntos de las cuencas mineras de la región, Gijón, Oviedo, Langreo, Pola, Turón, &c., y representaciones de todos los gremios laborales de la provincia recibieron al Ministro.

Girón fue saludado a la entrada de la villa por el Alcalde y el delegado local de Trabajo.

Al aparecer el coche se dispararon infinidad de cohetes y cargas de dinamita, acogiéndosele con nutridas salvas de aplausos y vitores.

Se apeó del coche antes de llegar al Municipio y continuo hacia éste a pie, seguido de la multitud.

Una vez en la Casa Consistorial, el camarada Girón se asomó al balcón principal y desde el mismo dirigió un interesante discurso a los trabajadores concentrados –que publicamos íntegro en otro lugar de este periódico–, que le aplaudieron con gran entusiasmo, y al terminar prorrumpieron en vítores a España, a Franco y al Ministro de Trabajo.

Después, el camarada Girón conversó con varias señoras, dirigiéndose inmediatamente a la Casa Sindical, seguido del gentío.

En este edificio recibió el homenaje de los obreros pertenecientes a la Caja de Jubilaciones de la minería asturiana. (Mencheta.)



El Ministro regresa a Oviedo

Mieres.– A las diez de la noche salió con dirección a Oviedo el Ministro de Trabajo, camarada José Antonio Girón de Velasco.

Antes de emprender viaje, en la Casa Sindical recibió a numerosas Comisiones de productores, algunas de ellas de León, y representantes de la Caja de Jubilaciones de la minería asturiana, así como a otros muchos productores, que le formularon peticiones diversas.



Obsequio de la Cofradía de Pescadores de Gijón

Mieres. La Cofradía de Pescadores de Gijón ha hecho entrega al Ministro de Trabajo, camarada Girón, de una caricatura del propio Ministro de grandes proporciones.

Al dorso de la caricatura van las firmas de todos los integrantes de dicha Cofradía.

El Ministro agradeció este ofrecimiento con sinceras frases.



La jornada del domingo

El camarada Girón impuso la medalla del trabajo a un pescador y a un minero

Oviedo.– El Ministro del Trabajo, camarada José Antonio Girón, oyó misa esta mañana, a las nueve, en la catedral. Después se trasladó a Nava, donde impuso la Medalla del Trabajo a Celestino Lavaniegos López, que lleva sesenta y nueve años trabajando como cantero. Tiene ochenta y dos de edad y aun se dedica a las labores de su profesión. Presidieron el acto las autoridades provinciales y locales.

El Ministro del Trabajo pronunció un discurso, en el que, después de mostrar su satisfacción al adornar el pecho de dicho trabajador con la medalla del Trabajo, hizo elogio del hombre, que se ha ganado el sustento con la satisfacción interior de quien se siente creador de algo.

«Este espléndido camarada –dice el camarada Girón– es un ejemplo vivo de esta última manera de entender la obligación de trabajar. Desde que a los trece años entró como pinche en una obra hasta el día de hoy, a lo largo de casi setenta años de trabajo incesante, el corpulento “Celestón”, fuerte, noble y generoso, ha constituido un ejemplo para sus compañeros de oficio. El ha asistido al nacimiento, al desarrollo y al crecimiento moderno de Asturias.

Lo que hoy son caminos de hierro eran caminos de carro, y donde están las fundiciones o los hornos pastaban las vacas. Eran los días en que un capitalismo egoísta, que ignoraba cuál era su deber, comenzaba a soñar con someter al hombre a esclavitud, y de hecho le sometía. “Celestón” era bueno y noble, pero “Celestón”, camaradas, trabajaba doce horas. Y era la época en que los hijos del pueblo, los trabajadores jóvenes, se mataban por sostener en tierras tropicales un estado económico del que sólo se beneficiaban los hijos y su deshonor por seis mil reales a un Estado bárbaro y feudal.

Al trabajo en aquellas condiciones había que ponerle un caudal torrencial de espíritu para hacerlo soportable. Hombres como “Celestón” lo conseguían, y con su conducta, con su generosidad y con su nobleza preparaban, a costa de sus puños y de su resuello, el advenimiento de una era de justicia social. Otros, con menos espíritu, con menos capacidad de alegría o, sencillamente, más débiles de cuerpo o más desgraciados, tomaban la senda de la rebeldía y escuchaban el canto de sirena que había de conducirles por un camino errado, no a la justicia que la sociedad les negaba; desgraciadamente, ese camino les conducía a una desventura aún mayor, de la que también había quien, desvergonzadamente, se aprovechaba. Y la huelga, la represión, el paro, la cárcel, a veces eran el final. El tirano se reía, el bergante agitador escapaba a toda velocidad y las únicas lágrimas eran las de la mujer y los hijos, mientras los puños del trabajador se crispaban en un ademán de ira..., sin saber exactamente contra quien.»

El camarada Girón termina diciendo que, en nombre de Franco, prendía sobre el pecho de este benemérito camarada la Medalla al Mérito del Trabajo, “ganada a pulso por un trabajador tan duro y tan recio como la piedra que dominó durante setenta años”, y con el grito de “¡Arriba España!”. (Cifra.)



El Ministro del Trabajo, en Gijón

Gijón.– A mediodía de hoy ha llegado a esta ciudad el Ministro del Trabajo, acompañado del director del Instituto de la Vivienda, señor Mayo, y otras jerarquías. En el edificio sindical, y ante todas las cofradías de pescadores del litoral asturiano, fue saludado por el Jefe sindical, contestando el camarada Girón con breves frases, expresando cómo el Caudillo y su Gobierno conocen los problemas de los pescadores y procurarán remediarlos en lo posible. Seguidamente impuso la Medalla del Trabajo a un anciano pescador de Llanes, que cuenta más de setenta y seis años de edad. Las cofradías le hicieron ofrenda de una reproducción de la nave “San Juan Nepomuceno”. En el despacho del Delegado Sindical recibió a las Juntas de los Sindicatos de Gijón.

Por la tarde se trasladó a Somió, donde almorzó, y después visitó las obras del Orfelinato “José Antonio Girón”. Terminada la visita continuó su viaje en automóvil a la cuenca minera. (Cifra.)



Visita a la cuenca minera

Oviedo.– El Ministro del Trabajo marchó directamente desde Gijón a Laviana y después a Sotrondio, visitando también el Hogar del Productor de Ciaño, el sanatorio Adaro y la policlínica de silicosis. Más tarde visitó el pueblo de Entrego, en donde se le dispensó una afectuosísima acogida, visitando la Casa de los Sindicatos. Por último, visitó Sama de Langreo, y a las once menos cuarto de la noche regresó a esta capital. (Cifra.)